Análisis de estrategia y táctica dentro del debate sindical. En el ámbito del movimiento obrero y del sindicalismo que lucha, debemos reflexionar desde la experiencia histórica internacional y desde el ámbito cultural geográfico histórico en el que hemos vivido, trabajado y luchado. Necesitamos el movimiento obrero revolucionario en este proceso confluir, para vivir y debatir la práctica unitaria y desde ella, construir los instrumentos del poder obrero y popular, instrumentos que no se pueden inventar, instrumentos que se construyen desde la unidad del movimiento obrero en la lucha popular, instrumentos a descubrir, que están labrados en la experiencia de la lucha del movimiento obrero y sindical revolucionario.
Pero, para la recuperación de una nueva conciencia de clase, debemos ganar la hegemonía en el seno de la clase obrera y esto solo será posible, si el movimiento participa de la dirección, organización y debate, en el seno del movimiento obrero y sindical que lucha, disperso en estos momentos históricos en distintos sindicatos, secciones sindicales, sectores, comarcas y movimientos, debilitándose a la clase obrera y a nosotros. Por eso es fundamental la suma de la confluencia de l@s que luchamos en el seno del movimiento obrero y sindical organizado, con la lucha política general del conjunto del pueblo, construyendo unidad popular real. Esta es la pretensión que los círculos comunistas tenemos, con este debate que planteamos.
La lucha histórica entre revolución y reformismo, algo más que una división teórica. En estos momentos álgidos de la larga crisis del sistema capitalista, cuando amplios sectores de masas se proletarizan, más alzan la voz los viejos reformistas neoliberales, con la ocurrencia de que la clase obrera ya no existe, proclamando la idea de que tod@s l@s que trabajan son clase media. Tesis de los viejos revisionistas del marxismo norteamericanos de los años cincuenta del siglo pasado, mientras reclaman como negocio, el puesto de trabajo de mediadores entre patrono y trabajador@s en la lucha de clases, lucha que descaradamente reconoce la clase empresarial, que la están ganando por goleada.
El nuevo reformismo provenientes de los movimientos sociales, más suave, dice que la clase obrera existe, pero que debido a su fragmentación y a las nuevas relaciones y contrataciones laborales, fruto del desmantelamiento del sistema fordista, ya no es el sujeto transformador, limitando la pertenencia a la clase obrera sólo al trabajad@r industrial, revisando el marxismo con ello y con la desnaturalización del sistema capitalista, al que critican, faltos de alternativa política, solo por sus errores, los cuales piensan, tienen enmienda.
Pero veamos cual es la realidad de las clases trabajadoras desde su situación concreta y desde su respuesta a la crisis económica, es decir desde la lucha de clases. Pero previamente solo recordar, que todos los estudios estadísticos y sociológicos de la clase obrera, indican su existencia, incluidos los de la base industrial. Para ello solo hay que remitirse, a los anuarios que los organismos institucionales y financieros emiten, sobre las empresas existentes y mano de obra empleada.
Pero esta existencia en su composición y estructura ha cambiado, por ello el sistema de respuesta en la acción sindical debe estudiarlo, experimentarlo y adaptarse a él, para una mejor batalla en la lucha de clases. La antigua vanguardia industrial del sistema fordista, hoy forma parte de la aristocracia obrera, es fácil verlos desfilar al lado de los ejecutivos y burócratas sindicales, defendiendo el libre mercado para su empresa y combatiendo el de China, Rusia y otras potencias emergentes. Pero esto va acabándose también y las nuevas situaciones de cierres y deslocalizaciones, pondrán a este sector de nuevo (por ser los que más operarios concentran en los centros de trabajo) en la vanguardia de la lucha.
Debemos partir en este contexto, que la historia moderna de la lucha de la clase obrera española, es la historia del sometimiento mayoritario de una clase, inducida por la derrota ideológica y política de la etapa de la transición en los años setenta, con la paz social firmada por los sindicatos CC.OO y UGT y los partidos entonces representantes de la clase obrera y popular el PCE y PSOE, con la oligarquía española euroalemana. Paz social sobre la cual, durante los cuarenta años de su duración, imponen la cultura desclasada y reformista, del revisionismo triunfante de la transición.
