martes, 23 de julio de 2024

Triunfo relativo de la izquierda y traspiés del fascismo pero el neonazismo macronista resiste



Alonso Gallardo militante comunista … julio del 2024

 Cantos de sirena se están dando por la izquierda, describiendo el triunfo relativo del Nuevo Frente Popular en Francia, que de momento queda como un suspiro hasta que no se forme gobierno, el cual dependerá en un primer plano, que los socialistas franceses hayan aprendido la lección por aliarse con las políticas neoliberales de la oligarquía francesa y no quieran convertirse de nuevo en lo que eran políticamente, un producto ecléctico multiuso para el mantenimiento del bipartidismo pasado de la oligarquía imperialista y colonial francesa; también, que la derecha es sus distintas fracciones mayoritaria en el parlamento, sea obligada por los poderes económicos dominantes de salvar a la fascista de Le Pen, como alternativa mañana del neonazismo liberal disfrazado de centro, que sin duda antes que un gobierno progresista o de izquierda será la salida final, porque aunque se sumen los socialistas a la izquierda le fallan los números, al no ser la fuerza política más numerosa aunque fueran en una sola candidatura. La enseñanza principal de estas elecciones y lo primero que las fuerzas de izquierda debieran aprender en Europa y en occidente en general, como cuestión nada nueva en la historia de lucha contra el fascismo y el nazismo desde los años treinta, son los frentes populares propuestos desde la Internacional Comunista, que ahora, con el mismo peligro de guerra mundial, demuestran que solo con la estrategia de unidad de las fuerzas de la clase trabajadora y del pueblo, se pueden lograr victorias que dan tiempo a espabilar y organizarse.

 El problema de la izquierda española y europea con la realidad social y política, nació en los años sesenta por la asunción del revisionismo postsoviético, generando un complejo cultural eurocéntrico y supremacista sobre el conocimiento de la realidad, que hizo del marxismo leninismo un dogma metafísico y mecanicista que volvió inmovible el proceso de la lucha de clases, inutilizándolo como teoría política revolucionaria para la transformación de la realidad, por negar las contradicciones y los intereses de las distintas clases sociales y sectores en lucha por su supervivencia. El conocer en la lucha de clases esos intereses, obliga a las fuerzas revolucionarias a un programa que le facilite intervenir en esa lucha, uniendo todas las fuerzas del pueblo con el objetivo de aislar al enemigo principal. Aquí analizo las dos principales líneas de la demarcación programática y de alianzas (1), situadas en la confrontación con las políticas neoliberales económicas, políticas y sociales de la oligarquía, en todos los acuerdos con los sectores aliados de la clase trabajadora y el pueblo, más la definición de enemigo principal de la humanidad a los EE.UU, que la arrastra a una guerra total y dirige hacia una sociedad distópica de cultura woke individualista y reaccionaria, como salida a la crisis global del capitalismo de libre mercado monopolizado que vive desde los años setenta, por la pérdida de beneficios empresariales ante la competencia de potencias socialistas y emergentes, que lo gestionan desde un socialismo de mercado planificado o soberano. Esto obliga a la solidaridad con la resistencia palestina representante del pueblo palestino y con el gobierno ruso y su presidente que representa la soberanía del pueblo ruso, ante la injerencia y agresiones del imperialismo yanqui y sus lacayos de la OTAN. Porque estos dos más la política de China de construcción de un mundo multipolar bajo el derecho internacional de la ONU, forman internacionalmente el frente principal por la paz contra las guerras imperialistas, bien definida por Lenin y el marxismo en general por el desarrollo de la lucha de clases en Asia, América Latina o África.

 Centrados en la primera línea de demarcación expuesta en Europa, cómo ha sido la intervención de los comunistas y la izquierda en general, con respecto a confrontar con las políticas neoliberales que nos han impuestos las oligarquías financieras, más allá de las palabras y las retóricas desde los años setenta, primero con la reconversión y cierre de empresas y privatizaciones de lo público y después, con la desregulación laboral, precarización del trabajo, movilidad funcional, territorial, de horarios y en lo social, sacando todos los derechos conquistados del estado de bienestar al libre mercado para el que pueda pagarlo. Lo sucedido en España fue lo general, ni los comunistas ni la izquierda hicieron de la confrontación con las políticas neoliberales, el motivo principal de la movilización de la clase trabajadora, buscando siempre el acuerdo y el pacto social. Sucedió así porque los primeros y principales generadores de este proceso de involución económica y social de la clase trabajadora, fue impulsada por la socialdemocracia con gran influencia en las élites de los partidos comunistas y sindicatos de clase occidentales, cooptando dirigentes al servicio de la oligarquía en el seno de la clase obrera. En España bien que lo conocemos por la participación posterior de muchos dirigentes del PCE, de otras organizaciones comunistas y de los sindicatos CC.OO y UGT en las direcciones de la socialdemocracia neoliberal del PSOE y la derecha del PP.

