Tal y como comenté en un artículo anterior, el Partido Comunista de China (PCCh) aprobó el pasado 18 de julio un documento en el que se fijaron las 60 medidas para continuar modernizando al país durante los próximos 25 años. Esas medidas están divididas en 15 bloques.
Índice
1) El rasgo más esencial del socialismo con características chinas 2
2) La economía de mercado socialista 3
3) Tareas y naturaleza de la reforma y apertura económicas 7
El primer bloque del documento traza el carácter de las reformas. Su línea general se resume en alcanzar una modernización socialista integral. Es cierto que son conocidos algunos grandes éxitos de China en materia de infraestructuras y nueva tecnología, así como en la erradicación de la pobreza extrema e innovación ecológica, o sus progresos en educación y servicios sociales. Pero el país aún tiene tareas pendientes. Por ello, China se dirige a generar, para 2035, los avances suficientes que le permitan alcanzar la modernización integral en 2049.
Los bloques segundo, tercero, cuarto y quinto del documento se centran en el desarrollo económico y en los métodos para lograrlo. A su vez, los bloques sexto y séptimo están muy estrechamente ligados a la cuestión económica. ¿Por qué tanto énfasis en este aspecto de la modernización? Por algo que explica el propio documento: porque, para avanzar con éxito en el conjunto de las 60 iniciativas, se toma “como fuerza de tracción la reforma del régimen económico”. Es decir, el correcto crecimiento de la economía impulsará todas las otras mejoras del socialismo en China.
Los bloques mencionados tratan sobre las siguientes cuestiones: el segundo busca mejorar la economía de mercado socialista que existe en el país; el tercero se centra en continuar desarrollando la alta tecnología para la producción y la circulación; el cuarto fija los objetivos educativos y de investigación para asegurar ese crecimiento tecnológico puntero; el quinto determina las mejoras en el control y manejo gubernamental de la economía de mercado socialista (única forma de que dicho tipo de economía despliegue toda su potencialidad). A su vez, el bloque sexto está dedicado al desarrollo integrado urbano-rural, y el octavo al aumento de las relaciones con otros países (con énfasis en las relaciones económicas: las inversiones recíprocas y la integración entre comercio exterior e interior).
En cambio, los siguientes ocho bloques están más dedicados a emplear los logros económicos con el fin de hacer reformas en otros aspectos de la sociedad: 8) profundizar en la democracia popular, 9) mejorar el Estado socialista de derecho, 10) ampliar las iniciativas culturales y la educación, 11) elevar el bienestar de la población, 12) desarrollar la civilización ecológica, 13) perfeccionar la seguridad, 14) fortalecer la defensa del país y, por último, 15) persistir en la dirección del PCCh y en la continua mejora del PCCh, para, como dijo Mao: servir al pueblo de todo corazón, rumbo a la prosperidad común.
Centrémonos en la cuestión económica, que es “la fuerza de tracción”.
Desde el punto de vista de los países capitalistas de occidente, y también desde el punto de vista de los trabajadores que residen en el Reino de España, al hablar de la economía china hay un concepto central que puede resultar desconcertante, contradictorio: “Economía de mercado socialista”. Los comunistas chinos consideran a la economía de mercado socialista “como una innovación sin precedentes, [que] supone una gran contribución del PCCh al marxismo y un valioso avance en la historia del socialismo”. [1]
En cambio, la burguesía occidental tan pronto vilipendia al país por su carácter socialista (fase inferior del comunismo) como lo tilda de “capitalista salvaje”. Por su parte, las posiciones “izquierdistas” dentro del movimiento comunista consideran que China ha abandonado el camino del socialismo.
En un marco mundial crecientemente en crisis, y en el cual las tomas de posición van a ser cada vez más obligadas y trascendentales, urge aclarar qué esencia recoge el concepto de economía de mercado socialista; qué realidad resume. Es necesario que los trabajadores dominen la base de la cuestión y no se dejen confundir.
A la hora de hablar de la economía de mercado socialista, es necesario tener en cuenta una cuestión más fundamental sobre China y su primera etapa del socialismo. Se trata de lo siguiente: El rasgo más esencial del socialismo con características chinas es la dirección del Partido Comunista de China.
