sábado, 19 de agosto de 2023

Respuesta a Unión Proletaria sobre si abrazar el nacionalismo es motivo de victoria o derrota


Alonso Gallardo militante de los círculos comunistas 

agosto del 2023

En la última publicación de Unión Proletaria De la victoria electoral sobre la reacción, a la unidad de acción de la clase obrera hace unas valoraciones que más allá de una coincidencia general en muchos asuntos, considero que no se ajustan a la realidad objetiva el análisis que hacen del fracaso electoral del nacionalismo periférico, del derecho de autodeterminación, la federalidad o confederalidad del estado español, más los motivos de la fascistización de España. El mayor error que aprecio es el de la falta del análisis concreto de cada cuestión, ajustando los hechos de forma natural con ideas predeterminadas provenientes del marxismo mecanicista occidental dominante, ajenas al marxismo leninismo. Del resto decir que estando en lo fundamental de acuerdo, todo versa sobre si la crítica al reformismo la hacemos de forma constructiva por principios o si la botella está medio vacía o medio llena.

El problema en España de los partidos obreros, en lo fundamental proviene de la actitud del PCE y PSOE, desde la transición de los años setenta, por la democracia burguesa que se impone bajo los criterios económicos y sociales más negativos dictados en los Pactos de la Moncloa, consecuencia de la derrota del movimiento obrero revolucionario en el movimiento de las comisiones obreras, que llevó a una derrota ideológica y política superior siendo despedidos miles de militantes, cuadros y dirigentes comunistas de sus centros de trabajo a los inicios de los ochenta, por el recién aprobado Estatuto de los Trabajadores, apoyado por el movimiento sindical bajo la influencia del PCE-PSOE y expulsados del sindicato y del partido. De esta derrota ideológica de la transición, provienen las identidades y el individualismo posmarxista de la izquierda en España, cogiendo los sectores más radicalizados del movimiento obrero al nacionalismo de ropaje independentista, como instrumento de lucha y resistencia contra la España monárquica y la reconciliación de clases del reformismo.

El fracaso electoral del PCE desde sus inicios, viene del abrazo al reformismo y al acuerdo con la burguesía, demostrado en los pactos sociales continuados con la patronal de CC.OO y UGT y por los acuerdos y pactos con el PSOE en ayuntamientos, gobiernos autonómicos y nacional, sin una sola modificación positiva de la realidad social, económica o de libertades. En este proceso dirigido por el reformismo liberal del PCE-IU (el PSOE desde Felipe González hasta el gobierno de Pedro Sánchez, ha estado dirigido por los neoliberales, aliados fundamentales del capital financiero) solo se han dado dos excepciones, una con Julio Anguita en el 1993 y 1996, superando los dos millones de votos sobre la base del programa programa programa, rechazando todo acuerdo y pacto con el PSOE que no fueran sobre la base del programa y la segunda, con la intervención de Pablo Iglesias con Podemos, IU y las confluencias, que continúa Yolanda Díaz con Sumar, ambos sobre la base de un programa de reformas políticas, económicas y sociales, que para unos lo más posible y para otros insuficiente, pero reales en todo caso en lo laboral y social y de ahí el triunfo de Yolanda Díaz.

Con Julio Anguita, el éxito vino de la defensa de un programa desgranado desde las necesidades fundamentales económicas, sociales y políticas, para una clase trabajadora que salía derrotada de la reconversión industrial y sobre el nacionalismo, su reconocimiento como derecho democrático en una España plural pero no distinta. Para Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, vino de la defensa del estado de derecho ante la corrupción y por la recuperación de los derechos y el estado de bienestar perdido, dentro de una amalgama de identidades que en el mensaje global quedaban oscurecidas, dando la fuerza necesaria a la izquierda para parar la victoria de la derecha y el fascismo, después de la más que estrepitosa derrota en las municipales y autonómicas, de la misma izquierda dividida y perdida en un mar de identidades y donde la vida de la clase obrera no era la mayor de sus preocupaciones. La enseñanza para la izquierda está en los hechos, donde un mensaje que en lo general recoje lo fundamental de las inquietudes y necesidades de la clase obrera (una clase obrera desorganizada y despolitizada en lo general, pero no tonta) vota a la izquierda y cuando no se centra en sus intereses y si en las identidades, se abstiene o vota a los originales del nacionalismo, de la socialdemocracia o por los desvaríos de las identidades del feminismo de género sobre sexualidad y sexo, al fascismo.

Los avances de la izquierda en la España monárquica, donde el aparato del estado sigue en mano del fascismo heredero del franquismo, con una izquierda reformista posmarxista que solo pretende mejorar el capitalismo mediante pactos y acuerdos con la burguesía, siempre vino del mensaje claro de regeneración de la política, de la defensa de los intereses de la clase obrera y de la soberanía de España, aumentando así su participación en las elecciones generales. Esta fue la base del éxito de Felipe González en el 1982 con una abstención cercana al 20%, mensaje más tarde traicionado al ser el principal introductor de la precariedad laboral, privatizaciones, reconversiones y vendepatrias con la entrada en la OTAN y la UE, también la del primer generador de la corrupción en España. Le siguió Julio Anguita en el 1996 con una abstención del 22%, continuando Pablo Iglesias con el 24% de abstención en el 2019, similares en Cataluña y Euskadi, donde obtiene un triunfo que los iguala al nacionalismo de izquierda o los supera y termina en la actualidad con Yolanda Díaz, no con una gran participación al rondar la abstención el 30%, pero si con una reactivación del voto de izquierda lo suficientemente amplia, como para impedir la victoria de la derecha fascista, quedando Sumar a la altura o superando al nacionalismo de izquierda, con un programa asimilable al anterior y por el voto útil para parar al fascismo, ganando con la suma de los votos los partidos nacionales tanto en Euskadi como en Cataluña al nacionalismo y superando la izquierda a la izquierda nacionalista.

