lunes, 6 de enero de 2025

Francia: URC. Resolución sobre la situación internacional

                               


26 de diciembre de 2024


Los días 1, 2 y 3 del pasado mes de noviembre tuvo lugar en París la “Conferencia-Congreso” de fusión entre dos organizaciones comunistas francesas, ANC y RC, que han formado la URC (Unión para la Reconstrucción Comunista). Hojas de Debate reproduce aquí, en versión traducida, su “Resolución sobre la situación internacional”.

SOCIALISMO O BARBARIE  

La crisis general del sistema capitalista mundial ha alcanzado tal nivel que incluso las clases dominantes se ven obligadas a reconocer su magnitud y gravedad. El Foro Económico Mundial, más conocido como Foro de Davos, explica la situación de la siguiente manera en su informe “Riesgo Global” publicado en enero de 2023:

“Al comenzar 2023, el mundo enfrenta una serie de riesgos que parecen completamente nuevos y extrañamente familiares. Hemos visto el regreso de los “viejos” riesgos -inflación, crisis del coste de la vida, guerras comerciales, salidas de capital de los mercados emergentes, malestar social generalizado, enfrentamientos geopolíticos y el espectro de una guerra nuclear- que pocos dirigentes empresariales y decisores públicos de esta generación han conocido. Estos fenómenos se ven amplificados por acontecimientos relativamente nuevos en el panorama mundial de los riesgos, especialmente niveles de deuda insostenibles, una nueva era de bajo crecimiento, baja inversión global y desglobalización, un declive del desarrollo humano después de décadas de progreso, el desarrollo rápido y sin restricciones de tecnologías de doble uso (civil y militar), y la creciente presión de los impactos del cambio climático y de la ambición de contenerlo en una ventana de transición cada vez más estrecha hacia un mundo en que el aumento de la temperatura no supere 1,5°C. Todos estos elementos están convergiendo para dar forma a una década única, incierta y turbulenta por delante  [1]  ”.

Recordemos que este foro reúne a cerca de 3.000 dirigentes de multinacionales, grandes bancos, líderes políticos de los principales países imperialistas y los ideólogos a su servicio. Estos representantes del capital financiero internacional reconocen la crisis general y multifacética del capitalismo (económica de sobreacumulación y sobreproducción, financiera, política, ecológica, alimentaria, energética, etc.) llamándola “policrisis”. Entre los “riesgos” anunciados para la próxima década encontramos: “la crisis del coste de la vida”; “el colapso del ecosistema”; “la confrontación geoeconómica”; “la erosión de la cohesión social y la polarización social”; “la migración involuntaria a gran escala”; etc.

Este reconocimiento por parte del capital financiero de la situación en la que el capitalismo decadente ha sumido a nuestra humanidad va acompañada, claro está, de explicaciones falsas (crisis del COVID, efectos de la guerra en Ucrania de la que se responsabiliza a Rusia, incumplimiento de las reglas de competencia “leal” por parte de China, etc.] destinadas a enmascarar las causas reales del peligro, es decir, el propio capitalismo en su etapa superior. El carácter insostenible de este sistema económico basado únicamente en la búsqueda del máximo beneficio es la verdadera causa de la crisis actual. El carácter social de la producción -la humanidad nunca ha tenido tantas capacidades de producción- choca frontalmente con el carácter privado de la apropiación, es decir, la propiedad privada de los medios de producción -nunca la clase dominante ha sido tan reducida numéricamente y tan rica.

Una de las principales consecuencias de esta crisis general mencionada por el Foro de Davos lleva por encabezamiento “la agitación social generalizada”, es decir, de hecho, la lucha de clases a escala internacional. Como preparación para esta “agitación social generalizada”, el Foro de Davos hace sonar la alarma dirigiéndose a los representantes de los distintos imperialismos. La supervivencia de su sistema y sus ganancias requiere un ataque generalizado a los derechos de las clases explotadas y de las naciones oprimidas, una feroz represión de la “agitación social generalizada”, una fascistización general y, cuando y donde sea necesario, el recurso al fascismo, es decir, como decía Dimitrov, la “dictadura abiertamente terrorista”, la multiplicación de las guerras, etc. Más que nunca, la alternativa que enfrenta la humanidad se resume en la fórmula de Engels y Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.