Este rasgo esencial va unido a otros rasgos también esenciales (preponderancia de la propiedad pública de los medios de producción, papel rector del marxismo en la ideología, etc.). Por supuesto, aparece unido a rasgos secundarios. Pero este es el rasgo más esencial. A través del PCCh, la clase obrera es la clase dirigente en el país. Por esta misma razón, la buena conducción del PCCh asegura el progreso del socialismo hacia el comunismo.
En abril de 1917, en “Cartas sobre la táctica”, Lenin ya aclaró que: “El paso del poder del Estado de manos de una clase a manos de otra es el primer rasgo, el principal, el fundamental de la revolución, tanto en el significado rigurosamente científico como en el sentido político-práctico de este concepto”. Como sabemos desde Marx, tras la revolución socialista solo la dictadura del proletariado puede mantener el poder político que garantice la construcción del socialismo. Es decir, solo el poder político en manos de la clase obrera puede frenar los intentos de los contrarrevolucionarios, aplastar a la contrarrevolución y asegurar que el pueblo camina hacia la riqueza colectiva. Stalin se encargó de poner de relieve en 1924, en “Fundamentos del leninismo” que el partido comunista es un “instrumento de la dictadura del proletariado. El Partido es la forma superior de organización del proletariado. […] el proletariado no necesita del Partido solamente para conquistar la dictadura; aún le es más necesario para mantenerla, consolidarla y extenderla, para asegurar la victoria completa del socialismo”. [2]
Tal y como la historia demuestra, los países socialistas pueden sobrevivir a agresiones militares y económicas, a adversidades naturales y a profundos errores de construcción (como lo fueron el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural). Pero a lo que no pueden sobrevivir es a la ausencia de su partido comunista; a su claudicación, a su destrucción, al abandono del objetivo socialista por parte del partido, a la renuncia del partido a guiarse por la teoría marxista. La práctica demuestra que el partido comunista es la clave de bóveda que sostiene la construcción de la nueva sociedad por un largo periodo histórico.
Que un partido comunista logre cumplir esta función no es sencillo. Se trata de una tarea de lo más exigente. Xi Jinping lo ha dejado claro: “La posición de liderazgo del Partido y su posición en el gobierno no se mantendrán automáticamente a largo plazo. Si no se cuida al Partido y no se gestiona bien el Partido, pueden surgir problemas graves, lo que no solo afectará el éxito de la causa del Partido, sino que también puede llevar a la perdición del Partido y del país”. [3]
La conclusión del PCCh es coherente con el marxismo-leninismo, con su desarrollo hasta la actualidad y con las necesidades del socialismo en general y del socialismo chino en particular.
Que el PCCh sea el rasgo más esencial del socialismo con características chinas significa que este socialismo tiene rasgos secundarios, relativos a una etapa (o parte de una etapa, o región, etc.), como lo es la existencia de capital privado. No obstante, el rasgo esencial garantiza que otras cualidades actuales del socialismo chino están subordinadas al objetivo de avance hacia el comunismo.
Una vez aclarado lo anterior, podemos entrar a la economía de mercado socialista. Se trata de un sistema económico en el que, bajo la regulación macroeconómica del Estado socialista, el mercado juega un papel decisivo en la asignación de recursos. Es el sistema económico desarrollado por China durante la etapa primaria del socialismo; es decir, la etapa en que se resuelven las necesidades iniciales de la nueva sociedad.
La contradicción fundamental que China afronta en la actualidad es la que existe entre la creciente demanda del pueblo a una vida mejor y el desarrollo insuficiente y desequilibrado del país. Desarrollo insuficiente, pues el PIB per cápita de China es seis veces inferior al de EEUU y 2,5 veces inferior al de España. Y desarrollo desequilibrado, pues tal es la situación entre diferentes regiones, entre el campo y la ciudad, entre sectores de la población, respecto a la naturaleza, etc. Por tanto, el socialismo chino va a prosperar en la medida en que resuelva la insuficiencia y los desequilibrios de su desarrollo.
Para asegurar la base económica que permita solucionar esta contradicción, en la economía de mercado socialista es necesario un correcto funcionamiento de la relación entre la planeación económica y el mercado. Este correcto funcionamiento consiste en que el Estado socialista ejerce adecuadamente el macro control de la economía (así como del conjunto de la edificación socialista), y, dentro de este marco, el mercado juega un papel decisivo en la distribución de los recursos. Es decir, el mercado actúa, y de manera importante, pero bajo dirección socialista.
