jueves, 22 de octubre de 2015

Reflexiones sobre el fracaso social y electoral de las opciones de la clase obrera comunistas y revolucionarias en el sur de Europa


El problema del fracaso electoral de las opciones revolucionarias de clase no es nuevo, su declive ya se visualizó avanzados los años 50 del siglo pasado, por su participación masiva en la estrategia del capital europeo de pacto social de estado de bienestar, que capta primero las cúpulas políticas y sindicales de la socialdemocracia y del eurocomunismo más tarde en el ámbito del movimiento obrero, proceso que se inicia nada más finiquitar la II guerra Mundial, con el comienzo de la gran reconstrucción y ocupación europea, por el imperialismo de EE.UU, con el Plan Marshall como motor económico y el fordismo como sistema de producción.
 

Pero se sitúa hoy en el candelero, ante el triunfo electoral de las opciones reformistas, con victoria doblemente repetida en Grecia por Syriza, y el fracaso de la escindida Unidad Popular junto a los comunistas del KKE, añadimos el resultado en Portugal donde, a la nota amarga del triunfo del bipartidismo, el Bloque de Izquierdas, homólogo de Syriza y Podemos que supera a los comunistas del PCP y aquí en España, donde el mantenimiento electoral del reformista Podemos, compite contra el bipartidismo y con capacidad de conseguir su ruptura por tercera vez, en la próxima cita de las generales, con la casi desaparición de IU, los comunistas del PCE y otros destacamentos.

Sociológicamente estamos hablando de tres comunidades bastantes homogéneas entre sí, con un desarrollo económico histórico similar desde los años setenta, incorporándose las tres de forma tardía a las políticas de los pactos de estado de bienestar, desarrollados al calor del triunfo soviético en la II Guerra Mundial en Europa,  por la oligarquía financiera y los partidos y sindicatos obreros, aquí frenados por las dictaduras militares autárquicas, en fase de acumulación de capital y de monopolización industrial, mediante la explotación brutal a las clases trabajadoras y llevando la miseria al campo, para que emigren a las ciudades.

Similitudes que conllevan reacciones diferenciadas solo en matices, en un momento histórico de rompimiento de los pactos de la transición en estos tres países, por la oligarquía dominante euroalemana, donde imponen políticas de austeridad y recortes al pueblo, cediendo las fuerzas revolucionarias de clase, la iniciativa de la movilización espontanea de las masas al reformismo, que la recoge con imaginación y acción popular, mientras la parálisis política y social de las fuerzas que representan históricamente al movimiento obrero, por el brusco cambio político de ciclo,  lleva al PCP, KKE y PCE a un claro proceso de agudizamiento del retroceso social y electoral.

El fracaso que marcan los procesos electorales, nacen de la nula receptividad política e ideológica (en gran medida responden al pensamiento dogmático y metafísico, heredados del revisionista XX Congreso del PCUS de 1965) que estos comunista tienen ante los cambios habidos en el ciclo económico del capitalismo, inmerso en una tremenda crisis de superproducción en un mundo globalizado, que conlleva el rompimiento de los equilibrios de fuerzas económicas y militares de las distintas potencias imperialistas y el surgimiento de nuevas potencias emergentes, como China, Rusia, India… que conlleva en el ámbito occidental, tremendas políticas de ajustes y recortes contra las clases trabajadoras, finiquitando los pactos sociales de bienestar y ejecutando las políticas que les permitan iniciar nuevos procesos de acumulación de capital y fuerza militar.

Las respuestas que surgen de estas tres fuerzas comunistas, tienen la coincidencia común del inmovilismo analítico, ante una realidad nueva y distinta, como es la actual de recesión económica global y confrontación imperialista militar, a la anterior a la desaparición de la Unión Soviética, de confrontación de bloques, bajo un estado de bienestar.

Ninguno de estos tres grandes destacamentos de comunistas, ha variado su posición política histórica, ni han hecho autocrítica, ni reflexión del proceso de transición política, económica y social en cada una de sus comunidades, ni del proceso de integración económica europea.

Cada una de estas tres fuerzas políticas, mantuvo su esencia en el discurso político e ideológico, sin rectificaciones ni reflexiones mínimamente profundas, al contrario, algunas como el KKE y muchos otros destacamentos comunistas europeos, al salto adelante dado por la oligarquía en las políticas de austeridad y recortes contra el pueblo, con la ruptura del pacto social del estado de bienestar de la transición, les llevó desde sus postulados iniciales, a una radicalización de posiciones ideológicas, que se plasman en un tremendo dogmatismo y sectarización, con respecto al resto de fuerzas revolucionarias y sus aliados estratégicos.