Para la URC, la solución definitiva a la crisis general del capitalismo es la abolición total de sus relaciones de producción y la socialización de los medios de producción: esto tiene un nombre, el de comunismo. Más que nunca, el comunismo es el único futuro viable para la humanidad. Como ya subrayaba el manifiesto del segundo congreso de la Internacional Comunista en 1920: “Hay que matar al imperialismo para que el género humano pueda seguir existiendo”  [2] .

Esta conciencia de una perspectiva socialista no se opone a que tengamos en cuenta las cuestiones inmediatas y, en particular, el inexorable aumento de las guerras y las múltiples injerencias. Estas cuestiones inmediatas requieren sin demora un proceso de alianza con todos aquellos que se oponen concretamente a la barbarie imperialista y las políticas reaccionarias, las guerras y las injerencias que provoca para maximizar las ganancias del capital financiero. El frente antiimperialista que necesitamos frente al sistema imperialista requiere una convergencia entre los proletarios de los países imperialistas, por un lado, los pueblos y países sometidos a diferentes formas de neocolonialismo, por el otro, y los países que han sobrevivido del campo socialista como tercer componente.

De manera aún más amplia, debemos reunir en un solo movimiento general a todos aquellos que luchan contra el cuestionamiento de las conquistas sociales y los derechos democráticos arrancados por las luchas de las generaciones pasadas. De hecho, tales conquistas y derechos son cuestionados por el mismo sistema imperialista que provoca guerras, balcaniza países, suscita “revoluciones de color”, viola las soberanías nacionales, saquea los recursos de los Estados, etc. Los poderosos ataques ideológicos y políticos llevados a cabo por el imperialismo que se autoproclama “el mundo libre” contra los partidos comunistas que estaban a la ofensiva en Europa, después de la Segunda Guerra Mundial, contribuyeron a un reflujo revolucionario en muchos de ellos y a su progresiva social-democratización.

Mantener el rumbo de la perspectiva socialista construyendo el partido comunista que necesitamos, por un lado, y construir, por otro, un frente antiimperialista que reúna a todos aquellos interesados ​​en oponerse al hegemonismo imperialista dominante: tales son las dos tareas que están a la orden del día.

UNA NUEVA SECUENCIA HISTÓRICA

La actual situación mundial forma parte de una historia cuya última secuencia se inauguró con el cataclismo que supuso la destrucción de la URSS y del campo socialista, y con él del conjunto de los equilibrios resultantes de la Segunda Guerra Mundial. La contrarrevolución global podría desarrollarse momentáneamente sin obstáculos ni límites y asaltaría todas las conquistas sociales de la clase obrera, por un lado, y las conquistas nacionales arrancadas por las luchas de liberación nacional de los años 1950 a 1990, por otro. Los ideólogos del imperialismo empezaron a hablar del “fin de la historia”, las guerras (directas o enmascaradas bajo la forma de “guerras civiles”) se multiplicaron en un intento de disciplinar a todas las naciones recalcitrantes (Granada, Nicaragua, Panamá, Yugoslavia, Afganistán, Irak, Somalia, Libia, Siria, etc.), proliferaron revoluciones de colores con los mismos objetivos, etc.
Al mismo tiempo, esta ofensiva reaccionaria se ha incrementado en los últimos 10 años utilizando medios tradicionales como la prensa, el cine, la radio y la televisión.

Las redes sociales, las plataformas digitales y los videojuegos se han sumado a los medios tradicionales. Las estrategias de comunicación orquestadas por la burguesía y los canales de información continua, a base de fake news, al perfilar los mensajes a destilar hacia la opinión pública, han colocado a la ideología comunista en su blanco.

