La clase
obrera, el procés independentista y las generales del 10 N, vistos desde la
lucha de clases por la izquierda que de la única identidad de la que parte es la de clase, nos obliga a debatir el
fracaso del gobierno de izquierdas de las fuerzas del pueblo en España, tanto por
la reversión de los dirigentes socialistas y cargos públicos a su posición
inicial neoliberal, imposibilitando así el logro de una mayoría social, como
por la debilidad política de la izquierda ante la ofensiva del progresismo
identitario, en alianza mediática de retroalimentación política con el
nacionalismo burgués, que construyen el relato del derecho a decidir y la
ruptura con la España del régimen del 78, para ocultar la realidad de que el procés, es la
respuesta de la oligarquía neoliberal catalana y española, a la crisis global
del sistema capitalista de libre mercado y pérdida de beneficios empresariales,
al estallido de múltiples procesos judiciales por corrupción en los que están
inmersos y como respuesta a la superación en España del bipartidismo por
Podemos, IU y confluencias ante la previsible victoria en su momento en
Cataluña, visto el triunfo en las municipales de Barcelona y las
principales ciudades españolas.
La
complejidad política aumentará aún más por un mantenimiento político y social
de Podemos, basado en el acierto táctico de un discurso dirigido a la clase
obrera contra la austeridad y defensa de lo público y a la afiliación y votantes
socialistas por un gobierno del pueblo, que los dirigentes del PSOE y cargos
públicos rechazan, dirigiéndose a quienes les pide el voto y sin el discurso
maximalista del izquierdista que ya lo tiene todo caricaturizado y por lo tanto,
incapaz de diferenciar la táctica política de atracción de la capa social y
política que sustenta al PSOE, para ganarlo como partido del pueblo o lo
contrario, para su destrucción si sigue abrazando el neoliberalismo. Esto
provocará que la ofensiva mediática y policial del gobierno de la oligarquía,
prosiga con métodos de la guerra convencional y de las IV, V y VI generación. Vimos
su impacto con la ruptura de Podemos, IU y las confluencias, en las
alcantarillas del ministerio de interior y justicia o maniobrando el eslabón
débil del liberalismo oportunista de Errejón, con su alianza con los
nacionalistas autoexcluidos de Unidas Podemos, que pretenden construir un país
imaginario que ni el neoliberalismo globalista que les da visibilidad ni el que
caricaturizan como fascista van a permitir y aquí es, donde la debilidad ideológica
y política de la izquierda marxista
flaquea ante el neoliberalismo de faz progresista, impidiéndole situarse al
frente de una propuesta y crítica que una a la clase obrera como pueblo, en
la construcción de España como nación y patria soberana bajo la fuerza
hegemónica de la única clase emergente, con capacidad de alternativa política,
económica y social, con la propuesta de economía de mercado planificada
socialista al servicio del pueblo y la naturaleza.
El discurso
conciliador de la izquierda con la movilización nacionalista del procés, falla
por situarla como un problema de ejercicio del derecho democrático a decidir y
que quien lo impide, es el régimen del 78 desde las estructuras del estado
español, policía y judicatura. Este relato mediático ha sido construido para
ocultar, que son la misma representación política de la oligarquía neoliberal catalana
de antes y lo demuestran los hechos desde el principio del nacimiento del régimen
del 78 del que participaban y los de ahora, que siguen dirigiendo el
movimiento en pro de una independencia unilateral por encima del derecho a
decidir de la clase obrera, cuestión fundamental de la unilateralidad del
procés, así como la gestión actual del gobierno catalán y lo vemos en la
política económica y social neoliberal y austericida, de recortes y
privatizaciones de lo público que siguen ejecutando como la Ley Aragonés, bajo
el silencio de la “izquierda” nacionalista y el continuado apoyo al gobierno
neoliberal catalán y esto pasa, porque se piensa en términos de país en vez
de los de clase, convirtiéndose así irónicamente, en el reverso en la izquierda
del dicho sobre la clase obrera tonta, que vota a la derecha.
Este falso relato
nace de la visión populista y revisionista de que todos somos pueblos, sin
entender que la clase obrera adquiere su singularidad por ser el sujeto
histórico de la contradicción principal capital trabajo y que solo es sujeto
histórico como clase y no individualmente, pues carece de propiedades,
bienes y apellidos que dejar en herencia como sujeto histórico, ni el esclavo
liberado como pequeño campesino que el pedazo de tierra esclavizaba al servicio
del señor feudal, debiendo entregar parte de su cosecha como impuesto y
descendientes para siervos y leva. Desde esta realidad, cualquier cultura o
lengua asumida por los que formamos la actual clase obrera, es posterior al
proceso de colonización del imperio romano durante los mil años que duró, que
mató a los que se rebelaron y militarizo a los que se entregaban o esclavizó
con las mujeres a trabajos forzados y a la muerte prematura. Los pueblos que vinieron
del este sustituyendo al imperio romano hace mil quinientos años, ocupando el
espacio abandonado con haciendas y esclavos, ninguno hablaba latín. Pero de los
que se quedaron, que tenían conocimientos, poder y lengua escrita, como la
iglesia católica romana religión oficial del imperio y que al contrario no se
disolvió, se convirtió en la religión y lengua oral y escrita del nuevo
colonizador, que al darle una cobertura social religiosa desde el
patriarcalismo como derecho justificativo a la herencia de los hombres, la
abraza para la apropiación privada de la propiedad colectiva. Lengua y
cultura que la iglesia católica romana generalizó durante siglos en alianza y
unión con el absolutismo feudal.