A pesar de las diferencias ideológicas y de visión del marxismo que tienen, coinciden plenamente en su concepción dogmática de la realidad, que implica un mantenimiento de la posición histórica, que les lleva en este caso, a una radicalización izquierdista y sectaria del KKE  y al oportunismo de derechas en el PCE, por sus acuerdos de gobierno o pactos con las cúpulas del PSOE, pero siempre desde el inmovilismo, como el PCP, lejos de la comprensión de una nueva realidad política, económica y social, que lanza nuevos sujetos protagonistas de la lucha por el cambio social, que ocupan el espacio y lugar, que el movimiento obrero comunista y revolucionario hacía tiempo que había abandonado, ahogado en su propio status social, por su inmovilismo ideológico y político.

El cambio de ciclo económico se inició en los años setenta, con la disminución de los beneficios empresariales, desde entonces, han estallado varias crisis económicas, pero la que marca la diferencia y desemboca en una tremenda ofensiva del capital, es la crisis de las hipotecas basura en EEUU en el 2008, que traslada sus repercusiones y consecuencias al grueso del planeta, donde los mayores perjudicados son las clases trabajadoras y los pueblos, que bajo el dominio financiero y militar del imperialismo de EE.UU, Alemania y Japón, imponen las políticas de austeridad para pagar la deuda de la banca, por la financiación de la burbuja inmobiliaria.

Este rompimiento por la burguesía dominante, del pacto del “estado de bienestar” creado después de la finalización de la II Guerra Mundial, en una situación de inmovilismo ideológico y político de estos destacamentos comunistas, que han seguido manteniendo los objetivos y consignas en el tiempo, indistintamente de los cambios económicos, políticos y sociales, son los han dejado y nos han dejado en la marginalidad política y social al movimiento obrero.

La lección que también debemos aprender de este proceso, es que el problema, no es que pertenezcan a una especie en extinción como viejos dinosaurios. Sus consignas y objetivos como prioridades sociales de la salida del euro, de la OTAN, de la Unión Europea del capital, que proclaman los distintos destacamentos de comunistas ortodoxos, fueron también asumidas programáticamente por los radicales griegos de la Unidad Popular, escindidos de Syriza y fracasaron estrepitosamente. Porque el problema que aquí vemos, no es perder las esencias de izquierdas, es ganar el espíritu unitario de la confluencia o unidad con un programa popular.

Esta conclusión implica, que los comunistas y revolucionarios no solo estamos aislados de las masas por nuestra visión dogmática de la realidad, también por nuestro radicalismo izquierdista infantil, que nos hace aislarnos de ellas por su supuesto atraso político e ideológico, al seguir en general bajo las influencias del neoliberalismo socialdemócrata y el sindicalismo corrupto y burocratizado, cuando no, como es el caso del PCE, por su oportunismo de derechas.


Si algo tenemos que aprender de estas fuerzas reformistas, es con qué facilidad han recogido las aspiraciones de las masas, tremendamente acosadas por las políticas de austeridad, recortes y corrupción, ejercidas por las fuerzas políticas que representan a la oligarquía dominante, heredera de las pactos de la transición y hegemonizadas por el bipartidismo de los conservadores y la cúpula neoliberal de la socialdemocracia, pensamientos hegemónicos socialmente y de los cuales, los reformistas todavía no se han despegado.

Sintetizan sus proclamas, en la conexión con las del conjunto de las masas trabajadoras y el pueblo, concretándolas en la suspensión por los gobiernos de las políticas de austeridad, recortes y privatización, apostando por políticas económicas expansivas, mantenimiento de los servicios públicos, buena gestión y eliminación de la corrupción y privilegios de los políticos, la democratización de las instituciones europeas y la construcción de una Europa de los pueblos.

Lo que no acaban de comprender nuestros destacamentos comunistas, por el dogmatismo e inmovilismo político que padecen, es que estos competidores electorales, no forman parte ni representan (no por lo menos ahora en principio sociológicamente como corriente social, no sus dirigentes individualmente) a la oligarquía neoliberal como muchos de estos destacamentos comunistas dicen, sino que son el máximo exponente de la movilización popular desarrollada en estas comunidades, contra las políticas de austeridad, recortes de lo público y la corrupción, derivadas de la ruptura del pacto social de la transición por la oligarquía financiera y sus representantes políticos del bipartidismo en el 2008.

Ninguno de los planteamientos y propuestas de los reformistas contradicen las proclamas comunistas, pero como ha demostrado el fracaso de la Unidad Popular griega, esa indefinición en general del reformismo sobre lo correcto o lo ideal en estos momentos, lo centran con su reafirmación de que es posible la gestión eficaz, democrática y social del sistema capitalista (táctica no exenta de fallos, como la mayoría de los eventos que llevamos a la práctica) es la que se adapta a las necesidades de las masas y lo que ellas reivindican, y en esta realidad es donde debemos intervenir e introducir nuestra táctica de presión al sistema capitalista.

