martes, 30 de diciembre de 2025

EN DEFENSA DE LA PAZ, CONTRA EL REARME Y EL AUMENTO DEL GASTO MILITAR

                                                   



Todo esto señala la urgencia de forjar un nuevo y masivo movimiento por la Paz que se enfrente a los gobiernos que agitan el belicismo y que impida que otros gobiernos se vean arrastrados a una escalada. Un movimiento que vuelva a tener como objetivo específico la denuncia de las armas atómicas y que denuncie claramente la aberración de quienes hablan de su uso y de la posibilidad de vencer en una guerra nuclear. 


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En breve plazo se cumplirá el cuadragésimo aniversario del referéndum de la OTAN. Más allá de la referencia a los lugares donde triunfó el NO, o la forma subrepticia utilizada para incumplir los compromisos ofrecidos entonces por el PSOE en su afán de corromper conciencias y comprar síes,  es importante recordar la grandísima movilización popular que recorrió toda España, así como su carácter democrático, neutralista y pacifista. 

Aquella movilización ciudadana no cayó del cielo. Fue obra del trabajo perseverante de millares de personas y de la organización unitaria que construyeron y que enmarcó todas las actuaciones: la CEOP, la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas. 

Hoy la sombra de la guerra vuelve a extenderse por el mundo y amenaza a Europa y a España.  Hace 40 años estábamos ante la instalación de misiles de crucero (los Pershing) por parte de la OTAN,  lo que recrudecía la guerra Fría y nos abocaba a una hecatombe atómica. Ahora, cuando el declive del imperio Occidental es cada día más patente, las oligarquías plutocráticas (la norteamericana y las que le rinden vasallaje) han decidido que el recurso a la guerra es el único que puede mantener indemne su dominio. Y este recurrir a la militarización y a la guerra lleva parejo el tremendo incremento del peligro nuclear. Los promotores de esta reciente escalada nuclear, coherentes con su aversión a la democracia, intentan impedir que la ciudadanía actúe y decida. Para ello tratan de ocultar la realidad de las armas nucleares. Unas armas que, de usarse, podrían acabar con la vida humana en el planeta. Mienten y proclaman que es posible ganar una guerra nuclear, al tiempo que no hacen nada para evitar la proliferación nuclear ya producida. 

Todos los tratados existentes para limitar la existencia de armas nucleares han sido rotos en los últimos años. A fecha de hoy sólo continúa vigente el START (sobre armas de alcance intercontinental o estratégicas en la jerga militar) y esta vigencia vencerá en unos pocos meses. No hay previsto ningún plan para renovar este tratado. Únicamente se ha propuesto, por parte de Rusia,  una prórroga del mismo. Pero esta prórroga ha sido rechazada por Estados Unidos. Peor aún, el pasado 19 de noviembre la revista Foreign Affairs (órgano del principal Think Tank de la política exterior estadounidense) publicaba un artículo defendiendo la entrega de armas nucleares a Japón, Alemania y Canadá. Lejos de cumplir con lo establecido en el ya antiguo Tratado de No Proliferación Nuclear,  que obligaba a las cinco únicas potencias nucleares entonces existentes a esforzarse para limitar la extensión de estas armas, parece que Estados Unidos trabaja en lo contrario. De hecho, hoy existen ya nueve potencias nucleares y, de ponerse en práctica estas iniciativas norteamericanas, pronto podrían existir muchas más. Pues es evidente que los adversarios políticos de Estados Unidos no se quedarán quietos. En realidad, ya han movido ficha y han variado su doctrina de uso de las armas nucleares. Así que también participarían en esta peligrosísima escalada nuclear y seguramente, de hacerse realidad la aberración propuesta en Foreign Affairs, tampoco dejarían de entregar armas nucleares a sus aliados. Por supuesto esto constituiría una grave violación del TPN (Tratado de No Proliferación Nuclear, en vigor desde 1970), pues su ratificación, por más de 180 estados, obliga a no facilitar dichas armas a otros, al tiempo que a procurar su eliminación. 

En cuanto a España, las condiciones del referendo de 1986 establecían que no habría armas nucleares en nuestro suelo. Lo que unido a que España es parte del TPN indica la oportunidad y conveniencia de firmar también el TPAN (Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares). Este tratado fue aprobado con el voto favorable de 122 estados en Naciones Unidas, hace 8 años. En el verano de 2018 Pedro Sánchez, entonces y ahora presidente del Gobierno español, se comprometió a su firma y ratificación. Pero este compromiso jamás se ha cumplido. Ciertamente en este incumplimiento tiene mucho que ver la pertenencia a la OTAN, siempre opuesta al TPAN por más que nada en sus fundamentos iniciales y posteriores impida formar parte del TPAN. La guerra (todavía sin armas nucleares) se extiende ya por Palestina, Ucrania, Sudán y muchos otros lugares. Los gobiernos más importantes de Europa Occidental están forzando la opinión de sus ciudadanos para llevarlos a militarizarse, mientras eliminan más y más prestaciones sociales.  Alemania, Francia, Bélgica, Italia y algunos países más de la UE están comenzando a restaurar el servicio militar (por ahora voluntario, pero proliferan los globos sonda para normalizar su obligatoriedad). En el Caribe se asesina a pescadores (también sería un crimen si fueran narcotraficantes) y se amenaza a Venezuela, haciendo pedazos todas las normas vigentes del Derecho Internacional. Todo esto señala la urgencia de forjar un nuevo y masivo movimiento por la Paz que se enfrente a los gobiernos que agitan el belicismo y que impida que otros gobiernos se vean arrastrados a una escalada. Un movimiento que vuelva a tener como objetivo específico la denuncia de las armas atómicas y que denuncie claramente la aberración de quienes hablan de su uso y de la posibilidad de vencer en una guerra nuclear. 

Este movimiento ha de tener un carácter internacional, como lo tuvo en la Europa de la novena década del siglo pasado. Y lo que nos toca en España es tomar la iniciativa para reconstruir algo semejante a la CEOP que entonces existía. Por nuestra parte estamos preparados para emprender este camino. Un camino que ha de ser lo más unitario posible y en el que no sobra nadie que comparta este objetivo. Hay que unir a partidos políticos, sindicatos, organizaciones populares y sociales de todo tipo y ciudadanos individuales. Tenemos que frenar el ascenso del belicismo y las guerras entre todos y para ello hemos de tener siempre presentes estas reivindicaciones: 

¡España ha de firmar y ratificar el TPAN! 

¡Por la salida inmediata de la OTAN! 

¡Desmantelamiento de las bases militares de Rota y Morón! 

¡Ningún gasto militar fuera de los Presupuestos Generales del Estado! ¡Ningún gasto militar que supere el 1% del PIB español! 

¡Contra la restauración del servicio militar!