Por la construcción de
un ala de izquierda comunista en la confluencia por la unidad popular. Que
sirvan estas reflexiones para avanzar en el objetivo de la doble confluencia,
la de la unidad de los comunistas y revolucionarios, en el contexto de un
proyecto unitario de base popular y de izquierdas.
Con las elecciones
europeas inauguramos un nuevo ciclo político de ruptura del bipartidismo
español, donde lo malo como en Grecia –ejemplo de desarrollo experimental
de una línea política popular reformista de masas, donde la Europa de las
clases trabajadoras y los pueblos sea posible- es la paralización de las
movilizaciones obreras contra las políticas de austeridad, recortes y
privatizaciones de lo público auspiciadas por la oligarquía imperialista
euroalemana.
Respuestas y salidas
concretas inmediatas para el pueblo y las clases trabajadoras que fortalezcan
este movimiento democrático de reformas al servicio del pueblo, de forma que palien
las tremendas necesidades de las miles de personas que viven en la exclusión,
deslegitimando el marco democrático en el que vivimos, sectores mayoritariamente
pertenecientes a la clase obrera más marginal, en una situación de tremenda
debilidad ideológica, política y organizativa de nuestra clase.
Esto buscamos desde el
marxismo revolucionario y leninista, con esta propuesta de iniciativa por la
unidad a debate, sobre la coyuntura y las tácticas políticas a desarrollar en
el ámbito de la confluencia política popular, que se puede considerar que se
encuentra actualmente en su primera fase de construcción en el estado español,
bajo la dirección política del reformismo de Podemos, Izquierda Unida, Equo y
los movimientos sociales, en la cual proponemos coordinar la intervención.
Análisis y debates desde
la actual realidad política, económica y social, que incorporen a la táctica revolucionaria argumentos, objetivos y
programas, para intervenir en la superestructura del poder político
institucional a través de la actual confluencia por la unidad popular, y
también, los elementos de táctica política necesarios de utilidad al movimiento
obrero y sindical de resistencia, para la intervención en la infraestructura
económica, con el objetivo estratégico de ruptura del bipartidismo oligárquico
por la organización y movilización de la clase obrera, como clave estratégica,
para la confrontación final contra las políticas de austeridad, privatizaciones
y recortes de la oligarquía financiera.
Este nuevo ciclo político
inaugurado con la ruptura del bipartidismo electoral en las elecciones al
parlamento europeo del 2014, está condicionado por el dominio ideológico en su
seno del pensamiento idealista pequeño
burgués, donde su máxima es la defensa y mantenimiento del estado de bienestar,
como la tendencia mayoritaria que dirigió las movilizaciones defensivas de las
distintas mareas, viernes negros y el 15M con sus fracciones, concretada en la
movilización final del 22M, a partir de la cual todo se desmoviliza, con la
esperanza de que lo que no se consiguió con la movilización y las huelgas, se
logre mediante la victoria electoral en los parlamentos burgueses.
Pensamiento ajeno, a que la
única posibilidad histórica demostrada que se ha logrado bajo este sistema
capitalista, es su derrocamiento total mediante la fuerza de las masas por
encima del sistema parlamentario burgués. Pero a falta de una demostración
práctica como ejemplo, que la dictadura democrático burguesa que vivimos no nos
van a dejar gobernarnos democráticamente, esta denuncia de la realidad de la
falsa democracia en la que vivimos, mediante el hecho práctico de que no
permiten una democracia del pueblo para el pueblo, cuando impiden la aplicación
de las medidas acordadas democráticamente por su gobierno o por referéndum como en Grecia, esto será base para
demostrarlo y forma de combatir la hegemonía del pensamiento reformista en el
seno de la clase obrera y el pueblo.
En Grecia es lo que el
imperialismo euroalemán está demostrando, cuando confrontan directamente con
las decisiones tomadas de forma democrática por el pueblo griego y su gobierno,
obligando al movimiento popular a radicalizarse con el aumento de la represión,
como la Ley Mordaza y la reforma del Código Penal en España indican o la
amenaza de expulsión de Grecia del euro, con el impedimento a la circulación
del euro de forma ilegal por el Banco Central Europeo, o como el presidente de
la Comisión Europea imponiendo el criterio de las políticas euroalemanas de
austeridad, por encima de los derechos humanos, de los derechos democráticos y
la propia legislación europea, con el sometimiento del grueso de países
europeos dominados por los conservadores y socialdemócratas.