Desde hace 30 años, los medios de comunicación franceses y europeos transmiten informaciones deformadas sobre los países de la ex URSS, Cuba, Venezuela, Bolivia o Nicaragua, calificándolos de dictaduras o regímenes autoritarios, cuestionando los resultados expresados ​​durante las distintas elecciones (Nicaragua 2021, Venezuela 2024) y referendos (territorios de Crimea 2014-2022, Donbass 2014-2022, Kherson 2022, Zaporiyia 2022, Moldavia 2024), deslegitimando los sistemas electorales, ocultando toda muestra de funcionamiento y pluralismo. Lo mismo ocurre con la cuestión de la soberanía china en Hong Kong y Taiwán o la Alianza de Estados del Sahel.

Durante más de tres décadas las clases trabajadoras de los países imperialistas y los pueblos de los países dominados por estos últimos han sufrido una serie ininterrumpida de derrotas frente a esta contrarrevolución que la ideología dominante llamó “globalización”. En ausencia de un movimiento revolucionario organizado, por un lado, y en presencia de una ofensiva ideológica sin precedentes destinada a desdibujar todos los puntos de referencia de la lucha de clases y de las luchas de liberación nacional, por el otro, las condiciones para una respuesta popular tardaron más de treinta años en darse. Desde las dinámicas antiliberales, antiimperialistas, nacional-patrióticas en América Latina (Venezuela, Bolivia, Nicaragua, ALBA, etc.) hasta los recientes golpes patrióticos en África Occidental, pasando por la ofensiva de la resistencia palestina del 7 de octubre, inédita desde 1948; del No al Tratado Constitucional Europeo en el referéndum de 2005 en Francia, y después el movimiento de los Chalecos Amarillos, al producido contra la reforma de las pensiones, pasando por la revuelta de los vecinos de los barrios populares; de la creación de los BRICS a su ampliación, pasando por su decisión de orientarse hacia un proceso de desdolarización, etc., los caminos de la respuesta popular continúan multiplicándose en la dirección de un salto cualitativo.

Al período de retroceso que siguió a la destrucción de la URSS le sigue ahora una secuencia marcada por la contradicción antagónica entre el sistema imperialista mundial bajo la hegemonía estadounidense y un mundo multipolar que se afirma cada vez más claramente. Esta contradicción antagónica no es otra cosa que la forma contemporánea de la consigna formulada por Lenin a principios del siglo pasado: “Proletarios de todos los países, pueblos oprimidos, uníos” [3] .
Este despertar progresivo de las clases trabajadoras y de los pueblos y naciones oprimidos se está produciendo lo mejor que puede en ausencia de un movimiento comunista internacional unido y poderoso. Por lo tanto, es vano esperar que sea homogéneo, dotado de un programa político impecable, libre de contradicciones, etc. Como ya dijo Lenin criticando esta actitud idealista purista:

“Creer que la revolución social es concebible sin insurrecciones de las pequeñas naciones en las colonias y en Europa, sin explosiones revolucionarias de una parte de la pequeña burguesía con todos sus prejuicios, sin movimiento de las masas proletarias y semiproletarias políticamente inconscientes contra el yugo señorial, clerical, monárquico, nacional, etc., es repudiar la revolución social. ¡Es imaginar que un ejército tomará posición en un lugar determinado y dirá “Estamos por el socialismo”, y que otro, en otro lugar, dirá “Estamos por el imperialismo”, y que esa será entonces la revolución social! Sólo partiendo de este punto de vista pedante y ridículo podría calificarse insultantemente de “golpe de estado” a la insurrección irlandesa. Cualquiera que espere una revolución social “pura” nunca vivirá lo suficiente para verla. Sólo es un revolucionario de palabra que no entiende nada de lo que es una verdadera revolución”. [4]

Algunos hechos han jalonado este proceso de evolución cuantitativa: la creación de los BRICS en 2011, la intervención rusa en Siria en 2015 frenando el objetivo imperialista de balcanización de esta nación [5] , la intervención militar rusa en Ucrania en 2022 que rompe los intentos de cerco total de Rusia, preludio de su balcanización en microestados.

