viernes, 27 de marzo de 2020

Podemos y los comunistas pros y contras para la confluencia en la soberanía y la unidad popular



De la lectura de la documentación para la Tercera Asamblea Ciudadana de Podemos, pospuesta por el impacto del coronavirus en la sociedad española surgen estas reflexiones, no en la línea de crítica constructiva, sino en la de intentar conjugar el desarrollo situado en las ponencias, junto a las prácticas y prioridades tácticas marcadas en la acción política cotidiana en las instituciones y movilizaciones ciudadanas y sin obviar la diversidad ideológica y política de sus componentes, con el objetivo de localizar las posibilidades de confluencia interna orgánica entre las posiciones de clase que luchan por el socialismo con la izquierda que lucha por las reformas, de manera que en el proceso de la confluencia, se puedan dotar de marcos de encuentros unitarios para el debate y de posibilidades de construcción de mecanismos organizativos partidarios, que favorezcan la intervención política en las masas y en los procesos revolucionarios.

Para ello es necesario partir de las ideas troncales del cuerpo teórico de Podemos como fuerza reformista, siendo central la propuesta programática como instrumento para el empoderamiento de la ciudadanía, hilo que lo une con lo fundamental del movimiento obrero y sindical en defensa del estado de bienestar, simbolizado en unos servicios públicos garantizados por el estado central, derechos sindicales, sociales y libertades; en segundo lugar los derechos identitarios de género y nacionalidad, simbolizado en la defensa de los feminismos y la plurinacionalidad de España como estado y tercero, el cuerpo organizativo que se quieren dotar, como herramienta de las clases populares para la movilización y la participación política. En las posibilidades de conjugar la acción política revolucionaria que lucha por el socialismo con las políticas de reformas, de profundización democrática y lucha contra la corrupción, está en estos momentos lo fundamental de la acción del movimiento comunista y del movimiento obrero revolucionario, visto después de cuarenta años de fracaso político continuado de los distintos destacamentos comunistas y sindicatos alternativos, y vista la actual situación internacional de agotamiento del sistema capitalista de libre mercado, con la confrontación imperialista de EE.UU y Occidente contra los países emergente y socialistas, como China, Rusia o Irán y mucho más, después de la palmaria demostración actual de la superioridad de la economía de mercado planificada socialista, tanto para la superación de la crisis capitalista sistémica, como para la defensa de la naturaleza y el combate contra las pandemias.

La parte programática es la que en la actualidad fortalece más la confluencia en la movilización y en la acción institucional entre el movimiento reformista y el movimiento comunista. El programa de Podemos sintetiza el programa mínimo de movilización del movimiento obrero por las reformas y de acumulación de fuerzas, que nació como reacción en el 2008 contra el gobierno de Zapatero por las políticas de austeridad, recortes de derechos y libertades. Movilización rentabilizada por los sectores ligados al proyecto que confluyó en Podemos, la IU de Garzón y las confluencias, a la que una vez roto el bipartidismo con similar discurso pero a tropezones por las correlaciones de fuerzas internas, se suma el PSOE de Pedro Sánchez, forjándose el mayor cambio político favorable para el campo popular, desde la derrota de la ruptura política con el franquismo en los setenta, significó también la derrota del régimen del 78 por la movilización popular pero sin la rendición de cuentas, quedando claro para amplios sectores de masas, quien formamos el campo popular y quienes del entorno del IBEX 35, conforman como vasallos de la oligarquía neoliberal el enemigo principal a combatir. Como síntesis, este reformismo es de izquierda mientras defienda un programa contra la austeridad, recortes, privatizaciones y libertades, porque sitúa una línea de demarcación clara contra la estrategia neoliberal de acumulación de capital, por desposesión de los bienes públicos del estado, servicios públicos y propiedades de las clases populares.

El mayor déficit de Podemos desde la perspectiva de clase, aunque no desde la de pueblo, es el nulo entronque orgánico con la clase obrera donde vive y trabaja, centrándose fundamentalmente desde una guerra de posiciones en integrar sus reivindicaciones en la acción diaria institucional, la cual hoy día es su principal virtud al marcar nitidamente la diferencia con la vieja IU, consiguiendo que no sea poca cosa y que sea fundamental la labor de sus 35 representantes en el parlamento y sobre todo, por la situación en la que vivimos de defensiva desorganizada los partidos y sindicatos obreros. Los comunistas siempre hemos dado prioridad en nuestra acción política, a la centralidad del mundo del trabajo como núcleo central de la lucha de clases y de ahí, que el principal escollo para la confluencia del movimiento obrero y la izquierda reformista, vienen del desarrollo de las concepciones identitarias nacionalistas y de género, desde una perspectiva de intersectorialidad individualizada, confrontando con la transversalidad de los discurso y de la unidad de las luchas, aunque no son las únicas identidades, son las troncales del proyecto de Podemos y confluencias, incluyendo a IU y el PCE, pero como vamos a ver, este déficit también afecta a los comunistas.

En gran parte, los problemas identitarios de género y nacionalismo son comunes en su afección al movimiento marxista leninista español, heredado del revisionismo dogmático soviético instaurado con el XX Congreso del PCUS, escasamente criticado y eludida la autocrítica por la influencia de la intelectualidad marxista europea copartícipe en la dogmatización del leninismo. En general apoyan al nacionalismo independentista al partir de la idea eurocomunista, de que el nacionalismo como movimiento forma parte de los nuevos sujetos revolucionarios como el ecologismo o el feminismo, separándolo del movimiento obrero, para desde la intersectorialidad de cada movimiento situarlos fuera de la lucha de clases global y unitaria para dividirla, que al ser instrumentalizada su lucha por la oligarquía mediática como con el feminismo de género, al situar como culpable de la violencia al hombre y de excluirlo con un discurso falso y sectario de los avances en la política de cuidados, se convierten en movimientos que dividen al pueblo y hervidero de votos obreros al fascismo, a la derecha y a la abstención a la gente de izquierda. Una realidad que nos sitúa las divergencias entre nosotros y a nosotros con el reformismo de izquierdas, en la lucha política sectorial y en la global.