Que el mercado juegue un papel decisivo en la asignación de recursos es un método distinto a la asignación de recursos mediante el cálculo económico de la planificación central. En esta última, las medidas administrativas determinan dicha distribución (por ejemplo, la cantidad de producción de acero de una fábrica, su destino, el origen de sus materias primas, la maquinaria nueva que se va a introducir, etc.). En cambio, en la economía de mercado socialista, el Estado socialista ejerce un control macroeconómico principalmente indirecto, mediante métodos económicos y legales. Las medidas administrativas también existen, pero juegan un papel complementario (por ejemplo, para erradicar la pobreza extrema, no solo se han generado nuevas oportunidades productivas [4], sino que también se han asignado recursos de forma administrativa).
El mercado es empleado como intermediario para la regulación indirecta de las empresas. El mercado guía a las empresas y el gobierno regula el mercado.
El gobierno cumple este papel a través de varios métodos. Entre los métodos económicos están los planes macroeconómicos y las políticas monetarias y fiscales (de incentivo o restricción: subsidios, impuestos, deducciones; inversión en infraestructura, educación, etc.). También el papel que juegan las enormes empresas estatales (ejemplo reciente: “Principales empresas estatales de China acelerarán desarrollo de nuevas fuerzas productivas en 2024 [5] ).
Las empresas estatales juegan un papel dominante en la economía china. Hay que tener en cuenta que de las 136 empresas chinas que están en la lista Fortune de las 500 empresas más grandes del mundo, el 71% de ellas son de propiedad estatal, las cuales concentran el 78% de los ingresos de esas 136 empresas y el 84% de los activos [6] (merece también la pena indicar que entre las que no son de propiedad estatal está Huawei, que es propiedad de sus empleados accionistas).
Xi Jinping ha indicado que la economía de propiedad pública (es decir, del Estado o de los trabajadores), “ocupa una posición dominante en las principales industrias y sectores clave relacionados con la seguridad nacional y la columna vertebral de la economía nacional, y es un pilar importante en la base económica del gobierno del Partido y del Estado socialista, y debe mantenerse”.
Entre los métodos legales para el macro control del mercado están las leyes, normas y regulaciones para proteger la competencia y los diferentes tipos de propiedad, regular algunos precios, normar la producción y definir qué sectores no son objeto de inversión no pública, así como de inversión extranjera.
Como se aprecia, estos mecanismos están dirigidos al mercado en lugar de directamente a una u otra empresa.
El macro control del Estado socialista tiene como pilar fundamental la dirección del país por parte de la clase obrera, con su partido de vanguardia al frente, el Estado socialista de derecho, la democracia socialista con el sistema de asambleas populares, el sistema multipartidista bajo dirección del PCCh y el sistema consultivo. Estos elementos aseguran el macro control económico, el cual tiene otros elementos específicos, algunos ya mencionados: el carácter dominante de la propiedad pública, el carácter preponderante de la retribución de acuerdo al trabajo, los planes económicos quinquenales y los diversos mecanismos de gobernanza macroeconómica (siempre sometidos a mejora) que otorgan al PCCh el papel rector en la economía.
Todo esto tiene como objeto promover la equidad y la justicia sociales, y avanzar hacia una etapa superior del socialismo. Al mismo tiempo, para alcanzar este objetivo, se rechaza el igualitarismo unilateral y la oposición a los incentivos económicos y a los mecanismos de mercado. Rechazar esto es necesario para acometer las tareas de la etapa actual y conquistar posiciones para una etapa superior.
En la estructura de propiedad, la propiedad pública juega el papel principal, pero se promueve el desarrollo conjunto de diversas formas de propiedad. Se promueven todas las formas que cumplan con “los tres beneficios” que indicó Deng Xiaoping: 1) desarrollan las fuerzas productivas del país socialista, 2) aumentan la fuerza del país socialista, 3) mejoran la vida del pueblo. Bajo la economía de mercado socialista, todas las formas de propiedad que contribuyan a estos objetivos pueden y deben usarse para servir al socialismo. Además, las diversas formas pueden voluntariamente formar una gestión asociada, es decir, formar diferentes tipos de empresas mixtas.
Todo esto conforma una base socioeconómica y una formación económico-social esencialmente distinta de la capitalista. Tiene como punto de apoyo la revolución, la dictadura de la clase obrera y al PCCh. Además la sociedad en su conjunto y su dinámica son incomprensibles si se toman algunos elementos secundarios como si fueran esenciales.