Pero el año 2010, se inició con protestas y movilizaciones por la indignación general de la clase trabajadora, provocada por los recortes, privatizaciones y una agresiva política de austeridad ejecutada por el gobierno del PSOE de Zapatero, por mandato de la oligarquía financiera euroalemana, que implicó la ruptura del pacto social de la transición, con el objetivo de la eliminación del estado de bienestar y del estado de derecho. Todo ello salpicado con la salida a la luz de la corrupción existente.
Con la ruptura del pacto social, las movilizaciones de 2010 indicaron el cambio de ciclo. Esta es la principal lectura que el sindicalismo revolucionario tiene que sacar de la actual situación, porque no solo indica un cambio de ciclo con una movilización espontánea e independiente. Evidencia la ruptura de los más avanzado de las clases trabajadoras, con el viejo reformismo que lo encadenaba políticamente a la clase burguesa dominante. Es decir, el inicio de una independencia política que llevará su propio proceso y de ahí, la importancia de la intervención en el movimiento obrero y sindical para el movimiento revolucionario, porque de la dirección política que tome la lucha de la clase obrera, dependerá el tipo de salida a la crisis estructural, global, del sistema capitalista.
Pero no solo se da una movilización y ruptura en la infraestructura económica, determinante por la necesidad imperiosa de la acumulación de fuerzas. Sino que también tiene su correlación en la parte de la superestructura política, con el nacimiento de Podemos y las confluencias, que han desestabilizado el tablero político nacional, conformando una tercera fuerza política que rompe el hegemonismo parlamentario y político construido desde la transición del bipartidismo, arrasando a lo que llaman casta, como responsables de las políticas de austeridad y corrupción y a todas las fuerzas políticas de izquierdas, que se opongan a la confluencia y a la unidad popular.
Estas dos partes de un mismo momento político, son decisivas para el movimiento obrero sindical revolucionario, ya que la intervención en esta nueva realidad política de ruptura del pacto social, fruto del proceso de generalización y profundización de la crisis global del sistema capitalista, son las claves para el desarrollo de un sindicalismo de clase, sociopolítico, asambleario y de lucha por su emancipación en el socialismo. Esta es la mar donde queramos o no, debemos navegar, para ello dos reflexiones.
La experiencia histórica del sindicalismo revolucionario en Europa como primera. Conscientes de que partir de la experiencia histórica de la lucha de la clase obrera, es partir de los clásicos marxistas del movimiento obrero revolucionario y comunista internacional y de las experiencias insurreccionales, levantamientos y motines de los sindicatos y partidos obreros desde su existencia hasta mediados del siglo XX, cuando se consuma, la entrada del sistema norteamericano de producción fordista en Europa y el pacto social que conlleva.
Hasta la segunda guerra mundial, la base de funcionamiento y organización de los sindicatos y partidos obreros, responden a la necesidad del combate diario desde los gremios de producción y barriadas obreras, tanto por falta de derechos y libertades para la clase obrera, como por su dispersión en pequeños y medianos centros productivos, también por las oscilaciones que las crisis cíclicas, producían de desempleo y miseria entre las masas obreras. Produciendo insurrecciones obreras y populares.
Toda la etapa del fordismo como sistema productivo, desarrollado por EE.UU durante la II Guerra Mundial y a partir de los años cincuenta, generalizado para la reconstrucción europea de la posguerra, es la historia del desarrollismo, de las grandes industrias y grandes sindicatos y también de la creación del estado de bienestar, el mayor pacto social creado, que abarcaba a toda la Europa occidental, tanto porque el sistema fordista de producción necesitaba una clase obrera sana e instruida, como por la existencia del bloque socialista soviético y la China popular.
La superación del sistema fordista de producción en Europa, se inicia con el estreno del estado de bienestar en el sur europeo que sale de las tinieblas de las dictaduras fascistas militares. Dictaduras como instrumento político de explotación de las clases trabajadoras y campesinas, en un proceso de acumulación de capital por la alta burguesía y de internacionalización de las finanzas y la producción.
Hoy el sistema dominante en la organización del trabajo, está basado en la flexibilidad, polivalencia, movilidad y precariedad laboral, en un contexto internacional (global) de externalización de fases productivas, deslocalización empresarial y máxima competitividad, mediante el abaratamiento de la mano de obra por las grandes tasas de desempleo, con la eliminación de derechos, libertades y democracia en los centros de trabajo y con el desarrollo cientificotécnico de la robótico y la telemática.
