La huelga
mediática de masas del 8M finalizo con el feminismo de género como elemento
central, que aunque desconozcamos su influencia en el proceso electoral, es claro
que si la oligarquía financiera y empresarial publicita un paro femenino, es
que no perjudica en absoluto a sus intereses de clase. También continuamos con
el goteo constante de noticias sobre el juicio al nacionalismo catalán, donde
los medios de comunicación sitúan diariamente, todas las pruebas de la
planificación sediciosa de la ruptura de
España por el nacionalismo y la izquierda, al tiempo, continúa la movilización
semanal de los pensionistas sin chaqueta amarilla y mismos fines, pero
semioculta en la penumbra informativa. Son las distintas varas de medir según
los intereses del poder económico y del carácter antagónico de las luchas del
pueblo, donde las que hacen daños y provocan cambios en las políticas de los
gobiernos y rupturas como la del Pacto de Toledo, mediáticamente no se
visualizan y por lo tanto socialmente no existen.
La
oligarquía financiera lleva preparando las batallas electorales sin descanso,
desde la ruptura del bipartidismo en el 2014 con el nacimiento de Podemos y
desde que tomó la iniciativa en conjunto con la catalana, precisamente cuando
las cúpulas del PP y CyU, estaban encausadas y declaradas judicialmente como
organizaciones creadas para delinquir, convocan la independencia unilateral de
Cataluña, sin la mayoría social necesaria. Desde entonces, la oligarquía no ha
perdido unas elecciones y han creado enormes cismas en el ámbito del campo
popular, debilitando al PSOE en su enfrentamiento con los neoliberales
globalistas del entorno de Felipe González, como la andaluza Susana Díaz, el
asturiano Javier Fernández o el manchego Emiliano García-Page y en Unidas
Podemos con Íñigo Errejón de Podemos, Gaspar Llamazares de IU o de las
confluencias como Manuela Carmena, al tiempo que el poder mediático les
condiciona la línea política, situando por encima de la lucha de clases la
lucha identitaria de género y país, con la pérdida del horizonte político y de
la gente.
Si a esta
táctica de la oligarquía globalista que ha desmembrado más que nunca a la
izquierda política y sindical, le sumamos, que todos los gurús de la economía en
todos los ámbitos ideológicos prevén en este año o el siguiente, un nuevo
episodio de crisis global del sistema capitalista superior al del 2008, se nos hace
vital la victoria del campo popular el 28 de abril, porque lo que viene
planificando la oligarquía, no es ningún Salvini ni ninguna Le Pen, viene un
Macri o un Bolsonaro como Rivera o Casado, payasos a tiempo completo del
neoliberalismo globalista, con la pretensión de situar en primer plano la
propuesta del poder financiero emanada de la Comisión Europea, el Banco Central
de Europa y el FMI, de ejecutar todas las políticas austericidas necesarias en
recortes salariales, sociales y libertades, de forma que el conjunto de
políticas extractivas aplicadas a nuestros salarios, pensiones y propiedades,
pasen a manos de la banca y multinacionales financieras, privatizando lo poco
que queda de lo público y pasando a manos privadas, la gestión de todas las
necesidades humanas, creadas bajo el estado de bienestar en el ámbito de la sanidad,
enseñanza, pensiones, servicios sociales, dependencia, justicia o prisiones.
Para esta
batalla que estamos dando las fuerzas obreras y populares, es hora de delimitar
sin tabús ni complejos, el campo popular por su composición sociológica y por
su política de clase, y por mucho que duela el reconocimiento del Gobierno
socialista de Pedro Sánchez al golpista venezolano títere de EEUU y la CE o el
abandono de las pateras de migrantes en el Mediterráneo, la línea de la
demarcación de la caracterización popular o no del PSOE de Pedro Sánchez, no la
sitúa el ámbito internacional ni la política europea sobre emigración, que quedan
sujetas a la presión social que seamos capaces de hacer las y los revolucionarios,
para hacer retroceder el alma débil socialdemócrata, porque si no, excluiríamos
al 90% de la clase trabajadora. La exclusión del campo popular de los
socialistas, sería por su vuelta al redil de la política neoliberal globalista,
por abrazar lo que desde el surgimiento de Pedro Sánchez como dirigente del
PSOE, ha combatido contra el aparato y la banca dentro y fuera del partido como
la austeridad, la privatización, la represión y la corrupción. Pero si esto
sucediera, sería el peor escenario para el campo popular, porque lo que han
demostrado Unidas Podemos y el PSOE de Pedro Sánchez con el acuerdo
presupuestario del 2019, es que juntos suman para ser mayoría social y poder
gobernar desde el pueblo para el pueblo. Y todo esto por encima o fuera de las
tareas que competen al movimiento comunista, que comienzan trabajando por su
unidad y la de las fuerzas populares desde la clase obrera.
