jueves, 6 de febrero de 2020

La huelga del 30 de enero del nacionalismo vasco, fue de presión para la ruptura de la caja única de las pensiones ante un gobierno de izquierdas en minoría parlamentaria



Amplios sectores de la izquierda política y social, sucumbieron al llamamiento de los sindicatos nacionalistas vascos LAB y ELA, bajo el planteamiento de que el único objetivo de la huelga era la defensa del sistema público de pensiones y así lo informaron previamente al resto de sindicatos, al movimiento de pensionistas y al conjunto de la sociedad. Los mayoritarios rechazaron la propuesta rápidamente y a los minoritarios en parte los dividieron, pero al grueso los convencieron por un seguidismo, más fruto de cierto radicalismo infantil sectario del que se nutren anti PSOE, que por un mínimo análisis político desde la lucha de clases, al tiempo que al movimiento de pensionistas intentan darle la puntilla final con el aumento de la división interna y por si Unidas Podemos aliada fundamental en esta lucha, cede y rompe la caja única. Izquierdas y sindicalismos sin estrategias políticas de clase, que no ven o que no quieren ver, que el nacionalismo es neoliberal y globalista y juega su baza política desde todos los frentes conservadores y progresistas.

Es difícil comprender como una izquierda que se dice de clase y marxista, no aya sido capaz de ver que si el animal tiene plumas y pico y anda como un pato, es que es un pato. En parte se puede entender porque no acaban de desprenderse del radicalismo sectario y dogmático heredado de la transición, donde las identidades alternativas a la de clase como las nacionalistas, ganaron arraigo por haber sido el frente mayoritario de lucha contra la traición a la clases populares, por los pactos de la transición subscritos por PCE, PSOE, CC.OO y UGT con la oligarquía, donde LAB y en menor parte ELA, cumplieron un gran papel y quizás por ello, esta izquierda no acaba de entender que cuarenta años después, cualquier parecido con la actual realidad política, económica, social es pura casualidad. ELA y LAB son dos sindicatos obreros nacionalistas muy dependientes de las instituciones, tanto o más que los sindicatos mayoritarios CC.OO y UGT por el papel que cumplen institucional, por las subvenciones que reciben y por la dependencia que tienen de las liberaciones sindicales. Nunca ocultaron que su reivindicación es la independencia de Euskadi y la asunción de las competencias del estado, incluida y así viene recogido en sus programas en coincidencia con el de la burguesía vasca, el traspaso de la competencia de la seguridad social y pensiones, porque primero que los intereses como clase obrera anteponen los de país y eso no es izquierda.

Para la aprobación de los presupuestos del 2020, el gobierno de izquierda necesita de los votos del nacionalismo progresista, pero también sabemos de las presiones ejercidas para el traspaso de las competencias de las burguesías catalanas y vascas de los impuestos y la seguridad social, bien codiciada en la derecha por el expolio realizado por el PP de las reservas de la caja única de las pensiones, por su valor para la especulación en fondos de inversión, en el pago de la deuda de la banca y en corrupción. Por eso, esta huelga guste o no guste y halla sido hecha con toda la buena intención, por el momento en que se realizó de un mes escaso de gobierno de izquierdas y cuando todas las medidas tomadas, han sido para combatir la austeridad y falta de derechos de la clase trabajadora, solo sirvió a los intereses del nacionalismo burgués y de presión a un gobierno débil parlamentariamente. Esperemos que en Podemos se atengan al espíritu del acuerdo firmado de gobierno con el PSOE, donde no está contemplado el traspaso de la competencia de la Seguridad Social y pensiones y menos, que con la escusa del estado federal que dicen defender, coincidan con el sector neoliberal del PSOE presente en el gobierno, que sí cambiaría traspasos por apoyos para gobernar. Este acuerdo se entendería como un desprecio a los intereses generales de la clase obrera española, mayoritaria en esas dos comunidades y estaríamos cavando junto con el resto de la izquierda marxista, nuestra propia tumba política por muchos años, por mandar a casa como en las autonómicas andaluzas al votante de izquierda y a la derecha fascista a los más atrasados, que son muchos, de la clase trabajadora.

Una Hacienda Pública y Seguridad Social con capacidad redistributiva de las riquezas en el estado español, dependen por la lógica del libre mercado, de los impuestos sobre el trabajo y el beneficio empresarial, de las zonas de desarrollo industrial y financiero europeo que concentran el grueso de las riquezas y el empleo. Estas zonas en España están contempladas por el Arco Atlántico que fluye por el País Vasco y Navarra, por el Arco Mediterráneo por Cataluña hasta Zaragoza y Madrid como capital financiera. Todo en manos del capital y como siempre queriendo más, por eso nos seguirían dejando al resto de la clase obrera y al pueblo español, en el desamparo actual y de mano de obra barata, único destino conocido en estos últimos cuarenta años de la España más que vaciada. Por eso, si esto llegara a ser así, antes que romper la caja única de la Seguridad Social para hacer como hicieron con la enseñanza, la sanidad o el INSERSO, partirlas en trozos por las comunidades para el abandono de la gestión administrativa, financiera y generar corrupción para privatizar, externalizar y así quedarnos sin alternativa política de futuro, mejor romper el gobierno.

Alonso Gallardo de los círculos comunistas de Unidas Podemos febrero del 2020