LA CORRELACIÓN DE FUERZAS DE CLASE A ESCALA INTERNACIONAL

La actual situación internacional se caracteriza por un equilibrio inestable entre las fuerzas de la revolución y las fuerzas de la contrarrevolución. Por supuesto, el capital financiero internacional no ha renunciado a su dominio total del mundo a pesar de los retrocesos a los que se ha visto obligado. Más grave aún es que, acuciado por una tendencia a la baja de su tasa de beneficio, sólo puede esperar aumentarla retomando la conquista militar de las posiciones perdidas a nivel internacional, captando todas las fuentes de plusvalía en cada país imperialista, es decir destruyendo todas las conquistas sociales logradas por las luchas, socavando las bases más importantes de la posible contraofensiva, esto es, los pueblos, los Estados resistentes, Rusia y China. Esta lógica conduce inevitablemente a nuevas guerras y a un empobrecimiento masivo tanto en los centros imperialistas como en sus periferias, y a una creciente fascistización (en diversos grados dependiendo de los centros imperialistas) para sofocar lo que los multimillonarios de Davos llaman “agitación social generalizada” y que nosotros preferimos designar como la inevitable exacerbación de la lucha de clases.

Las fuerzas de la revolución, por su parte, no constituyen un bloque homogéneo unido por una ideología común y un proyecto social compartido. Lo que tienen en común, y no es en absoluto despreciable, es la unidad de intereses frente al sistema imperialista global y al hegemonismo estadounidense que lo encabeza. La debilidad del movimiento comunista internacional tras la catástrofe provocada por la desaparición de la URSS no le permite, por el momento, pesar en las luchas de las clases populares y las luchas por la liberación nacional. Para la mayoría de estas resistencias, la lógica fue inicialmente defensiva antes de adoptar una orientación más ofensiva. Fue el cerco de Rusia por parte de la OTAN, un preludio de su balcanización, lo que la llevó a lanzar una guerra justa de defensa nacional en Ucrania. Es la necesidad de defenderse contra las estrategias imperialistas occidentales lo que llevó a Irán a reconectarse con Arabia Saudí y a estos dos países a unirse a los BRICS. Es el cerco sistemático de la China popular comunista por una multitud de bases militares lo que la lleva a ser una fuerza motriz en la transición hacia una estrategia antihegemónica ofensiva (ampliación de los BRICS, pago de los intercambios comerciales en monedas distintas del dólar, dinámica de creación de una moneda alternativa común, etc.).

Es a la luz de este equilibrio global inestable de fuerzas y en el contexto de un movimiento comunista globalmente debilitado y disperso que debemos asumir nuestras responsabilidades comunistas en el plano internacional.

La primera de ellas es alejarse de la fraseología supuestamente revolucionaria que equipara a agresores y agredidos, defensores del hegemonismo imperialista y resistencia  a éste (incluso si la consideramos inconsistente, parcial o discontinua). Los análisis en términos de “guerra interimperialista” que denuncian desde una lógica de “Ni-Ni” o de equidistancia el imperialismo americano, el “imperialismo ruso”, el “imperialismo chino”, etc., son, en el contexto de la actual correlación de fuerzas en el mundo, un apoyo objetivo al sistema imperialista global. Sin pasar por alto que la caracterización de Rusia y China como “imperialistas” debe abordarse científicamente a partir de datos económicos (composición del capital en estos países y lugar del capital financiero, situación y alcance de la extensión de la propiedad privada de los medios de producción, lugar y papel de los Estados, nivel de monopolización, grado de exportación de capital con respecto a la exportación de bienes, etc.), los análisis en términos de guerra interimperialista vienen a enmascarar la división del mundo actual entre un campo de la paz, diverso y heterogéneo, y un campo de la guerra bajo la dirección de la OTAN; entre el campo de un mundo multilateral basado en el respeto a las soberanías nacionales y el campo del hegemonismo imperialista unilateral.

La segunda responsabilidad comunista es el apoyo claro y abierto a todo lo que debilita el hegemonismo imperialista estadounidense, incluso si este “todo” está atravesado por contradicciones, insuficiencias, compromisos, posiciones parciales erróneas, etc. Como dijimos anteriormente con Lenin: “Cualquiera que espere una revolución social “pura” nunca vivirá lo suficiente para verla. Sólo es un revolucionario de palabra que no entiende nada de lo que es una verdadera revolución”.

