miércoles, 16 de abril de 2025

Observaciones a un artículo de Michael Roberts sobre dialéctica


ASIA, PENSAMIENTO :: 08/04/2025

Vaya líos mentales que se montan algunos por mecanicismos dogmáticos; que Roberts no tiene claro el tema del socialismo en china está claro, al ser de la vieja escuela del marxismo occidentalizado que mantiene una visión del socialismo algo revisionista al estilo de Kruschev, donde socialismo es igual que a la vida en un paraíso convirtiéndolo en algo ideal y metafísico, sin lucha de clases, ni obligación al trabajo y sin acoso ni derribo por el imperialismo yanqui-occidental. Pero China se desarrolló ahí, en esa situación y con el culo escaldado por lo que le hizo la oligarquía imperialista yanqui a la Unión Soviética. Mao sentó las bases del desarrollo socialista de China sin el cual, Deng sería incapaz de liderar la modernización e industrialización con la táctica de bajo perfil y Xi en una situación de quiebre y colapso del capitalismo de libre mercado monopolizado por ocupar todo el espacio geográfico del planeta, provocando guerras y caos para poder mantener su hegemonía económica, política y militar, de romper con la táctica de bajo perfil y lanzarse ha construir una alianza antimonopolista multipolar entre iguales, para romper el viejo dominio occidental de quinientos años, que ha llevado al retraso, la miseria y la muerte a millones de personas, impidiendo el desarrollo de los países del Sur que son quienes componen la absoluta mayoría este planeta. Todo esto no nace de la casualidad, nace de un proceso teorizado y planificado cautelosamente por el partido comunista para hacer lo que está haciendo hoy, construir el país más avanzado del planeta con tal poderío económico, científico, técnico y militar, capaz de conseguir la victoria uniendo a todos los pueblos del planeta, bajo el derecho internacional donde todos seamos iguales.

El sistema socialista se determina por el nivel de desarrollo y problemas a enfrentar, por lo tanto el Gobierno Chino dirige la economía bajo la directriz de la planificación al servicio del pueblo y la naturaleza, esto contrastado en los hechos. Todas las grandes industrias y bancos que controlan la economía que están al servicio del Estado son públicos, y todos incluidas las grandes fortunas pagan impuestos, que son los que permiten financiar el estado de bienestar del pueblo, en cada vez más y mejores servicios públicos en sanidad, enseñanza, dependencia, pensiones etc., esto también contrastado públicamente. Y para terminar el sistema de producción es capitalista porque no se ha inventado otro bajo el sistema socialista, definido socialista porque es el Estado quién se queda a través de los impuestos y por el carácter público de las grandes empresas y bancos, de los beneficios del trabajo de la clase obrera. Es decir que bajo el socialismo hay lucha de clases, hay derechos y hay obligaciones para todos, de ahí que el que no trabaja no come y que el sistema socialista de producción seguro que vendrá de la mano del desarrollo científico-técnico y la reducción de la jornada laboral, estando garantizados por el Estado de todo el pueblo el estado de bienestar de todos sus ciudadanos, independientemente de su cultura sexo, color de piel, religión o sexualidad. Nota de Alonso Gallardo    


FERNANDO HUGO AZCURRA

Tan brillante como es en otros aspectos, Roberts queda atrapado por una «vaguedad» incomprensible en él, tan fino, tan perspicaz en otros temas

En el grupo de Debat polític i social impulsado por Espai Marx discutimos recientemente sobre una reseña que Michael Roberts publicó en su blog, The Next Recession-se puede acceder aquí a la versión en español. Una de las intervenciones es esta de Fernando H. Azcurra.

El conocido (y brillante) economista marxista Michael Roberts ha redactado una reseña sobre un libro de Murray E.G. Smith y Tim Hayslip: Thinking Systematics, exponiendo su entusiasmo y elogios ante lo realizado por estos dos autores canadienses en relación con el «razonamiento dialéctico».

No ponemos en discusión la honestidad intelectual y la buena voluntad de los autores para participar en lo que, de hecho, es la «lucha teórica» desde el análisis materialista en oposición a la apología y tergiversaciones de los ideólogos de la burguesía en cualquier campo de las disciplinas sociales: economía, sociología, comunicación, psicología, etc. Situación ésta que no es de este momento histórico, sino que es una característica de la clase burguesa capitalista desde sus inicios; toda clase propietaria, por medio de sus intelectuales, políticos y dirigentes, generan discursos ideológicos para justificar la explotación de clase, dando una «legitimación» filosófica y jurídica, a sus intereses singulares e imponiéndolos desde el Estado, reforzándolos además desde las Fuerzas Armadas ante quienes pudieran «osar» subvertir, cambiar, transformar el orden establecido (Status quo), en el caso burgués, por la naturaleza y Dios como complemento de su dominio.

La lectura de los fragmentos pareciera que no dejan dudas: quien expresa tales opiniones y ejemplos es Roberts, no los autores, pero él da la impresión que en esto sigue estrictamente a los mismos. Habría que leer cuidadosamente el texto y esto será para cuando se vuelva necesario debatir con Smith y Hayslip directamente.

