Que
carezcamos de una internacional que nos obligue a entendernos, no implica que
políticamente los distintos colectivos marxistas, dejemos de plantear la unidad
de los comunistas como un elemento central para la transformación revolucionaria
de la sociedad capitalista, pero la pregunta que nos hacemos viendo las últimas
actuaciones y las dificultades que tenemos de entendimiento, gira en torno a lo
siguiente ¿toda unidad es positiva en todos los campos y momentos? La duda es
legítima y en ello ponemos nuestro pequeño resuello, intentando dar una
respuesta para que esa confluencia y esa unidad, sea constructiva para la
estrategia revolucionaria del cambio social y de pensamiento.
Este intento
de exponer unas líneas de trabajo en la confluencia de los comunistas, nace de
la división surgida con el caso catalán, con dos visiones de un mismo problema
y desde el cual, las dos partes urgen a la unidad de los comunistas para dar
una respuesta mayor, a esto le sumaremos, la necesidad de situar con claridad
en cada etapa, quien es el enemigo principal en el ámbito internacional y en el
local, base para definir quienes son los
que forman parte del pueblo y aliados de la clase obrera. Una viene definida por el abrazo a la tesis
nacional independentista, otra por igualar a los imperialismos sin definir el
más peligroso y la última, la que no diferencia en España al enemigo principal
de los que forman parte del pueblo. Los marxistas a estos decimos, que los que
parten de la división territorial de la clase obrera e igualando todos los
imperialismo al más peligroso y no diferenciando al enemigo principal del
pueblo, es porque son herederos de las
ideas y concepciones revisionistas del PCE aprobadas en las tesis del VI
Congreso de 1960, donde negó la lucha de clases y el marxismo, abrazando el
dogmatismo mecanicista que explosionó en España con la reforma de la dictadura
burguesa, en los años setenta.
Las líneas
de demarcación no son nuevas, son históricas en el movimiento obrero y
comunista internacional y abarcan al conjunto de problemáticas, incluidas las
sociales y reivindicativas. Una línea histórica, fue el apoyo dado al
imperialismo en la primera guerra mundial por las fuerzas socialistas. Otra más
cercana durante la segunda república, con la confrontación con el Frente
Popular por las fuerzas obreras trotskistas y sectores anarquistas y más cerca
todavía, la que sostuvimos durante el proceso de transición la posición de
ruptura con el franquismo, contra la reforma defendida por los revisionistas
del PCE y el PSOE, que fueron quienes salieron triunfadores tras el pacto
social del estado de bienestar con la oligarquía, surgiendo lo que hoy llamamos
el régimen del 78.
Actualmente,
existen líneas de demarcación en las relaciones y en el programa con los
reformistas de Unidos Podemos, las confluencias y los socialistas de Pedro
Sánchez, centradas principalmente en la claridad de la oposición a las
políticas de austeridad, recortes y privatizaciones y con menor consistencia
por la escasa sensibilidad social del problema, el del rechazo a la guerra
imperialista, situándose en estas líneas de demarcación, dos posicionamientos
troncales que no podemos aceptar sin desfigurar nuestra identidad en el proceso
de la confluencia y de unidad de las fuerzas democráticas, para acabar con las
políticas austericidas y las guerras del frente neoliberal de los conservadores
del PP y nacionalistas, al que sumamos a los progresistas neoliberales
proveniente del PSOE, IU y nacionalistas.
En el ámbito
del movimiento obrero revolucionario y comunista, vivimos la pluralidad desde
líneas de demarcación antagónicas que limitan los campos de unidad de acción y del
debate democrático. Una línea es histórica por ser la típica posición de los
trotskistas y anarquistas de igualar a las burguesías y oligarquías imperialistas,
obviando definir la más peligrosa como principal enemigo de los pueblos, que
nos lleva por el camino de la confrontación mundial. Otra desde la misma
naturaleza radical e infantil, la incapacidad de diferenciar a la burguesía
financiera como enemigo principal del pueblo igualándolas a todas, cuando es
básico para saber quiénes forman el pueblo y la última, viene del viento
revisionista que sopló desde el occidente central europeo a finales de los años
setenta, con el surgimiento teórico de los nuevos sujetos sociales como el
ecologismo, el feminismo o de identidad nacional.