Esto nos sitúa en un marco parecido, al de los primeros años de desarrollo del capitalismo y de la generalización de la clase obrera, pero mucho más masiva y global, con la misma falta de derechos democráticos y libertades en los centros de trabajo y en proceso de reducción por tecnificación, pero en una fase completamente superior, en la fase del alumbramiento de la afirmación después de la doble negación. Aparentemente, esta es la conclusión a las que nos llevan los datos encima de la mesa y solo la acción consciente, organizada y colectiva del ser humano, puede cambiar nuestro destino.
La experiencia española bajo el franquismo del sindicalismo sociopolítico asambleario, como segunda. El ejemplo de construcción de un partido y un movimiento obrero y sindical bajo la dictadura franquista, después del cruento golpe militar fascista de 1936, que masacró a centenares de miles de trabajador@s y ciudadan@s y los que no, a un exilio del que pocos regresaron, es el elemento más reciente en la lucha de la historia del movimiento obrero revolucionario español. Donde aporta esta experiencia de poder obrero y popular, instrumentos singulares organizativos y participativos, de horizontalidad y asamblearismo desde el análisis sociopolítico de la realidad social. Donde el poder de la decisión lo tenía y lo debe seguir teniendo, la asamblea de base de centro de trabajo, sector o barrios.
Representa aún hoy, aunque en una menor escala, un tipo de sindicalismo que une lo políticamente concreto de las reivindicaciones económicas con las generales, mucho más políticas y solidarias, con un discurso político transversal, donde entran todas las batallas y necesidades humanas, como la solidaridad, el feminismo, la ecología o el internacionalismo. Desde los criterios amplios y flexibles a los que obliga el consenso de la pluralidad, que se sintetiza en la supremacía de la unidad del movimiento, para la conquista del objetivo final: la emancipación de las clases trabajadoras en el socialismo.
Un tipo de sindicalismo sociopolítico, asambleario, de poder desde la base de producción, centro de trabajo, sector o barrio. Es decir, que por encima de todos los valores políticos, el poder obrero en la toma de decisiones, siempre lo tenían las asambleas de base.
Desde este sindicalismo sociopolítico, es desde donde se dio la principal batalla contra la desmovilización del movimiento obrero y social, iniciada por el PCE en el año 1975, con el objetivo de pactar con la nueva burguesía emergente, su papel en la nueva España que surgía. Su victoria desmantelando el movimiento sociopolítico de las comisiones obreras, demostró que el PCE controlaba al movimiento obrero y a las masas obreras, imponiendo el pacto social europeo del estado de bienestar, a cambio de su legalización y la de CC.OO. sin que nada cambiase en la estructura del estado, manteniéndose incólume, el poder económico, político, jurídico y militar burgués.
Estrategia de colaboración entre las fuerzas mayoritarias de la clase obrera y popular, el PCE, PSOE, CCOO y UGT con la oligarquía dominante. Política que se consolida una vez convocada las primeras elecciones generales en el 1977, la firma de los Pactos de la Moncloa y la constitución monárquica en 1978 y finalmente el estatuto de los trabajadores en el 1979, al cual solo se opuso en primera instancia CC.OO, pero reprimida rápidamente por el aparato del PCE. Estatuto que se significó, como arma de eliminación masiva, de miles de sindicalistas revolucionarios mediante el despido libre indemnizado.
Esto nos dice, que todas las claves de las condiciones de la transición política, previamente pasaron por la imposición de la hegemonía ideológica y política entre la clase obrera, del reformismo revisionista del PCE y PSOE, para posteriormente, con el apoyo del gobierno burgués, empresarios y la represión, desterrar las posiciones políticas más avanzadas en el seno de las clases trabajadoras.
Se inventaron decenas de virtudes palaciegas alabando la transición por parte de los vencedores, se inventaron decenas de golpes de estado y faltas de correlaciones de fuerzas por parte de los que traicionaron a la clase obrera, pero por encima de todas estas historias que cuentan los historiadores del sistema, prevalece el hecho, de que todas las versiones triunfaron, después de la derrota ideológica y política de la clase trabajadora.
La experiencia histórica nos demuestra que hay que llevar la lucha política al seno de la clase obrera, donde trabaja, vive y lucha. Nos demuestra también, que la historia la escriben l@s que conquistan la hegemonía en las organizaciones de la clase obrera, pero la mayoría del activo actual de la militancia revolucionaria y comunista, la individual y colectiva de los distintos destacamentos comunistas, aducen una serie de descalificaciones o limitaciones del sindicalismo y suelen acudir a las citas de los clásicos del marxismo como justificación, fundamentalmente de Lenin, dejando las organizaciones sindicales de masas, en manos del pensamiento reformista pequeñoburgués.
