La
clase trabajadora más instruida en la lucha de clases, no es ajena
al momento político actual de crisis económica, social y sanitaria
que vive y en especial, del proceso empresarial de destrucción de
empleo, producción y ahorro en salarios, con la automatización de
la producción y la atención ciudadana en los servicios, incluidos
los estratégicos en el ámbito de lo público que garantizan el
estado de bienestar. Proceso que está siendo acelerado por la
pandemia y la guerra, con cercos y enfrentamientos en múltiples
partes del planeta, provocados por los imperialismos de EE.UU, Europa
y aliados, contra las economías socialistas o independientes del
neoliberalismo globalista como China, Rusia, Irán, Venezuela,
Nicaragua o Siria, que optan por una globalización entre iguales,
desde la multilateralidad de la independencia y la soberanía
nacional.
Pero
estas personas que conforman lo más consciente de la clase obrera
según el marxismo o el pueblo según el reformismo de izquierda,
instruidos por la experiencia propia en el estudio de los clásicos
del marxismo y del saber histórico en su conjunto, necesitan ahora
la aportación teórica de la intelectualidad para el conocimiento
del grave momento que vivimos la clase trabajadora y acertar con la
propuesta política y el programa, cuando se interactúa en el
movimiento que lucha. Pero con lo que se encuentra es con
un maremágnum de conceptos contradictorios o confrontados
sobre clase, pueblo, marxismo, soberanía, socialismo o programa,
dejando en la confusión al más listo y sin referentes que unifiquen
criterios y lenguaje, para crear cultura contrahegemónica.
Una
de las mayores dificultades que tienen los marxistas, es la
aplicación de la objetividad en el análisis concreto de la realidad
concreta, sin ella, difícil es que se pueda acertar en la propuesta
política a la problemática del pequeño agricultor, a una reforma
progresista más o menos profunda del código penal o la negociación
exitosa de un convenio colectivo de sector. El análisis correcto
tiene que ser la síntesis concreta del momento político, necesidad
principal, correlación de fuerzas y táctica adecuada, para una
mayor acumulación de fuerza, solidaridad y organización, como base
de toda batalla política que la clase obrera o el pueblo tenga que
dar y esto, independientemente de los tamaños y fuerzas que
confrontan en el tablero político. Si a esta complejidad añadimos
las confusiones en los términos, dobles interpretaciones o conceptos
propios para marcar diferencias cuando no egos, más nuestra
debilidad orgánica y política, sencillamente lo que nos pasa a la
clase obrera española es lo mismo que al perro flaco; todo son
pulgas.
Un
concepto de lo más confuso en los medios, es sobre el carácter de
la crisis general y global que vivimos y combatimos. Si la crisis
fuese cíclica, nadie pensaría que estamos en un proceso mundial de
confrontación militar entre las potencias imperialista de EE.UU y
sus aliados occidentales para mantener su hegemonía, contra los
países que pretenden una globalización multipolar desde la
independencia y la soberanía. Los marxistas tenemos que dejar claro
al reformismo de izquierda y a la clase obrera y al pueblo, que con
lo que confrontamos es con una crisis global del sistema de
producción del capitalismo de libre mercado, en crisis desde los
años setenta, fecha en que el capital productivo empresarial empezó
a reducir sus beneficios por sobreproducción. Lo dicen la mayoría
de economistas marxistas, incluidos los dubitativos como Varoufakis
en “El Minotauro global”. Siendo combatida para reducir costos
con la precarización social y laboral, bajos salarios, la
automatización de la producción en la industria y el sector
servicios, multiplicando el desempleo, la marginación social y la
pobreza en la clase obrera, bajo la financiarización de una economía
virtual en espiral al servicio de la especulación y en la sombra,
como bien explican Michael Ash y Francisco Louça en “Sombras: el
desorden financiero en la era de la globalización”.
La
caracterización marxista del actual sistema capitalista, la tenemos
con claridad en los trabajos de David Harvey y Nancy Fraser, sobre la
acumulación por desposesión y sobre la destrucción de las bases
del sistema de reproducción. Que dicen, que la crisis que vivimos
global del sistema de producción capitalista de libre mercado, ha
generado un proceso cruento donde él sistema se devora así mismo
con el empobrecimiento de la humanidad, la supresión de la base
reproductiva y la superación de los límites ecológicos y de
consumo del planeta, trayendo caos, guerras, miseria y epidemias,
provocadas por el imperialismo para debilitar a los países
emergentes.Así hasta que se resuelva la crisis por la derrota
militar, económica o agotamiento de una de las partes o por una
destrucción de la producción y bienes de producción tan enormes,
que permita iniciar un nuevo proceso de carácter impredecible, con
un planeta ya en pleno colapso ecológico. Si esto puede ser así
como dice la intelectualidad marxista y los datos constatan, ante una
correlación de fuerza tan precaria para la clase obrera y el pueblo
en España y el mundo occidental, las reformas son como la guerra de
guerrillas, el medio para la acumulación de fuerzas y organización
pero nunca un fin.
Si
decimos, que con la correlación de fuerza que nos da el nivel de
organización política de la clase obrera y el pueblo, lo que se
impone políticamente es la lucha por las reformas, debe quedar claro
que ésta bien dirigida, adquirirá un carácter revolucionario ante
la imposibilidad de la oligarquía financiera empresarial de poder
asumirla por la crisis global y sistémica, provocando un proceso de
lucha de clases en crecimiento continuo y de la cual, ellos son
conscientes que de esta crisis solo uno puede salir hegemónico y el
otro plenamente subordinado, por eso la alternativa de sociedad por
la que luchamos debe ser clara y lejos de la suma de confusiones
actuales. Decir, que es obvio que la revolución burguesa y el
sistema capitalista de producción son hegemónicos en la totalidad
del planeta y que otros sistemas de explotación para
la extracción de plusvalía, no les molesta en absoluto,
al revés, los potencian como nuevos yacimientos de empleos y
beneficios y se ve, en la generalización de las condiciones de
esclavitud en el trabajo agrícola, en el de cuidados o en las
condiciones del falso autónomo, igualables por su propiedad del
medio de producción, con la vida y trabajo del pequeño campesino
pobre bajo el feudalismo.
Si
el sistema de producción capitalista es el hegemónico globalmente,
sobra caracterizar lo que conlleva en la revolución pendiente para
el progreso social. Debe ser democrática e imponer el interés y
derecho de la mayoría de las clases populares (ochenta por ciento de
la población) sobre la minoritaria oligarquía financiera e
industrial (aunque lo llamen dictadura) que es lo que la hace
adquirir su carácter de popular, por democrática y por opción
mayoritaria de la gente y no como ahora, bajo la dictadura de la
minoría. Si esto poca discusión tiene ¿de donde viene ese lío con
la caracterización del proceso constituyente? pues de las ideas
revisionistas asumidas socialmente en la transición como verdades
absolutas, contadas desde la enseñanza por el estado y los medios de
comunicación burgueses, para popularizar así las conclusiones
dogmáticas y oportunistas del XX Congreso del PCUS y otorgarles la
ortodoxia en la definición del marxismo, leninismo, socialismo,
partido o estado. Pero son las ideas falsas que expandió como
marxismo la nomenclatura soviética corrupta de Brézhnev y Jrushchov
a partir de los años sesenta, contado por el dogmatismo sectario
como verdades absolutas y por el eurocomunismo oportunista como
ejemplo de socialismo.
Éstas
ideas que muchos intelectuales mantienen del marxismo y del
socialismo y en general los reformistas de izquierda, niegan el
socialismo existente por prejuicios eurocéntricos o revisionistas.
Como ejemplo a Carlo Formenti en ¡El socialismo a muerto! ¡viva el
socialismo! donde afirma, que China no es socialista a pesar de tener
las riendas del sistema económico en sus manos. Entonces que es el
socialismo ¿el metafísico construido por Brézhnev y Jrushchov? ¿se
conoce algún otro? ¿se puede pensar que China podía desarrollar su
país sin inversiones y tecnologías extranjeras y que vendrían sin
introducir las relaciones laborales capitalistas del beneficio
privado?. China para su supervivencia como país socialista,
necesitaba un rápido desarrollo para ser lo que hoy es, el principal
freno del unilateralismo imperialista de EE.UU, Europa y aliados y
también, la principal enseñanza para la humanidad en la
construcción del socialismo en los países en desarrollo. Nos enseñó
con el principio del gato blanco o gato negro, que el socialismo se
define por la propiedad pública de los principales medios de
producción y la banca, para la planificación del mercado y la
economía, para la apropiación por el estado socialista del
beneficio o plusvalía que produce el trabajo de la clase obrera, el
campesinado y la intelectualidad, para ponerlo al servicio de las
necesidades del pueblo. Esta es la base material hoy del socialismo:
la propiedad de los principales medios de producción y la banca,
para la planificación del mercado, la economía y el reparto del
beneficio entre el pueblo en el desarrollo del bienestar social y la
naturaleza. También, la única alternativa que los sectores
populares tenemos al capitalismo monopolista de “libre” mercado.
Tenemos
un programa de reformas de gobierno, que en lo fundamental confronta
con la línea de demarcación de las políticas neoliberales de
acumulación por desposesión, pero eso por sí solo es insuficiente,
porque limita las reformas en un fin en si mismo y sin alternativa de
estado superior al actual monárquico agotado. Por eso necesitamos
tener una idea del estado que queremos, ya que el marxismo nunca ha
rechazado el estado y la expresión de destrucción del estado
burgués, suena bien cuando hablamos de insurrecciones para destruir
los pilares de su poder como son el ejercito, la policía y
judicatura. Para entender la diferencia tres ejemplos recientes de
este siglo veintiuno, en una situación como la actual de agudización
de la lucha de clases y donde sin conocer a priori la forma en cada
momento de actuar, quedan claros los objetivos a cumplir.