 Pero todo esto se acabó, con la ruptura por la oligarquía del pacto social en Europa del estado de bienestar en dos pasos; el primero en el 2008 subvencionando a la banca como salida a la crisis de las subprime y después en el 2011, con las privatizaciones y recortes de los derechos, libertades y de lo público, dados en España por el gobierno de Zapatero del PSOE, provocando la ruptura social con el modelo socialdemócrata como de izquierda y el nacimiento de un movimiento reformista de izquierda que con contradicciones y errores, intenta aplicar el programa, programa. Por eso hoy es en lo único que estamos mejor políticamente que el resto de Europa, y por eso, la socialdemocracia se mantiene de momento junto a la portuguesa. Pero los comunistas seguimos sin despegar por no haber entendido, que la socialdemocracia neoliberal por su política no forma parte del pueblo y la tenemos que confrontar, no como enemigo principal que siempre será la oligarquía neoliberal, sino como un aliado que debemos separarlo del enemigo principal, ¿cómo?, con la lucha de masas y la presión por acuerdos de reformas que favorezcan a la clase obrera sin pacto social, que recorten los privilegios y derechos de la oligarquía financiera. Unidas Podemos y SUMAR lograron su victoria por entenderlo y formaron un gobierno progresista, que rentabiliza Pedro Sánchez por la división y dispersión política de las confluencias de SUMAR, y por eso el PSOE se mantiene y no desaparece como ha pasado en Francia o Italia. Lo veremos de nuevo ahora con la socialdemocracia y verdes alemanes dirigidos por neonazis neoliberales.

 Tampoco nos comportamos mejor en la segunda línea de demarcación que junto con el reformismo, la mayoría de comunistas siguen influidos por el revisionismo mecanicista y metafísico, y el mejor ejemplo es ver el estado de los comunistas en España, Portugal, Francia o Grecia. Definir a EE.UU como principal enemigo de la humanidad tal como la mayoría absoluta de los comunistas lo define, conlleva con todas las consecuencias una táctica que sin diluir el carácter capitalista de los demás, y sin caer en la teoría piramidal imperialista del revisionismo mecanicista y dogmático trotskista, de unir todo lo unible contra el imperialismo yanqui y sus aliados como provocadores de la guerra para mantener su hegemonía y del mundo distópico individualista y reaccionario que proponen. De ahí que entendamos, que en estos momentos en EE.UU con la pelea entre Trump y Biden y sin ensalzar al fascista de Trump, se debe señalar al cesado Biden y al sector que lideraba, como el representante de la oligarquía imperialista unipolar globalista, principales responsables de las guerras y de los principales genocidios de la humanidad desde la mal acabada II Guerra Mundial, hasta el golpe de estado provocado por EE.UU en Ucrania y de la intervención sionista en Palestina, mientras Trump que no ha declarado ninguna guerra está en contra de financiar la de Ucrania hasta ahora.

 Detrás o al lado de estos genocidas, están todos los dirigentes y partidos occidentales que apoyan el orden del imperialismo bajo sus reglas contra el derecho internacional de la ONU, donde tanto la socialdemocracia y verdes neoliberales como el mal llamado centro y liberales liderado por Macron, sus actos los determinan como parte del enemigo principal de la humanidad. Por eso Macron nunca puede situarse a la izquierda de Le Pen, porque igual que los anteriores, Macron forma parte del enemigo principal mientras Le Pen pone pegas a la guerra con Rusia y por eso, todos los medios de comunicación de masas que son propiedad privada de los principales fondos de inversión de la oligarquía imperialista globalista, ensalzan a Biden y Macron como muy demócratas y progresistas, mientras ocultan su hacer de neonazis y genocidas detrás de las etiquetas de fascista a Trump o Le Pen, que lo son tanto como los otros neonazis por sus hechos que son los que determinan la verdad. Por eso, este triunfo relativo de la izquierda francesa es positivo porque da más tiempo a unirse y organizarse a los comunistas, a la izquierda y al movimiento obrero, al tiempo que pone en brete a los restos de la socialdemocracia al tener que elegir en una situación defensiva, entre la izquierda del nuevo frente popular y el neonazismo macronista.


(1) Cuestionando "el más de lo mismo" de los marxistas leninistas del PCE y en Izquierda Unida