Romper esta subordinación
del gobierno español y de los gobiernos y pueblos europeos al imperialismo euroalemán,
es clave para el desarrollo de una mayor confrontación contra las políticas de
austeridad que imponen, desde el concepto neoliberal y autoritario de comunidad
europea que desarrollan, dirigidos contra la unidad e igualdad democrática de
la clase obrera y los pueblos de Europa.
Un nuevo ciclo que se
refuerza, con el resultado electoral en este segundo envite de las elecciones
municipales y autonómicas pasadas, ahondando la profundización de la ruptura
del bipartidismo oligárquico perdiendo más de tres millones de votos en
relación con las anteriores municipales del 2011, teniendo como consecuencia la
pérdida de importantes plazas en ayuntamientos y autonomías.
Las fuerzas reformistas
nucleadas en torno a Podemos junto con IU, y en muchas e importantes
localidades de forma unitaria, son los artífices como en las europeas, de un
mayor rompimiento de la estrategia bipartidista de las políticas de austeridad,
privatizaciones y recortes, contra las clases trabajadoras y el pueblo por la
oligarquía financiera imperialista euroalemana y española.
Debemos apostar, en
este tercer envite electoral de elecciones generales en otoño, a que IU apueste
por la confluencia unitaria con Podemos y los movimientos sociales y mucho
más, viendo el triste papel jugado por IU tanto en Madrid, restando votos y
presencia a la candidatura de unidad popular y a Podemos o en Asturies, dando
el gobierno a la derecha de FORO en Gijón y al PSOE en el autonómico a cambio
de sendos plato de lentejas, dejando en evidencia sus falsos pactos de
izquierdas, cuyo único objetivo es asegurar salarios y financiación
parlamentaria a los suyos, antes que confluir con las mayorías de las candidaturas
de unidad popular.
Apuesta también en estos
parlamentos y ayuntamientos, por el acuerdo entre las distintas fuerzas
reformistas impidiendo que la derecha gobierne, llegando a pactos con el PSOE,
de gobierno o no, solo a cambio de rectificaciones de 180 grados, con candidatos
impolutos y bajo compromiso concreto de aplicación de un programa para el
pueblo, tanto paliativo en lo inmediato de las precarias condiciones de vida de
las personas excluidas, rendición de cuentas y puesta en manos de la justicia a
los culpables de la corrupción, con la devolución de lo prestado o robado, así
como la suspensión inmediata de las políticas de austeridad, privatizaciones y
recortes a las clases trabajadoras y al pueblo.
Acuerdos que sitúen como
base del funcionamiento de las instituciones, la recuperación del sistema
democrático para ponerlo al servicio de la ciudadanía, con la devolución del
poder al pueblo y con el desarrollo de políticas que superen las tremendas desigualdades sociales, que
conforman el carácter antidemocrático y autoritario de esta sociedad.
Desde estos criterios
como mínimo, deben partir los acuerdos programáticos para un gobierno para el
pueblo, superando los falsos pactos de izquierda entre el PSOE e IU -por las
prebendas que se reparten entre ellos y las miserias que dejan para el pueblo,
como han demostrado en la comunidad asturiana y andaluza con el
desmantelamiento de todo lo público- donde la oligarquía financiera ha cumplido
con el requisito de la corrupción, desarrollando la financiación y los privilegios
sistemáticos en las instituciones, como instrumentos de pago de servicios, en
la ejecución de las políticas austericidas acordadas por la oligarquía
financiera euroalemana y la complicidad de los gobiernos del PP y del PSOE.
La responsabilidad de que
no haya gobiernos del pueblo con un programa para el pueblo en los
ayuntamientos, gobiernos autonómicos y estatal, no puede ser responsabilidad del
movimiento por la confluencia por la Unidad Popular, debe caer toda la
responsabilidad política sobre aquellos que situándose en el campo teórico de
la izquierda, no comparten un programa del pueblo para un gobierno al servicio
del pueblo, desde la regeneración política y de la lucha por más democracia.
Tienen que ser los
sectores corruptos de la derecha neoliberal oligárquica, que combaten la
confluencia popular en el ámbito del reformismo de IU y el PSOE, los que
públicamente rechacen el programa del pueblo, tragando lo que sea necesario,
por la incomprensión en amplios sectores de las masas -que siguen confiando en
los pactos de la izquierda, aunque sean vacios de contenido social con tal de excluir
a la derecha rancia- pero con el programa y la regeneración democrática siempre
por delante, demostraremos que la degeneración de este sistema capitalista,
solo se puede combatir en las instituciones con la regeneración de la política
y con la participación ciudadana, teniendo los derechos democráticos y las libertades políticas como principal arma de
masas.