Como se ha indicado, es el mercado, y no un plan central, el que juega el papel decisivo (aunque no el único) en la asignación de recursos. Las propias empresas públicas deben competir en el mercado nacional o internacional. Ello hace que el mercado espolee también la organización de la producción a través de la competencia, impidiendo el estancamiento y la desconexión en cuanto a información sobre los avances productivos.
Sin embargo, a pesar de las ventajas que el mercado puede tener en una etapa y en ciertos ámbitos para impulsar la productividad, también tiene aspectos limitantes para la propia productividad, además de determinadas cegueras (ambientales, sociales, etc.). Además, el mercado, por su propio desarrollo, tiende a la polarización en lugar de a la justicia social. Por sí solo, impulsa la tendencia a que el extremo poseedor de esa polarización trate de alcanzar el poder político.
Pero la economía de mercado de China es una economía de mercado socialista. Este adjetivo caracteriza su naturaleza, su esencia. En este sistema económico, el Estado socialista combina los intereses actuales y a largo plazo del pueblo, así como los intereses parciales y globales. Todo ello con el objetivo de lograr gradualmente la prosperidad común. Para hacerlo, maximiza las ventajas tanto de la planificación como del mercado.
Al igual que el liderazgo del partido y otros muchos aspectos del socialismo, el correcto desarrollo de la economía de mercado socialista no se produce de forma automática. El PCCh viene empleando, perfeccionando y creando un sistema de mecanismos (leyes, instituciones, asesoramiento, incentivos y restricciones) que orientan a nivel macro la actividad económica.
El ámbito legal reglamenta la relación entre empresas y consumidores (derechos, responsabilidades y obligaciones), y también reglamenta el propio macro control, para asegurar que este se ciñe al Estado socialista de derecho y no a intereses particulares o de grupo. De ahí que China lleve más de una década trabajando continuamente en mejorar el Estado socialista de derecho. [7]
Este sistema de gobernanza económica en continuo perfeccionamiento va de la mano de un mayor papel del mercado. Macro control del mercado y papel decisivo del mercado son aspectos inseparables en la economía de mercado socialista y se han desarrollado conjuntamente desde 1978.
Podemos ver algunos ejemplos. Durante la última década se está buscando impulsar que la mano de obra fluya por el país más fácilmente en función de las motivaciones de mercado. El gobierno busca promover que la población aspire a trabajos más cualificados, con más responsabilidad, que exijan más de su formación y que al mismo tiempo impulsen la modernización de alta calidad. En ello juegan un papel importante las diferencias salariales, pero además se impulsan los valores de servicio al país socialista, al pueblo. El gobierno también trabaja para dar más orientación a las pequeñas empresas. O, por ejemplo, en 2016 se elaboró la Ley de Caridad, para ordenar e impulsar los esfuerzos de donación de la población del país. [8] Todo esto es la antítesis de contentarse con “el gran cuenco de arroz del Estado”. Impulsa el entusiasmo, la actividad y la creatividad de la población, y la movilidad de los talentos por el país.
Fuera de China hay sectores que toman unilateralmente el aspecto de mercado de la economía de mercado socialista y hablan del “salvaje capitalismo chino”, bien sea desde posiciones abiertamente burguesas e hipócritas, bien sea desde posiciones pequeñoburguesas socialdemócratas idealistas o ultraizquierdistas. Obvian u olvidan que, en China, la economía de mercado socialista ha servido de base para sacar a 800 millones de personas de la pobreza extrema, ampliar continuamente el nivel de vida del pueblo, robustecer su defensa frente al imperialismo, aumentar su capacidad de cooperación internacional y preparar al país para mayores progresos socialistas.
La dialéctica una vez más se prueba verdadera: sin comprender la esencia de la cosa, el conjunto de aspectos relacionados de la cosa, y el devenir de la cosa, y ateniéndonos unilateralmente a algunos fenómenos de la cosa, podemos sacar conclusiones opuestas a la realidad de la cosa.
En la fase actual de mejora de la economía de mercado socialista, se procura seguir impulsando las dos partes que la conforman: la economía pública y la no pública. Ambas aportan a la solución de la contradicción principal actual del socialismo en China. Ambas forman la base económica para conducir al socialismo chino a una etapa superior. Este es el criterio que determina su existencia.
