miércoles, 21 de noviembre de 2018

Marco de encuentro, líneas de demarcación y programa táctico de unidad comunista en España


Saludamos el nuevo intento teórico del camarada Gavroche de Unión Proletaria, en el objetivo de unificar y reconstituir al Partido Comunista en España publicado en su blog (1) con un análisis sobre su necesidad con el que es fácil estar de acuerdo, aunque faltan dos elementos centrales a definir, uno porque determina la táctica y el programa revolucionario, como es el de situar el estado actual de desarrollo del imperialismo en su fase de globalización neoliberal financierizada, con peligro de guerra mundial por colapso del sistema capitalista de producción de libre mercado y el otro, en la falta de una definición teórica sobre lo que nos separa en la táctica política, en el programa de lucha y en el marco orgánico-político de encuentro de toda la militancia que abraza el marxismo en sus variantes. Este vacío que deja la conclusión a la que llegan y que a continuación entrecomillamos, es la que con esta visión pretendemos llenar dando continuidad a este debate de la forma más pública posible.

“Lo que más necesitamos ahora es impulsar un movimiento general de preparación de un Congreso de Unificación y Reconstitución del Partido Comunista, venciendo los obstáculos reales, los recelos y los miedos, para devolver a la clase obrera su organización principal, su Estado Mayor revolucionario. Somos conscientes de que la mayoría de la población todavía está deslumbrada por las revoluciones productivas que se han sucedido después de mediados del siglo XX (electrónica, informática, agronómica, médica, psicológica, etc.) y asustada por el relato denigratorio sobre el socialismo. Por eso, estamos en una fase de reflujo revolucionario, en una fase meramente evolutiva del desarrollo social. Pero la revolución proletaria ya es materialmente posible y las tendencias profundas del capitalismo la acercan a pasos agigantados. Procuremos estar a la altura de los acontecimientos que se nos vienen encima”

Detrás de la expresión “obstáculos reales”, se esconden las diferencias en la teoría y práctica política   de los distintos destacamentos comunistas, que dejando al PCE en estos momentos aparte, la única forma que hay de enfrentarlos, es poniéndolos sobre la mesa, diseccionarlos y ver cuales son los elementos centrales que en su relación con la actual situación de la sociedad, nos unen, separan o bloquearían, en la tarea central por confrontar con la crisis global del sistema capitalista y el peligro de guerra mundial bajo la propuesta de alternativa socialista como objetivo. Decimos por la relación con la sociedad y no por la pluralidad de las concepciones que individual o colectivamente tengamos del marxismo, leninismo o de la lógica dialéctica como método de análisis y concepción del mundo, todas consustanciales a la diversidad de la naturaleza del ser humano.

La primera línea de demarcación la situamos en la respuesta que debe realizarse ante la estrategia de la oligarquía imperialista con sus políticas neoliberales de desestructuración social y laboral, para la acumulación de beneficios con las políticas de austeridad y extractivismo de los bienes obtenidos por la clase obrera y el pueblo, durante estos cuarenta años de pacto social de estado relativo de bienestar, donde el reformismo que domina la consciencia de los sectores sociales más avanzados no tiene salida política, porque la crisis global del sistema de producción capitalista de libre mercado, impide cualquier reforma en derechos por pequeño que sea, por su propio colapso y por la competitividad con otras potencias imperialistas, emergentes y los países socialistas. Esto quiere decir, que cualquiera de las consignas básicas relacionadas con pan, trabajo y libertad para la clase obrera, adquieren un carácter revolucionario ante el capital, por combatir su política de austeridad y desregulación social y laboral, para la acumulación de beneficios y poder ante otras oligarquías y países socialistas; cuestión clave para el programa y la táctica revolucionario y para la estructura orgánica que nos dotemos. Lenin en su momento para la acumulación de fuerzas se adaptó priorizando instrumentos, nosotros deberemos hacerlo también superando el maximalismo y ateniéndonos en lo concreto a la capacidad de asunción de las masas, de su organización y de la influencia social de su vanguardia bolchevique.

La segunda línea de demarcación la situamos en, además de la clase obrera ¿qué otras clases y sectores sociales conforman el pueblo para sumar a la táctica de aislamiento y combate del enemigo principal? La clase obrera desde una concepción amplia abarca a las personas que venden su fuerza de trabajo, por un salario que les permite más o menos sobrevivir y que no ocupan un lugar de responsabilidad en los medios de producción. Desde el acuerdo con este amplio concepto de clase obrera, debemos conformar al pueblo, independientemente de las influencias del pensamiento reformista y burgués, definiendo que las fuerzas reformistas de izquierdas y democráticas junto con los sindicatos de clase, vecinales y  sociales conforman el campo obrero y popular representándolo y  como tal debemos tratarles, desde la crítica constructiva argumentada, porque la unidad del pueblo en la lucha contra el enemigo principal, es un principio que debemos perseverar (2) Lo mismo con sus posibles aliados del resto de clases y grupos sociales, que no forman parte de la oligarquía imperialista subordinada al imperialismo yanqui-occidental como principal enemigo de la humanidad (3) tema central para situar a los aliados del pueblo en la unidad del frente común. Es evidente que no estamos en la etapa del PC bolchevique, pero sí en la del Partido Socialdemócrata Ruso y nosotros y nosotras sencillos bolcheviques en su interior, porque hoy, la única alternativa unitaria del pueblo se proyecta en el partido reformista de izquierdas Unidos Podemos, como marco único posible de encuentro orgánico flexible.