En
Nicaragua, el gobierno sandinista soportó un cruento golpe de
estado, donde una vez superada la sorpresa, el partido, sindicatos,
organizaciones de masas y los instrumentos democráticos del estado
revolucionario, ejercito, policía y
jueces, contrarrestaron sofocando y deteniendo el golpe y a
los mercenarios que pretendieron darlo. El estado que había sido
transformado con la revolución sandinista en sus instrumentos de
defensa, con el apoyo de las masas trabajadoras y campesinas,
triunfaron de nuevo sobre el imperialismo. Bolivia con un gobierno de
izquierda, desarrolló una política económica y social que elevó
amplios sectores sociales a la clase media, ampliando la base social
del estado, pero al dejar los pilares del sustento del estado burgués
en todas sus funciones, el imperialismo dio un golpe de
estado cruento con el ejercito, la policía y judicatura, perdiendo
el pueblo lo avanzado en derechos sociales y libertades. El tercero
es Venezuela, cuando las cosas las dejas a medias y te salva la
unidad cívico-militar que construyó. Dado el golpe imperialista por
un sector de militares, el pueblo organizado en unidad con el grueso
del ejercito repone a Chavez a la cabeza de la nación, pero de
seguido, la burguesía vende patrias los traen de cabeza por tener el
control de la policía y judicatura, al no haber hecho en su momento
la limpieza democrática. Estos son los objetivos, las formas nos
las dirán el apoyo de masas que tengamos y los métodos
optados de resistencia por los aparatos de defensa del estado burgués
español y europeo.
Los
procesos sociales profundos, solo pueden darse sobre la base de la
trasformación del estado burgués, tal como hemos visto para la
recuperación de la soberanía obrera y popular. Ruptura del estado
que representa a la minoría burguesa y recuperación del estado que
represente a la clase trabajadora y al pueblo. Pero estado y
soberanía no es ninguna abstracción, hay que concretarlo para que
el pueblo lo entienda y la concreción de la soberanía del
pueblo en el estado, está en la gestión de sus
intereses generalas en todos los ámbitos de sus
necesidades que hoy denominamos estado de bienestar y en España
resulta, que con la excepción de la policía, ejercito y judicatura,
el grueso son competencias de las comunidades autónomas y todas
ellas gobernadas por burgueses neoliberales, incluidas las que
gestiona el PSOE. Pedro Sánchez no es presidente del gobierno ni
secretario general del PSOE, porque lo apoyen la mayoría de cuadros
y dirigentes o la oligarquía financiera, lo está porque lo apoyó
la mayoría de la afiliación y cuadros socialistas de base, que son
los que por sistema electoral interno lo eligieron. En España,
recuperar hoy la soberanía del estado para el pueblo además de
democratizar la policía, el ejercito y la judicatura, implica
recuperar las competencias en su totalidad de la hacienda pública,
para garantizar un servicio nacional público único en todo el
estado en sanidad, enseñanza, servicios sociales, dependencia,
pensión, vivienda, luz, agua, calefacción, justicia, transporte,
comunicaciones que junto al trabajo, todo sea derecho fundamental
para la planificación de la vida como la mayor libertad. Si algo
dejó claro hoy la lucha contra la pandemia, es que la partición del
estado surgido del franquismo en comunidades, fue la táctica de la
oligarquía y el neoliberalismo para dividir y derrotarnos como clase
y como pueblo.
También
tenemos que la soberanía española como toda soberanía, además de
sus instrumentos la garantiza la soberanía económica. Pero ésta
fue regalada por la oligarquía vendepatrias española y el
reformismo neoliberal, con la venta de la industria, servicios y
banca pública a cambio del dinero fácil del turismo, la
especulación urbanística y la corrupción a la oligarquía
financiera alemana para la entrada en la Comunidad Europea. Ahora la
cuestión no es verla desde la dignidad del pequeño burgués
ofendido y ponerse a gritar enojado, por la estafa que nos hicieron
en los noventa con el Tratado de Maastricht. Ahora la táctica es la
de unir al pueblo español y europeo, en la lucha por la
democratización política, económica y social de la Comunidad
Europea. Consiguiendo mayorías sociales en Europa y
Parlamento Europeo, contra las directrices que emanen de los órganos
no elegidos democráticamente, como la Comisión Europea, el BCE o la
troika. Construir mayorías en cada país por la democratización
política, social y económica de la CE, como táctica y programa ¿o
alguien se cree, que la oligarquía imperialista alemana admitirá
sin derrota, la pérdida democrática de su patio trasero o una parte
de él? ¿Y desde luego, es este el único camino? Difícil saberlo
con la actual correlación de fuerzas negativas en España y en el
grueso de los países más perjudicados del sur de Europa, por la
creación económica de la CE. Pero es un buen camino para combatir
con los hechos la subjetividad proeuropea de las masas y la
izquierda, combatir la idea del imperialismo alemán de la Europa
subordinada y para organizar y preparar al pueblo en lo peor; la
exclusión con cerco económico, político y militar y todo esto, si
primero el imperialismo alemán con el apoyo del neoliberalismo
reformista y del independentismo no rompe del todo la unidad del
estado, de la clase obrera y del pueblo español.
Alonso
gallardo de los círculos comunistas de Unidas Podemos agosto
del 2020