Obviamente, el empleo del mercado no deja de entrañar riesgos. Si la economía de mercado y la búsqueda de beneficios fueran dejadas completamente a su movimiento espontáneo, llevarían a la desintegración del sistema socialista. Incluso la liberación de estas fuerzas bajo macro control del Estado socialista tiene sus contrapartidas. La búsqueda del lucro, tomada unilateralmente, actúa de manera debilitante sobre la superestructura ideológica socialista y puede llegar a motivar a la destrucción del socialismo.
Esto nos hace regresar de nuevo al inicio, al rasgo más esencial del socialismo con características chinas: la dirección de la construcción socialista por parte del PCCh. El partido asegura, a nivel económico, político e ideológico, el rumbo al socialismo. A nivel económico, con los métodos ya resumidos. A nivel político, mediante la prohibición de organizarse contra el Estado socialista y contra el socialismo en general, y a través de la integración de todos los sectores posibles de la población en la construcción del socialismo. A nivel ideológico, mediante la educación y los medios de producción ideológica, para asegurar el papel rector del marxismo en la ideología. A su vez, el propio PCCh está sometido a reforma, a la lucha contra la corrupción y a asegurar que sus integrantes son servidores de la causa socialista/comunista. Mediante todos estos procedimientos, la correcta dirección del PCCh garantiza la superación de los riesgos intrínsecos a la etapa, y, con ello, la superación, lo más rápidamente posible, de dicha etapa.
Tal es el profundo carácter de la breve afirmación de Xi Jinping: “el liderazgo del Partido Comunista de China es el rasgo definitorio del socialismo con características chinas y la mayor fortaleza del sistema del socialismo con características chinas”.
3) Tareas y naturaleza de la reforma y apertura económicas
La economía de mercado socialista está intrínsecamente ligada a la política de “reforma y apertura” iniciada en 1978. A partir de aquel año, el país comenzó a transitar de la economía planificada a la economía de mercado socialista.
La cuestión no ha quedado en el pasado. La estrategia de reforma y apertura se mantiene hasta la actualidad, y se sigue profundizando en ella. Por ello el documento del 18 de julio se titula “Decisión del Comité Central del PCCh sobre una mayor profundización integral de la reforma en impulso de la modernización china”.
En el giro de 1978 se replanteó la estrategia para la construcción de la fase inicial del socialismo. Por su importancia histórica y presente, es necesario aclarar en qué consistió.
La tarea económica clave de la reforma iniciada en 1978 era desarrollar y liberar las fuerzas productivas del país. Si no se lograba este objetivo, el socialismo chino no podría ser una realidad; este no podría llevar la prosperidad a la población, parte de la cual aún no tenía satisfechas sus necesidades básicas. Continuar por la misma vía solo lograría darle al pueblo un nivel de vida bajo y generalizado. Además, se mantendría al país en una situación débil, susceptible de ser aplastado por las potencias imperialistas.
Stalin había afrontado este problema en 1935. Entonces la URSS se encontraba asentando las bases de su solución de una forma adecuada a las condiciones internas e internacionales, enormemente difíciles, de la época: “Hay quienes creen que sería posible consolidar el socialismo por medio de una cierta igualación material de los hombres sobre la base de una vida llena de privaciones. Eso no es correcto. Es una concepción pequeñoburguesa del socialismo. En realidad, el socialismo puede vencer solamente sobre la base de una elevada productividad de trabajo, más elevada que bajo el capitalismo, sobre la base de una abundancia en víveres y artículos de consumo de todo tipo, sobre la base de una vida de bienestar y educación para todos los miembros de la sociedad. Pero para que el socialismo pueda alcanzar esa meta y hacer de nuestra sociedad soviética la sociedad de mayor bienestar, necesitamos en nuestro país una productividad de trabajo que supere la productividad de trabajo de los países capitalistas más avanzados. [9] En 1939 insistió en ello: “Hemos sobrepasado a los principales países capitalistas en el sentido de la técnica de la producción y de los ritmos del desarrollo industrial. Eso está muy bien, pero es poco. Es necesario sobrepasarlos también en el sentido económico. Podemos y debemos hacerlo. Sólo si logramos sobrepasar económicamente a los principales países capitalistas, podemos esperar que nuestro país esté completamente provisto de artículos de consumo, tendremos abundancia de productos y podremos pasar de la primera fase del comunismo a su segunda fase. ¿Qué hace falta para sobrepasar económicamente a los principales países capitalistas? Para ello es necesario, ante todo, poseer una voluntad tenaz e irreductible de avanzar y de estar dispuestos a pasar por sacrificios, hacer grandes inversiones en obras básicas para la ampliación, por todos los medios, de nuestra industria socialista. ¿Poseemos estas condiciones? ¡Indiscutiblemente, sí!”. [10]
En los años 70, China y otros países continuaban en la encrucijada de cómo encaminarse a superar económicamente a los países capitalistas. Había una necesidad imperativa de desarrollar y liberar las fuerzas productivas. Los comunistas chinos llegaron a la conclusión de que varios años de producción planificada, en la etapa presente del socialismo y en las condiciones del país, habían originado que limitarse a ella frenara la solución de esta tarea esencial.
