lunes, 17 de septiembre de 2018

Confluir el marxismo en Unidos Podemos para construir contrapoder popular y hegemonía social


La crujiente realidad internacional de guerra mundial parcelada, de cambios geoestratégicos en el dominio de una hegemonía neoliberal que desestructura pueblos y clases sociales, de techo en el modelo de producción de libre mercado capitalista en un espacio finito colapsado, contaminado y militarizado, no ha mermado ni  un ápice en el marxismo español, el dogmatismo sectario heredado de la victoria revisionista en el movimiento comunista internacional occidental de los años sesenta. Algunos se disuelven o se dividen en dos, mientras otras partes se integran desarmados ideológicamente a la defensiva, al proceso iniciado en España en el 2014 de confluencia en Podemos o Unidos Podemos con la IU de Garzón, EQUO y otros colectivos.

Por ello, ante la imposibilidad de la unidad orgánica de los marxistas como opción autónoma ante las diferencias tácticas y de concepción, la realidad geopolítica impone la integración en las distintas fuerzas del proceso de las confluencias, para fortalecerlo como instrumento unitario político e ideológico de la clase obrera y el pueblo español, confluyendo como polo de referencia marxista en su interior desde la lealtad como proyecto (1) situando aquí las líneas de demarcación que nos separan, del que calificamos como marxismo revisionista sectario y dogmático.

La agresividad del imperialismo yanqui-occidental en su intervención militar y política en los distintos países del planeta, provocada por la desesperación y el bloqueo en el que viven de espiral financiera  especulativa, ante la incapacidad de encontrar las alternativas políticas económicas que les devuelva el beneficio, el poder y la riqueza, no tienen parangón histórico comparable, ante los nuevos paradigmas que nos sitúa el bloqueo del sistema de producción capitalista, en crisis de beneficio empresarial desde los años setenta del siglo pasado por sobreproducción, marcando el fin del ciclo liberal burgués del sistema capitalista de libre mercado iniciado hace quinientos años, provocando el colapso ecológico del planeta y superado sus límites por el productivismo y el consumismo al servicio del beneficio privado y la empresa, en una economía de libre mercado monopolizado y todo esto, bajo el impás en la capacidad de aniquilación total de la humanidad acumulada por EE.UU y potencias occidentales en decadencia, confrontadas con las potencias emergentes y países socialistas.

Situar al imperialismo yanqui- occidental como el enemigo principal de la humanidad, nos da la oportunidad de situar en un mundo globalizado al principal enemigo a batir por las clases populares, en la actualidad fraccionado en dos sectores que proyectados en la oligarquía imperialista yanqui, uno lo representa un parlamento y senado en manos del neoliberalismo globalista demócrata y republicano, apoyados por las finanzas, multinacionales, poderes mediáticos y numerosas agencias, departamentos y altos funcionarios del estado como gobierno paralelo, que apuestan por la financiarización de la economía en un mundo global de libre mercado monopolizado, siendo su  principal representación política la demócrata Hilary Clinton, como el sector más peligroso por su militarismo ante las potencias emergentes. Enfrente, el actual presidente de EE.UU Donald Trump, que sintetiza con su proteccionismo político nacional patriótico los intereses de la clase empresarial y de una clase media trabajadora blanca, desestructurada por la precariedad laboral y las políticas financieras de deslocalización empresarial. Corrientes dentro de la oligarquía imperialista con sus ejemplos en Europa como el Macron francés por los neoliberales o el brexit británico por los proteccionistas, pero ambas unidas contra el desarrollo de las potencias emergentes, los países socialistas y los derechos de la clase obrera y los pueblos.

Nombrar al imperialismo neoliberal el más peligroso para todos los pueblos del planeta, tiene la virtud de situar las líneas de demarcación de los que forman parte del campo popular y con qué otras clases sociales también perjudicadas por el poder financiero, podemos llegar a acuerdos programáticos para ampliar la unidad y aislamiento del imperialismo neoliberal globalista. La importancia de situar en el plano estratégico este objetivo de comportamiento táctico, está en la necesidad de construir la unidad popular desde el debate y la crítica entre las fuerzas políticas y sociales que lo conforman y no para compararlos con el enemigo, donde la crítica válida entre las fuerzas del pueblo debe servir para el fortalecimiento de la unidad popular y la hegemonía social, confrontando entre las masas con las que atacan el actual proceso único existente, de unidad de las fuerzas políticas y sociales del pueblo.

En el contexto de crisis sistémica y global del modelo de producción capitalista, las principales ideas políticas que debemos combatir en el seno del pueblo, se sitúan internacionalmente en las posiciones generalizadas por el neoliberalismo progresista  y el trotskismo,  base ideológica del pensamiento débil, liberal e individualista que no diferencia las potencias emergentes del imperialismo yanqui-occidental, principal enemigo de la humanidad a combatir por ser quien desarrolla una intervención económica, política y militar en el conjunto de países y pueblos para subordinarlos en su intervención imperialista. Posición política que sitúa falsamente al mismo nivel al país agredido que al imperialismo agresor, que es el  que nos ha situado en el problema de la guerra total como el principal peligro de la humanidad.

En lo nacional tenemos la generalización en sectores de la izquierda, de la caracterización como parte de la burguesía del movimiento popular que emergió en la lucha contra la austeridad, privatizaciones o la corrupción, desde movimientos espontáneos como el 15M o las mareas, porque sus  propuestas no cuestionan en lo fundamental el sistema capitalista, el euro, la Unión Europea o la OTAN, al tener como base una intelectualidad que los nutre desde la critica a la izquierda clásica y al marxismo conocido en las cátedras y medios de comunicación, de versión dogmática y mecanicista. La izquierda marxista que no reconoce a este movimiento como parte del pueblo, parte de una lógica dogmática y sectaria por revisionista, que es a la cual, la izquierda reformista y populista llama marxismo, marcando otra línea de demarcación por incapacidad de delimitar en la crítica, quienes son los que forman pueblo.