En este proceso
contradictorio de parálisis de la movilización social, pero posibilidad real de
ruptura estratégica del bipartidismo electoral de la oligarquía en las batallas
institucionales, es donde debemos situar la línea de trabajo sindical y de
masas, para ello debemos centrarnos desde la actual correlación de fuerzas y
con el nivel de concienciación política de la clase obrera y de su actual
capacidad de organización para la lucha, en los objetivos concretos más
inmediatos y cercanos para las masas, para combatir las políticas de
austeridad, recortes y privatizaciones de la burguesía, para pagar la deuda
impagable de la banca privada, que ha sido trasladada al déficit público por
los gobiernos del PSOE y PP.
Por ello, no podemos
quedarnos en el debate político superestructural, de preocuparnos solo de lo
que nos afecta en las instituciones y en el movimiento por la confluencia que
lo arropa, como ala de izquierdas debemos ser capaces de llevarlo al seno
de la clase obrera, a sus organizaciones de clase sindicales y sociales, dando
la batalla en ellas, para escribir con mayúscula, que ahí es donde se construye
el poder político para la transformación y la emancipación futura de clase, en
sus organizaciones de masas tanto donde se trabaja, como donde se vive o
estudia.
La experiencia del
gobierno griego, nos sitúa los límites y contradicciones en los que se mueve la
hegemonía del reformismo político en su lucha contra la oligarquía del capital,
para conseguir las pequeñas reformas que le permitan seguir existiendo
políticamente, y así, mientras las masas obreras como muestra la paralización
de la movilización, sigan teniendo fe en el sistema parlamentario burgués y en la
Europa del euro y la OTAN, se sintetizarán en las victorias de los reformistas,
como sustituto de la movilización. Construir la alternativa revolucionaria
desde este movimiento de masas, es la tarea en la actual situación política
ante un previsible colapso de las salidas reformistas en el futuro, como el
caso griego demuestra en estos momentos con la aceptación obligada de un tercer
rescate.
Pero ahora y antes de ese
futuro previsible, las fuerzas comunistas y revolucionarias, social y
electoralmente no podemos seguir miniaturizados, incapaces por nuestro
sectarismo de situar propuestas de construcción de la unidad popular real a las
fuerzas reformistas, debemos superar nuestro dogmatismo izquierdista dejando de
confrontar de forma sectarias con ellas, cuando estamos sin alternativa alguna
creíble de masas y dejar de situarlas por su pensamiento pequeño burgués, como
el enemigo principal interno en el seno del pueblo.
Hasta ahora, las tácticas
de división en vez de apuestas estratégicas por la unidad del pueblo como arma
fundamental para la victoria, es lo que ha predominado en las fuerzas
comunistas y revolucionarias, en una continuidad suicida de la teoría de clase
contra clase, criticada por la III Internacional y ajena a la única experiencia
histórica revolucionaria de clase demostrada en el estado español, de la línea
política de masas de frente único proletario y de frente unido popular, como
estrategia de los comunistas y revolucionarios españoles contra el fascismo y
la guerra imperialista desde el 1936.
La clase obrera en su
actual incapacidad política y organizativa, necesita tiempo para superar desde
la práctica concreta, la experiencia reformista y así conocer los límites del
capitalismo con respecto a sus intereses más inmediatos y estratégicos, y para ello,
la única arma que tenemos es la de nuestro trabajo de masas y la capacidad de
influir en las organizaciones sindicales, populares y sociales, con posiciones
políticas que consoliden organización y reformas, de manera que signifiquen
pequeñas victorias en las políticas paliativas de las principales necesidades
de los sectores más excluidos de las clases trabajadoras, cada pequeño triunfo
significarán nuevas demandas de las masas trabajadoras, a las cuales cada vez
más, el capital opondrá más resistencia a su cumplimiento.
Apostamos por la
movilización continuada de las masas, sumando miles de luchas concretas
reivindicativas y de protesta, con movilizaciones generales en defensa de los
servicios públicos y las libertades como guerra de posición estratégica,
estas son nuestras principales armas tácticas, para sumar de momento y
posteriormente pasar a lo cualitativo, pasando continuamente de la reivindicación
concreta a la general y viceversa, todo ello con la estrategia de situar en el
primer plano del tablero político español, la lucha del movimiento obrero como
clave de la transformación política y económica real, desde la dictadura actual
democrático burguesa del capital a la democrática y socialista que las y los
comunistas y revolucionarios proponemos.
