Alonso Gallardo de los círculos comunistas … septiembre del 2023
Recientemente Red Roja recuperó un documento antiguo sobre la intervención comunista en el movimiento obrero y sindical: [2019] ESQUEMA PARA LA INTERVENCIÓN COMUNISTA EN EL MOVIMIENTO OBRERO Y SINDICAL al cual no he resistido contestar, al haber participado como militante de la Plataforma Comunista en colaboración con Red Roja en otro documento sobre movimiento obrero y sindicalismo, antes del salto adelante dado por el núcleo de dirección de Red Roja en el 2011, de respuesta a las medidas neoliberales de recortes y privatizaciones para salvar la banca privada por Zapatero, como respuesta a la crisis surgida por las hipotecas subprime en EEUU rebotada por todo el planeta desde el 2008. Solo comentar antes de entrar en materia, que es un paso atrás en prácticas del trabajo de masas y como método de elaboración de la línea política, programa y táctica, dando la impresión, que la elaboración de la línea política proletaria nos viene dada por un conocimiento que se nos presupone como marxistas leninistas y no del conocimiento de la realidad política, económica y social de la clase trabajadora, mediante el estudio y el trabajo en el seno de las organizaciones de la clase obrera, confundiendo la línea política de trabajo de masas con la idea del socialismo, alternativa que sí tenemos que inculcarla en su interior. Inicio contestando linealmente desde el principio, puntualizando los temas que considero erróneos.
Empieza el documento con un comentario sobre la dictadura laboral que vivimos, al que añado la política, económica y social, al nacer de la imposición constitucional de los intereses de una minoría burguesa sobre los de una inmensa mayoría del pueblo. Por eso podemos decir que sí vivimos bajo la dictadura burguesa y así, desde el nacimiento de la propiedad privada hace ya más de cinco mil años, generando el patriarcalismo como defensa del derecho a la herencia esclavizando a la mujer y al derecho de conquista por el más fuerte, para acumular bienes y propiedades y por eso, si hay que replantearse los métodos de lucha y de organización, será porque se han dado cambios en las formas de producción como sucede ahora en parte, con los sectores sin centro de trabajo o de trabajo en el domicilio, pero laborando siempre dentro de un sector que hay que regular dotándolo de derechos.
La reestructuración de la clase obrera se inició en los años ochenta, al sumar otra gran derrota ante el gobierno y la patronal por la política neoliberal de Felipe González de reconversión, privatización y cierres de la empresa pública y la privada con la internacionalización de la economía, dejando a España junto al sur de Europa para el disfrute de las clases medias, mediante el desarrollo del sector servicios y el turismo hasta hoy, en un mundo laboral desregulado, precarizado y despido barato por la ley aprobada en 1984 de contratación por obras y servicios de Felipe González; criticada por la Comunidad Europea por dumping empresarial y anulada en la última reforma, por eso la apoyaron, a cambio de mantener lo fundamental de la reforma de Rajoy para paliar su derrota.
La incorporación de CC.OO y UGT -en especial CC.OO por su protagonismo en la lucha contra la dictadura franquista- en el régimen del 78, no viene dada por una incorporación supina, sino por la asunción por el PCE en los años cincuenta posteriores a la muerte de Stalin en el 1953, de la política de reconciliación de clases y de la superación del leninismo. Fue la deriva de un PCE revisionista, socialdemócrata y reformista desde los años cincuenta, que les hizo ser partícipes del régimen del 78, después de la derrota de los sectores rupturistas en el seno del movimiento de las comisiones obreras, con una política basada en el pacto social, la amnistía para los genocidas del franquismo y la monarquía constitucional como garantía de los derechos e intereses generales del capital, dando al derecho individual y a la propiedad privada el derecho fundamental, por encima de los colectivos de la clase trabajadora y el pueblo a cambio de la garantía del estado de bienestar europeo. Quién sí acabó con el régimen del 78 fue la propia burguesía liberal dominante, que rompió el pacto social en el 2011 bajo el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que por las buenas o por las malas legisló las reformas, recortes y privatizaciones, que posibilitó el gobierno de la derecha y la aplicación del grueso de las órdenes neoliberales de la troika europea. Contestadas con las mayores movilizaciones sociales de la democracia contra el entramado del régimen del 78, de sus gobiernos bipartidistas y corrupción generalizada, obligando a la denuncia y la movilización de los sindicatos mayoritarios, acabando el nuevo movimiento reformista con el bipartidismo institucional.