La línea de
demarcación que se crea con la difuminación del enemigo principal de la clase obrera
y los pueblos, toma en Europa fuerza con las posiciones izquierdistas y
radicales que se desvían hacia el trotskismo, ante la complejidad del momento
político y económico de crisis global económica y ecológica del sistema
capitalista que se vislumbra con la crisis del 2008 y explosionando con la
invasión de Siria por ejércitos mercenarios yanquis en el 2011 y por el golpe
de estado en Ucrania en el 2014, al servicio de la oligarquía imperialista
yanqui y occidental, construyéndose en la misma línea y de forma paralela a un
neoliberalismo de supuesto carácter progresista mediático, desarrollado desde
EE.UU. por el Partido Demócrata y el magnate Soros, durante los gobiernos de
los Clinton y Obama.
Esta
radicalidad infantil y mecanicista, nace de la debilidad y aislamiento social
del movimiento obrero organizado por la influencia del revisionismo en las
filas de los revolucionarios, que en los momentos difíciles de la lucha de
clases flaquean, desviando los objetivos y el enemigo a batir. En esta línea,
sumamos a la última escisión del PCPE por situar en la crítica, el mismo nivel
de peligrosidad al imperialismo de EEUU que al de la oligarquía rusa; a los
mercenarios fascistas islamistas que a la resistencia siria y su gobierno, y al
fascismo ucraniano con los rebeldes prorusos, poniendo al mismo nivel al
agresor que al agredido y a la economía de libre mercado con la de mercado
socialista planificado, con su crítica a China, Vietnam o Cuba. Aunque han
bajado el diapasón de la crítica a Rusia y países socialistas con economía de
mercado planificado, entre otras cosas porque todos la tienen introducida,
habrá que esperar la práctica que desarrollan después del congreso realizado.
La segunda
línea de demarcación, viene de una práctica sectaria histórica asentada por el
aislamiento social en que viven, que con la crisis de las hipotecas basura y
las medidas de austeridad y recortes de los derechos económicos, sociales y
libertades, ejecutadas por el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero a
partir del 2008, dan un salto al vacío extremando la exclusión como parte del
pueblo, a todos aquellos que como los reformistas no combaten el capitalismo,
sino que solo pretenden hacerlo más justo y democrático. En ningún momento,
recuperan la reflexión concreta sobre el lugar que ocupa cada sector que
participa de la lucha de clases, sin diferenciar al nuevo reformismo, de los
que tienen una dependencia económica y política como la cúpula del PSOE, grupo
parlamentario y dirigentes, en alianza y acuerdo con los conservadores
neoliberales del PP y nacionalistas de derechas, desde el inicio de la
transición bajo el pacto social del estado de bienestar, roto precisamente por
un gobierno socialista neoliberal como el de Zapatero. Ésta cúpula del PSOE más
el PP, más nacionalistas son el bipartidismo y representan a la oligarquía
financiera neoliberal española, aliada de Alemania y EEUU. Son el enemigo
principal a aislar y batir y de esto no se puede prescindir ni olvidar, para no
errar dividiendo al pueblo.
Desde ese
momento, esta posición sitúa como parte del enemigo principal en España o en
Europa por extensión, al conjunto de las nuevas fuerzas socialdemócratas y
reformistas como representantes políticos de la oligarquía. Por eso actualmente
siguen sin entender y menos de saber tratar para ganarlos como fuerzas del
pueblo, al nacimiento de un movimiento reformista radical en torno al 15M, que
lo representan Podemos, la mayoría de Izquierda Unida y las confluencias en
Unidos Podemos. Ni al propio viraje dado por el PSOE de Pedro Sánchez, obligado
por necesidad o por convicción política, a buscar la separación del PP y de las
políticas austericidas de Rodríguez Zapatero, que les llevó al mayor
aislamiento social de su historia política desde la transición.
