La crujiente realidad
internacional de guerra mundial parcelada, de cambios geoestratégicos en el
dominio de una hegemonía neoliberal que desestructura pueblos y clases
sociales, de techo en el modelo de producción de libre mercado capitalista en
un espacio finito colapsado, contaminado y militarizado, no ha mermado ni un ápice en el marxismo español, el dogmatismo
sectario heredado de la victoria revisionista en el movimiento comunista
internacional occidental de los años sesenta. Algunos se disuelven o se dividen
en dos, mientras otras partes se integran desarmados ideológicamente a la
defensiva, al proceso iniciado en España en el 2014 de confluencia en Podemos o
Unidos Podemos con la IU de Garzón, EQUO y otros colectivos.
Por ello, ante la
imposibilidad de la unidad orgánica de los marxistas como opción autónoma ante
las diferencias tácticas y de concepción, la realidad geopolítica impone la
integración en las distintas fuerzas del proceso de las confluencias, para
fortalecerlo como instrumento unitario político e ideológico de la clase obrera
y el pueblo español, confluyendo como polo de referencia marxista en su
interior desde la lealtad como proyecto (1) situando aquí las líneas de
demarcación que nos separan, del que calificamos como marxismo revisionista
sectario y dogmático.
La agresividad del
imperialismo yanqui-occidental en su intervención militar y política en los
distintos países del planeta, provocada por la desesperación y el bloqueo en el
que viven de espiral financiera
especulativa, ante la incapacidad de encontrar las alternativas
políticas económicas que les devuelva el beneficio, el poder y la riqueza, no
tienen parangón histórico comparable, ante los nuevos paradigmas que nos sitúa el
bloqueo del sistema de producción capitalista, en crisis de beneficio empresarial
desde los años setenta del siglo pasado por sobreproducción, marcando el fin
del ciclo liberal burgués del sistema capitalista de libre mercado iniciado
hace quinientos años, provocando el colapso ecológico del planeta y superado sus
límites por el productivismo y el consumismo al servicio del beneficio privado
y la empresa, en una economía de libre mercado monopolizado y todo esto, bajo
el impás en la capacidad de aniquilación total de la humanidad acumulada por
EE.UU y potencias occidentales en decadencia, confrontadas con las potencias
emergentes y países socialistas.
Situar al imperialismo
yanqui- occidental como el enemigo principal de la humanidad, nos da la
oportunidad de situar en un mundo globalizado al principal enemigo a batir por
las clases populares, en la actualidad fraccionado en dos sectores que
proyectados en la oligarquía imperialista yanqui, uno lo representa un
parlamento y senado en manos del neoliberalismo globalista demócrata y
republicano, apoyados por las finanzas, multinacionales, poderes mediáticos y
numerosas agencias, departamentos y altos funcionarios del estado como gobierno
paralelo, que apuestan por la financiarización de la economía en un mundo
global de libre mercado monopolizado, siendo su principal representación política la demócrata
Hilary Clinton, como el sector más peligroso por su militarismo ante las
potencias emergentes. Enfrente, el actual presidente de EE.UU Donald Trump, que
sintetiza con su proteccionismo político nacional patriótico los intereses de
la clase empresarial y de una clase media trabajadora blanca, desestructurada
por la precariedad laboral y las políticas financieras de deslocalización
empresarial. Corrientes dentro de la oligarquía imperialista con sus ejemplos
en Europa como el Macron francés por los neoliberales o el brexit británico por
los proteccionistas, pero ambas unidas contra el desarrollo de las potencias
emergentes, los países socialistas y los derechos de la clase obrera y los pueblos.
Nombrar al imperialismo
neoliberal el más peligroso para todos los pueblos del planeta, tiene la virtud
de situar las líneas de demarcación de los que forman parte del campo popular y
con qué otras clases sociales también perjudicadas por el poder financiero,
podemos llegar a acuerdos programáticos para ampliar la unidad y aislamiento
del imperialismo neoliberal globalista. La importancia de situar en el plano
estratégico este objetivo de comportamiento táctico, está en la necesidad de
construir la unidad popular desde el debate y la crítica entre las fuerzas
políticas y sociales que lo conforman y no para compararlos con el enemigo,
donde la crítica válida entre las fuerzas del pueblo debe servir para el
fortalecimiento de la unidad popular y la hegemonía social, confrontando entre
las masas con las que atacan el actual proceso único existente, de unidad de
las fuerzas políticas y sociales del pueblo.
En el contexto de crisis
sistémica y global del modelo de producción capitalista, las principales ideas
políticas que debemos combatir en el seno del pueblo, se sitúan internacionalmente
en las posiciones generalizadas por el neoliberalismo progresista y el trotskismo, base ideológica del pensamiento débil, liberal
e individualista que no diferencia las potencias emergentes del imperialismo
yanqui-occidental, principal enemigo de la humanidad a combatir por ser quien
desarrolla una intervención económica, política y militar en el conjunto de
países y pueblos para subordinarlos en su intervención imperialista. Posición
política que sitúa falsamente al mismo nivel al país agredido que al
imperialismo agresor, que es el que nos ha
situado en el problema de la guerra total como el principal peligro de la
humanidad.
En lo nacional tenemos la
generalización en sectores de la izquierda, de la caracterización como parte de
la burguesía del movimiento popular que emergió en la lucha contra la austeridad,
privatizaciones o la corrupción, desde movimientos espontáneos como el 15M o
las mareas, porque sus propuestas no
cuestionan en lo fundamental el sistema capitalista, el euro, la Unión Europea
o la OTAN, al tener como base una intelectualidad que los nutre desde la
critica a la izquierda clásica y al marxismo conocido en las cátedras y medios
de comunicación, de versión dogmática y mecanicista. La izquierda marxista que
no reconoce a este movimiento como parte del pueblo, parte de una lógica
dogmática y sectaria por revisionista, que es a la cual, la izquierda
reformista y populista llama marxismo, marcando otra línea de demarcación por
incapacidad de delimitar en la crítica, quienes son los que forman pueblo.