Estas culturas
y lenguas como valor de construcción de país, es la que defienden dirigentes y
cuadros de la izquierda de Podemos, IU, confluencias y del movimiento comunista
en España, con más influencia en las comunidades periféricas con variantes
lingüísticas, como base del reforzamiento identitario y por eso la izquierda
no despega entre la clase obrera, desde el fracaso de la ruptura con el
franquismo en los años setenta con la derrota ideológica y política de la
transición, al partir siempre del revisionismo identitario de los
movimientos sociales como nuevo sujeto sustitutivo revolucionario, entre ellos
el nacionalista, sin querer entender, que la clase obrera que ha construido la España
que conocemos, ha sido bajo un proceso de expulsión de sus hogares para la
esclavización, explotación y apropiación de las tierras y bienes de millones de
personas proletarizándolas, para el desarrollo industrial y acumulación de
capital durante los cuarenta años de dictadura fascista. La clase obrera que
habita en todos los rincones de España, nada tiene que ver ni nada la relaciona
como sujeto actual y moderno, con las identidades burguesas nacionalistas de
ascendencia absolutista, feudal y católica regional y menos, desde la
visión revisionista posmoderna que abraza el creacionismo ideológico de una
historia contada por la iglesia y las clases dominantes, obviando el estudio histórico
desde la antropología como ciencia que estudia la humanidad y a la lucha de
clases, como el motor de la historia que ha condicionado y determinado la
resultante política, económica y social de los últimos 15.000 años de la
humanidad.
Recuperar la
visión de clase como pueblo para la solución de los problemas económicos,
sociales y de progreso, tiene que venir de un programa y una táctica que supere
desde la confrontación de clases, la estrategia neoliberal de austeridad,
recortes, privatizaciones y apropiación de bienes de la clase obrera, del
pueblo y del Estado, pero estar sólo contra ello no sirve, porque lo que
determina si una propuesta es correcta está en los objetivos tácticos que
trabajas para su conquista. Esto implica atacar al eje de la política
neoliberal de desestructuración de los estado nación aplicadas en España con la
transición, para el divide y vencerás al pueblo con el estado de las
autonomías, base actual de la confrontación de intereses entre nacionalismos
burgueses, de la división de las clases populares y de instrumento para la
privatización de los servicios públicos del estado de bienestar, que garantizaba
el pacto social y económico en todos los ámbitos con su servicio público. El
programa de confrontación con la oligarquía para la recuperación de los
derechos perdidos, pasa por el pan, trabajo y libertad de siempre y que además
de la derogación de las reformas laborales para acabar con la precariedad
laboral y el despido libre, por la unificación de gestión y criterios en el
ámbito nacional de los servicios públicos de sanidad, enseñanza, servicios
sociales, dependencia, pensiones, justicia, vivienda, comunicaciones, transportes,
energía y hacienda, con una única fiscalidad donde todos paguen
progresivamente, incluidos los que no pagan o pagan muy poco como bancos,
financieras, multinacionales, grandes fortunas, empresas y profesionales bajo
criterios de solidaridad interterritorial, con facilidades fiscales y de
crédito público a las familias y empresas en las zonas deprimidas del estado,
para su desarrollo social y económico.
Significa
desde los intereses generales de la clase obrera como pueblo, la supresión
de las comunidades autónomas tal como fueron montadas por el régimen del 78
para el desmantelamiento del estado de bienestar, creando una articulación
más transversal para las denominadas históricas y fortaleciendo la
descentralización, como base de la participación democrática popular en la
gestión de sus bienes y en la decisión que sobre ellos se tome. El derecho
ciudadano a hablar la lengua que considere dentro de las históricas como la
suya sin necesidad de espacio territorial, no puede conllevar ninguna
obligación para la clase obrera con el desarrollo telemático actual, que
permite donde no exista demanda social suficiente el uso de sistemas de
formación telemática, medidas que deben ser desarrolladas en la defensa de
otras culturas y para la integración de las distintas lenguas europeas en el
servicio público.
Recuperar el
análisis desde la lucha de clases, es básico para el desarrollo de un programa
de unidad del pueblo, para la recuperación de la igualdad, la solidaridad
interterritorial y para el desarme político de la demagogia de la extrema
derecha, con reclamos tan obvios y justos como una sola tarjeta sanitaria para
todo el estado español o una misma fiscalidad, justicia o servicios sociales.
Que como táctica esto sea el principal motor de la lucha social, no significa
dejar atrás las propuestas estratégicas pilares de la soberanía de España, como
el desarrollo de la banca pública y de los principales sectores de producción y
consumos estratégicos y a todo esto, ver como lo enfrentamos inmersos en una
Europa del capital de libre mercado. Esta es la apuesta de futuro de una
izquierda alternativa y socialista, donde cada logro por pequeño que sea en conquista
económica, social o libertades dentro de una crisis global, nos acerca cada día
más a la republica solidaria y del trabajo, como derecho y obligación de toda
la ciudadanía.
círculos
comunistas de Unidas Podemos
noviembre del 2019