La tercera responsabilidad comunista es la batalla por la disolución de la OTAN (y desde luego, la salida inmediata de Francia de esta coalición imperialista) que es en sí misma parte de la lucha más amplia para lograr un “movimiento por la paz” que no se limite a una lógica pacifista abstracta, sino que se base en una lógica antiimperialista. Ninguna paz duradera es viable sin un retroceso y, en última instancia, la destrucción del propio sistema imperialista. Ayer u hoy, no todas las guerras son iguales y hay que distinguir entre guerras justas (de defensa nacional como la que libra Rusia, de liberación nacional como la del pueblo palestino) y guerras injustas (de conquista, de reparto del globo). La OTAN sigue siendo hoy, en última instancia, el principal factor de guerra en el planeta. Es también responsabilidad comunista la batalla para salir de la prisión de los pueblos que es la UE en construcción como una alianza de burguesías monopolistas europeas. Y lo es, finalmente, la batalla contra “nuestro” propio imperialismo francoafricano, en solidaridad con los pueblos oprimidos de África.

LAS CONTRADICCIONES INTERIMPERIALISTAS

El sistema imperialista mundial es y ha sido siempre una alianza entre bandidos dirigida por el más poderoso entre ellos, es decir por aquel que tiene los medios económicos y militares para imponer su hegemonía sobre los demás. Este matrimonio de “conveniencia” desde el punto de vista de las clases dominantes de los países imperialistas no suprime las contradicciones entre ellas. Unidos contra los pueblos, los capitales financieros de cada nación rivalizan por el reparto del pastel. Está claro que los acuerdos provisionales son posibles, pero se cuestionan tan pronto como una potencia imperialista o un bloque de potencias imperialistas se considera lo suficientemente poderoso como para desafiar a la potencia hegemónica anterior. Así, hasta 1945, fue Gran Bretaña la que ocupó la posición de potencia hegemónica antes de ser destronada por Estados Unidos. Este hegemonismo británico se enfrentó constantemente a las veleidades francesas y después a las del fascismo alemán en sus intentos de ocupar esta dirección hegemónica.

Alianza real pero siempre contradictoria, el sistema imperialista global opera según la lógica de que “la desgracia de unos hace la felicidad de otros”. Cada dificultad de un imperialismo es aprovechada por los demás para extender su control sobre las esferas de influencia del aliado imperialista. Esto es lo que está sucediendo hoy, por ejemplo, con Estados Unidos, Italia o Alemania que no dudan en intentar desplegarse sobre la base de las inmensas dificultades que encuentra el imperialismo francés en África.

Es este carácter contradictorio de las coaliciones imperialistas lo que lleva a Lenin a concluir que los Estados Unidos de Europa, bien son imposibles, o bien se concretan en una obra completamente reaccionaria:

“Los Estados Unidos de Europa, bajo un régimen capitalista, serían como un acuerdo para repartirse las colonias. Sin embargo, bajo el régimen capitalista, el reparto no puede tener otra base, ningún otro principio que la fuerza. […] Pero la fuerza cambia con el progreso económico. Después de 1871, Alemania se fortaleció tres o cuatro veces más rápido que Inglaterra y Francia. Japón, diez veces más rápido que Rusia. […] Bajo el capitalismo, el desarrollo igualitario de diferentes economías y diferentes estados es imposible. Los únicos medios posibles para restablecer de vez en cuando el equilibrio comprometido bajo el capitalismo son las crisis en la industria y las guerras en la política. Ciertamente, los acuerdos provisionales son posibles entre capitalistas y entre potencias. En este sentido, los Estados Unidos de Europa también son posibles, como entente de capitalistas europeos… ¿con qué fin? Con el único objetivo de asfixiar entre todos al socialismo en Europa, de proteger conjuntamente las colonias acaparadas…”.  [6]

Nacida como instrumento de lucha anticomunista y antisoviética bajo el impulso del nuevo imperialismo hegemónico al final de la Segunda Guerra Mundial, Europa, desde la “comunidad europea del carbón y el acero” en 1950 hasta la “Unión Europea” en 1992, pasando por la “Comunidad Económica Europea” en 1957, siempre se ha caracterizado, a la vez, por un vínculo de vasallaje respecto a los EE.UU., y una rivalidad por su dirección entre el imperialismo francés y el imperialismo alemán. La anexión de Alemania Oriental, la expansión política y económica de la RFA por el Este sobre los escombros de las democracias populares del campo socialista de Europa, provocaron un cambio en la correlación de fuerzas a favor de Alemania. Las reglas que gobernaron el establecimiento del euro, en gran medida a favor de Berlín, reforzaron este dominio.