Por su
pensamiento esquemático y dogmático, estos comunistas no necesitan el análisis
concreto de la realidad concreta de este amplio sector social, que representan electoralmente
a la mayoría de la clase obrera y al pueblo más consciente, uniéndolos en sus
análisis al campo del enemigo principal de la oligarquía neoliberal, en línea
con la política izquierdista e infantil de clase contra clase de principios de
los años treinta de la III Internacional, creando una línea de demarcación
entre comunistas. Quienes apoyan estas tesis están entre otros, la escisión del
PCPE, Red Roja o Iniciativa Comunista, confrontando con el principio de la
unidad de los que conforman el pueblo y limitando la confluencia comunista.
La última
línea de demarcación, salta por la influencia en el movimiento obrero y
comunista en España, de las tesis revisionistas de los nuevos sujetos
revolucionarios, que si bien, en el ámbito del movimiento comunista pueden no
desdecir la centralidad de la clase obrera en los procesos revolucionarios,
incorporan elementos oportunistas que sí lo desfigura, buscando el aumento de
la influencia entre los nuevos movimientos sociales, que como en el caso
catalán, dividen a la clase obrera con la identificación como un valor
diferenciador válido, la identidad nacional antes que el de la clase obrera,
tesis asumidas por sectores provenientes del PCE y radicales de izquierdas, motivados
por el abandono de la ruptura con el franquismo, abrazando entre otros sujetos
con la división territorial de la clase obrera, el legado identitario
independentista del nacionalismo burgués, por el mantenimiento de su lucha por
la ruptura.
Podemos,
Unidos Podemos y las confluencias, si triunfaron en las convocatorias
electorales vascas, catalanas, gallegas o madrileñas, lo fueron porque
generaban una perspectiva de derechos e igualdad para la clase media española,
por encima de la apreciación subjetiva identitario local, en absoluto contradictoria
con el sentimiento de españolidad de la mayoría de las masas. Este principio y
criterio táctico de una sola clase de cualquier revolucionario, fue cambiado
por oportunismo, por un derecho histórico de los pueblos, generado
interesadamente por una burguesía con intereses económicos, como herederos de los
bienes y propiedades colectivas apropiadas durante el periodo absolutista y
feudal.
Este
pensamiento de base burguesa, ha sido generalizada culturalmente mediante su
hegemonía ideológica entre las personas
que residen en esas comunidades, como elemento diferenciador social antes que
como clase y lo hace para dividirla y someterla mediante el olvido, de que como
clase surgimos del esclavismo y la servidumbre e hija de la migración continua.
La clase obrera ahora ni nunca, tuvimos tierra, hacienda ni cultura en
propiedad y la que tenemos la clase
obrera occidental, es patriarcal y reaccionaria, introducida a sangre y fuego
por la iglesia católica romana a nuestros ascendientes, que sufrieron su esclavitud,
violación y muerte, por ellos y por el burgués como antes fue por el feudal y
el absolutista, herederos de las propiedades y de la cultura reaccionaria de un
patriarcalismo, construido en el proceso de acumulación primario y como base
ideológica de la defensa de la apropiación privada mediante la herencia por el
hombre, de la propiedad colectiva comunal que de la mujer dependía su
mantenimiento, desposeyéndola de su derecho como persona y esclavizándola. Confrontamos
con Red Roja e Iniciativa Comunista entre otros.
La
confluencia actual del marxismo leninismo sin líneas de demarcación que nos
separen y desde el acuerdo de quién es el enemigo principal en el ámbito
internacional y en el local. Que nos concretan quienes son nuestros aliados y
que junto con sus representaciones
políticas conformamos el frente común contra el enemigo principal y sin
construcciones artificiales territoriales que nos dividan como clase y como
pueblo, son las que nos sitúan las líneas de debate, trabajo y confluencia, en
el desarrollo de las dos estrategias fundamentales del movimiento obrero y
revolucionario experimentado en Europa. El frente común de todo el pueblo
contra la actual oligarquía neoliberal imperialista y el frente único de la
clase obrera, organizado en su partido e independiente del resto de las clases
sociales.