Por eso no
tiene razón Julio Anguita, en la critica a Podemos que sitúa Canarias Semanal
este lunes 11 de pretender atraer al PSOE a las posiciones de izquierdas, esa
no parece la lógica anterior ni la de ahora al no aceptar el recorte a las
pensiones recomendadas en el Pacto de Toledo, por el resto de las fuerzas
políticas neoliberales, incluida el alma débil del PSOE, rompiendo así el pacto
social que pretendían hacer contra las pensiones. Muy similar a la posición en
tú momento, de no apoyar IU al PSOE si no había un acuerdo previo sobre la base
del programa, programa y programa, vendiéndose públicamente por los poderes
mediáticos y los liquidacionistas internos, como pinza con el protofascista de José
María Aznar contra el PSOE. El error del PCE-IU desde la transición, no era la
pretensión de hacer girar al PSOE a la izquierda, era como más caústica, se
terminaba justamente una vez acordado el salario de los cargos públicos, cantidad
de liberados y asesores y la financiación de los grupos parlamentarios, para así vender como
pacto de izquierdas, la austeridad, las privatizaciones y la corrupción. De ahí
que aún hoy, muchas personas no sepan diferenciar la izquierda de la derecha y
de ahí, la necesidad de que la crítica dentro del campo popular la hagamos
constructiva y sobre hechos concretos reales.
La izquierda
en esta batalla, tiene que bañarse de coherencia y recuperar la esencia
programática y reivindicativa de las confluencias en su nacimiento, como
movimiento contra la austeridad, recortes, privatizaciones y la corrupción,
desarrollando con la participación ciudadana, la democratización y regeneración
de las instituciones y esto choca frontalmente con los intereses de la
oligarquía financiera globalista y sus instituciones en España, representadas
por la monarquía, el parlamento, la judicatura, policía y ejército, que como
régimen corrupto del 78 ya no nos representan. Regenerar las instituciones es
democratizar su estructura, igualando a la ciudadanía ante la Ley y para eso
debemos recuperar la memoria y la historia colectiva como pueblo, sacando a
nuestros muertos de las cunetas y reivindicando una República de la clase
trabajadora que no divida ni rompa a España, donde su bandera, represente la unidad
y la igualdad de derechos de la ciudadanía en el conjunto de la nación,
independientemente del lugar que resida, incluido el derecho reglamentado de
autodeterminación de los pueblos junto a otros derechos identitarios y bajo la
participación y decisión de la ciudadanía, que en absoluto implica apoyar su
independencia y donde la mayoría imponga su criterio y en España, a pesar del
juego mortal de la oligarquía globalista que sin patria y con sus propiedades
en paraísos fiscales, no les importa romper a España con la represión al
nacionalismo burgués y a la clase trabajadora, la cual desde cualquier lugar en
que resida, mayoritariamente como pueblo lleva años demostrando, que la quiere
unida y como patria.
La batalla
por mantener los derechos de la clase trabajadora y el pueblo, exige claridad para
la victoria en las propuestas a desarrollar, conscientes de que la línea de
demarcación del campo popular está en el rechazo a las políticas austericidas y
la victoria popular, en la unidad basada en un programa mínimo antineoliberal, como
eje de construcción popular de la regeneración democrática del futuro.
Alonso
Gallardo de los círculos comunistas de Unidas Podemos marzo del 2019