Parece correcto decir, que hay que llevar a la dirección del movimiento obrero a un nuevo ciclo de movilizaciones, ante la nueva oleada de recortes en contraposición a los que la han dirigido hasta ahora, pequeñoburgueses y anticomunistas. Pero vemos que la propuesta pasa sorpresivamente por el papel jugado por el movimiento de pensionistas, que si bien, en su primera etapa cubrió espacios abandonado por los sindicatos CC.OO y UGT -responsables de los pactos con Zapatero de reforma de la Ley de Pensiones y la Seguridad Social que recortaron las pensiones- que al coincidir con la presencia de Unidas Podemos en el parlamento nacional, jugaron un papel fundamental en anular la reforma de las pensiones de Rajoy; pero atentos al detalle: el relevo en la dirección de CC.OO con Unai Sordo y Pepe Álvarez en UGT, cambió toda la música en las direcciones de ambos sindicatos -no en las federaciones donde siguieron pactando y firmando acuerdos por encima de la asamblea de trabajadores de sector y centro de trabajo- que retomando la movilización sobre las pensiones confluyen en la movilización social de masas, en coincidencia con la propuesta de Unidas Podemos en la Mesa del Pacto de Toledo de la mano de Yolanda Díaz, presión social junto con la confluencia sindical más la presión de la representación progresista en el parlamento, logró tumbar la reforma del PP y legislarla de forma progresista. Pero una vez tomada fuerza protagónica por el movimiento de pensionistas, los sectores oportunistas, sectarios y antisindicatos, fueron copando las direcciones provinciales del movimiento, generando confrontación y división en su interior y con los sindicatos de clase, con el objetivo de sustituir a los sindicatos mayoritarios como interlocutores del gobierno, pero lo único que lograron fue dividir y romper al movimiento. Esperemos que la experiencia del movimiento quede, los sindicatos burocráticos del sistema no olviden y los comunistas aprendamos a fundirnos con las masas de forma organizada, quitando dirección al movimientismo espontaneísta antisindical de carácter pequeñoburgués anarcoliberal.
Cuando se habla de la degradación de las relaciones laborales, se parte de una verdad a medias ya que esa degradación no viene dada solo por las leyes laborales. Desde la última reforma que anuló el contrato de obras y servicios, recuperó la obligatoriedad de negociación del convenio y obligó al pago del convenio estatal, provincial o de la empresa y en lo fundamental, acabó con la precariedad y la subcontratación y si esta persiste, es porque la patronal incumple la ley ante la inexistencia de sindicatos de clase en la empresa y sector, con unas federaciones de CC.OO y UGT en su mayoría con pactos que la hacen depender de la patronal. Por eso la degradación hoy es superior que en la transición, porque la patronal sabe que está ganando la lucha de clases y de aquella, los marxistas leninistas militaban en el movimiento de las comisiones obreras, hoy en ninguno.
La militancia comunista, no puede tener distintos planos o comportamientos diferenciados en el partido, el sindicato o la asociación de vecinos del barrio porque la gente lo ve, puede tener formas diferenciadas de su discurso dependiendo del entorno donde se mueve, pero los principios, táctica y programa deben ser el mismo, siendo fundamental que el debate en las organizaciones de masas sea continuador del debate en el partido, adaptado a las condiciones del entorno sociopolítico en que se mueva y entendiendo, que la intervención del comunista podrá ser más o menos ofensiva, según las circunstancias, pero siempre desde el principio de llevar el debate ideológico y político para elevar la conciencia de clase. Por eso la militancia comunista siempre será doble, la del partido y de las organizaciones de masas, buscando el equilibrio entre responsabilidades políticas y sindicales y eso es tan importante, que hasta los estatutos del PCE lo mantienen hasta ahora como obligación del afiliado, a lo que añado, desde el respeto a las mayorías y minorías en las organizaciones de masas, a sus decisiones aunque sean contrarias a nuestro criterio y así debemos explicarlo dentro y fuera del partido y sindicato, dando pie seguir el debate en la búsqueda de la línea política correcta.
La confluencia en la unidad de acción y orgánica del sindicalismo de clase, debe ser un principio consagrado para los comunistas y la elección en la actual situación de unos sindicatos mayoritarios burocratizados y unos minoritarios sectarios e identitarios, debe ser por la presencia que ostentan en el centro de trabajo o sector y las posibilidades de intervención interna, sin faltar a los principios y con una flexibilidad política amplia, teniendo como táctica el avanzar en responsabilidades según se va ampliando las bases de apoyo y determinándola según acuerdos y diferencias generales.