La movilización social y
de masas, en torno a la aplicación del grueso de medidas paliativas inmediatas
que debemos exigir a los que gobiernen en las instituciones, marcarán el futuro
del éxito o fracaso del reformismo, por eso iniciativas como las del sindicato
Corriente Sindical de Izquierda y su entorno, de situar diez medidas paliativas
de aplicación inmediata como inicio de un programa obrero más denso, son la
línea a seguir desde la movilización sociopolítica sindical y desde las organizaciones
populares y los movimientos sociales, todos ellos transversales en la lucha
revolucionaria del movimiento obrero.
En esta batalla debemos
tener claro, que la importancia en estos momentos del apoyo leal, pero crítico
a las fuerzas reformistas desde la movilización de masas, también viene dado, porque
con el fracaso del movimiento reformista en la actual correlación de fuerzas
políticas, la alternativa no es el movimiento revolucionario, ni aquí ni en
Grecia por mucho que nos duela, para el sur de Europa el color del amanecer
será dorado, mientras la clase obrera no se independice política y
orgánicamente, luchando por la Unidad Popular desde el frente común del pueblo
contra la oligarquía imperialista española, y todas las claves están escritas
en el papel que las fuerzas comunistas y revolucionarias juguemos en este
proceso, con la conformación del frente único proletario.
Sintetizamos con esto, el
grueso de nuestro trabajo y pretensiones políticas, tanto en lo inmediato como
en lo estratégico, en nuestra propuesta de confluencia comunista y revolucionaria,
para encarar el día que exista el partido de la clase obrera, la construcción
de verdad de la alianza del Frente Unido del Pueblo, donde la clase obrera
ejerza la suficiente fuerza como para lograr su emancipación y la libertad de
todos los pueblos con el derecho de la autodeterminación.
En este ámbito, se están
dando convergencias de la militancia comunista, en muchos casos, desencantada
de los distintos destacamentos comunistas y del sindicalismo revolucionario de
clase, provenientes del marxismo leninismo y del movimiento obrero
revolucionario, pero también muchos otros del ámbito de los sectores más
democráticos del reformismo claudicante del PCE.
La existencia de un
ala de izquierdas, revolucionaria y comunista, en lo que actualmente es Podemos
y su entorno, favorece la posterior confluencia por la izquierda de IU,
después de este año electoral a más tardar, su consolidación orgánica interna
junto a otros grupos y movimientos sociales y sindicales, es la base de la
propuesta a trabajar por la confluencia de la unidad popular desde el ala de
izquierdas.
Somos sectores comunistas
que renegamos del dogmatismo revisionista, sectario y autoritario en las filas
del marxismo revolucionario y leninista. También renegamos que muchos de
nosotros, estemos atrapados por el institucionalismo pequeño burgués y su
tactismo, de la posibilidad utópica de poder transformar la realidad del
sistema capitalista desde las instituciones burguesas. Nos faltan los elementos
políticos actuales y concretos desde los hechos, que demuestren nuestra teoría
revolucionaria, y en Grecia desde la amenaza del “grexit” se empiezan a aportar
las pruebas necesarias.
Nuestra teoría para que
adquiera importancia y credibilidad, debemos llevarla a las masas obreras para
su consolidación, pero despreciamos nuestra participación y la de las masas de
forma organizada en sus organizaciones propias, cuando no realizamos un trabajo en las organizaciones de masas
sindicales y populares, por sus dificultades y el conocimiento concreto que se
necesita y no todos tenemos, o por la fuerte dedicación que precisa, también
por el desconocimiento de su importancia,
siendo uno de los pocos sitios que se pueden sacar avances y
experiencias positivas para el movimiento revolucionario.
Desde esta dualidad de
tareas, los comunistas también debemos dar las batallas electorales, pero
debemos ser capaces de darlas de forma subordinada al interés general de las
clases trabajadoras y del proceso revolucionario y no desde la correlación de
fuerzas en las instituciones, dando respuestas a las necesidades más inmediatas
de la clase obrera, para ser capaces de elevarlas hasta las más estratégicas,
siempre desde lo concreto al servicio del interés general de la clase obrera y
de su emancipación, de aquí nuestra apuesta por introducirnos en la batalla
electoral y desde lo concreto ahora mismo, al engarce con el sindicalismo
sociopolítico y de resistencia, al impulso de la movilización del movimiento
obrero y a la construcción de sus referentes políticos de unidad popular y del
frente único de clase.
