viernes, 21 de febrero de 2025

796 muertes en accidentes de trabajo en 2024, 30.000 en los últimos 30 años


No son muertes, la mayoría de ellos son asesinatos laborales y claro que hay que mejorar las inspecciones de trabajo, pero lo fundamental es la construcción de sindicatos en los centros de trabajo y sectores, porque en una sociedad de clases y dirigiendo el capital el Estado solo nos queda la denuncia, la movilización y la ocupación de los centros de trabajo y la calle y esto, el infantilismo izquierdista liberal y el posmarxista posmoderno difícil que lo puedan ver, cuando su forma de pensar es ahistórico al negar la lucha de clases como motor del desarrollo social. 

Postrado ante la individualidad de cada uno, lo particularizan separando al ser social que somos como clase obrera de todo sentido colectivo e histórico, centrándose en aquello que empíricamente excluya al estado burgués y mediáticamente el capital les da cancha, como es con la violencia machista centrada en la culpabilidad de quien ignorantemente la comete, enfrentando al hombre y a la mujer y no a las causas que lo provocan; desde la educación supremacista y machista de muchas de las enseñanzas a la explotación laboral sin control o de la marginación y exclusión social a la mentalidad de fracaso al ser incapaz de levantar su familia. Todo ello es responsabilidad del Estado capitalista que lo provoca, al situar constitucionalmente prioritario el derecho a la propiedad privada de los medios de producción y al beneficio que produzca mediante la expropiación del valor que produce la clase obrera, antes que el derecho al trabajo y a un estado de bienestar social que cubra lo fundamental de las necesidades humanas.

A diferencia de la violencia machista, que es transformar la base económica y social del Estado para acabar con ella, situando al ser humano en primer plano por encima de la propiedad de los medios de producción, el problema del asesinato laboral es un problema básico de formación del trabajador y de cumplimiento de las ordenanzas laborales por parte del empresario, que si bien la inspección de trabajo tiene todos los medios para imponerlos, faltan los sindicatos de clase para denunciar al empresario y obligarlos mediante la demanda a inspección y la pelea en la calle, a cumplir su obligación con las normas laborales de seguridad, convenios o jornadas de trabajo. Pero como aquí se denuncia al capital y a la sacrosanta propiedad privada de los medios de producción por el capital, mediáticamente se oculta y el izquierdista infantil al no ser mediático ni se entera ni interesa y al posmarxista posmoderno, como no casa mucho con la rusofobia y Putin, no interesa. Nota de Alonso Gallardo          


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 amasan, fortunas

Hoy hemos conocido los datos adelantados de accidentes laborales en 2024, que ponen cifras a una realidad de la que la clase trabajadora somos, por desgracia, muy conscientes: en 2024 se produjeron al menos 796 accidentes laborales mortales, un 10,4% más que en el avance de datos del año anterior.

Más de 2 muertes en accidente laboral al día, y más de 15 muertes a la semana. Cada 12 horas, ha muerto un trabajador o trabajadora. Estas cifras equivalen a 3,9 muertes cada 100.000 personas trabajadoras frente a las 3,6 del año anterior, por lo que aumenta también el índice de incidencia de los accidentes mortales: es decir, no sólo ha habido más muertes en total, sino que también ha habido más accidentes mortales por cada persona trabajando.

Los trabajadores y trabajadoras muertas de este año se suman a los de los años anteriores: en los últimos 30 años, son más de 30.000. En CGT, señalamos que esta sangría tiene culpables. Los accidentes laborales, y más todavía los mortales, no son un acontecimiento fortuito e inevitable, como si se tratase de un fenómeno meteorológico. Son una realidad sobre la que es posible actuar, y que tiene unos responsables directos: el jefe que nos obliga a seguir trabajando a pesar de estar mareados y encontrarnos mal; el que, por ahorrarse algo de dinero, no proporciona el equipo adecuado o mantiene maquinaria en mal estado; la que te insta a ir al trabajo con alerta roja por lluvias; la patronal que los defiende; y los gobiernos y administraciones que les dejan hacer, y en vez de actuar con firmeza para atajar el problema, miran para otro lado al tiempo que proclaman su consternación.

Desde CGT nos negamos a aceptar con resignación estas cifras de accidentes, y exigimos medidas inmediatas que las hagan disminuir. Y no basta con nuevas leyes y medidas, porque sabemos que las propias empresas las ignoran sistemáticamente. Es necesario también más control de las inspecciones de trabajo sobre las empresas, una mayor dotación de efectivos que se traduzca en más rapidez y efectividad de sus actuaciones, una mayor independencia de este organismo y unas sanciones más contundentes contra las empresas infractoras. Pero, sobre todo, es necesario desplegar un mayor control de los trabajadores y trabajadoras sobre la empresa, aumentando la fuerza sindical, que es la única forma de imponer mejoras y garantizar que se cumplen todas las medidas de seguridad. Porque en última instancia, los accidentes responden a una lógica, la del capitalismo, para la que los trabajadores y trabajadoras son mera fuerza de trabajo a disposición de las empresas, a las que sólo les importa aumentar la rentabilidad, y sin alguien que se lo impida, van a seguir primando sus beneficios sobre nuestras vidas. Porque no somos números, porque con nuestra salud y con nuestra vida no se juega.

Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT