miércoles, 29 de enero de 2020

Sobre la izquierda a la izquierda del gobierno de coalición y la teoría revolucionaria marxista



Después de cuarenta años de gobiernos neoliberales progresistas y de derechas, la movilización social espontanea surgió ante una inexistente izquierda obrera política y sindical, en respuesta a la crisis del estallido de las hipotecas basura, hija de la global y sistémica que vivimos desde los años sesenta de pérdida de beneficio empresarial y combatida desde el poder, con más austeridad y recortes para el pueblo y privatización de lo público para recuperar el capital perdido. Movilización política que rompió con la gobernabilidad institucional instaurada desde la transición, surgiendo esta izquierda reformista y populista desde las plazas, como alternativa a la izquierda revisionista neoliberal, hegemónica hasta la elecciones europeas del 2014. Ante esta realidad, el argumento de la izquierda a la izquierda del gobierno de coalición, de que la oligarquía tiene problemas de gobernabilidad y que por eso amplía la base de sostenibilidad de su gobierno al nuevo populismo reformista, no se tiene ante el relato de la realidad política y social vivida por la izquierda obrera y popular no sectaria y mucho menos, desde un análisis marxista de la realidad concreta.

Visualizar los hechos es de una simplicidad total con las nuevas tecnologías, constatando de la situación socioeconómica qué: Primero; existe una crisis económica por superproducción con pérdidas de beneficios empresariales desde los años sesenta y episodios de agudización y explosión como la del 2008, que fueron combatidas por la oligarquía neoliberal con pactos con la izquierda en lo sindical y político, ejemplo: el Pacto de Toledo de la reforma de la Seguridad Social y las pensiones del 2011. Es decir, que hasta el 2014, hubo plena gobernabilidad bajo las políticas neoliberales y los pactos con la izquierda obrera política y sindical. Segundo; el desequilibrio que impide la gobernabilidad, no pudo venir solo de la crisis económica porque lo estaban haciendo con toda tranquilidad social y política hasta por lo menos diciembre del 2011, momento que el presidente del gobierno José L. Rguez Zapatero, inicia una nueva era de recortes, austeridad y privatizaciones, que provoca las mayores movilizaciones sociales al margen de las organizaciones sindicales y políticas obreras históricas. Tercero; entonces la base que les desestabiliza está en la crisis económica y las políticas austericidas implementadas, que crean las condiciones de una movilización y una alternativa política, que imposibilita la gobernabilidad que garantizaba la izquierda revisionista y neoliberal, siendo el nuevo reformismo de izquierda con la ruptura del bipartidismo neoliberal progresista y de derechas en las europeas del 2014, la que desestabiliza el sistema bipartidista de gobierno de la oligarquía española, definiendo así el nuevo campo popular.

Por eso no extraña que a partir del 2014 y especialmente desde la victoria del nuevo reformismo de izquierda en las elecciones municipales y autonómicas del 2015 en Barcelona, Madrid o La Coruña, la oligarquía neoliberal palideciera ante la posibilidad de la pérdida del poder en Cataluña y España, e iniciaran un proceso de confrontación por el derecho a decidir la independencia de Cataluña, dirigida desde el poder mediático apoyado en la extrema derecha de la alta judicatura, mediante la declaración unilateral de independencia y la aplicación del artículo 155, como medio de retroalimentación nacionalista mutua y como táctica para romper al nuevo reformismo de izquierda e impedir su victoria en las autonómicas de Cataluña, cosa que lograron gracias a la colaboración del trotskismo y los nacionalismos internos en Podemos, IU y confluencias, ocultando la estrategia nacional de Pablo Iglesias de debatir sobre la crisis, del encausamiento por el 3% del nacionalismo catalán y de la cúpula del PSOE neoliberal por el ERE andaluz, de la declaración judicial de que el PP de Rajoy y Aznar, es un partido organizado para delinquir o de la privatización de los sectores públicos. Rompieron Podemos con el apoyo de un infantilismo de izquierda perdido entre mensajes identitarios de nacionalismos y géneros, perdiendo así el apoyo del pueblo al no confrontar contra la crisis y la austeridad, principales problemas de la clase trabajadora.