Con esta política a largo
plazo y desde esta táctica, trabajar por la confluencia desde la unidad y la
crítica con los sectores comunistas que participan de la confluencia popular,
en la construcción de una opción institucional por la izquierda como referente
político de masas. Hoy el Partido Socialdemócrata Ruso de Lenin, lo simboliza
en España la confluencia orgánica de Izquierda Unida, Podemos, EQUO, los
movimientos sociales y el sindicalismo revolucionario, para lo bueno y lo malo
y donde los comunistas debemos intervenir como ala izquierda para su
consolidación, con la pretensión de unirlo a la lucha del movimiento obrero en
la construcción de su referente político y de su emancipación de clase.
Abrimos ahora con esta
propuesta, un nuevo círculo de trabajo político, que abre nuevas puertas de
intervención política general, un nuevo círculo donde los comunistas debemos
participar con nuestras propuestas y debates, en el objetivo unitario de la
construcción del poder popular y el socialismo para nuestra clase, desde la
línea política de masas de trabajo en las organizaciones de masas.
Profundizar en la
línea política de masas de trabajo en las organizaciones de masas, para construir
los referentes políticos, sociales y de partido de la clase obrera, nuestra
tarea estratégica fundamental.
Propuesta que da
profundidad y carácter de clase, a una estrategia global de unión de la lucha
del movimiento obrero con la general, partimos de que la historia y la
idiosincrasia de la clase obrera española, no ha sido fruto de un solo pueblo, como
él, se construyó desde la pluralidad de
las sumas de migraciones con su cultura y experiencias históricas, que han
llenado durante siglos nuestro territorio de levantamientos populares, pero si
algo forjó su identidad como clase, desde su pasado anarquista y socialista
durante los siglos XVIII y XIX, ha sido la dura experiencia de la derrota
militar, tras más de cuatro años de cruenta guerra civil contra la oligarquía
financiera, industrial y terratenientes aliadas al nazismo, con la complicidad
de las potencias imperialistas del siglo XX, tras el golpe de estado fascista
en España de 1936.
El resurgir de un
movimiento obrero bajo la dictadura fascista, con la mayoría de sus dirigentes
históricos asesinados, encarcelados o en el exilio forzoso, creado desde la
lucha reivindicativa en los centros de trabajo, sectores de producción, centros
de estudios, barrios y pueblos, dan cuenta de la tremenda valía de la teoría de
la línea de masas, que los comunistas del interior que no se exiliaron
desarrollaron, como experiencia heredada de la línea de masas practicada
durante la república y la guerra contra el fascismo, por el Partido Comunista
de España de José Díaz, desde la estrategia unitaria y democrática de la III
Internacional, del frente único proletario de la UHP y frente unido popular.
Solo, desde la fuerte
participación de la militancia comunista en las organizaciones de masas obreras
de influencias anarquistas y socialistas, se pudo lograr su unificación
posterior como identidad de clase, así como mantenerla y desarrollarla después
de la derrota militar ante el fascismo, resurgiendo con toda capacidad en los
años sesenta y setenta en forma de movimiento, dirigidas por las distintas
fracciones de las fuerzas comunistas y el movimiento obrero revolucionario, que
ante la agudización de la lucha de clases se desarrolla en la búsqueda de
reivindicaciones que son derechos, libertades y amnistía, con un nuevo
tipo de sindicalismo que une al carácter reivindicativo económico, el discurso
sociopolítico de forma trasversal en todas las necesidades humanas para su
progreso, desde la base asamblearia, democrática y autónoma en cada centro de
trabajo, sector de producción o barrio.
Este sindicalismo
sociopolítico, derrotó a la dictadura militar y desarrolló la mayor
movilización de masas obreras en pro de su emancipación y de las ansias justas
de más libertad, justicia y democracia, que duró hasta la nueva derrota en el
inicio de los año ochenta, más fuerte y duradera, la derrota ideológica y
política provocada por su vanguardia, en aquellos momentos mayoritariamente
dirigida por el Partido Comunista de España, que claudica en todas las
aspiraciones y objetivos históricos de las clases trabajadoras, bajo la
influencia ideológica del revisionismo que dominó las resoluciones del XX
congreso del PCUS, celebrado en el año 1960.