A las contradicciones internas dentro de Europa se suman las existentes entre ésta y el imperialismo hegemónico estadounidense. Si el hegemón ha logrado hasta hoy imponer su vínculo de vasallaje, no lo ha hecho sin crisis, choques de intereses y golpes bajos entre “aliados”. La destrucción por parte de Ucrania, con la aprobación de Estados Unidos, del gasoducto Nord Stream, que supone un duro golpe para las economías europeas en general y para la alemana en particular, es solo el último ejemplo.

Ya sea un vasallo de los Estados Unidos y/o un instrumento para el reforzamiento de un imperialismo europeo bajo la dominación alemana y/o francesa, la Unión Europea debe ser combatida sin concesiones. Hoy en día no es posible otra Europa que la reaccionaria en todos los ámbitos. La lucha por salir de Europa y del euro es necesaria y urgente.

FRANCIA SIGUE SIENDO UN ESTADO IMPERIALISTA

El imperialismo francés se enfrenta a muchas dificultades tanto en sus colonias como en sus neocolonias en el mundo. A nivel internacional, el surgimiento de China y otros países emergentes abre nuevas posibilidades para los pueblos e incluso para las burguesías y pequeñas burguesías en el poder en las neocolonias. El retroceso económico del imperialismo francés es notable en la mayoría de ellas, ya sea en términos de inversiones o de exportaciones. Añadido a una oferta de asociación de defensa más importante por parte de Rusia, este movimiento de debilitamiento económico del imperialismo francés crea nuevas condiciones favorables a su desplazamiento. Los golpes de Estado patrióticos en Níger, Malí y Burkina Faso, por un lado; los resultados electorales en Senegal, por otro; el movimiento de rechazo al franco CFA o a la presencia militar francesa, y, por último, el desarrollo de una aspiración popular panafricana, dan cuenta de un imperialismo francés en proceso de secundarización, es decir, en relativo declive frente a otros estados imperialistas.

En las colonias directas, el imperialismo francés también encuentra grandes dificultades. Las resistencias populares e independentistas en Kanakia (Nueva Caledonia) y Martinica y los resultados electorales del movimiento independentista en la Polinesia lo atestiguan, la crisis permanente en Mayotte lo confirma.

El debilitamiento del imperialismo francés no significa el fin de su peligrosidad para los pueblos dominados. El imperialismo nunca se retira sin verse completamente obligado a hacerlo por la fuerza. Por lo tanto, debemos esperar contraofensivas para sofocar los movimientos independentistas en las colonias directas, como muestra la situación en Kanakia y Martinica, y maniobras desestabilizadoras de las actuales experiencias de ruptura en África Occidental.

La responsabilidad de los comunistas es actuar para el surgimiento de un verdadero movimiento de apoyo a las luchas de los pueblos por su derecho a la autodeterminación y a la independencia, y de oposición a toda maniobra de reconquista en las neocolonias.

Como señaló Lenin, el internacionalismo siempre comienza con la lucha contra la propia burguesía local:

“No es un internacionalista el que proclama con solemnes juramentos que es internacionalista, sino solo aquel que lucha eficazmente como internacionalista contra su burguesía, contra sus socialchovinistas, contra sus kautskistas”  [7]. »

POR UN MOVIMIENTO ANTIIMPERIALISTA POR LA PAZ

Una vez más, el sistema imperialista global está llevando a la humanidad hacia una conflagración militar generalizada. Durante casi treinta años, la multiplicación de las guerras “localizadas” ha creado las condiciones para la posibilidad de una transición cualitativa hacia una guerra total. La guerra que libran los países de la OTAN en Ucrania pone de relieve que una parte del capital financiero está ahora a favor de un conflicto tan mortífero. Otros lugares del planeta también constituyen “nodos estratégicos” donde está en juego el futuro a corto plazo del planeta. Es el caso del Mar de China y de las maniobras militares de cerco de la República Popular China en nombre de la defensa de los derechos humanos en Hong Kong o Taiwán, de la lucha contra el pseudogenocidio de los uigures o los tibetanos.