Copiar o reproducir las frases de nuestros clásicos, no sirven ni demuestran absolutamente nada, si no vienen envueltas en el contexto concreto en el que se dio y dijo. Solo tienen validez sus principios, desde la comprensión de la lógica dialéctica de la que debemos partir todo marxista a la hora de los análisis, desde los espacios y tiempos históricos concretos en los que se dieron o dan.
Lenin, el dirigente clásico marxista más duro en la crítica contra el economicismo, en las filas de los revolucionarios socialdemócratas, nunca criticó el trabajo en las organizaciones sindicales, como organizaciones de masas de las clases trabajadoras, al contrario siempre lo ponderó y abanderó.
Lo que sí criticó con todas sus fuerzas, fue al trabajo sindical economicista y corporativo de los cuadros y militancia del partido, influenciados por el oportunismo de derechas hegemónico en el partido, que solo ponía énfasis, en la acción institucional en los parlamentos y en los pactos con las clases dominantes por las cúpulas. Evidentemente desde estas estrategias que tod@s conocemos hoy en la actualidad, a la derecha del partido le interesaba que su militancia, solo hicieran lucha reivindicativa economicista.
Siempre teorizó para la militancia, la intervención política entre las masas desde criterios políticos e ideológicos, atendiendo a las realidades concretas, contradicciones internas y necesidades del movimiento obrero en cada momento, posiciones revolucionarias que sirvieran para vertebrar orgánicamente a la clase obrera, elevar su nivel de comprensión política y la introdujera en el conocimiento y comprensión del socialismo, como único sistema válido para su emancipación. Desde la intervención concreta en el centro de la lucha de clases: el centro de trabajo, sector y el barrio.
Siempre intentó ganarse a los sectores obreros del partido socialdemócrata, ejerciendo la crítica al desprecio interesado que el ala derecha tenía, a que los obreros revolucionarios hicieran política desde el partido. Lenin pretendía que intervinieran en él, en sus reuniones, y que allí fuera donde se tomasen las decisiones que tenían importancia, para el desarrollo sindical del movimiento obrero revolucionario.
L@s clásicos del movimiento obrero, defendieron la intervención revolucionaria en los sindicatos para hacer sindicalismo revolucionario, no economicismo. Quienes desprecian el sindicalismo, porque está limitado en su quehacer político, o cae en la burocracia derechista con intereses con la patronal e instituciones, o es un dogmático infantil de izquierdas, que desde el desprecio a las posiciones de los revisionistas, rechaza la militancia en los centros donde trabaja, vive y lucha la clase obrera, criticando desde afuera para dividir dentro de ella.
Lo que demuestran los clásicos y la historia moderna de la lucha revolucionaria de la clase obrera española, es que la opción de hacer sindicalismo revolucionario, es una opción política del sindicalista que lo practica, no de que el sindicalismo tenga limitaciones, por eso Lenin ejercía la crítica, dependiendo siempre del lado que bascula el error. Evidentemente que para el partido es necesario muchas cosas más, como la intervención en la superestructura política parlamentaria o la coordinación entre la lucha de masas y la institucional por ejemplo.
Pero lo fundamental siempre estará, en el nivel político y organizativo de la estructura orgánica propia, de las que se nutra la clase trabajadora, porque son los gérmenes de su futura estructura de poder popular, desde los lugares donde trabaja, vive y lucha. Pero esto solo es posible, si garantizamos la independencia de la clase obrera de la ideología de las clases dominantes, desde la máxima de ni dioses, reyes ni tribunos.
Si la militancia revolucionaria de la mayoría de los destacamentos comunistas, tuvieran la experiencia de militar y trabajar de forma unitaria, dentro del movimiento global que lucha, que aglutina a lo más avanzado de la clase obrera y del pueblo y no exclusivamente, desde la militancia sectaria y limitada a grupos de elegidos, sabrían que muchos comunistas en el PCE, hemos criticado históricamente la práctica economicista de la mayoría de los cuadros y dirigentes en el sindicato, por despreciar al partido, por no asistir a sus reuniones y no tomar las decisiones de la línea política en el trabajo de masas, desde el debate político del partido, como Lenin siempre defendió en el Partido Socialdemócrata Ruso y no los pactos por arriba con la patronal y los parlamentos, como antes y ahora.