En 1949 había vencido en China la revolución de nueva democracia. Esta revolución estaba encabezada por la alianza obrero campesina, dirigida por la clase obrera. Había sido realizada también por la pequeña burguesía y la burguesía nacional. Los enemigos batidos eran el imperialismo y sus dos aliados internos: los terratenientes y la burguesía compradora. Estos enemigos habían mantenido a China subyugada y atrasada, y habían sometido a la inmensa mayoría de la población una brutal explotación y al padecimiento. La crisis revolucionaria movilizó a millones de campesinos.
Los objetivos de la revolución eran los siguientes. Primero, llevar a término la revolución democrático-burguesa. Esta tenía como fin acabar con la semifeudalidad y la semicolonialidad. Para ello las medidas más cruciales eran expropiar a los terratenientes y dar la tierra a los campesinos, así como expropiar a la burguesía compradora y acabar con las relaciones opresoras de las potencias imperialistas. El segundo objetivo era avanzar hacia la revolución socialista. Esta tenía como objetivo sentar las bases de la sociedad socialista-comunista. Las medidas principales eran la creación de una industria pública socialista y el impulso progresivo y voluntario de las cooperativas de artesanos y campesinos.
Lenin ya había expuesto, antes de la revolución rusa de 1905, que entre ambas revoluciones no era necesario un largo proceso histórico; que no estaban separadas “por una muralla china”. Al contrario. Unos años después, Rusia lo demostró en la práctica. El paso, liderado por Lenin, de la revolución democrático-burguesa de febrero de 1917 a la revolución socialista de octubre de 1917, iluminó más claramente el camino al movimiento revolucionario internacional.
El PCCh, sin dejar de tener en cuenta el débil desarrollo de las fuerzas productivas de China (más débil aún que el de la rusia zarista de 1917), aspiraba al mismo proceso: a coronar las tareas de la primera etapa de la revolución y después dirigirse a cumplir las tareas de la segunda. Además, el PCCh supo prever que la primera etapa no podía ser una revolución democrático-burguesa de viejo tipo, dirigida por la burguesía (como la que esperaban los mencheviques en Rusia desde inicios del siglo XX), en la cual el poder iba a parar a manos de la burguesía y el siguiente requisito era desarmar al pueblo y poner fin a la revolución. Necesariamente debería ser una revolución democrática popular, dirigida por la alianza obrero-campesina, similar a la que había propuesto Lenin en 1905 en “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática”. Era así necesariamente porque solo la clase obrera y el campesinado podían ponerse al frente del movimiento revolucionario. Solo estas dos clases, las más revolucionarias, podían guiar al resto del pueblo y encabezar en China la victoria sobre el imperialismo y sus aliados internos. No había otro camino hacia la liberación del país. Era necesaria una revolución de nueva democracia, que resultase en el poder de la clase obrera y el campesinado. Y a la pequeña burguesía y a la burguesía nacional no les quedó más remedio que comprenderlo.
Con esta estrategia, el PCCh lideró, en el Frente Unido, a todas las fuerzas que estaban con la revolución. La orientación estratégica del PCCh fue correcta. También lo fue esencialmente su práctica (con los inevitables defectos y reajustes). Fruto de ello, la liberación de China se alcanzó en 1949. Llegado aquel momento decisivo, el PCCh se había convertido, a través de décadas de lucha heroica (a vida o muerte contra los enemigos del pueblo; junto al pueblo y organizando al pueblo), en la fuerza política a la cabeza del proceso. Esto situó a los comunistas chinos en una posición muy superior, incomparable, a la que tuvieron los bolcheviques en febrero de 1917 (los cuales tenían entonces un partido fuerte, templado y brillantemente dirigido, pero que por el momento no dominaba en los soviets).