Resoluciones que nacen
del dogmatismo revisionista de derechas que ceden la iniciativa política y el
impulso de la movilización obrera, a cambio de su legalización y un estado
social de (mini) bienestar, a las nuevas fracciones de las clases burguesas
dirigentes del neoliberalismo europeo, posiciones revisionistas consagradas en
la Conferencia de Roma del PCE de 1975, con las consecuencias de la
reconciliación nacional y la Ley de Amnistía para los represaliados y exiliados
y el perdón para los genocidas, continuando con la firma de los Pactos de la
Moncloa, la Constitución del 1978 y el Estatuto de los Trabajadores en 1979,
que generó una mortal lucha interna en el movimiento de las comisiones obreras
con expulsiones y exclusiones que llevó a la actual situación de
fraccionamiento, debilidad y división y a la nueva derrota, esta ideológica y
política del movimiento obrero revolucionario y de clase.
En la adaptación orgánica
del nuevo tipo de sindicalismo sociopolítico, asambleario, de base, autónomo y
democrático, a las actuales condiciones de producción con sistemas flexibles, toyotistas,
que supera y sustituye al viejo y rígido sistema de producción fordista
instaurado en la posguerra, con nuevas formas de relaciones laborales donde la
eventualidad se superpone a los contratos fijos, estables y con derechos,
poniendo la precariedad como norma y la flexibilidad funcional y horaria como
sistema, en un marco como norma de trabajo y relaciones laborales dentro de las
fábricas, centros de trabajo y sectores, faltos de libertades y derechos
políticos democráticos para las clases trabajadoras, en esta adaptación está la
clave del desarrollo de la movilización futura del movimiento obrero
revolucionario.
Un sindicalismo que sea
capaz de dar respuestas a unas condiciones de vida y trabajo, en una situación
completamente contrarias a las que hemos conocido hasta ahora de desarrollo del
estado de bienestar, donde seamos capaces de unir la defensa clásica del puesto
de trabajo, por el derecho al empleo y a la negociación colectiva, con la
movilización solidaria y continuada, por un mínimo de subsistencia para los
sectores más necesitados y excluidos socialmente de las clases trabajadoras,
junto con el derecho a la vivienda, la justicia, salud, enseñanza, dependencia
y los servicios públicos sociales.
Las experiencias de los mínimos
vitales planteados por las fuerzas reformistas como en Grecia y España,
proyectan en este esquema los elementos centrales de la movilización y la
solidaridad del sindicalismo de clase en la actualidad, desde su visión
solidaria e internacionalista ante las condiciones de vida y trabajo que la
burguesía oligárquica ha traído con la pretensión de dejarlas.
A lo viejo de siempre de
la lucha económica -al derecho al pan y al trabajo- de nuevo se le vuelve a
unir el dilema histórico en la agudización de la lucha de clases, la lucha por
la libertad y los derechos democráticos, por eso la libertad para todas y todos
los obreros encarcelados, imputados o multados por defender sus derechos, la
amnistía para los de nuestra clase, desde el sindicalismo de clase y del movimiento
revolucionario, hoy como los de ayer del 1934, ni un paso atrás hasta la
libertad total de todas y todos, este grito no puede faltar en cada
movilización.
Esto sugiere a grandes
trazos, como propuesta a desarrollar por el sindicalismo de clase, que a la
falta de libertades y derechos democráticos en las relaciones laborales, en las
fábricas y centros de trabajo, debemos responderles desde la dualidad del
ejercicio de los derechos y la clandestinidad, aprovechando todos los resquicios
de la legalidad jurídica y del marco de libertades.
La inexistencia de un
referente sindical estatal de clase y alternativo a los sindicatos del sistema,
nos obliga a los comunistas y revolucionarios, dentro de nuestra táctica
sindical y desde la flexibilidad, a potenciar las distintas formaciones
sindicales de clase, valorando la realidad sindical concreta de cada centro de
trabajo o sector, esto, independientemente de la participación mayoritaria que
tenemos en la CSI, desde la perspectiva de la lucha por la confluencia del movimiento
sindical de clase, con la unidad de acción en la lucha y el objetivo
estratégico de unir la acción sindical con la unidad orgánica, en un solo
movimiento sindical de clase, sociopolítico, asambleario, autónomo de base y
democrático.
Alonso Gallardo
Septiembre del
2015