Como tercera línea de demarcación y debate, situamos la crítica a las políticas revisionistas identitarias, centradas en España en las de nacionalidad y género. Hasta mediados de los años setenta del siglo pasado, todos los partidos y movimientos obreros de izquierdas, comunistas, socialistas y anarquistas, defendíamos un estado unitario nacional desde el principio de que la clase obrera, por su configuración histórica migratoria proyectada desde el esclavismo, posteriormente siervo y pequeño campesino y actualmente como clase obrera, no tiene patria ni legado cultural burgués que defender y sí razones para destruirlo junto al estado (4) solo nos diferenciaba el carácter de la revolución, si popular, si socialista o sencillamente republicano y democrático. A partir de mediados de los setenta, por la influencia del revisionismo adoptado por el PCUS en los sesenta y desarrollado en España por el PCE, PSOE y medios de comunicación burgueses, con su política de reconciliación nacional y del fin de la lucha de clases, por lo tanto de la clase obrera como sujeto revolucionario, impactan con su teoría de los movimientos sociales como nuevos sujetos revolucionarios, individualizando el discurso colectivo y trasversal que se daba en todos los ámbitos orgánicos y sociales, cogiendo cuerpo en esos momentos de derrota del movimiento obrero el nacionalismo, el feminismo (5)  y en menor medida el ecologismo entre otros. La debacle de los partidos marxistas obreros de lucha por la ruptura en España, tiene su explicación desde esa anomia fruto de la derrota ideológica y política, por el triunfo del revisionismo del PCE-PSOE con la reforma del franquismo, el pacto social de estado de bienestar con los Pactos de la Moncloa y la aceptación de la Constitución burguesa bajo el sistema de monarquía parlamentaria.

Tanto el programa revolucionario definido por la estrategia de acumulación de la oligarquía neoliberal, como por nivel de conciencia política, correlación de fuerza y capacidad organizativa de las masas, como en la táctica para la unidad y la crítica contra el enemigo principal, una vez definido quién forma la clase obrera, el pueblo y quienes sus aliados y situados los principales problemas tácticos con respecto a las políticas revisionistas identitarias que dividen a la clase obrera y al pueblo, podemos concluir, que ante el peligro de guerra mundial provocado por el imperialismo globalista yanqui-occidental, no es posible desarrollar una política de unidad en lo inmediato, que no de debate, con los dos PCPE actuales, porque ambos sitúan al mismo nivel al imperialismo yanqui-occidental que a las potencias emergentes de Rusia, la India o a la China socialista según acuerdos congresuales, al mismo tiempo, ambos no reconocen el carácter socialista de China, Vietnam o Cuba y los dos asumen directamente, el criterio burgués del carácter plurinacional de España. En el ámbito de situar a quienes conforman el campo popular, casi todo el arco marxista leninista sitúa por subjetividad al reformismo de izquierdas de Unidos Podemos, las confluencias y a la socialdemocracia no neoliberal socialista como parte de la burguesía, con cierta excepción de Unión Proletaria y el PTD, porque la crítica ambos la ejercen de forma sectaria y prepotente, como si el reformismo de izquierda formara parte del campo burgués y en el ámbito de las políticas identitarias, tendríamos situaciones tan absurdas como la coincidencia con Red Roja en la crítica al feminismo burgués, en la defensa de los países socialistas y la unidad contra el imperialismo yanqui-occidental, pero diferencias y bloqueo, en el carácter revolucionario que le dan a las fuerzas nacionalistas etiquetadas bajo el eufemismo soberanista o independentista y en la negación de que el campo popular lo conforma además de la clase obrera, las fuerzas políticas y organizaciones que representan a las clases y sectores sociales oprimidos por la oligarquía neoliberal imperialista.

Es decir, sin negar la necesidad de la unidad de todo el universo ML, ésta solo la podríamos iniciar desde el debate y unidad de acción, en una línea de masas de trabajo en las organizaciones de masas (como en los años sesenta y setenta donde todo el universo marxista coincidíamos en el movimiento de las comisiones obreras de fábrica y barrio) de los que coinciden en la táctica, por eso mejor sería empezar por los colectivos que teniendo esa coincidencia mínima, no han creado los marcos de la unidad ni creado cuerpo para alentar esa unidad.

Alonso gallardo del Círculo Comunista de Unidos Podemos                        noviembre de 2018




(5)  https://epuntorojo.blogspot.com/2018/02/feminismo-y-revolucion-desde-la_13.html