De
la lectura de la documentación para la Tercera Asamblea Ciudadana de
Podemos, pospuesta por el impacto del coronavirus en la sociedad
española surgen estas reflexiones, no en la línea de crítica
constructiva, sino en la de intentar conjugar el desarrollo situado
en las ponencias, junto a las prácticas y prioridades tácticas
marcadas en la acción política cotidiana en las instituciones y
movilizaciones ciudadanas y sin obviar la diversidad ideológica y
política de sus componentes, con el objetivo de localizar las
posibilidades de confluencia interna orgánica entre las posiciones
de clase que luchan por el socialismo con la izquierda que lucha por
las reformas, de manera que en el proceso de la confluencia, se
puedan dotar de marcos de encuentros unitarios para el debate y de
posibilidades de construcción de mecanismos organizativos
partidarios, que favorezcan la intervención política en las masas y
en los procesos revolucionarios.
Para ello es necesario
partir de las ideas troncales del cuerpo teórico de Podemos como
fuerza reformista, siendo central la propuesta programática como
instrumento para el empoderamiento de la ciudadanía, hilo que lo une
con lo fundamental del movimiento obrero y sindical en defensa del
estado de bienestar, simbolizado en unos servicios públicos
garantizados por el estado central, derechos sindicales, sociales y
libertades; en segundo lugar los derechos identitarios de género y
nacionalidad, simbolizado en la defensa de los feminismos y la
plurinacionalidad de España como estado y tercero, el cuerpo
organizativo que se quieren dotar, como herramienta de las clases
populares para la movilización y la participación política. En las
posibilidades de conjugar la acción política revolucionaria que
lucha por el socialismo con las políticas de reformas, de
profundización democrática y lucha contra la corrupción, está en
estos momentos lo fundamental de la acción del movimiento comunista
y del movimiento obrero revolucionario, visto después de cuarenta
años de fracaso político continuado de los distintos destacamentos
comunistas y sindicatos alternativos, y vista la actual situación
internacional de agotamiento del sistema capitalista de libre
mercado, con la confrontación imperialista de EE.UU y Occidente
contra los países emergente y socialistas, como China, Rusia o Irán
y mucho más, después de la palmaria demostración actual de la
superioridad de la economía de mercado planificada socialista, tanto
para la superación de la crisis capitalista sistémica, como para la
defensa de la naturaleza y el combate contra las pandemias.
La parte programática
es la que en la actualidad fortalece más la confluencia en la
movilización y en la acción institucional entre el movimiento
reformista y el movimiento comunista. El programa de Podemos
sintetiza el programa mínimo de movilización del movimiento obrero
por las reformas y de acumulación de fuerzas, que nació como
reacción en el 2008 contra el gobierno de Zapatero por las políticas
de austeridad, recortes de derechos y libertades. Movilización
rentabilizada por los sectores ligados al proyecto que confluyó en
Podemos, la IU de Garzón y las confluencias, a la que una vez roto
el bipartidismo con similar discurso pero a tropezones por las
correlaciones de fuerzas internas, se suma el PSOE de Pedro Sánchez,
forjándose el mayor cambio político favorable para el campo
popular, desde la derrota de la ruptura política con el franquismo
en los setenta, significó también la derrota del régimen del 78
por la movilización popular pero sin la rendición de cuentas,
quedando claro para amplios sectores de masas, quien formamos el
campo popular y quienes del entorno del IBEX 35, conforman como
vasallos de la oligarquía neoliberal el enemigo principal a
combatir. Como síntesis, este reformismo es de izquierda mientras
defienda un programa contra la austeridad, recortes, privatizaciones
y libertades, porque sitúa una línea de demarcación clara contra
la estrategia neoliberal de acumulación de capital, por desposesión
de los bienes públicos del estado, servicios públicos y propiedades
de las clases populares.