Ante esta situación de confrontación interesada entre oligarquías, que incluye la teoría globalista de la ruptura de España antes que gobernada por la izquierda, defender a las burguesías vasca y catalana, que gobiernan las comunidades más ricas gracias al fraudulento sistema electoral y a los pactos con la derecha y el progresismo neoliberal a cambio de inversiones, impuestos y la hacienda pública, diciendo que juegan un papel leal y legítimo en las aspiraciones de sus pueblos, es reírse de la clase obrera en su mayoría emigrante de sentimiento español. Y apoyar el independentismo de estas burguesías y no sólo el derecho, es asumir las ideas de las clases medias aburguesadas que desean apropiarse en beneficio exclusivo, de las propiedades y bienes públicos acumulados bajo la brutal explotación franquista financiado por esas burguesías, las mismas que de la actual exquilmación de lo público de estos cuarenta años de neoliberalismo. Estrategia nacionalista y beneficio económico por el lugar geoestratégico que ocupan en los arcos de desarrollo industrial, comercial y financiero europeo y canto mediático de las clases medias aburguesadas, en boca de partidos que niegan la lucha de clases por su dogmatismo fracturando a la clase obrera y al pueblo.

El gobierno socialdemócrata ya lo vimos participando de la rapiña de las propiedades públicas con la derecha retrograda del PP y nacionalismos, que conformaron el bipartidismo que gobernó los otros cuarenta años de transición, al sistema neoliberal de desregulación social, laboral y falta de libertades para la integración en Europa. Pero para gobernar ahora eligieron a la izquierda y para intervenir en las instituciones en España, obliga al imperativo legal de acatamiento constitucional y a la estabilidad presupuestaria, donde solo cabe anularla con una nueva mayoría o superarlas con la movilización de las masas y no cabe duda, de que Podemos y la mayoría de los dirigentes que provienen de los distintos destacamentos marxistas, son conscientes de ello y mucho más, viendo la desestabilización de gobiernos creada estos años. Decir ante esto, que el nuevo reformismo de izquierda acepta el neoliberalismo, cuando todos los acuerdos entre Unidas Podemos y el PSOE hasta ahora, han roto las políticas austiricidas apoyándose en la movilización de pensionista, es sencillamente asombroso. Aunque el nuevo reformismo siga formalmente sin declararse de izquierda, habrá que juzgarlo por los hechos y no por los dogmas heredados de un marxismo occidental dogmático, mecanicista y prejuicioso, al que mayoría, en vez de autocrítica por el nulo papel jugado desde los años sesenta en occidente, cada vez lo endiosa más convirtiéndolo en un recetario de respuestas para todo sin necesidad de ir a los hechos, negando con dogmas a los clásicos del marxismo que dicen adorar, al materialismo histórico y dialéctico que desprecian y a la lucha de clases que niegan, siendo principio fundamental en el análisis marxista.

Los distintos destacamentos marxistas leninistas en su mantenimiento, solo tienen dos opciones; o desarrollan una linea política de unidad y organicidad de la clase obrera que la independice del resto de clases sociales, de unidad del pueblo desorganizado, despolitizado y sin empoderar, para elevarlo en unidad y crítica junto con las organizaciones políticas y sociales que lo representan y a la unidad comunista, desde una propuesta de trabajo orgánico como tendencia organizada dentro del nuevo reformismo de izquierdas, en la línea de Lenin con los socialdemócratas o en paralelo desde afuera, situando políticas de unidad popular al reformismo de izquierdas, como instrumento de poder del pueblo para la ruptura del estado burgués y con un programa que responda a los intereses generales de la clase trabajadora, clase mayoritariamente constituida durante el siglo pasado bajo la explotación y represión del franquismo, que tenga la alternativa de España como estado republicano y patria de la clase trabajadora. Esto o la salida trotskista reaccionaria del KKE griego, convertido en un títere de circo que hace el juego político a la oligarquía neoliberal griega.

Alonso Gallardo de los círculos comunistas de Unidas Podemos enero del 2020