Para adecuarnos a la realidad social, debemos abandonar junto al dogmatismo que nos inmoviliza, el oportunismo derechista de los gobiernos y “pactos de izquierdas” con el PSOE, como  el izquierdismo radical que nos aíslan de las masas, los comunistas y revolucionarios debemos armarnos con la lógica dialéctica que nos das nuestra experiencia histórica, único método marxista de analizar la realidad y poder elaborar una teoría capaz de transformarla.

Pero esta solo la encontraremos, si somos capaces de situarnos al nivel de las masas y ponernos al frente de ellas, de sus reivindicaciones, no de las más justas teóricamente o de futuro, sino de las que nace de sus necesidades más inmediatas en los centros de trabajo y barrios donde viven.

Lo primero y primordial, como la Tercera Internacional y Lenin nos enseñaron, es que ningún militante comunista sin trabajar en un sindicato, asociación de barrio o centro juvenil, creando hegemonía, extrayendo realidad social. Línea de masas desde el trabajo en las organizaciones de masas asamblearias, fortaleciendo no solo partido, sino también organizaciones independientes obreras que conforman el poder popular, uniendo a la clase obrera organizada con la movilización popular de las masas.

En segundo lugar, como táctica única de desarrollo a largo plazo de acumulación de fuerzas, sintetizar las proclamas programáticas de las masas, que concreticen las políticas de combate más inmediatas, contra las políticas de austeridad de las oligarquías euroalemanas y aquellas paliativas de las emergencias económicas y sociales de los sectores más excluidos y débiles de la sociedad, inmigrantes, tercera edad, jóvenes y mujeres.

Cada victoria en un desahucio paralizado, una beca de comedor conquistada, una vivienda social creada, una injusticia derrotada o una solidaridad creada, dará más ímpetu y fuerza a las clases trabajadoras, al pueblo, a la juventud y a las mujeres en la defensa de sus derechos.

Cada propuesta programática que sea lograda en las instituciones, impidiendo la austeridad y la exclusión social que provoca el sistema capitalista, es una victoria concreta, similar a cuando la unidad de los trabajadores y los sindicatos en sus centro de trabajo y asambleas, impiden un ERE, despidos de trabajadores o sanciones represivas administrativas o judiciales.

Acabar con las políticas de austeridad para pagar la deuda de la banca, nos obliga adaptarnos, como Mao nos enseñó, a las condiciones de vida de las masas trabajadoras y a sus necesidades más inmediatas, como eliminar las trabas al salario social de la dependencia, acabar con las listas de espera hospitalaria, creando plazas públicas en residencias de tercera edad, viviendas en alquiler públicas para los más necesitados/as, mejorando la enseñanza pública, electricidad, calefacción y gas para los que no pueden pagar, subsidio mínimo para los que se quedan sin trabajo y paro, un despido impedido, un ERE anulado. Medidas necesarias de inmediata aplicación, medidas a medio plazo y las medidas estratégicas de más largo plazo.

Este debe ser el espíritu del inicio de un programa electoral de los comunistas y revolucionarios, desde la defensa de lo público, la recuperación de lo privatizado, la anulación de los recortes de derechos y libertades, el combate contra la corrupción, la regeneración democrática, la participación ciudadana y la lucha solidaria contra la guerra imperialista.

Por ello, si el acuerdo que están negociando en Portugal entre el PSP el PCP y el Bloque de Izquierdas, se concreta en un programa que recoja y solucione los problemas más inmediatos de las masas, de medidas que reviertan las políticas de austeridad y profundicen la democracia, significaría la segunda derrota en Europa de la hegemonía euroalemana, un nuevo golpe a las políticas de austeridad, un tremendo apoyo a Syriza y al pueblo griego, para limitar las medidas del tercer memorándum y un fuerte soplo para todas y todos los desencantados, de que en España por encima de todos los errores, es posible solidarizarse con Grecia y Portugal y ganar la batalla al bipartidismo hegemónico de la oligarquía euroalemana con la victoria de la confluencia, en unidad de Podemos, Izquierda Unida con los movimientos sociales y el movimiento obrero organizado.

Esta política, es la única que hoy en día está confrontando directamente contra las políticas de austeridad y privatización, para la acumulación de capital y superación de su crisis capitalista, y es a la única que nos podemos ajustar los comunistas y revolucionarios.

Pero esto no debe implicar una dejación de las posiciones ideológicas de principio, debe reflejarse en nuestros análisis, la lucha por el socialismo como alternativa final única y justa para las clases trabajadoras, como la lucha contra la guerra imperialista y sus instrumentos como la OTAN y las bases americanas o el combate ideológico, contra la dictadura democrático burguesa actual del capitalismo, ofreciendo nuestra propuesta a las masas de democracia popular socialista, que forma parte de nuestro programa estratégico y que con fe en la lucha ese día llegará.

Alonso Gallardo, militante comunista por la confluencia y de la Corriente Sindical de Izquierda

                                                                                                      Asturies, octubre del 2015