El fascismo en España no nace de la perspectiva de soberanía nacional lepenista o trumpista, viene de un montaje del capital dominante por la ruptura del bipartidismo de la transición por el Podemos de Pablo Iglesias, que obliga a reformar al PSOE, PP, fuerzas nacionalistas e IU-PCE. La oligarquía española fuerza dos opciones, una naranja de contenido reaccionario pero rupturista para competir con Podemos y otra fascista, que recoge lo más reaccionario dentro del PP y grupos neonazis, ante el giro social en Europa de potenciación del fascismo, para impedir la creación de nuevas fuerzas nacionales conservadoras y que sean al contrario del caso francés o estadounidense, dependientes del globalismo imperialista yanqui. Cosa que no deja de ser igual de peligrosa, pero no puede ser usada para validar y blanquear al neoliberalismo fascista concretado en la propuesta del PP, fuerzas nacionalistas de derechas y neoliberales del PSOE, aliados del imperialismo yanqui.

El fracaso de la izquierda en España, además de por abrazar al reformismo socialdemócrata de los pactos con la burguesía, viene por el de las identidades y principalmente la del nacionalismo, a la que se han ido sumando el resto según los van popularizando los medios del sistema. El que más fracción ha creado en los partidos obreros, ha sido el nacionalista con su discurso independentista desde los años setenta, influenciado por el discurso del reformismo eurocomunista de los nuevos sujetos de la revolución provenientes de Europa, con la superación de la clase obrera circunscrita al obrero industrial y otros como mucho, al mismo nivel que el ecologismo, feminismo o animalismo. De todos ellos, el que más atracción tuvo entre el movimiento obrero fue el nacionalismo radical y del cual hoy, tenemos una visión superior al entender que radicalismo no es sinónimo de socialismo, situándose en la línea de una socialdemocracia de izquierda, que abraza a la Unión Europea y que ante la respuesta militar de Rusia contra el acoso del imperialismo yanqui-occidental, apuesta por el apoyo a la OTAN como lo menos malo, ante el carácter de fascista mediático endiosado a Putin.

Del café para todos salieron las comunidades autónomas y el desmadre de identidades del estado español. Un acuerdo negociado en línea con los intereses del neoliberalismo del divide y vencerás, entre la oligarquía neoliberal proeuropea procedente del franquismo y el PSOE-PCE, sin un debate del pueblo en las regiones y provincias y muy ajena a la realidad económica, política y social, de la España surgida de la sobreexplotación de la clase trabajadora y de las expropiaciones al pequeño campesinado, durante los cuarenta años de la dictadura franquista, para acumulación de capital por la burguesía continuadora de la España moderna, surgida de la independencia del siglo XIX contra el colonialismo francés y fruto, de la emigración de unos quince millones de pequeños campesinos y trabajadores del campo durante el siglo XX, mayoritariamente por la miseria, la explotación y la opresión bajo la dictadura franquista, donde la burguesía se alía con el feudalismo sin distinciones identitarias y se enriquecen bajo el fusil y la bayoneta, desarrollando la gran empresa industrial para adaptarse al sistema fordista de producción, mediante el trabajo forzoso de decenas de miles de presos y la mano de obra barata de millones de migrantes, principalmente al País Vasco, Cataluña y Madrid, centros de desarrollo las dos primeras de las vías de comunicación con Europa con el Arco Atlántico y el del Mediterráneo y del poder financiero la tercera. Podemos acogernos a esta parte de la historia escrita por las luchas de las clases populares o a la historia de reyes, feudales y la iglesia católica de Roma, escrita por los que han tenido el poder desde la caída del imperio romano, menos la iglesia católica que ya estaba.

El derecho de autodeterminación como principio, solo es aplicable a las colonias y en esta España, las únicas colonias existentes durante esos años, mayoritariamente fueron las africana abandonadas y entregadas al colonialismo marroquí y al imperialismo europeo, pero los viejos reinos españoles, frutos de convivencias, pactos y guerras entre ellos, solo representan a las capas dirigentes de las oligarquías dominantes durante esos siglos, por las que han pasado muchos pueblos y mucha gente y religiones, aunque desde el siglo XVI todos tenemos procedencia cristiana. Esto no puede negar el derecho a las culturas regionales y a las lenguas maternas, que por las cuestiones que fueran en su momento la gente adoptó y habrá que defenderla, protegerla y enseñarlas en su proceso histórico, como el hablarla y escribirla por los que lo deseen para ellos y su familia, como derecho ciudadano en su ámbito geográfico pero ninguna obligación para la clase trabajadora, en necesidades vitales de desarrollo, conocimiento y trabajo en el estado español, desde la base de la igualdad de derechos y deberes en todo el territorio nacional en los ámbitos económicos, sociales y políticos, bajo un estado de derecho republicano al servicio de la clase trabajadora, la igualdad, la libertad y la solidaridad.

Por ganar aliados no podemos hacer dejación de principios, como mucho reducimos el programa o lo ampliamos, sino que sin sectarismo ni mecanicismo, hagamos defensa de una sola clase y de un solo pueblo, teniendo como base una línea política de masas sin atajos estériles, de ganar la mayoría entre la clase obrera como única forma de iniciar un proceso revolucionario, democrático en sus principios, para cambiar la estructura del estado, democratizarlo y ponerlo al servicio de la mayoría: la clase obrera y el pueblo.