domingo, 17 de diciembre de 2017

Líneas de demarcación en la confluencia del marxismo leninismo



Que carezcamos de una internacional que nos obligue a entendernos, no implica que políticamente los distintos colectivos marxistas, dejemos de plantear la unidad de los comunistas como un elemento central para la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista, pero la pregunta que nos hacemos viendo las últimas actuaciones y las dificultades que tenemos de entendimiento, gira en torno a lo siguiente ¿toda unidad es positiva en todos los campos y momentos? La duda es legítima y en ello ponemos nuestro pequeño resuello, intentando dar una respuesta para que esa confluencia y esa unidad, sea constructiva para la estrategia revolucionaria del cambio social y de pensamiento.

Este intento de exponer unas líneas de trabajo en la confluencia de los comunistas, nace de la división surgida con el caso catalán, con dos visiones de un mismo problema y desde el cual, las dos partes urgen a la unidad de los comunistas para dar una respuesta mayor, a esto le sumaremos, la necesidad de situar con claridad en cada etapa, quien es el enemigo principal en el ámbito internacional y en el local, base para definir  quienes son los que forman parte del pueblo y aliados de la clase obrera.  Una viene definida por el abrazo a la tesis nacional independentista, otra por igualar a los imperialismos sin definir el más peligroso y la última, la que no diferencia en España al enemigo principal de los que forman parte del pueblo. Los marxistas a estos decimos, que los que parten de la división territorial de la clase obrera e igualando todos los imperialismo al más peligroso y no diferenciando al enemigo principal del pueblo, es porque son herederos de  las ideas y concepciones revisionistas del PCE aprobadas en las tesis del VI Congreso de 1960, donde negó la lucha de clases y el marxismo, abrazando el dogmatismo mecanicista que explosionó en España con la reforma de la dictadura burguesa, en los años setenta.

Las líneas de demarcación no son nuevas, son históricas en el movimiento obrero y comunista internacional y abarcan al conjunto de problemáticas, incluidas las sociales y reivindicativas. Una línea histórica, fue el apoyo dado al imperialismo en la primera guerra mundial por las fuerzas socialistas. Otra más cercana durante la segunda república, con la confrontación con el Frente Popular por las fuerzas obreras trotskistas y sectores anarquistas y más cerca todavía, la que sostuvimos durante el proceso de transición la posición de ruptura con el franquismo, contra la reforma defendida por los revisionistas del PCE y el PSOE, que fueron quienes salieron triunfadores tras el pacto social del estado de bienestar con la oligarquía, surgiendo lo que hoy llamamos el régimen del 78.

Actualmente, existen líneas de demarcación en las relaciones y en el programa con los reformistas de Unidos Podemos, las confluencias y los socialistas de Pedro Sánchez, centradas principalmente en la claridad de la oposición a las políticas de austeridad, recortes y privatizaciones y con menor consistencia por la escasa sensibilidad social del problema, el del rechazo a la guerra imperialista, situándose en estas líneas de demarcación, dos posicionamientos troncales que no podemos aceptar sin desfigurar nuestra identidad en el proceso de la confluencia y de unidad de las fuerzas democráticas, para acabar con las políticas austericidas y las guerras del frente neoliberal de los conservadores del PP y nacionalistas, al que sumamos a los progresistas neoliberales proveniente del PSOE, IU y nacionalistas. 

En el ámbito del movimiento obrero revolucionario y comunista, vivimos la pluralidad desde líneas de demarcación antagónicas que limitan los campos de unidad de acción y del debate democrático. Una línea es histórica por ser la típica posición de los trotskistas y anarquistas de igualar a las burguesías y oligarquías imperialistas, obviando definir la más peligrosa como principal enemigo de los pueblos, que nos lleva por el camino de la confrontación mundial. Otra desde la misma naturaleza radical e infantil, la incapacidad de diferenciar a la burguesía financiera como enemigo principal del pueblo igualándolas a todas, cuando es básico para saber quiénes forman el pueblo y la última, viene del viento revisionista que sopló desde el occidente central europeo a finales de los años setenta, con el surgimiento teórico de los nuevos sujetos sociales como el ecologismo, el feminismo o de identidad nacional.

La línea de demarcación que se crea con la difuminación del enemigo principal de la clase obrera y los pueblos, toma en Europa fuerza con las posiciones izquierdistas y radicales que se desvían hacia el trotskismo, ante la complejidad del momento político y económico de crisis global económica y ecológica del sistema capitalista que se vislumbra con la crisis del 2008 y explosionando con la invasión de Siria por ejércitos mercenarios yanquis en el 2011 y por el golpe de estado en Ucrania en el 2014, al servicio de la oligarquía imperialista yanqui y occidental, construyéndose en la misma línea y de forma paralela a un neoliberalismo de supuesto carácter progresista mediático, desarrollado desde EE.UU. por el Partido Demócrata y el magnate Soros, durante los gobiernos de los Clinton y Obama.