A esto debemos sumar la carga política e ideológica, que la burguesía periférica introdujo desde el pacto de la transición con la burguesía española y la socialdemocracia neoliberal, del derecho a una identidad basada en los derechos históricos, por el poder territorial que en algún momento en la historia tuvieron reyes y feudales, según nos cuentan la burguesía dominante y la iglesia católica, sujeto histórico y escribano del proceso, que ha sido y es base del conocimiento que se transmite aún en los distintos niveles de la enseñanza pública, incluida la religión católica, cuando son teorías escasamente contrastadas científicamente, pero que cumplen la función principal de ocultar el papel de la clase obrera española en la historia moderna, que desde su nacimiento en el siglo XVIII y consiguientes XIX y XX, iniciaron un trasvase de población del campo y las periferias, a las zonas industrializadas como Barcelona, Bilbao o Madrid, emigrando entre diez y quince millones, en la gran explosión de proletarización del campesino pobre, siendo la población a mediados del siglo diecinueve de apenas quince millones. Por el medio la II República y el genocidio franquista. (1)

Las principales diferencias del movimiento marxista leninista con el reformismo de izquierdas en la lucha de clases, nace del mismo tronco histórico, ya que el grueso militante de Podemos lo forman dirigentes y cuadros provenientes de los distintos destacamentos marxistas leninistas y del PCE, que evolucionaron hacia posiciones populistas de izquierda en la perspectiva de la unidad popular, por nuestros fracasos y sectarismos. Propuesta a la que se sumaron las generaciones nacidas en la etapa democrática y esto debiera ser positivo para confluir lo más inmediato posible, porque lo que está demostrando la pandemia del coronavirus, es que el nivel de confrontación imperialista contra los países socialistas y los que quieren un desarrollo desde la independencia y soberanía, está aumentando de forma exponencial y más cuando se está demostrando la superioridad del mercado planificado de los países socialistas, de la gestión genocida del imperialismo neoliberal fascista. La contradicción principal a nivel internacional para el pueblo, está en la guerra que EE.UU y potencias occidentales imperialistas nos tienen declarada y donde peligran, hasta los procesos democráticos abiertos en los distintos países capitalistas, por el miedo a que los los barran ante la demostración a la clase obrera y a los pueblos, de la superioridad del socialismo y de la economía de mercado planificada. Lugar donde la oligarquía imperialista no tiene cabida por su sentido de vida de negar libertades, justicia, igualdad y los derechos humanos de la gente y la naturaleza.

El movimiento marxista leninista y el reformismo de izquierdas, sociológicamente pertenecemos a la clase obrera, posición clasista del marxismo o que todas y todos pertenecemos al pueblo, base identitaria del populismo de izquierda y ambas teorías tienen muchos intereses en común, como lo demuestra el programa mínimo del reformismo de izquierda en coincidencia con las movilizaciones del movimiento obrero y popular, sentando las bases de la actual situación de defensiva, bajo una capacidad limitada de respuesta a los ataques del neoliberalismo sectorial y espontanea. Esta es la que debiera ser la mayor aportación de la militancia marxista leninista, al actual movimiento de la clase obrera y el pueblo, en la lucha contra la crisis del sistema capitalista de libre mercado; darle fuerza política para la superación de la mayor debilidad del reformismo, por la negación que hacen de la clase obrera en los procesos de cambio, limitando la flexibilidad en la táctica y porque somos los únicos que tenemos la capacidad de defender la superioridad del socialismo como alternativa del pueblo, en este momento histórico después de quinientos años de dominio liberal burgués.

Existen dificultades para el desarrollo de la confluencia interna en Podemos y más después de las deslealtades y oportunismo de la tendencia trotskista, pero no se puede rechazar a priori, porque la mayor experiencia de influencia sobre la izquierda reformista, vino dada desde la experiencia de la lucha política dentro de Izquierda Unida a partir del ataque a la coordinación de Julio Anguita y su fracaso vino, de las respuestas viscerales y de la huida adelante por parte de quienes ejercían la dirección política alternativa, ante el ataque autoritario del aparato de IU y del PCE. Es posible que las dificultades en Podemos de confluir internamente sean complicadas, ante la posibilidad de no reconocer tendencias, aunque en la practica existan ante la próxima asamblea ciudadana, también podría ser que la posibilidad más inmediata sea la de confluir, sin negar la participación interna, e influir desde afuera, pero siempre, sea como sea, bajo la defensa de un programa de recuperación de los derechos sociales y las libertades, con la apuesta de la recuperación del estado y de todas las competencias, que garantizan los derechos fundamentales del estado de bienestar en todo el territorio, con los impuestos necesarios para avalar el estado de bienestar y la solidaridad en todo el estado, incluyendo la regulación democrática y participativa sin exclusiones en los lugares donde parte de la sociedad reclama el derecho a usar la que considera su lengua, bajo una financiación proporcional a su cumplimiento fiscal y con la misma proporcionalidad en empleo público.
Recuperar el estado desde la izquierda es recuperar sus funciones de servicio al pueblo trabajador, para construir desde la soberanía republicana la igualdad socialista, lección que debemos sacar de la lucha contra la pandemia y la crisis global del sistema capitalista de libre mercado, poniendo en el centro de nuestras tareas la igualdad y la justicia desde la soberanía como pueblo.

Alonso Gallardo de los círculos comunistas de Unidas Podemos marzo del 2020