Tras la liberación de China, durante los primeros años se formó una economía capitalista bajo control del gobierno popular (con el PCCh como partido dominante dentro del Frente Unido). Esta economía tuvo como punto de apoyo la nacionalización de las empresas que habían sido propiedad de los sectores reaccionarios. Para 1952, se habían cumplido esencialmente con los objetivos de la primera etapa de la revolución, y comenzaron a abordarse las tareas de la segunda.
De 1953 a 1957 se ejecutó el primer plan quinquenal. Durante este proceso se desplegó en China la producción planificada (cuyos primeros pasos administrativos se habían dado en 1950-1952). Avanzó el movimiento cooperativo agrícola y artesanal. La producción en el campo se convirtió totalmente en una economía colectiva. En cuanto al artesanado, se logró agrupar en cooperativas al 90%. [11] También se fue profundizando en la transformación socialista de la industria y el comercio capitalistas. Esto se hizo primero mediante encargos del Estado a las empresas privadas, y después mediante la creación de empresas mixtas. Finalmente, se logró la transformación básica socialista a finales de 1956, en alianza con la burguesía nacional. [12]
En esta fase, el creciente papel de la planificación central fue un poderoso método para la reconstrucción económica. Se apoyó en el entusiasmo revolucionario generalizado de la población y el prestigio del PCCh; prestigio que a su vez se reforzó con los éxitos productivos de aquellos años. Este método enfrentaba el bloqueo occidental, el gran atraso económico de China y la destrucción de décadas de guerras. La producción planificada centralizada contó entonces con el apoyo material y humano soviético. Sirvió para organizar la economía y ejecutar cientos de proyectos económicos simultáneos de gran envergadura, y orientó también la producción capitalista que aún existía en manos de la burguesía nacional.
Pero a partir de 1957 y hasta 1978, el PCCh cayó en varios errores a la hora de tomar en cuenta las leyes económicas objetivas. Para 1978, la mera planificación central llevaba tiempo mostrando limitaciones y necesidad de reforma. El empleo tan solo del gobierno para prever la producción, distribución y consumo, y planear la producción y la distribución, tenía deficiencias. Había una falta de iniciativa en la gestión empresarial y en la producción (los chinos lo resumen en que los empleados consumían “el gran tazón de arroz” de las empresas, y estas “el gran tazón de arroz” del Estado).
Dicho de otro modo: el conjunto de las relaciones de producción se había intentado llevar más lejos de lo que permitía el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta era también una forma de discordancia entre fuerzas productivas y relaciones de producción, y, por tanto, una forma de frenar el desarrollo de las primeras. Había que liberar a las fuerzas productivas de esta situación.
Por ello, a finales de los años 70 los comunistas chinos llegaron a la conclusión de que era necesario recuperar algunos mecanismos de mercado en algunas áreas para suplir estos defectos. Había que recuperar los incentivos materiales y el entusiasmo por la producción. Solo así se podría desarrollar y liberar las fuerzas productivas, y avanzar en el cumplimiento de las tareas socialistas rumbo al comunismo.
Para llegar a estas conclusiones, apelaron a “buscar la verdad en los hechos”, y no en formulaciones teóricas generales, así como a “emancipar la mente” de las ideas que no correspondían con la realidad. E iniciaron un camino de exploración práctica.
La economía comunista, de abundancia generalizada y sin dinero, de la que hablaron Marx y Engels, llegaría. Precisamente para avanzar hacia ella, por el momento se imponía emplear algunos mecanismos de mercado.
A pesar de la confusión que entonces y ahora existe en algunos sectores de occidente, la naturaleza de esta tarea era, y es, la de consolidar y desarrollar el socialismo. No se trató, y no se trata, de tomar la senda del capitalismo, sino de usar el mercado al servicio del socialismo, de cara a superar la fase primaria del mismo.
Deng Xiaoping explicó en 1992 el criterio (ya indicado en este artículo) para evaluar las medidas de la reforma y apertura. Ese criterio no consistía evaluar como positivo una mayor planificación central y como negativo un mayor uso del mercado, ni viceversa. El criterio era: “si favorece el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad socialista, si contribuye a la capacidad nacional integral de nuestro país socialista y si ayuda a la elevación del nivel de vida del pueblo”.
En el siguiente artículo veremos que estas conclusiones fueron también extraídas en otros países socialistas que aún siguen en pie.