Esta radicalidad infantil y mecanicista, nace de la debilidad y aislamiento social del movimiento obrero organizado por la influencia del revisionismo en las filas de los revolucionarios, que en los momentos difíciles de la lucha de clases flaquean, desviando los objetivos y el enemigo a batir. En esta línea, sumamos a la última escisión del PCPE por situar en la crítica, el mismo nivel de peligrosidad al imperialismo de EEUU que al de la oligarquía rusa; a los mercenarios fascistas islamistas que a la resistencia siria y su gobierno, y al fascismo ucraniano con los rebeldes prorusos, poniendo al mismo nivel al agresor que al agredido y a la economía de libre mercado con la de mercado socialista planificado, con su crítica a China, Vietnam o Cuba. Aunque han bajado el diapasón de la crítica a Rusia y países socialistas con economía de mercado planificado, entre otras cosas porque todos la tienen introducida, habrá que esperar la práctica que desarrollan después del congreso realizado.  

La segunda línea de demarcación, viene de una práctica sectaria histórica asentada por el aislamiento social en que viven, que con la crisis de las hipotecas basura y las medidas de austeridad y recortes de los derechos económicos, sociales y libertades, ejecutadas por el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero a partir del 2008, dan un salto al vacío extremando la exclusión como parte del pueblo, a todos aquellos que como los reformistas no combaten el capitalismo, sino que solo pretenden hacerlo más justo y democrático. En ningún momento, recuperan la reflexión concreta sobre el lugar que ocupa cada sector que participa de la lucha de clases, sin diferenciar al nuevo reformismo, de los que tienen una dependencia económica y política como la cúpula del PSOE, grupo parlamentario y dirigentes, en alianza y acuerdo con los conservadores neoliberales del PP y nacionalistas de derechas, desde el inicio de la transición bajo el pacto social del estado de bienestar, roto precisamente por un gobierno socialista neoliberal como el de Zapatero. Ésta cúpula del PSOE más el PP, más nacionalistas son el bipartidismo y representan a la oligarquía financiera neoliberal española, aliada de Alemania y EEUU. Son el enemigo principal a aislar y batir y de esto no se puede prescindir ni olvidar, para no errar dividiendo al pueblo.  

Desde ese momento, esta posición sitúa como parte del enemigo principal en España o en Europa por extensión, al conjunto de las nuevas fuerzas socialdemócratas y reformistas como representantes políticos de la oligarquía. Por eso actualmente siguen sin entender y menos de saber tratar para ganarlos como fuerzas del pueblo, al nacimiento de un movimiento reformista radical en torno al 15M, que lo representan Podemos, la mayoría de Izquierda Unida y las confluencias en Unidos Podemos. Ni al propio viraje dado por el PSOE de Pedro Sánchez, obligado por necesidad o por convicción política, a buscar la separación del PP y de las políticas austericidas de Rodríguez Zapatero, que les llevó al mayor aislamiento social de su historia política desde la transición.

Por su pensamiento esquemático y dogmático, estos comunistas no necesitan el análisis concreto de la realidad concreta de este amplio sector social, que representan electoralmente a la mayoría de la clase obrera y al pueblo más consciente, uniéndolos en sus análisis al campo del enemigo principal de la oligarquía neoliberal, en línea con la política izquierdista e infantil de clase contra clase de principios de los años treinta de la III Internacional, creando una línea de demarcación entre comunistas. Quienes apoyan estas tesis están entre otros, la escisión del PCPE, Red Roja o Iniciativa Comunista, confrontando con el principio de la unidad de los que conforman el pueblo y limitando la confluencia comunista.

La última línea de demarcación, salta por la influencia en el movimiento obrero y comunista en España, de las tesis revisionistas de los nuevos sujetos revolucionarios, que si bien, en el ámbito del movimiento comunista pueden no desdecir la centralidad de la clase obrera en los procesos revolucionarios, incorporan elementos oportunistas que sí lo desfigura, buscando el aumento de la influencia entre los nuevos movimientos sociales, que como en el caso catalán, dividen a la clase obrera con la identificación como un valor diferenciador válido, la identidad nacional antes que el de la clase obrera, tesis asumidas por sectores provenientes del PCE y radicales de izquierdas, motivados por el abandono de la ruptura con el franquismo, abrazando entre otros sujetos con la división territorial de la clase obrera, el legado identitario independentista del nacionalismo burgués, por el mantenimiento de su lucha por la ruptura.

Podemos, Unidos Podemos y las confluencias, si triunfaron en las convocatorias electorales vascas, catalanas, gallegas o madrileñas, lo fueron porque generaban una perspectiva de derechos e igualdad para la clase media española, por encima de la apreciación subjetiva identitario local, en absoluto contradictoria con el sentimiento de españolidad de la mayoría de las masas. Este principio y criterio táctico de una sola clase de cualquier revolucionario, fue cambiado por oportunismo, por un derecho histórico de los pueblos, generado interesadamente por una burguesía con intereses económicos, como herederos de los bienes y propiedades colectivas apropiadas durante el periodo absolutista y feudal.

