jueves, 16 de junio de 2016

VII Congreso de la CSI debate entre sindicalismo y revolución



https://www.ibm.com/developerworks/library/wa-scalable/fig1.jpgEn este VII congreso, la Corriente ha renovado completamente su dirección, logrando así, uno de los objetivos necesarios para dar respuestas en la nueva realidad socioeconómica. Pero, a la apuesta por una gente nueva, le pueden surgir peligros, cuando lo viejo se resiste a morir y no aporta lo mejor de su experiencia pasada, este es uno de los retos de la actual dirección, superar el sindicalismo economicista de resistencia e incorporarse al sindicalismo sociopolítico de lucha por la emancipación social.

En estos últimos años de agudización extrema de la crisis económica del capitalismo, la CSI vivió estancada en su expansión orgánica interna, acumulando un déficit de desarrollo sectorial y comarcal, provocando el colapso en sus arterias principales, en el quehacer diario de sindicalismo de resistencia. Surgiendo de este proceso en la acción sindical y la asesoría, el fenómeno del logro de más afiliación, pero menos gente trabajando. Superar la imagen de un colectivo sindical de respuesta inmediata, por el de un sindicato de clase, organizado en todos los sectores sociales y de producción, es el camino.

Delimitar los males orgánicos a superar ha sido otro de los aciertos, pero como muchas veces sucede en política, conocer los retos, no significa que se puedan superar y esto es lo que se debe demostrar, en estos próximos cuatro años, organizando los sectores de producción y las comarcas, para asegurar la asesoría y la acción sindical sectorial y comarcal, multiplicando las estructuras de estos colectivos, para desatascar el bloqueo del sindicato, con la participación de la militancia. Superar las limitaciones, que impone la existencia de un solo colectivo para dar este tipo de respuesta, en una situación de cada vez más paro, más precariedad y menos derechos, que da un aumento continuado de la afiliación.

Pero este objetivo de superar las limitaciones de la estructura orgánica del sindicato, para dar un salto en la respuesta al despido, al ERE, al acoso laboral o a cualquier injusticia en el centro de trabajo, no nos hace ser más revolucionarios, como mucho más rebeldes. Seremos revolucionarios, si al objetivo de organizarnos mejor, además de la resistencia lógica a la crisis global del sistema capitalista, se asume políticamente, el objetivo, ya inicial en el nacimiento de la CSI, como sindicato de clase, asambleario, sociopolítico, que da el poder a la clase obrera, en las asambleas de centro de trabajo o sector, como base del poder obrero y popular, para la conquista y la construcción de un socialismo participativo.

Con esto se sitúa, otra de las tareas fundamentales de la nueva dirección de la Corriente, politizar la acción de las clases trabajadoras, poniendo la política al mando, desde el análisis socioeconómico de esta actual crisis política y económica global del capitalismo, dando respuestas al despido, al cierre de la empresa o a la negociación colectiva y denunciando con la movilización, el paro, la precariedad y la exclusión social que provoca este sistema entre las masas obreras, proclamando que sí existe otra política, que nace desde los intereses generales de las masas y no del beneficio empresarial.  

Exigiendo también de todos los gobiernos, medidas paliativas inmediatas para los más necesitad@s de nuestra clase y pueblo, independientemente de su religión, color, sexo o nacionalidad. Confluyendo en la denuncia y la movilización, con el resto de fuerzas políticas y sociales, que coinciden parcial o totalmente, en los objetivos de justicia e igualdad, en una Europa de las clases trabajadoras y los pueblos, apostando por la construcción de la unidad obrera sindical, en Asturias, en España y Europa.

Se puede decir, que estas son las bases de una política sindical para la emancipación social, desde la lucha concreta contra la austeridad y del pago de la deuda de la banca, a las que nos obligan las políticas desarrolladas por los gobiernos de la troika europea, desde la solidaridad y el internacionalismo.

Pero en esta batalla, existen problemas ideológicos y políticos viejos y poco conocidos en el debate interno de la CSI, siempre han estado presentes, pero eclosionan ahora, cuando la situación socioeconómica se desmorona y nacen nuevos marcos de intervención política y sindical, con nuevas formas en los sujetos que intervienen. Ahora, cuando se derrumban los viejos pactos y los sujetos que  lo hegemonizaron desde la transición política, provocando la ruptura del bipartidismo y por primera vez desde los pactos de la transición, una movilización social de la clase obrera, independiente de los sindicatos, partidos y gobiernos de la socialdemocracia neoliberal.

Hablamos del infantilismo de izquierdas, que se manifiesta con variadas formas de radicalismos y sectarismo políticos, dividiendo a los que luchan y del corporativismo conservador, que ante el temor de la pérdida del lugar que socialmente ha logrado, con su corta visión política de clase media, confronta internamente dividiéndonos, con todo aquello que no solo modifica sus condiciones de vida y trabajo, sino también, de la forma de entender la política, exclusivamente desde sus intereses.

