Alonso Gallardo Florencio agosto del 2021
Con la ofensiva del imperialismo yanqui lanzada por el gobierno demócrata de EE.UU, basada en sus reglas propias por encima del derecho internacional contra los países socialistas, soberanos y aliados que manifiestan discrepancias con la hegemonía mundial violenta, unilateral y globalista, la izquierda plural del marxismo occidental tiene un problema de prejuicio solidario, por su actual incapacidad de superar la visión utópica y mecanicista del socialismo que la URSS construyó, desde los años sesenta del siglo pasado hasta su disolución, por dar por finalizada la lucha de clases.
Lo vemos en la negación de la intelectualidad marxista y progresía occidental, de que los procesos de construcción en China o Vietnam, al que ahora sumarán Cuba y a nivel inferior de socialización de la economía a Nicaragua o Venezuela, sean socialistas; criterio, que en absoluto está basado en experiencias reales en la construcción del socialismo, sino, que nacen del salto que dan al espacio existente entre el dicho y el hecho, es decir entre la toma del poder y el socialismo en plenitud, un tremendo trecho de tiempo y trabajo, al que Lenin intentó superar con la NEP y que la agresión imperialista yanqui-occidental impidió, tanto por su muerte, como por la unidad del partido y el pueblo para resistir la ofensiva imperialista bajo la dirección de Stalin, que mantuvo la economía socialista centralizada y planificada, como garantía de alimentos y suministros para la población y la defensa de la nación; política económica que no supo o no pudo rectificar por su muerte y que los dirigentes que le sustituyeron en el PCUS, la elevaron como economía socialista final a un paso del comunismo, acogiéndose de forma falsa a los soflamas idílicos de Marx, en la idealización del socialismo por el que luchamos. Al final un sistema económico colapsado por el imperialismo, un partido sin vida social militante y el socialismo por decreto burocratizado y corrupto, pero es el que sigue siendo referencia para el marxismo occidental, por herencia del XX Congreso del PCUS.
Si el socialismo no mejora la vida de la gente, no es el socialismo de Marx que libera a las fuerzas productivas, como en las primeras etapas de los procesos revolucionarios ruso y chino o ahora con el mercado planificado, ni va ser el objetivo de las masas explotadas que luchan por condiciones dignas de vida y trabajo y por eso, es incomprensible que la mayoría de intelectuales occidentales marxistas, sean tan hipercríticos con el socialismo realmente existente como el chino, el vietnamita o ahora el cubano, cuando desde el inicio y ahora con sus reformas políticas y económicas, han ido mejorando las condiciones de vida y trabajo de sus gentes, igual que la del resto de países que se declaran socialistas o están en proceso como Nicaragua y Venezuela. Eso sí, lejos de ese socialismo idílico donde no existe contradicción ni error, idea de una subjetividad tan tremenda y tan alejada del marxismo, que las críticas tal como las expresan les sitúan en las periferias del campo popular y así con tantas dudas, solo se ayuda al enemigo debilitando el campo revolucionario.
Que es lo que a Marcelo Colussi intelectual marxista latinoamericano, le hace ser tan equidistante en sus manifestaciones con el socialismo chino o cubano ¿por las protestas, financiadas por EE.UU, que cada vez que las menta marca distancias? Que existen errores en Cuba por el atraso con que realizan las reformas económicas, políticas o de participación democrática de la gente, como sitúa entre interrogantes en ¿fracasó el socialismo? es tan evidente, como que los dirigentes del PCC y del gobierno son conscientes de ello, al dedicar todo el que hacer del partido y del gobierno bajo el bloqueo y el fuego terrorista del imperialismo yanqui-occidental, para garantizar a la gente la vida, alimentos, la sanidad o servicios sociales. Pues todo esto, ni en Italia ni en España con gobiernos progresistas ha sido garantizado, donde las miles de muertes por el covid 19 por falta de atención sanitaria lo atestiguan, en cambio en Cuba, con los accesos al mercado internacional cerrados por el bloqueo, en lo fundamental lo han garantizado.