Otro elemento central político de confrontación con el pensamiento débil y neoliberal, está en la separación que hacen en la lucha de clases de las políticas identitarias de género, raza o país, al basar  sus elementos reivindicativos en generalidades de derechos democráticos, que son de cambios en la base cultural de la sociedad y que no afectan a los pilares de la economía capitalista, cuestión clave para la transformación democrática del pensamiento y la cultura popular. El trato que da el neoliberalismo y el trotskismo al feminismo y a la lucha LGTB contra la violencia de género, al situarla como prioritaria en colaboración con el poder mediático burgués a la movilización de la mujer trabajadora, solo sirve para confundirla en su lucha contra el despido libre, la precariedad, la flexibilidad y la subcontratación, que son la base de la estrategia de la patronal para convertir en sentido de vida la desestructuración social e impedir así, el empoderamiento y construcción de su futuro e independencia como mujer y como clase, con un trabajo seguro con derechos, como el único camino de la liberación de la mujer.

En la construcción de país y patria la clase obrera carecemos de propiedades históricas, porque somos fruto de la migración, explotación y violación continuada por la clase dominante propietaria de la tierra y los bienes, primero esclavista, luego feudal y ahora burguesa. Actualmente no podemos identificarnos  como clase con fronteras o banderas, que representan a intereses burgueses en una configuración de España sin el refrendo democrático, sobre todo ahora cuando un sector oligárquico dice que lo hace por unir y el otro por sus derechos históricos, pero ambos balcanizando y desestructurando clase y pueblo. Lo construido en España por el burgués con su ideología, no se corresponde con la identidad de patria popular recogidas en su lucha por la independencia como pueblo y por la libertad y la igualdad de sus gentes como el 25 de mayo del 1808  y octubre de 1934 construyendo pueblo, clase y patria (2)

Entender la crisis global y sistémica del capitalismo de libre mercado, no es solo fundamental por hacernos ver la gravedad del momento de guerra total y colapso ecológico y  del resto de cuestiones planteadas, también lo debe ser, por definir el socialismo como la única salida favorable para el pueblo que los marxistas damos a esta crisis global del capitalismo. Alternativa que surge de la reflexión crítica al idealismo metafísico y mecanicista del revisionismo soviético, que llevó al fracaso al proyecto de socialismo real después de elevarlo falsamente a comunismo, de las experiencias más avanzadas en los países que lo desarrollan como China, Vietnam, Cuba, Corea del Norte o Laos, que aprendieron de la Nueva Política Económica de Lenin y del fracaso de la URSS, abortada por sus errores y por el acoso y  bloqueo económico del imperialismo yanqui-occidental a la primera experiencia socialista avanzada de la clase obrera. También de los aciertos y errores de los procesos en América Latina entre otros.

La alternativa socialista confronta con la visión neoliberal trotskista y con aquellos que reducen el marxismo leninismo a un conjunto de escritos y frases de nuestros teóricos a interpretar, determinando a priori la cuestión a debatir y a conocer. Así son incapaces de determinar las diferencias entre una potencia imperialista como EEUU hegemónica a la defensiva y peligrosa, de una potencia capitalista como Rusia que se defiende del acoso. Incapaces de ver las diferencias entre el sistema socialista chino de mercado planificado, del capitalismo de libre mercado porque en los dos sistemas hay explotación de la clase obrera. Incapaces de entender el principio marxista, que desde el nacimiento de la propiedad privada de los medios de producción y la tierra, todos los sistemas económicos han estado basados en la expropiación del valor de la mercancía creada mediante el trabajo en la relación social del mercado. Así desde el nacimiento de la lucha de clases por acumulación de la propiedad privada y la expropiación de lo común iniciada con el esclavismo, después el feudalismo y actualmente por el capitalismo, que es el generalizado y dominante dentro del actual, en convivencia con los otros sistemas de explotación.

Hasta ahora, lo que conocemos del socialismo por los estudios de los marxistas en el desarrollo de la economía de mercado planificado indican, que lo que determina su carácter de clase viene dado por quién se queda con el valor del excedente producido y no por la anulación de la venta de la fuerza de trabajo, cosa imposible como lo demuestra lo conocido en la construcción del socialismo y en especial, las últimas reformas en las experiencias cubanas y coreanas. Por lo tanto, la lucha de clases continúa durante la construcción del socialismo bajo un método de producción capitalista y todo nos indica que de momento no ha nacido ningún nuevo sistema de producción, pero posiblemente esté en tránsito sobre la base de la propiedad pública y del pueblo de los medios de producción y la tierra, que junto a la telemática y la robótica con la reversión de su beneficio en reducción de  jornada laboral y más cultura, ocio y deporte, junto a unos servicios públicos sanitarios, docentes, dependencia y familia, paralelo a un desarrollo de la producción planificada al servicio de las necesidades del pueblo y del medio ambiente, donde el dinero vaya desapareciendo físicamente en una unidad contable telemática, en el desarrollo de un mundo sostenible y en paz. Quizás en estos detalles, nuestros teóricos marxistas sepan algún día ver las raíces de un nuevo sistema de producción socialista, igualitario y ecológico.



 Alonso gallardo militante comunista por la confluencia popular               septiembre del 2018