El mayor déficit de
Podemos desde la perspectiva de clase, aunque no desde la de pueblo,
es el nulo entronque orgánico con la clase obrera donde vive y
trabaja, centrándose fundamentalmente desde una guerra de posiciones
en integrar sus reivindicaciones en la acción diaria institucional,
la cual hoy día es su principal virtud al marcar nitidamente la
diferencia con la vieja IU, consiguiendo que no sea poca cosa y que
sea fundamental la labor de sus 35 representantes en el parlamento y
sobre todo, por la situación en la que vivimos de defensiva
desorganizada los partidos y sindicatos obreros. Los comunistas
siempre hemos dado prioridad en nuestra acción política, a la
centralidad del mundo del trabajo como núcleo central de la lucha de
clases y de ahí, que el principal escollo para la confluencia del
movimiento obrero y la izquierda reformista, vienen del desarrollo de
las concepciones identitarias nacionalistas y de género, desde una
perspectiva de intersectorialidad individualizada, confrontando con
la transversalidad de los discurso y de la unidad de las luchas,
aunque no son las únicas identidades, son las troncales del proyecto
de Podemos y confluencias, incluyendo a IU y el PCE, pero como vamos
a ver, este déficit también afecta a los comunistas.
En gran parte, los
problemas identitarios de género y nacionalismo son comunes en su
afección al movimiento marxista leninista español, heredado del
revisionismo dogmático soviético instaurado con el XX Congreso del
PCUS, escasamente criticado y eludida la autocrítica por la
influencia de la intelectualidad marxista europea copartícipe en la
dogmatización del leninismo. En general apoyan al nacionalismo
independentista al partir de la idea eurocomunista, de que el
nacionalismo como movimiento forma parte de los nuevos sujetos
revolucionarios como el ecologismo o el feminismo, separándolo del
movimiento obrero, para desde la intersectorialidad de cada
movimiento situarlos fuera de la lucha de clases global y unitaria
para dividirla, que al ser instrumentalizada su lucha por la
oligarquía mediática como con el feminismo de género, al situar
como culpable de la violencia al hombre y de excluirlo con un
discurso falso y sectario de los avances en la política de cuidados,
se convierten en movimientos que dividen al pueblo y hervidero de
votos obreros al fascismo, a la derecha y a la abstención a la gente
de izquierda. Una realidad que nos sitúa las divergencias entre
nosotros y a nosotros con el reformismo de izquierdas, en la lucha
política sectorial y en la global.
A esto debemos sumar la
carga política e ideológica, que la burguesía periférica
introdujo desde el pacto de la transición con la burguesía española
y la socialdemocracia neoliberal, del derecho a una identidad basada
en los derechos históricos, por el poder territorial que en algún
momento en la historia tuvieron reyes y feudales, según nos cuentan
la burguesía dominante y la iglesia católica, sujeto histórico y
escribano del proceso, que ha sido y es base del conocimiento que se
transmite aún en los distintos niveles de la enseñanza pública,
incluida la religión católica, cuando son teorías escasamente
contrastadas científicamente, pero que cumplen la función principal
de ocultar el papel de la clase obrera española en la historia
moderna, que desde su nacimiento en el siglo XVIII y consiguientes
XIX y XX, iniciaron un trasvase de población del campo y las
periferias, a las zonas industrializadas como Barcelona, Bilbao o
Madrid, emigrando entre diez y quince millones, en la gran explosión
de proletarización del campesino pobre, siendo la población a
mediados del siglo diecinueve de apenas quince millones. Por el medio
la II República y el genocidio franquista. (1)
Las principales
diferencias del movimiento marxista leninista con el reformismo de
izquierdas en la lucha de clases, nace del mismo tronco histórico,
ya que el grueso militante de Podemos lo forman dirigentes y cuadros
provenientes de los distintos destacamentos marxistas leninistas y
del PCE, que evolucionaron hacia posiciones populistas de izquierda
en la perspectiva de la unidad popular, por nuestros fracasos y
sectarismos. Propuesta a la que se sumaron las generaciones nacidas
en la etapa democrática y esto debiera ser positivo para confluir lo
más inmediato posible, porque lo que está demostrando la pandemia
del coronavirus, es que el nivel de confrontación imperialista
contra los países socialistas y los que quieren un desarrollo desde
la independencia y soberanía, está aumentando de forma exponencial
y más cuando se está demostrando la superioridad del mercado
planificado de los países socialistas, de la gestión genocida del
imperialismo neoliberal fascista. La contradicción principal a nivel
internacional para el pueblo, está en la guerra que EE.UU y
potencias occidentales imperialistas nos tienen declarada y donde
peligran, hasta los procesos democráticos abiertos en los distintos
países capitalistas, por el miedo a que los los barran ante la
demostración a la clase obrera y a los pueblos, de la superioridad
del socialismo y de la economía de mercado planificada. Lugar donde
la oligarquía imperialista no tiene cabida por su sentido de vida de
negar libertades, justicia, igualdad y los derechos humanos de la
gente y la naturaleza.