A falta  de iniciarse el proceso de intervención de la nueva dirección y sus formas, estas dos manifestaciones políticas, serán las que confronten internamente y den la batalla contra el carácter sociopolítico y revolucionario del sindicato, pero para que el trasfondo del debate en la CSI, salga con claridad a la gente, debemos buscarlo y no rehuirlo, como ha sucedido durante la celebración del congreso, haciendo su aparición en parte, desde la confusión y el caos.

Este debate se han dado en el seno de la Corriente y ha tenida manifestación pública, y seguirá teniéndola, porque las últimas luchas como las de TENNECO o ALCOA, han demostrado, que sin la unidad de la clase obrera y el pueblo, sin la participación de las masas obreras, pocas victorias obtendremos y nos guste o no, las masas están organizadas en partidos, sindicatos y movimientos sociales. La unidad y la confluencia de la lucha, no es una táctica para la clase obrera, es un principio.

Desde este infantilismo radical y sectario, se crearon las condiciones para la división del sindicato en este VII Congreso, provocado por el desarrollo de la parte sociopolítica, ante las características de la crisis y por la influencia interna que mucha militancia creó, por su adscripción al nuevo movimiento político creado a la sombra del 15M, los indignad@s o las mareas. El de la confluencia política.

Pero aquí no acaba el sectarismo que puebla rincones. De lo viejo que no quiere morir, ante lo nuevo en política que acaba de nacer, a los que identifican con sectarismo, como los viejos que firmaron los pactos de la transición, surgirá este debate cada vez que se introducen cambios o modificaciones a la táctica político sindical a desarrollar, porque para que nos escuchen las clases trabajadoras, tendremos que bajarnos a su nivel y su nivel político, está muy por detrás de este nuevo reformismo, a veces revolucionario por la trasgresión del sistema, otras corto por los límites de un programa reformista.

Lo veremos también en un debate, que aquí solo lo hemos tenido en pequeña escala, desde el Ayuntamiento progresista de Oviedo, pero que saldrá. Nos lo recordaron nuestros invitad@s de Madrid y Aragón, con los conflictos en el transporte público y los límites programáticos donde se paran los nuevos reformistas, donde están también, las dificultades para tod@s de reconocer los límites que nos marcan las correlaciones de fuerzas, donde están también, los límites de nuestra capacidad de movilización sindical y sociopolítica, que nos marcan los objetivos posibles a conquistar o mantener.

Debate, donde debemos definir con claridad, la línea roja de demarcación que nunca debemos superar para no equivocarnos, que solo tenemos un enemigo principal en nuestra lucha, la oligarquía parasitaria imperialista que nos gobierna, en España y Europa, otras contradicciones, situarlas siempre en el combate principal contra ésta, porque si no, nos dividiremos y retrocederemos.

En este debate también interviene el corporativismo conservador, conservador, para diferenciarlo de las luchas corporativas de resistencia en los centros de trabajo y sectores, por mantener nuestras condiciones de vida y trabajo. Pero como nos enseñan estas peleas, no todas tienen las mismas características, ni la misma razonabilidad en los objetivos, ni nos sitúan contra quién luchamos en el lugar correcto. El radicalismo infantil y el corporativismo van a coincidir en muchas batallas, porque ignoran que la lucha de clases, está siempre presente en cada conflicto, para lo bueno y para lo malo.

Para entender los senderos por los que se mueve esta lucha de clases, debemos conocer primero (porque afecta profundamente a nuestras condiciones de vida) la naturaleza de la crisis global del sistema capitalista que padecemos. Su inicio se sitúa en los años setenta del siglo pasado, con el  descenso continuado hasta ahora de los beneficios empresariales, a pesar del aumento continuado del capital invertido, por un exceso mundial de producción.

Las implicaciones socioeconómicas para millones de personas son enormes. Para el grueso de la humanidad son en lo fundamental casi inexistentes, porque nunca superaron los límites de la miseria y esclavitud en la que viven desde hace siglos, pero para cientos de millones de trabajador@s y de ciudadan@s, serán en muchos casos mortales. Las condiciones de esclavitud, han sido solo superadas por los países que construyen proyectos socialistas, desarrollando la economía planificada de mercado y son emergentes y por los países y zonas desarrolladas del planeta, mediante el sistema capitalista neoliberal, que es exactamente donde nosotros vivimos. En Europa, corazón del sistema capitalista.

Si algo define la crisis global del sistema económico capitalista, es que el capital para seguir obteniendo un beneficio, aumentará la explotación de la clase trabajadora, en un proceso continuado de necesidad de obtener un producto con menor coste, para poder venderlo en el mercado, compitiendo con otros capitalistas, que utilizan la misma táctica de reducción de coste de la mano de obra, único sitio que queda ya para la producción de reducir costes, pues la telemática y la robotización, hace tiempo que está generalizada y no admite posibilidades de reducción, una vez recuperada la inversión inicial.