Los camaradas están muy equivocados con respecto a que el trabajo sindical es muy quemante. Si tienes claro tu papel en el sindicato, de la correlación de fuerzas internas y no pierdes el tiempo en discusiones estériles internas, centrándote en la problemática concreta del centro de trabajo y sector, preparándote adecuadamente en el conocimiento del convenio y las leyes laborales generales que le afectan y colaborando en todas las batallas solidarias de tu entorno, contra los cierres de empresas, despidos o violencia laboral de forma solidaria, os aseguro que será uno de los pocos sitios donde se ganan batallas concretas, que serán agradecidas y apoyadas por el conjunto del sector y si al tiempo, ofreces participación y organización en la toma de decisiones y movilización, un crecimiento en la afiliación. Recuerda que el sindicalismo de clase está para enseñar al obrero a organizarse y a luchar colectivamente, no para sustituirlo en el ejercicio de su responsabilidad para hacerlo depender de ti.
No se llega al conjunto de la clase obrera, siendo solo más solidario con los sectores precarizados y ser solidario con los trabajadores precarizados e inmigrantes, no debe implicar el abandono de los que tienen trabajo fijo, sino que desde la coherencia con los intereses generales de la clase obrera, debemos ser más solidarios con los más débiles para lograrles estabilidad en el trabajo y garantías de derechos, porque en nuestro trabajo sindical nunca debemos priorizar el ganarnos a los dirigentes reformistas burocratizados, sino al grueso de la clase trabajadora y dentro de ella, al más avanzado en conciencia de clase y politización y con respecto al movimiento obrero en los barrios y pueblos, funciona en paralelo desde el mismo momento que el movimiento obrero en los centros de trabajo y sector bajo la denominación de movimiento vecinal, situándose en las mismas esferas oficiales que el sindicalismo: muy burocratizado, institucionalizado, despolitizado y un hacer economicista. Lo mismo en cuanto tareas de lo concreto a lo general y de principios que en el sindicato.
Aunque me reitere no dejaré de comentar de nuevo intentándolo desde otro punto de vista. La clase trabajadora incluida la precaria, conocen perfectamente los cambios habidos en la reforma laboral de Yolanda Díaz y se ven, en las estadísticas con el aumento de la contratación fija que da garantías y estabilidad laboral y en la empatía social política con la ministra de trabajo, al tiempo, que difícil será que esa empatía se vuelque a las posiciones de los revolucionarios, si ni siquiera reconocemos los aciertos de las fuerzas progresistas de izquierda que la propia clase obrera valora. La reforma de Yolanda Díaz, anuló la reforma que implantó la precariedad laboral en España en el 1984 del PSOE, pero no anuló, por cesión política a la derecha del PSOE al PP, la derogación del despido barato de Rajoy, pero con un mínimo de racionalidad veremos, que al anular los contratos por obra y servicios de Felipe González del 1984, todo contrato pasa a fijo y si es despedido el trabajador, el despido es improcedente y un poco más caro. Pero esto que es lo legal, muchos empresarios no lo cumplen y se saltan la ley ante la inexistencia de sindicatos en los centros de trabajo y sector. Por despolitización y escasa conciencia de clase, muchos no lo denuncian y otros siendo conscientes de la ilegalidad, no lo denuncian porque saben que entrarían en listas negras y le sería difícil encontrar trabajo. De este círculo solo se sale construyendo sindicato en la empresa y sector, que lleve el poder a la asamblea de trabajadores de centro de trabajo o sector, siendo el comité de empresa su único representante.
La lucha de clases como contradicción irresoluble bajo el capitalismo y también bajo el socialismo mientras no se supere el modo de producción capitalista, es preferible no tratarla como una línea de demarcación en el plano de la lucha política, porque bloquea el necesario debate con el reformismo al ser un principio ideológico que demarca la línea revolucionaria de la reformista y que proyecta al socialismo como alternativa, al tiempo que sitúa muchas líneas de demarcación como la oposición a la OTAN, contra las políticas de austeridad o por la soberanía nacional. El trabajo político entre las masas obreras, es fundamental para pasar de la lucha economicista a la lucha política general, en un proceso de conquista y mantenimiento de la hegemonía en el seno de clase obrera, analizando todas las posibles realidades desde la perspectiva de la lucha de clases, para elevar políticamente la lucha de la clase obrera a la lucha por el poder e imponer mediante la hegemonía ideológica, política y cultural, los derechos colectivos y generales de la clase trabajadora, como constitucionalmente de fundamentales como corresponde por ser una amplísima mayoría social, bajo la estructura de un estado con sus poderes jurídicos, policiales y militares, al servicio de la clase obrera y de las clases populares. Lo contrario es socialdemocracia, reformismo y economicismo.