Notas
⇧1 | Breve historia de la República Popular China. https://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/bitstream/CLACSO/248416/1/Breve-historia-China.pdf |
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⇧2 | Stalin, 1924, “Los fundamentos del Leninismo. VIII El partido” https://www.marxists.org/espanol/stalin/1920s/fundam/fundam8.htm |
⇧3 | Véase una exposición china de la cuestión: “La dirección del Partido es la característica más esencial del socialismo con características chinas”, 2017, Chen Geng y Lei Jinhe: http://theory.people.com.cn/GB/n1/2017/1211/c40531-29697883.html |
⇧4 | “China establece cooperativas de agricultores en aldeas más pobres”. https://espanol.cgtn.com/n/2020-07-28/DeCIcA/china-establece-cooperativas-de-agricultores-en-aldeas-mas-pobres/index.html |
⇧5 | “Principales empresas estatales de China acelerarán desarrollo de nuevas fuerzas productivas en 2024”. https://spanish.xinhuanet.com/20240202/487c2b2ffef44ce388da993f8d3408d6/c.html |
⇧6 | “Fortune Favors the State-Owned: Three Years of Chinese Dominance on the Global 500 List”. https://www.csis.org/blogs/trustee-china-hand/fortune-favors-state-owned-three-years-chinese-dominance-global-500-list |
⇧7 | “La economía de mercado socialista es una economía regida por la ley”, Wei Xinghua, 2015: http://theory.people.com.cn/n/2015/0105/c83859-26328218.html |
⇧8 | “¿Cómo funciona la Ley de Caridad de China y cómo fomenta las donaciones en línea?” CGTN Español. https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=hgDJ2pgw1iw |
⇧9 | Stalin, 17 de noviembre de 1935, Discurso pronunciado en la Primera Conferencia de los Stájanovistas de la URSS. |
⇧10 | Stalin, 10 de marzo de 1939, Informe ante el XVIII Congreso del partido sobre la labor del CC del PC(b) de la URSS. |
⇧11 | Breve historia de la República Popular China, pp. 52-57. |
⇧12 | Mao, 1955, “Un debate en torno a la cooperativización agrícola y la actual lucha de clases”: “Tenemos ahora dos alianzas: una, con el campesinado y, la otra, con la burguesía nacional. Ambas son indispensables para nosotros, y de este problema también ha hablado el camarada Chou En-lai. ¿Qué beneficio nos trae la alianza con la burguesía? La obtención de una mayor cantidad de productos industriales para el intercambio por productos agrícolas. Esta fue la idea que Lenin concibió en un momento posterior a la Revolución de Octubre. Como el Estado no poseía artículos industriales para el intercambio, los campesinos, renuentes a que se les pagara únicamente en papel moneda, no le vendían sus cereales. En estas circunstancias, Lenin propuso que el Poder estatal del proletariado concluyera una alianza con el capitalismo de Estado para incrementar los productos industriales y hacer frente así a las fuerzas espontáneas del campo. Con la alianza que hemos concertado con la burguesía, absteniéndonos, por el momento, de confiscar las empresas capitalistas y aplicándole la política de utilización, restricción y transformación, nos proponemos obtener más productos manufacturados para satisfacer las necesidades de los campesinos y, de esta manera, lograr que éstos abandonen la renuencia que tienen a vender cereales e incluso ciertas materias primas industriales. Así es como nos valemos de la alianza con la burguesía para hacer cambiar esa actitud de los campesinos. Al mismo tiempo, nos sustentamos en la alianza con el campesinado para obtener cereales y materias primas industriales y, con ello, sujetar a la burguesía. Los capitalistas no disponen de materias primas; el Estado sí. Para obtener las que necesitan, tienen que vender a éste sus productos manufacturados y tomar el camino del capitalismo de Estado. Si no acceden, nos negaremos a suministrarles materias primas, cerrándoles así cualquier otra salida. De esta manera, bloquearemos el camino capitalista que trata de seguir la burguesía fomentando el mercado libre, adquiriendo libremente las materias primas y vendiendo del mismo modo los productos industriales; además, aislaremos a la burguesía en lo político. He aquí la acción recíproca entre estas dos alianzas. De ellas, la alianza con el campesinado es la principal, fundamental y de primer orden, mientras que la alianza con la burguesía es temporal y de orden secundario. Tanto la una como la otra son hoy indispensables en un país económicamente atrasado como el nuestro.” |