jueves, 26 de junio de 2025

Tras la huelga de la enseñanza asturiana el debate es sindicalismo de clase para la revolución o sindicalismo economicista para el capital


Alonso Gallardo militante comunista y de la CSI … junio del 2025

La polémica sobre sindicalismo de clase y amarillismo que saltó en el debate de la movilización y huelga de la enseñanza asturiana, conviene centrarla en los hechos que la definen: la convocatoria, la huelga y el acuerdo. La confusión entre la izquierda asturiana es grande por estar suavizado el concepto de sindicalismo de clase, para poder diferenciar los sindicatos históricos de la clase obrera de los amarillos generados mediante mutación del sindicalismo vertical, pero desde una perspectiva histórica marxista, la diferencia la define la propia práctica sindical y los objetivos que se persiguen es decir, que si solo se quiere mejorar el nivel de vida de la clase trabajadora -partiendo de esa sana intención- o si además busca mejorar el nivel ideológico y político de conciencia de la clase obrera y organización, entendiendo que el profesorado forma parte de ella, así que cada uno juzgue la suya. La práctica primera es economicista y la segunda de clase, pero el problema está en averiguarlo sin caer en un juicio de intenciones y para ello lo mejor es partir de los hechos concretos, donde la mayoría se encuentran en el proceso del sindicalismo del día a día, en los objetivos y la forma de cierre, en un contexto donde el sindicalismo asambleario de dar todo el poder a la asamblea de centro y sector es semidesconocido y cada día más olvidado en el resto de sectores productivos.

Uno de los datos claves está, en que la movilización surge de forma más o menos espontanea -más allá que detrás existieran fuerzas amarillas que la potenciasen con otros objetivos- por las medidas que la consejera de turno dimitida proponía. Ante esta situación, el sindicalismo de clase histórico toma la iniciativa con un programa reivindicativo centrado en la recuperación del salario, creación de empleo, financiación etc. Lo que interesa resaltar de aquí, es que el estado durmiente era la regla general, de un sindicalismo más centrado en la gestión política de las subidas salariales y derechos desde la mesa general y los pactos parlamentarios, que ir creando organización y conciencia entre el profesorado para que en el momento que viesen el saltar, ponerse al frente de la movilización para que el tablero político asturiano saltase hecho añicos con una plataforma defendiendo, además de la homologación salarial con otras comunidades, una apuesta por la enseñanza pública que significase un detrimento importante de la enseñanza privada concertada y en especial la universitaria privada, en manos de fondos de inversión imperialistas y monopolistas del mercado global.

Esto último es otro tema que debemos tener en cuenta, porque debe formar parte de todo programa del sindicalismo de clase, que no es que se desconozca o no se asuma, es que esto no estuvo encima de la mesa porque la iniciativa mediática, en la calle y el profesorado, la tuvo la extrema derecha y el fascismo ocupando el vacío. Se acertó en cortar la parte donde pretendían acorralar al gobierno para que dimitiese y convocase elecciones en Asturias, pero el desgaste político del gobierno si lo han logrado y sin alternativa por la izquierda. El dato más grave a tener en cuenta es, que quién estuvo a punto de romper el tablero político asturiano fue la extrema derecha y fascistas del PP, VOX y FORO apoyados en el sindicalismo amarillo, por haber caído el de clase en las prácticas economicistas sin estrategia política sindical, ni trabajo realizado con un programa alternativo al liberalismo oficial y menos, dando participación al profesorado para elevar su nivel de politización y concienciación con la toma de decisiones.

Por último, queda centrar el cierre ya que las formas deciden su carácter democrático o no y esto es evidentemente desde una perspectiva de clase, ya que el dar participación y voz solo a la afiliación de cada sindicato encierra una diferenciación con los demás, dando entender que el sindicato no es un instrumento de lucha de la clase trabajadora para defender sus derechos por un mundo de iguales en libertad, sino el instrumento de un grupo de personas para situarse como representantes ante las instituciones, para poder gestionar los interese de la clase obrera a cambio de derechos y liberados sindicales fuera de la lucha de clases. Como esto fue lo que ponderó y cada sindicato cerró con los suyos, quién lo rentabilizó políticamente al final en los centros de trabajo y mediáticamente fue el amarillismo, al quedar parcializada la conquista salarial y la mejora del empleo y trabajo, y ganada también esta frustración por el maximalismo derechista contra la política y políticos, ante la falta de explicación por parte del sindicalismo de clase de lo conquistado, donde la parte económica sería lo de menos pero sí la de fortalecer orgánicamente la enseñanza pública y su conciencia de clase.

Lo conseguido puede ser mucho o poco, dependiendo de lo que se jugaba el sindicalismo de clase bajo una división sindical y fuerte presencia corporativa. Lo primero en ese desequilibrio fue el éxito de garantizar la unidad de acción sindical bajo una plataforma, que recogía lo fundamental de las reivindicaciones y que fue la base de lo conquistado y entendiendo, que el seguir con la huelga aunque en su inicio fuese mayoritaria, a medio plazo ante la división sindical solo con que algunos sindicatos pactasen un acuerdo con el gobierno regional, significaría una derrota del sindicalismo de clase como objetivo del gobierno y la derecha. La segunda reflexión pasa por un debate entre el profesorado donde se explique, que el principal problema de la enseñanza no está en los salarios ya que estos están regulados por acuerdos presupuestarios nacionales, a los que abría que sumar otros derechos para impedir desigualdades autonómicas; que pasa por mejorar la financiación autonómica bajo una planificación al servicio del pueblo asturiano y pagado con los ingresos de la hacienda pública para la igualdad y el laicismo, hasta la eliminación total de la concertada como primer paso. 

La tercera reflexión como final; decir que se puede acertar en la táctica concreta o fallar en alguna de sus partes, pues el sindicalismo de clase no está basado en la infalibilidad, pero tampoco en la competición insana que crea división y genera derrotas, sino en la que crea confluencia en la unidad de acción y en la lucha, porque es lo único que a la clase obrera da victorias, y por eso, cuando se dedica más tiempo a la lucha fratricida por algunos sindicalistas -como recientemente se hizo con la Corriente Sindical de Izquierda para dividirla y trocearla- que en crear lazos fraternales que más tarde o temprano confluyan orgánicamente en un solo sindicato de clase, es difícil que esta actitud pueda considerarse como de clase, poniendo el enfrentamiento y la división por encima de la unidad en la lucha y en la victoria para el bien de la clase trabajadora y termino diciendo, que aquí viene bien a cuento decir, que igual que sólo la verdad es revolucionaria no existe la izquierda sin ética.