lunes, 20 de octubre de 2025

Washington no debería sorprenderse por el "ojo por ojo" de China: Editorial del Global Times



Articulo publicado por: "GLOBAL TIMES NOTICIAS"

Por Global Times: ¿Qué ha sucedido exactamente entre China y EE. UU.? ¿Por qué la fricción comercial, antes calmada, se ha "reavivado en una nueva batalla"? ¿Hasta dónde llegarán ambas partes en esta creciente confrontación "ojo por ojo"? Estas son las preguntas que han acaparado la atención mundial en los últimos días. Desde la nueva ronda de conversaciones en Madrid, Washington ha implementado una serie de nuevas restricciones contra China, utilizando amenazas arancelarias y diversos controles para intentar presionarla. Tras la firme respuesta de China, EE. UU. se apresuró a "apagar el fuego". Este comportamiento inestable expone una vez más la arbitrariedad y la miopía de su política comercial, demostrando que Washington aún no ha aprendido la lección ni ha comprendido la forma correcta de gestionar las relaciones con China.

El repentino cambio en el clima comercial sorprendió a muchos, pero no es sorprendente. El detonante directo de esta ronda de tensión fue el incumplimiento de las promesas por parte de Washington, un patrón demasiado familiar. El South China Morning Post señaló en un editorial que la última escalada de tensión entre China y Estados Unidos es comparable a la guerra arancelaria iniciada por Washington a principios de este año, calificándola de "otra ronda de medidas de ojo por ojo provocadas por las nuevas restricciones tecnológicas estadounidenses". El artículo advertía que, si bien los aranceles podrían no aumentar tanto como antes, "el verdadero daño es que Pekín percibirá a Washington como menos confiable y le resultará más difícil confiar en sus promesas". CNN también describió esta renovada confrontación como un "déjà vu", recordando cómo, apenas meses después de que ambas partes alcanzaran un consenso en Ginebra en junio, Estados Unidos lanzó repentinamente una serie de medidas "explosivas" que volvieron a desplomar las relaciones.

Recientemente, Washington ha enviado una serie de señales contradictorias: por un lado, advierte que China será la más perjudicada si se niega a ceder, mientras que por otro insinúa que espera cooperar con China, dependiendo en gran medida de "lo que hagan los chinos". Parece que, para algunos políticos estadounidenses, la "cooperación" significa que Washington se beneficia de la comida gratis, mientras que China no solo paga la comida, sino que también cede a lo que Washington exige y limpia el desastre después. La sorpresa, la irritación e incluso la ira de algunos políticos estadounidenses ante las contramedidas legítimas y razonables de China se deben al desmoronamiento de esta ilusión, una ilusión destrozada por la realidad de que China ahora trata a Estados Unidos en un plano cada vez más igualitario.

Washington ha sobreestimado la influencia de sus propias herramientas, mientras que ha subestimado la capacidad de contraataque de China y su compostura estratégica. Este error de juicio se ha traducido directamente en una dura dosis de realidad. Después de que Estados Unidos amenazara una vez más con aumentar drásticamente los aranceles a China, los mercados bursátiles y cambiarios estadounidenses se desplomaron en respuesta, provocando el pánico en los mercados globales y ensombreciendo la economía mundial. Las acciones imprudentes de Estados Unidos en materia de transporte marítimo, control de exportaciones y otras áreas no solo han perjudicado gravemente los derechos e intereses legítimos de China, sino que también han perturbado gravemente el comercio internacional y el orden marítimo, socavando gravemente la seguridad y la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales. La respuesta de China, basada en el ojo por ojo, no solo defiende sus propios intereses legítimos, sino también la equidad y la justicia internacionales.

Desde principios de este año, todos los intentos de Estados Unidos de coaccionar a China han fracasado. La intimidación unilateral provocará las firmes contramedidas de China. Este intercambio ha adquirido una lógica clara: quien lance una represión irrazonable deberá asumir las consecuencias correspondientes. Como lo expresó el South China Morning Post, las idas y venidas de Trump y sus tácticas habituales no funcionan con China, y la postura de Pekín sigue siendo la misma: cualquier negociación debe basarse en el respeto mutuo y la confianza mutua. Ciertamente esperamos que Washington tome la iniciativa para corregir sus errores a tiempo, pero si continúa ejerciendo una presión extrema, inventando narrativas falsas y faltando a su palabra, solo se encontrará con el mismo muro de resistencia y el sufrimiento que conlleva. Washington debería tener una clara expectativa de comportamiento al respecto.

En los últimos cinco meses, los equipos económico y comercial de China y Estados Unidos han celebrado cuatro rondas de conversaciones, alcanzado importantes consensos, estabilizado las relaciones comerciales bilaterales y aportado estabilidad a los mercados globales. Este proceso ha demostrado plenamente que China y Estados Unidos pueden encontrar maneras de resolver los problemas sobre la base del respeto mutuo y la consulta en igualdad de condiciones.

Al revisar las lecciones de los últimos meses, Washington debería reconocer los siguientes puntos: Primero, Estados Unidos debe respetar el legítimo derecho de China al desarrollo, que naturalmente incluye la modernización industrial y el progreso tecnológico. Segundo, el avance de China no necesariamente se produce a expensas de los intereses estadounidenses. Si bien existe competencia en ciertas áreas, el espacio para la cooperación —el "pastel" compartido— es mucho mayor. Tercero, China y Estados Unidos ciertamente pueden negociar sobre asuntos de interés mutuo, pero el resultado debe ser mutuamente beneficioso. No existe una solución donde "EE. UU. gana todo, China pierde todo". Cuarto, China nunca cederá ante la presión ni el chantaje. El "gran garrote" en manos de Washington no es más que un tigre de papel para el pueblo chino.

China ha enfatizado repetidamente que en las guerras arancelarias y comerciales no hay ganadores. La igualdad, el respeto y la reciprocidad son las únicas vías viables para gestionar adecuadamente las diferencias. China no busca la confrontación, pero nunca se quedará de brazos cruzados mientras sus derechos e intereses legítimos se ven perjudicados o mientras las normas del comercio internacional y el sistema multilateral de comercio se ven socavados. Cuanto antes retome Washington el enfoque correcto en el manejo de las relaciones con China, antes podrán reactivarse los vínculos económicos y comerciales entre China y Estados Unidos.