Este frente
único de clase, actualmente se puede conformar con el Partido Comunista de los Pueblos
de España, el original, que después de su ruptura con el dogmatismo revisionista
en el ámbito internacional y aún manteniendo posiciones sectarias con respecto
a los aliados del pueblo, tiene muy de positivo, que en sus análisis rectifica
con respecto al papel del partido en el proceso de la revolución bolchevique y
recupera a los soviet como poder popular. Esta reflexión tiene que permitirle
superar el sectarismo con respecto a los aliados del pueblo y el anacronismo en
el PCPE, de apostar por la confederalidad en España, incluso antes de saber la
fuerza real de las burguesías periféricas y sin un proceso democrático de
participación popular. No se trata de pasar de la influencia de la ideología
burguesa en el pueblo pero tampoco, de hacer nuestro un posicionamiento
ideológico ajeno a nuestra clase, se trata de llegar a los acuerdos programáticos
que sean necesarios dentro de un frente común. Este debate es posible y en su
próximo congreso, tendrá que centrarlo para superar el aislamiento político y
social que vivimos.
También
existe una amplia coincidencia con el Partido del Trabajo Democrático, Unión Proletaria
y amplios sectores del PCE, especialmente con respecto al enemigo principal
internacional, local y la unidad territorial de la clase obrera española, con
amplias posibilidades de trabajo unitario a partir de las coincidencias políticas.
Los problemas que surjan, hay que solventarlos con el debate democrático y sobre
todo con la práctica social dentro de una línea de trabajo de masas. No se
puede pretender que toda la militancia tenga una visión unívoca del marxismo,
pero sí de unirnos en sus rasgos generales, como teoría política revolucionaria
y de su sistema metodológico y filosófico de pensamiento al servicio de la
clase obrera: el materialismo histórico y el materialismo dialéctico, como
lógica dialéctica.
Pero tanto la
unidad en la confluencia como en la concepción del marxismo y su táctica
política, solo la lograremos desde el acuerdo en torno a una línea de masas, de
trabajo en las organizaciones de masas, conscientes de que el objetivo es la
destrucción del estado burgués y la construcción del socialismo y para eso,
primero tenemos que construir el poder popular de masas, alternativo al estado
burgués y éste solo lo podemos construir, desde el trabajo consciente y anegado
en las organizaciones de masas, superando en la intervención el economicismo
pequeño burgués revisionista y apostando directamente por un sindicalismo de
clase en el centro de trabajo, sector, barrio y pueblo; de carácter sociopolítico,
asambleario y participativo con capacidad de decisión política, como los soviet
de la revolución rusa.
Por último,
ser humildes para reconocer el tremendo acierto político del reformismo
progresista de Podemos, Unidos Podemos y las confluencias, que nos han puesto
en nuestro sitio, al lograr la ruptura por la izquierda del bipartidismo
neoliberal del PSOE- PP y nacionalistas, que nos gobiernan desde la transición
franquista y mientras no tengamos capacidad de movilizar y organizar a las
masas, debemos delegar en ellos el trabajo institucional desde el apoyo crítico
y la participación exterior como táctica, construyendo una estrategia desde el
conocimiento que nos dé la práctica política de masas, de un frente común
contra el neoliberalismo imperialista y la guerra, paralelo a la construcción
de un frente único de la clase obrera, que consolide un único partido de clase,
independiente y unido al pueblo, desde las organizaciones obreras sindicales y
vecinales, como instrumento participativo y democrático de las masas y de
construcción del poder popular del pueblo y de profundización del socialismo.
círculos
comunistas por la confluencia popular
diciembre del 2017