¿Que es, por que en China funciona un mercado laboral donde la explotación de los trabajadores es la misma que en una sociedad capitalista o porque las principales batallas internas son contra la corrupción y la burocracia o porque hasta ahora, su perfil político en la problemática internacional ha sido bajo? Pero en cambio, a pesar de que esos datos son ciertos, las estadísticas demuestran que el pueblo chino avanza día a día, superando en muchos estándares a los países más avanzados del capitalismo y la batalla contra la pandemia o la pobreza lo demuestran, al poner al ser humano por delante de la economía, indicando, que esas decisiones que conllevan explotación y falta de derechos, formaban parte de la política de bajo perfil, de confianza a la economía y a la inversión. Con lo cual nos lleva a pensar ¿qué diablos entiende Colussi por socialismo?
Otro ejemplo desde Venezuela; reflexionemos sobre las declaraciones críticas de la economista y marxista Pascualina Curcio, sobre el rumbo político y económico de la revolución bolivariana, al afirmar en los artículos Socialismo/Estado de bienestar/Neoliberalismo (I) y (II), que el estado de bienestar en Europa fue solo una concesión de la burguesía, lo cual no es del todo cierto al existir presión social y política de un movimiento sindical a la ofensiva y también económica, al necesitar el sistema de producción fordista una clase trabajadora estable, sana y formada. Pero lo más grave,
es la incapacidad de ligar el estado de bienestar tal como lo plantea el gobierno venezolano, como garantía de servicio público a la clase trabajadora y subalternas en sanidad, enseñanza, pensiones,
dependencia, servicios sociales, vivienda, transporte público, comunicaciones, todo lo público que el liberalismo ha metido en el libre mercado capitalista para que lo disfrute el que pueda pagarlo, cuando esto es una parte fundamental de los inicios en la construcción del socialismo.
La política del estado de bienestar es conquista y concesión, que al quedarse la izquierda marxista y sindical paradas, sin avanzar a por más conquistas y derechos por la influencia del revisionismo eurocomunista y socialdemócrata, que desprecia el trabajo de masas cambiando la participación directa de la clase obrera en política por la delegación, quedó como pacto social para el futuro y derrota del movimiento obrero y comunista en el mundo occidental. Así hasta los años setenta que la oligarquía industrial y financiera, viendo que el beneficio del capital productivo descendía por la superproducción en un mundo globalizado, rompen el pacto social de estado de bienestar, liquidan al movimiento sindical subvencionado y burocratizado, instaurando el dominio ideológico, político y económico neoliberal del capital financiarizado. En Chile vimos el experimento, la Thatcher en el Reino Unido la innovadora y Reagan de EE.UU, el sepulturero de la Unión Soviética y del marxismo revisionista, en su tendencia mecanicista dogmática o oportunista de derechas.
Pero lo grave de esta concepción mecanicista, es la separación que hace del estado de bienestar del proyecto socialista, como si capitalismo y socialismo fueran mundos separados, como si uno no surgiera del otro y durante muchos años y siempre que todo vaya bien, el dominio de uno será por la fuerza de la mayoría social y del otro por el dominio histórico de la fuerza, estando en el uso que se le dé al estado el que lo caracterizará socialmente por el control militar, policial y judicial, por la dirección planificada de la economía, por el destino final del beneficio empresarial del trabajo y del grado a favor del pueblo de ellas. Esto es lo que determina el campo político que se ocupa desde la lucha de clases y desde el único sistema de producción dominante existente hoy: el capitalista ¿y que quiere decir esto? pues un salario a cambio de la venta de la fuerza de trabajo, estando en el dominio del excedente o beneficio empresarial, la clave del progreso o de la esclavitud.
