
Amankay Riquelme, del PC (AP)
Mar 5, 2025
El 23 de febrero de 2025 se celebraron las 21.ª elecciones al Bundestag en Alemania, con una participación electoral particularmente elevada (83 %). Desde 1998 no se había registrado una participación electoral tan alta.
La campaña contra la BSW
Para quienes defienden la paz, se oponen a las guerras imperialistas y al imperialismo, prácticamente no hubo una opción real. La opción más cercana a estas posturas fue la BSW de Sahra Wagenknecht, que fue objeto de una intensa y malintencionada campaña mediática en su contra. La sucia estrategia mediática consistió en equiparar las posiciones de ese partido con las del fascismo. La campaña surtió efecto. Hubo una notoria fuga de votos de la BSW a la Linke, que era un partido que en verdad había casi desaparecido y que fue, esta vez, elevado mediáticamente a los altares. Este partido es otanista, ha votado dos veces a favor de las intervenciones militares de la Bundeswehr en el extranjero (Sudán y Afganistán) en el Parlamento y es absolutamente anti socialista y anti comunista.
La Linke se alineó con el gobierno anterior en lo que respecta a las políticas belicistas que Alemania ha llevado a cabo en Ucrania. Pero, de repente, en esta campaña electoral, se acordó de que existe algo como el fascismo y adoptó hipócritamente un encendido discurso «antifascista» contra la AfD, mientras que apoya el banderismo en Ucrania. Luego de haber olvidado durante muchos años que también en Alemania existen problemas sociales, en estas elecciones se acordó de ellos.
Estos eran los temas centrales de la BSW. Durante la campaña electoral, los medios de comunicación estatales y privados hablaron notoriamente del discurso «social» de Die Linke pero silenciaron completamente la propuesta social de la BSW. Die Linke prácticamente plagió los planteamientos sociales de la BSW, menos en lo que respecta a la migración controlada y Palestina. La BSW postulaba la necesidad de controlar la migración, pero no desde una visión racista como la de la CDU y la AfD, sino como una política de Estado: Que el Estado sea capaz de estudiar cuánta migración se puede aceptar, de evaluar sus capacidades de recepción, de aplicar medidas de integración laboral, de estudiar si existen antecedentes penales o si se el migrante perteneció a grupos fundamentalistas o terroristas (como es el caso de muchos sirios que lucharon contra el gobierno de Bashar Al-Assad en Siria y llegaron a Alemania, muchos de ellos habiendo cometido horribles crímenes en ese país). Por defender estas posturas, fue atacada con vehemencia en los medios de comunicación y su discurso se equiparó con el de la AfD, un partido con fundamentos fascistas. La campaña fue efectiva. Se produjo una fuga considerable de votos de la BSW a Die Linke. Die Linke entró en el parlamento con más del 8 % de los votos, mientras que la BSW no logró superar el umbral del 5 % (obtuvo un 4,972 %) y quedó fuera por apenas un 0,028 %. Con esto, la única opción que defendía un posicionamiento pacifista, a favor de las conversaciones con Rusia, que se había pronunciado a favor de los palestinos y que postulaba un buen programa social honestamente, quedó fuera del parlamento.
El voto por la guerra
Si bien hubo una alta dispersión de votos entre los partidos, cuando se trató de optar entre la paz y la guerra, más del 60 % de los votantes se posicionaron a favor de los partidos belicistas. Así, en la actualidad, el Parlamento alemán está compuesto en gran medida por partidos belicistas, a la cabeza de los cuales se encuentra un partido de extrema derecha, la CDU, que ganó las elecciones parlamentarias (con un 25,5 %).
No hemos tenido en cuenta los votos a Die Linke porque quienes votan por ese partido creen que sigue siendo pacifista y desconocen cómo ha votado en el parlamento. Y, desde luego, no incluimos a la BSW. Consideramos belicistas a la CDU/CSU, de extrema derecha; a la SPD; a los Verdes, que también son de extrema derecha; y a la FDP. El siguiente canciller, Friedrich Merz, es un fascista y un belicista que superará en belicismo al gobierno saliente.