Otro elemento central
político de confrontación con el pensamiento débil y neoliberal, está en la
separación que hacen en la lucha de clases de las políticas identitarias de
género, raza o país, al basar sus
elementos reivindicativos en generalidades de derechos democráticos, que son de
cambios en la base cultural de la sociedad y que no afectan a los pilares de la
economía capitalista, cuestión clave para la transformación democrática del pensamiento
y la cultura popular. El trato que da el neoliberalismo y el trotskismo al feminismo
y a la lucha LGTB contra la violencia de género, al situarla como prioritaria
en colaboración con el poder mediático burgués a la movilización de la mujer
trabajadora, solo sirve para confundirla en su lucha contra el despido libre,
la precariedad, la flexibilidad y la subcontratación, que son la base de la
estrategia de la patronal para convertir en sentido de vida la
desestructuración social e impedir así, el empoderamiento y construcción de su futuro
e independencia como mujer y como clase, con un trabajo seguro con derechos, como
el único camino de la liberación de la mujer.
En la construcción de país y
patria la clase obrera carecemos de propiedades históricas, porque somos fruto
de la migración, explotación y violación continuada por la clase dominante
propietaria de la tierra y los bienes, primero esclavista, luego feudal y ahora
burguesa. Actualmente no podemos identificarnos como clase con fronteras o banderas, que representan
a intereses burgueses en una configuración de España sin el refrendo
democrático, sobre todo ahora cuando un sector oligárquico dice que lo hace por
unir y el otro por sus derechos históricos, pero ambos balcanizando y
desestructurando clase y pueblo. Lo construido en España por el burgués con su
ideología, no se corresponde con la identidad de patria popular recogidas en su
lucha por la independencia como pueblo y por la libertad y la igualdad de sus
gentes como el 25 de mayo del 1808 y
octubre de 1934 construyendo pueblo, clase y patria (2)
Entender la crisis global y sistémica
del capitalismo de libre mercado, no es solo fundamental por hacernos ver la
gravedad del momento de guerra total y colapso ecológico y del resto de cuestiones planteadas, también lo
debe ser, por definir el socialismo como la única salida favorable para el
pueblo que los marxistas damos a esta crisis global del capitalismo. Alternativa
que surge de la reflexión crítica al idealismo metafísico y mecanicista del
revisionismo soviético, que llevó al fracaso al proyecto de socialismo real
después de elevarlo falsamente a comunismo, de las experiencias más avanzadas
en los países que lo desarrollan como China, Vietnam, Cuba, Corea del Norte o
Laos, que aprendieron de la Nueva Política Económica de Lenin y del fracaso de
la URSS, abortada por sus errores y por el acoso y bloqueo económico del imperialismo
yanqui-occidental a la primera experiencia socialista avanzada de la clase
obrera. También de los aciertos y errores de los procesos en América Latina
entre otros.
La alternativa socialista confronta
con la visión neoliberal trotskista y con aquellos que reducen el marxismo leninismo
a un conjunto de escritos y frases de nuestros teóricos a interpretar,
determinando a priori la cuestión a debatir y a conocer. Así son incapaces de
determinar las diferencias entre una potencia imperialista como EEUU hegemónica
a la defensiva y peligrosa, de una potencia capitalista como Rusia que se
defiende del acoso. Incapaces de ver las diferencias entre el sistema
socialista chino de mercado planificado, del capitalismo de libre mercado porque
en los dos sistemas hay explotación de la clase obrera. Incapaces de entender
el principio marxista, que desde el nacimiento de la propiedad privada de los
medios de producción y la tierra, todos los sistemas económicos han estado
basados en la expropiación del valor de la mercancía creada mediante el trabajo
en la relación social del mercado. Así desde el nacimiento de la lucha de
clases por acumulación de la propiedad privada y la expropiación de lo común
iniciada con el esclavismo, después el feudalismo y actualmente por el
capitalismo, que es el generalizado y dominante dentro del actual, en convivencia
con los otros sistemas de explotación.
Hasta ahora, lo que conocemos
del socialismo por los estudios de los marxistas en el desarrollo de la
economía de mercado planificado indican, que lo que determina su carácter de
clase viene dado por quién se queda con el valor del excedente producido y no
por la anulación de la venta de la fuerza de trabajo, cosa imposible como lo
demuestra lo conocido en la construcción del socialismo y en especial, las
últimas reformas en las experiencias cubanas y coreanas. Por lo tanto, la lucha
de clases continúa durante la construcción del socialismo bajo un método de
producción capitalista y todo nos indica que de momento no ha nacido ningún
nuevo sistema de producción, pero posiblemente esté en tránsito sobre la base
de la propiedad pública y del pueblo de los medios de producción y la tierra,
que junto a la telemática y la robótica con la reversión de su beneficio en reducción
de jornada laboral y más cultura, ocio y
deporte, junto a unos servicios públicos sanitarios, docentes, dependencia y
familia, paralelo a un desarrollo de la producción planificada al servicio de
las necesidades del pueblo y del medio ambiente, donde el dinero vaya
desapareciendo físicamente en una unidad contable telemática, en el desarrollo
de un mundo sostenible y en paz. Quizás en estos detalles, nuestros teóricos marxistas
sepan algún día ver las raíces de un nuevo sistema de producción socialista,
igualitario y ecológico.
Alonso gallardo militante comunista por la
confluencia popular septiembre
del 2018