Ceñirnos al contexto económico y político internacional que vivimos para partir de él. Desconocemos en lo fundamental, por donde avanzará la profundización de la crisis global del sistema capitalista, crisis, que se perpetúa por encima de las crisis cíclicas del capitalismo, con el continuado descenso de los beneficios empresariales, iniciado en los años setenta del siglo pasado. Desarrollo que nosotros podemos cambiar, tal como Cuba, China o Bielorrusia nos lo demuestran día a día.
Vemos, que el proceso de destrucción mediante la guerra, de vidas humanas y producción, ha comenzado hace tiempo y no solo por la periferia geográfica de los países subdesarrollados, también en la Europa, corazón del sistema capitalista, con una capacidad de destrucción total. La destrucción de Yugoslavia, Irak, Ucrania o el acoso por el imperialismo a Rusia o China, día tras día lo demuestra.
También vemos, como el sistema de producción y consumo a que nos arrastra el capitalismo, destruye la naturaleza, acabando con el precario equilibrio del sistema climático terrestre, poniendo en peligro no solo al ser humano, sino también, a la existencia de cualquier tipo vida inteligente en el planeta. El cambio del clima, el deshielo o la contaminación atmosférica, son el pan nuestro de cada día.
Conocemos, que el desarrollo cientificotécnico separa cada día más la producción del trabajo humano, la robotización y la telemática nos sustituyen en amplias gamas de la producción industrial, servicios y agroalimentaria, limitando el beneficio empresarial por la competitividad en la producción. Los robots, una vez recuperada la inversión y el mantenimiento, todo es deducible y no consume.
Sabemos que este desarrollo bajo el capitalismo, está llevando a que millones de personas no tengan empleo ni medios de subsistencia, demostrándose, que el desarrollo cientificotécnico al servicio del sistema capitalista, solo crea desigualdad, miseria y sufrimiento generalizado al ser humano. La destrucción del sistema productivo en Oriente Medio y Centro Europa, provocando millones de inmigrantes, es la demostración clara de todos los días.
También, que la situación de propiedad de los medios de producción y riquezas en manos de una exigua oligarquía, exacerba con su poder, lo más salvaje del ser humano para mantener su posesión, mediante la imposición del patriarcalismo cultural y económico, como instrumento autoritario para la usurpación continuada de la igualdad de los seres humanos, del hombre y la mujer y del derecho a la propiedad pública, nacida de las sociedades antiguas del matriarcado. Usará todos los medios para impedir, que la igualdad de la mujer y la propiedad pública de los bienes y riquezas de la comunidad ligadas a ella, sea conseguida por la humanidad.
¿Qué hacer desde el sindicalismo revolucionario de clase, para unirse a la lucha política global? La correlación de fuerzas políticas, ha iniciado un movimiento de cambio en el 2010 y constatado en estas últimas elecciones generales al parlamento español del 2015, pero este movimiento se da, sin correlato en la participación del ámbito organizado de la clase obrera y del movimiento obrero y sindical.
Corresponde a lo más consciente y preparado de la clase obrera, a su vanguardia comunista y revolucionaria de dar esta batalla, a prepararse desde los principios de nuestros clásicos y desde la experiencia histórica y cultural del movimiento obrero en el lugar que trabajas, vives y luchas. Este es el mayor déficit y debilidad, que actualmente manifiesta el movimiento de masas iniciado de ruptura política de la dependencia histórica, que la clase obrera arrastra del reformismo revisionista y la burguesía dominante desde la transición política.
Es el momento de la unidad, de unir todas las voluntades y confluencias para multiplicar el grosor de la línea política iniciada, de la independencia de la clase obrera de la burguesía que la oprime y explota y de sus lacayos entre el pueblo. Una unidad desde el debate político y la confrontación entre las masas, contra aquellos que pretenden, desde el sindicalismo economicista de las cúpulas de los sindicatos y partidos hasta ahora mayoritarios, de que nada cambie y contra aquellos entre nuestras filas, que desde su izquierdismo infantil nos dividen, debilitan y separan de la clase obrera, abandonandola, cuando no entregándola, en manos de la derecha política y del fascismo. Solo desde esta unidad seremos capaces de construir organización y una nueva conciencia de lucha.
Círculos Comunistas por la Confluencia Popular (CCCP)
Marzo de 2016