El decadente imperialismo estadounidense vuelve su mirada y sus esfuerzos a su patio trasero, haciendo de América Latina su último “bastión” a saquear, sabiendo que tarde o temprano será derrotado en Medio Oriente, África y Asia, y que los recursos existentes en América Latina constituirían su único medio de supervivencia. No debemos olvidar que Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, con 303.220 millones de barriles.

Así lo evidencia el genocidio en Palestina, que muestra el apoyo ilimitado de las potencias imperialistas a la entidad sionista como gestora regional de los intereses del sistema imperialista mundial.

La urgencia del nacimiento en Francia de un movimiento por antiimperialista por la paz, capaz de apoyar las luchas y guerras justas (resistencia palestina, movimientos independentistas en las colonias, movimientos patrióticos en las neocolonias, etc.) y de oponerse a las guerras injustas (de agresión, balcanización, guerras coloniales, etc.), es una cuestión primordial que hay que resolver. La URC se compromete a participar en la búsqueda de una solución a esta cuestión sin escatimar esfuerzos.

Como garantía de un movimiento por la paz duradero, en la perspectiva de una victoria contra el sistema imperialista que promueve la guerra, la URC se compromete en particular a participar en la contrapropaganda para difundir el conocimiento de los hechos que la burguesía imperialista oculta o tergiversa; a fortalecer los vínculos internacionalistas y solidarios con los países y pueblos en resistencia contra las potencias imperialistas, especialmente con las fuerzas comunistas, marxistas y progresistas que gobiernan algunos de estos países, en la perspectiva de la construcción del socialismo, enterrando definitivamente el capitalismo en crisis.

Victoire

Fuente: Asociación Nacional de Comunistas (ANC) de Francia, 2 de diciembre de 2024.  

Notas

Notas
1Foro Económico Mundial, Informe sobre riesgos globales 2023, Ginebra, 2023, pág. 6.
2Manifiesto del Congreso: El mundo capitalista y la Internacional Comunista, Segundo Congreso de la IC, 1920, en Manifestes, thèses et résolutions des quatre premiers congrès de l’Internationale communiste 1919-1923, Librairie du travail, París, 1934, pag. 74.
3A partir del Congreso de los Pueblos del Este celebrado en Bakú en agosto de 1920, esta fórmula sustituyó a la del manifiesto “Proletarios de todos los países, uníos”. El cambio de redacción traduce la toma en consideración de la nueva etapa alcanzada por el capitalismo: el imperialismo.
4Lenin, “La insurrección irlandesa de 1916”en “Reseña de un debate sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación”, Obras completas, volumen 22, 1916, Éditions sociales/ediciones en lengua extranjera, París/Moscú, 1960, p. 383.
5Hojas de Debate.- Hay que recordar que la resolución tiene su origen en la conferencia que selló la creación de la URC, celebrada del 1 al 3 de noviembre pasado, y que fue publicada en Francia el 2 de diciembre, días antes, por lo tanto, del vuelco reciente de la situación en Siria. Evidentemente, hoy el análisis debe abordar el brusco cambio de rumbo de los acontecimientos a este respecto. Con fecha de 13 de diciembre último, la ANC ha abordado esta cuestión en el texto ¿”Liberación” del pueblo sirio o balcanización imperialista de Siria?
6Lenin, “Sobre la consigna de los Estados Unidos de Europa”, 23 de agosto de 1915, Obras Completas, op. cit., volumen 21, págs. 353-354 de la versión francesa.
7Lenin, “Proyecto de tesis de un llamamiento a la comisión socialista internacional y a todos los partidos socialistas” , Obras Completas, volumen 23, op. cit., pág. 231.