Pero la lucha de clases no solo se da en el mundo de trabajo; la guerra de cuarta generación que lleva lidiando la revolución bolivariana de acoso, bloqueo e intervenciones militares y atentados terroristas, solo trae penurias y perjuicios para el pueblo, porque paraliza la actividad económica y el desarrollo social. Ante ello, la táctica debe adecuarse desde la capacidad organizativa, política e ideológica de la clase trabajadora y el pueblo y esta dice, que nació de una raíz interclasista, obrera y popular, que avanza en un proceso de radicalización ideológica por las agresiones imperialistas y traiciones de la burguesía local parasitaria, en un proceso de desarrollo socialista donde quienes lo dirigen, tienen que tener la capacidad de jerarquizar los objetivos de forma democrática, con la participación y debate en las organizaciones políticas y sociales y desde afuera, vemos la prioridad de ganar la guerra derrotando al imperialismo y a la burguesía vende patrias, junto con la mejora de las fuerzas productivas para dar suministros a la gente y a las fuerzas armadas financiación para derrotar a los enemigos, como objetivos fundamentales y sin los cuales, el pueblo se dividirá y se debilitará, dándose las condiciones para el imperialismo poder invadirlo y liquidar la revolución.
¿Que en los procesos revolucionarios se toman decisiones equivocadas, pues sí? ¿que deben estar al debate y la crítica de las fuerzas populares junto con la burocratización y la corrupción, también? pero siempre desde dentro del campo popular, trabajando por su unidad y sin anteponer medidas que contravengan la prioridad de ganar la guerra, la producción de alimentos y servicios sociales. Lo contrario, pretender hacer la revolución antes de ganar la guerra, sin alimentos y sin armas para el pueblo y su ejército, sólo significa división y derrota del movimiento revolucionario y pérdida de todo lo ganado para el pueblo. Por eso ¿qué idea tiene Pascualina del socialismo?
Con Manuel Monereo, intelectual y politólogo español marxista tenemos lo mismo, como dice en "Oligarquía o democracia. España, nuestro futuro" que a pesar de la defensa del papel que juega China como potencia económica, política y militar, contra la guerra y la hegemonía imperialista de EE.UU y Occidente, en ningún momento reconoce el status de país socialista y temo que Vietnam, que lleva igual camino incluido el de bajo perfil y el resto lo mismo. En definitiva, no reconoce un campo socialista y por lo tanto, ninguna propuesta de socialismo como alternativa, como mucho, que en las actuales condiciones ya es mucho, un regeneracionismo republicano soberanista que aunque no niegue un proceso al socialismo, en lo fundamental lo desconocemos, entonces ¿qué diablos de idea tiene Monereo del socialismo?
Esos "peros" críticos con el socialismo existente, les une a todos ellos en la actual realidad política y social del marxismo occidentalizado, pero quizás lo más grave sea, que ese espíritu crítico esté integrado dentro de una visión del mundo eurocéntrico y etnocéntrico. Pero no son los únicos, tenemos un abanico de marxistas o neomarxistas, que han desarrollado su propia versión del marxismo, pero no en contraposición con las ideas de Marx o Lenin, sino en lo fundamental, contra la versión dominante dogmática y mecanicista del marxismo occidental. Slavoj Zizek, populista y reformista de izquierda, quizás sea su principal exponente teórico, desarrollado en "Problemas en el paraíso - del fin de la historia al fin del capitalismo" también Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, con su "Hegemonía y estrategia socialista" donde sin complejos, se postulan como alternativa popular criticando el dogmatismo y mecanicismos del marxismo occidental y al neoliberalismo, situando al pueblo genérico como el sujeto transformador y suma de identidades: de sexualidad, género, color de piel, nacionalidad o clase social, donde ninguno de los socialismo existentes les vale, igual que a nuestros intelectuales marxistas; que si por la lucha de clases, que si por falta de libertades individuales, que si por dictaduras de partido único y sin entrar en detalles sobre los burócratas autoritarios de los partidos stalinistas, muy en boca de anarcoliberales y trotskistas.
Alonso Gallardo de los círculos comunistas de Unidas Podemos