Esto nos ya nos dice, porqué, desde los años setenta a las clases trabajadoras nos aplican, con la colaboración de los sindicatos del sistema, una reducción lenta pero progresiva de nuestras condiciones de vida, trabajo y derechos. Con el agravante, que desde la crisis de las subprime en EE.UU, en el 2008 y el consiguiente estallido de la burbuja inmobiliaria mundial, provocó una aceleración en la reducción de nuestras condiciones de vida, trabajo y derechos, un brutal retroceso, que implicó socialmente la asunción de la ruptura del estado de bienestar aquí y en toda la Europa Occidental (pacto de la transición en España) por la clase política que nos gobierna. Consecuencias generalizadas en el grueso de los países y zonas del capitalismo desarrollado.

Pero este retroceso generalizado de las condiciones de vida para los cientos de millones de personas, que venden su fuerza de trabajo por un salario, que viven principalmente en los países desarrollados industrialmente (aunque no exclusivamente) como Europa, Eurasia, Oriente Medio, Asia industrializada, como Japón o Corea, EE.UU. y en casi en todos los países de América y Oceanía, aunque como en la gran parte de Asia, centradas en las grandes urbes, lugares done se comparte espacios, con millones de personas excluidas socialmente. Tod@s tendremos una caída continuada en nuestras condiciones de vida y trabajo, con un aumento brutal de la explotación de la clase obrera y de los pueblos y del temible peligro de la guerra imperialista total.

Por primera vez en la historia, para una gran parte de la humanidad, las condiciones de vida de sus hijos y la suya propia, serán peores que cuando su generación nació. Conocemos esta experiencia parcialmente, por las guerras y las calamidades naturales, situadas geográficamente y siempre superadas rápidamente por el subconsciente, pero ahora es diferente, es global, de colapso del sistema de producción capitalista, de posible fin de la hegemonía del sistema de producción capitalista. Por ello carecemos de experiencias históricas, de conocimientos de las formas de expresión de las contradicciones de clases y de las reacciones de las masas ante su empobrecimiento irreversible.

El efecto generalizado de este empobrecimiento de las condiciones de vida y trabajo, junto con el desconocimiento del devenir futuro del sistema que vivimos, provoca reacciones defensivas tanto del corporativismo conservador, como del radicalismo infantil de izquierdas. Lo vimos en la incapacidad política de situarse el corporativismo conservador en este VII Congreso, ante un proyecto de medidas paliativas inmediatas transversales, en todos los campos de las necesidades humanas para todas las personas, desde la infancia hasta la vejez, independientemente de su religión, sexo, color de piel o lugar de residencia, trabajo, escuela o servicio social, también en el debate sobre el medio ambiente con los sistemas alternativos de energía, para la superación de los fósiles, más contaminantes.

También por parte del infantilismo de izquierdas, ante la defensa del corporativismo en mantener a la ultranza, unas condiciones de vida y trabajo, que ya, ni un ayuntamiento progresista pueden mantener y por criticar, como enemigo principal a batir a los reformistas y a sus límites, sin una base política fundamentada, solo porque sus reformas, se sitúan en las únicas posibles, bajo el capitalismo.

No se trata de negar la lucha de clases con los gobiernos progresistas, no se trata de negar la contradicción y que no se confronte con los límites que el reformismo progresista nos sitúa. Se trata de que no equivoquemos en la batalla, el enemigo principal contra quien luchamos y entendamos, que las masas, no van aceptar en la sociedad por la que luchan  (representad@s por  los gobiernos de las confluencias) los privilegios de una minoría, por encima de las condiciones generalizadas de vida de las masas. En una democracia más avanzada esto es imposible, porque es imposible ponerlos a tod@s al mismo nivel y bajo el socialismo, porque es impensable el privilegio de una minoría corporativa.

La única salida positiva, es la lucha de clases desde la defensa de unas condiciones de vida digna para tod@s, entendiendo que en la sociedad más avanzada por la que luchamos y en el socialismo por el que aspiramos, quién sigue regulando las contradicciones sociales, seguirá siendo la lucha de clases. Por eso es fundamental saber y no olvidar en nuestra lucha quién es el enemigo principal, dentro de la tarea actual de un sindicato revolucionario de clase: Prepararnos para el combate contra la crisis global del sistema capitalista, para que nuestros hij@s no pierdan la memoria y el futuro para ell@s con su lucha, sea más justo e igualitario que el pasado vivido.

                                                                                                                                 Junio de 2016

Alonso Gallardo militante comunista por la confluencia y de la Corriente Sindical de Izquierda