El movimiento marxista
leninista y el reformismo de izquierdas, sociológicamente
pertenecemos a la clase obrera, posición clasista del marxismo o que
todas y todos pertenecemos al pueblo, base identitaria del populismo
de izquierda y ambas teorías tienen muchos intereses en común, como
lo demuestra el programa mínimo del reformismo de izquierda en
coincidencia con las movilizaciones del movimiento obrero y popular,
sentando las bases de la actual situación de defensiva, bajo una
capacidad limitada de respuesta a los ataques del neoliberalismo
sectorial y espontanea. Esta es la que debiera ser la mayor
aportación de la militancia marxista leninista, al actual movimiento
de la clase obrera y el pueblo, en la lucha contra la crisis del
sistema capitalista de libre mercado; darle fuerza política para la
superación de la mayor debilidad del reformismo, por la negación
que hacen de la clase obrera en los procesos de cambio, limitando la
flexibilidad en la táctica y porque somos los únicos que tenemos la
capacidad de defender la superioridad del socialismo como alternativa
del pueblo, en este momento histórico después de quinientos años
de dominio liberal burgués.
Existen dificultades
para el desarrollo de la confluencia interna en Podemos y más
después de las deslealtades y oportunismo de la tendencia
trotskista, pero no se puede rechazar a priori, porque la mayor
experiencia de influencia sobre la izquierda reformista, vino dada
desde la experiencia de la lucha política dentro de Izquierda Unida
a partir del ataque a la coordinación de Julio Anguita y su fracaso
vino, de las respuestas viscerales y de la huida adelante por parte
de quienes ejercían la dirección política alternativa, ante el
ataque autoritario del aparato de IU y del PCE. Es posible que las
dificultades en Podemos de confluir internamente sean complicadas,
ante la posibilidad de no reconocer tendencias, aunque en la practica
existan ante la próxima asamblea ciudadana, también podría ser que
la posibilidad más inmediata sea la de confluir, sin negar la
participación interna, e influir desde afuera, pero siempre, sea
como sea, bajo la defensa de un programa de recuperación de los
derechos sociales y las libertades, con la apuesta de la recuperación
del estado y de todas las competencias, que garantizan los derechos
fundamentales del estado de bienestar en todo el territorio, con los
impuestos necesarios para avalar el estado de bienestar y la
solidaridad en todo el estado, incluyendo la regulación democrática
y participativa sin exclusiones en los lugares donde parte de la
sociedad reclama el derecho a usar la que considera su lengua, bajo
una financiación proporcional a su cumplimiento fiscal y con la
misma proporcionalidad en empleo público.
Recuperar el estado
desde la izquierda es recuperar sus funciones de servicio al pueblo
trabajador, para construir desde la soberanía republicana la
igualdad socialista, lección que debemos sacar de la lucha contra la
pandemia y la crisis global del sistema capitalista de libre mercado,
poniendo en el centro de nuestras tareas la igualdad y la justicia
desde la soberanía como pueblo.
Alonso Gallardo de
los círculos comunistas de Unidas Podemos marzo
del 2020