En este sentido, el pueblo alemán votó a favor de la guerra.
Tampoco hemos tenido en cuenta la votación a la AfD, que la duplicó en estas elecciones con respecto a la anterior (en estas elecciones obtuvo el 20,6 % de los votos) y fue la segunda fuerza más votada después de la CDU, porque recibe un apoyo significativo de los que se oponen a la OTAN y a la UE. Esto se debe a que, en sus inicios, la AfD se pronunciaba contra ambas estructuras y estaba a favor de relaciones diplomáticas y económicas con Rusia. Sin embargo, la salida de Alemania de la OTAN y de la UE ya no son postulados por la AfD. Sin embargo, sigue postulando relaciones diplomáticas y económicas con Rusia. Uno de los militantes más derechistas de la AfD pronunció un discurso que puede calificarse de excelente, si se abstrae de todo lo demás. Cuestionó al gobierno saliente recordándole el monumento en Berlín de uno de los tanques soviéticos y le recomendó ir a verlo, pues parece que no habrían aprendido la lección histórica: ya una vez entraron tanques rusos en territorio alemán. Y preguntó al gobierno si querían que eso volviera a ocurrir.
Ese discurso ha conectado con un sector de Alemania, particularmente con la Alemania oriental, es decir, con la que alguna vez constituyó la RDA. En la Alemania oriental, la AfD arrasó. La AfD ganó allí en todas las regiones, sin excepción (sin tener en cuenta Berlín, el enclave occidental en esa zona).
Por tanto, constituye hoy el gobierno de Alemania Oriental. La población de dicha región tiene sentimientos profundamente anti OTAN y no está de acuerdo con el cercamiento militar de Rusia por parte de este organismo.
Ahora va a gobernar en Alemania Oriental y habrá que ver cómo lo hace.
La AfD no es nada inocente y es peligrosa. Postula un 5 % del PIB para gasto militar, lo que equivale a más o menos el 44 % del presupuesto nacional de Alemania. Este partido afirma que Hitler era de izquierdas porque habría estatizado empresas. La verdad es que Hitler no estatizó empresas, pero sí privatizó muchas. Este partido es profundamente sionista y apoya incondicionalmente a Israel. Se oponen a la redistribución de la renta, buscan la destrucción de los restos del Estado social y están a favor de entregar todo el poder económico a manos de los grandes monopolios nacionales (y extranjeros).
La falta de valentía de la BSW
La BSW no tuvo el valor de posicionarse contra la OTAN ni de afirmar la salida de Alemania de ella (anteriormente, su líder, Sahra Wagenknecht, postulaba esto, pero hace unos dos años abandonó esta idea y la sustituyó por la propuesta de que había que regresar a los principios originales de la OTAN «defensivos»). Tampoco se posicionó a favor de la amistad con Rusia (y China). Hasta el final de la campaña, Sahra Wagenknecht habló de la «criminal guerra de agresión rusa», del «Señor Putin en que no se puede confiar, aunque igual hay que conversar con él». Y en esto radica, a nuestro entender, el fracaso principal de la BSW.
Si la BSW hubiera tenido el valor de asumir una clara posición anti OTAN y de amistad con Rusia, habría sido su punto distintivo exclusivo, un aspecto que ningún otro partido, ni siquiera Die Linke, podría haberle «plagiado». En este sentido, el fracaso de la BSW es también en gran medida responsabilidad suya. El resultado de la falta de valentía fue que la BSW quedó con un mero discurso social, que Die Linke se apropió casi por completo, y el tema de la «migración» resultó ser la única distinción real entre ambos partidos. Y, en último lugar, quienes pueden explotar mejor el tema de la «migración» siempre será la derecha, porque le añade el factor «odio cultural y racial».
El lado bueno
Al menos se puede decir que si algo más del 60 % de la población alemana votó conscientemente por la guerra, un algo menos del 40 % no lo hizo.