Escribe Roberts:

¿Cómo se pueden aplicar estas ideas a los problemas y controversias actuales? Un ejemplo, en mi opinión, es que el razonamiento dialéctico puede ayudarnos a comprender la naturaleza de la economía y el estado chinos. Muchos dicen que es capitalista; otros dicen que es socialista. En mi opinión, no es ninguna de las dos. ¿Cómo puede ser? En lógica formal, A = A, pero no B. Así que China debe ser capitalista o socialista. Pero cuando se piensa dialécticamente (y «sistemáticamente»), China puede verse como una economía en proceso de cambio: está «en medio».

En 1949, el capitalismo y el latifundismo fueron derrocados por un ejército campesino dirigido por los comunistas maoístas. Estos últimos acabaron nacionalizando la industria y la tierra, e intentaron, con un éxito limitado, planificar una economía mayoritariamente colectivizada. Pero esto por sí solo no convirtió a China en socialista: se estableció una gran maquinaria estatal, controlada por una élite burocrática que no rendía cuentas a la clase trabajadora china ni, de hecho, a las masas campesinas. Hoy en día, bajo su liderazgo posmaoísta, cuenta con un importante sector capitalista que intenta maximizar los beneficios con multimillonarios y mano de obra asalariada.

Nada de esto existiría en una sociedad verdaderamente socialista, al menos tal como la definirían los marxistas. «China socialista» no es un descriptor más correcto que «China capitalista». Si nos basamos en una lógica formal estricta, esto es confuso. Pero el razonamiento dialéctico aclara la confusión al permitirnos ver a China a través de la lente del desarrollo desigual y combinado y el concepto de formas transicionales.

Debo señalar un notable error de Roberts cuando propone, como supuesto ejemplo de «razonamiento dialéctico» que China no es socialista, no es capitalista: «China está en el medio», complementa esto con el final del tercer fragmento: el «razonamiento dialéctico» permite ver a China «... a través de la lente del desarrollo desigual y combinado, y el concepto de formas transicionales».

Desde el ángulo de las categorías analíticas materialistas ¿cuándo se puede hablar del cambio o transformación de las sociedades que permita comprender sus diferencias históricas, sociales, políticas, culturales, etc.? Pues, cuando lo que se ha transformado, luego de muchos avatares y vicisitudes (lucha de clases) es el «modo de producción» que implica una modificación en las «relaciones de propiedad» y, por tanto, de propietarios de la estructura socio-económica de las sociedades. Aceptado que sea esto. Veamos el caso chino.

¿Muestra un cambio rotundo e irreversible en el «modo de producción», esto es, en la organización social del trabajo y de las relaciones de propiedad? ¡No! El «modo de producción» de China se basa en relaciones de dominio del capital sobre el trabajo. Millones de trabajadores asalariados; una parte de ellos son explotados por los 60 millones de capitalistas chinos, y la otra parte son explotados por la burocracia del Partido Comunista Chino y los administradores del Estado y de sus empresas, quienes cumplen efectivamente el comportamiento de capitalistas «en funciones», capitalistas «estatales».

La estructura socio-económica china es capitalista: el capital privado y el estatal explotan la Fuerza de trabajo de los trabajadores bajo la paga de un salario, este dinero así entregado actúa como «adelanto» que se transforma en capital (privado y estatal) porque es valorizado por los trabajadores; trabajadores asalariados cuya característica consiste en que no son «propietarios» de los Mp. Se trata en consecuencia de un capitalismo «mixto». ¿Pero no hubo cambio en las relaciones de propiedad? ¡Si! Una fracción propietaria es la de los capitalistas privados, la otra fracción es la del PCCh-Estado como proto-burguesía de Estado: dirige el Estado, planifica con sus economistas estatales, da órdenes a las empresas por medio de sus instituciones económicas; administra las FF.AA. como institución autonomizada del pueblo ¡nada de pueblo armado! Es un ámbito que debe estar en manos de «profesionales» para contrarrestar las agresiones del imperio capitalista occidental, y finalmente «legitima» su dominio sobre el conjunto del pueblo con un discurso que alude al «socialismo con características chinas» que, en rigor, no es otra cosa que un capitalismo con características chinas ¿de socialismo? ¡absolutamente nada!

Pero ¿han «mejorado» las condiciones de vida de los trabajadores asalariados chinos? Sin dudas de ningún tipo: ¡¡Sí!! Por supuesto que sí. Pero lo que se debe tener en cuenta que se tratan de mejoras «dentro» de relaciones capitalistas de producción y consumo; socialismo no es igual a «mejoras» económicas bajo el capitalismo. Lo mismo puede y debe decirse del standard de vida de los trabajadores asalariados bajo el capitalismo occidental: ¿han mejorado su condición desde la 2da. G.M.? ¡Sin dudas! Pero debe aclararse que tales «mejoras»: 1º) no alcanza a la totalidad de la clase trabajadora occidental, y 2º) tales mejoras no han cambiado la relación de dominio del capital sobre el trabajo. El capital y los capitalistas mantienen su función de clase explotadora.

En consecuencia, tan brillante como es en otros aspectos, Roberts queda atrapado por una «vaguedad» incomprensible en él, tan fino, tan perspicaz en otros temas: «China se ubica en el medio» de un desarrollo desigual y combinado; aquí el supuesto razonamiento dialéctico se ha transformado en «formalidad» ilógica. China capitalista es un «descriptor» correcto e irrefutable siguiendo los cánones del análisis materialista, dialéctico o no dialéctico para no abusar de los términos.

Marzo 2025

espai-marx.net


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