Este pensamiento de base burguesa, ha sido generalizada culturalmente mediante su hegemonía ideológica  entre las personas que residen en esas comunidades, como elemento diferenciador social antes que como clase y lo hace para dividirla y someterla mediante el olvido, de que como clase surgimos del esclavismo y la servidumbre e hija de la migración continua. La clase obrera ahora ni nunca, tuvimos tierra, hacienda ni cultura en propiedad y la que  tenemos la clase obrera occidental, es patriarcal y reaccionaria, introducida a sangre y fuego por la iglesia católica romana a nuestros ascendientes, que sufrieron su esclavitud, violación y muerte, por ellos y por el burgués como antes fue por el feudal y el absolutista, herederos de las propiedades y de la cultura reaccionaria de un patriarcalismo, construido en el proceso de acumulación primario y como base ideológica de la defensa de la apropiación privada mediante la herencia por el hombre, de la propiedad colectiva comunal que de la mujer dependía su mantenimiento, desposeyéndola de su derecho como persona y esclavizándola. Confrontamos con Red Roja e Iniciativa Comunista entre otros.

La confluencia actual del marxismo leninismo sin líneas de demarcación que nos separen y desde el acuerdo de quién es el enemigo principal en el ámbito internacional y en el local. Que nos concretan quienes son nuestros aliados y que junto  con sus representaciones políticas conformamos el frente común contra el enemigo principal y sin construcciones artificiales territoriales que nos dividan como clase y como pueblo, son las que nos sitúan las líneas de debate, trabajo y confluencia, en el desarrollo de las dos estrategias fundamentales del movimiento obrero y revolucionario experimentado en Europa. El frente común de todo el pueblo contra la actual oligarquía neoliberal imperialista y el frente único de la clase obrera, organizado en su partido e independiente del resto de las clases sociales.

Este frente único de clase, actualmente se puede conformar con el Partido Comunista de los Pueblos de España, el original, que después de su ruptura con el dogmatismo revisionista en el ámbito internacional y aún manteniendo posiciones sectarias con respecto a los aliados del pueblo, tiene muy de positivo, que en sus análisis rectifica con respecto al papel del partido en el proceso de la revolución bolchevique y recupera a los soviet como poder popular. Esta reflexión tiene que permitirle superar el sectarismo con respecto a los aliados del pueblo y el anacronismo en el PCPE, de apostar por la confederalidad en España, incluso antes de saber la fuerza real de las burguesías periféricas y sin un proceso democrático de participación popular. No se trata de pasar de la influencia de la ideología burguesa en el pueblo pero tampoco, de hacer nuestro un posicionamiento ideológico ajeno a nuestra clase, se trata de llegar a los acuerdos programáticos que sean necesarios dentro de un frente común. Este debate es posible y en su próximo congreso, tendrá que centrarlo para superar el aislamiento político y social que vivimos.

También existe una amplia coincidencia con el Partido del Trabajo Democrático, Unión Proletaria y amplios sectores del PCE, especialmente con respecto al enemigo principal internacional, local y la unidad territorial de la clase obrera española, con amplias posibilidades de trabajo unitario a partir de las coincidencias políticas. Los problemas que surjan, hay que solventarlos con el debate democrático y sobre todo con la práctica social dentro de una línea de trabajo de masas. No se puede pretender que toda la militancia tenga una visión unívoca del marxismo, pero sí de unirnos en sus rasgos generales, como teoría política revolucionaria y de su sistema metodológico y filosófico de pensamiento al servicio de la clase obrera: el materialismo histórico y el materialismo dialéctico, como lógica dialéctica.

Pero tanto la unidad en la confluencia como en la concepción del marxismo y su táctica política, solo la lograremos desde el acuerdo en torno a una línea de masas, de trabajo en las organizaciones de masas, conscientes de que el objetivo es la destrucción del estado burgués y la construcción del socialismo y para eso, primero tenemos que construir el poder popular de masas, alternativo al estado burgués y éste solo lo podemos construir, desde el trabajo consciente y anegado en las organizaciones de masas, superando en la intervención el economicismo pequeño burgués revisionista y apostando directamente por un sindicalismo de clase en el centro de trabajo, sector, barrio y pueblo; de carácter sociopolítico, asambleario y participativo con capacidad de decisión política, como los soviet de la revolución rusa.

Por último, ser humildes para reconocer el tremendo acierto político del reformismo progresista de Podemos, Unidos Podemos y las confluencias, que nos han puesto en nuestro sitio, al lograr la ruptura por la izquierda del bipartidismo neoliberal del PSOE- PP y nacionalistas, que nos gobiernan desde la transición franquista y mientras no tengamos capacidad de movilizar y organizar a las masas, debemos delegar en ellos el trabajo institucional desde el apoyo crítico y la participación exterior como táctica, construyendo una estrategia desde el conocimiento que nos dé la práctica política de masas, de un frente común contra el neoliberalismo imperialista y la guerra, paralelo a la construcción de un frente único de la clase obrera, que consolide un único partido de clase, independiente y unido al pueblo, desde las organizaciones obreras sindicales y vecinales, como instrumento participativo y democrático de las masas y de construcción del poder popular del pueblo y de profundización del socialismo. 

círculos comunistas por la confluencia popular            diciembre del 2017