sábado, 25 de octubre de 2025

¿En qué consiste la segunda etapa de estabilización económica?


10 octubre /2025

Para resistir las nuevas presiones contra el país

La estrategia se enfoca en consolidar la sustitución progresiva de las importaciones 
(Foto: Sidor Asuntos Públicos)

El presidente Nicolás Maduro anunció lo que denominó una "segunda fase de la estabilización económica", basada en la sustitución de importaciones.

El mandatario aseveró este lunes 13 de octubre que el gobierno está preparando una segunda fase de estabilización del nuevo modelo económico de los 13 Motores de la Agenda Económica Bolivariana, con el propósito de alcanzar un gran objetivo: "La producción plena y sustitución radical al 100% de todos los rubros, el fortalecimiento financiero y monetario del país".

Maduro explicó que esta nueva etapa busca consolidar la capacidad productiva interna como respuesta a las agresiones externas.

A su juicio, gran parte de la "ofensiva de guerra psicológica y amenazas militares" ha tenido como parte de sus objetivos lesionar y paralizar la economía venezolana.

El presidente indicó que la focalización de las actividades de los motores económicos en la sustitución de importaciones garantizaría el curso de las actividades económicas, superando cualquier inercia de parálisis.

CONTEXTO ECONÓMICO Y PRESIONES EXTERNAS

Recientemente, el Banco Central de Venezuela (BCV) anunció que el Producto Interno Bruto (PIB) en el tercer trimestre de 2025 aumentó 8,71% con respecto al tercer trimestre de 2024.

De esta manera, suman dieciocho (18) trimestres continuos en los que la economía venezolana registra un mayor nivel de actividad económica, fortaleciendo cada vez más su proceso de recuperación.

En el tercer trimestre, vale destacar los crecimientos de 16,12% en la actividad petrolera y de 6,12% en la actividad no petrolera.

En cuanto a las actividades no petroleras, las mayores expansiones se registraron en 16,40% en el sector Construcción; 9,35% en Transporte y almacenamiento; 8,98% en Manufactura; 8,19% en Comercio; 7,08% en Minería; 6,78% en Alojamiento y servicios de comidas; 6,60% en Actividades inmobiliarias, profesionales, científicas, técnicas, administrativas y de apoyo; y 6,11% en Agricultura.

Al tiempo que el petróleo contribuye al crecimiento, las actividades de construcción, manufactura, minería y agricultura generan fuertes encadenamientos internos y fortalecimiento de las cadenas de valor que confieren sostenibilidad al crecimiento.

Por otra parte, el nuevo reporte mensual de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) correspondiente a octubre indicó que Venezuela superó la cota de producción de 1 millón 100 mil barriles de petróleo al día (bpd).

Según la OPEP, mediante comunicación directa con PDVSA, Venezuela agregó 8 mil barriles adicionales de producción en medio de nuevas presiones comerciales de Washington.

La economía venezolana se encuentra en un punto donde el reimpulso a las actividades primarias y secundarias de la economía pasa a ser un factor central, a fin de no interrumpir el desarrollo del ciclo económico.

La presencia militar estadounidense en el Caribe sugiere un contexto de posibles agresiones externas, lo cual incrementa la incertidumbre y los factores de volatilidad, ralentizando la inversión.

Además, Estados Unidos ha construido, de facto, una zona de exclusión marítima. El mismo Donald Trump ha admitido que "ya nadie sale a pescar" en la fachada Caribe. Este cuadro debe entenderse como la aplicación física de un bloqueo marítimo, afectando actividades de pesca, comercio y turismo en las aguas de la Zona Económica Exclusiva de Venezuela.

Otro de los componentes críticos de la economía venezolana, justo ahora, es el proceso de devaluación del bolívar frente al dólar estadounidense, tanto en el tipo de cambio de referencia reflejado por el Banco Central de Venezuela (BCV) como en los diversos marcadores paralelos.

En estos momentos, las tasas no oficiales están fijando un diferencial aproximado del 50% frente al tipo de cambio oficial, lo cual genera inestabilidad en los sistemas de precios y complicaciones en las actividades comerciales de la población.

Uno de los factores que alientan esta tendencia es la caída en el flujo de divisas en la economía, generada por el recrudecimiento de medidas de asfixia económica instrumentadas por la administración Trump.

Además, el clima de incertidumbre surgido por las amenazas de agresión militar a Venezuela alienta reacciones de estampida que se colateralizan en avidez de divisas y especulación en las actividades cambiarias no oficiales.

CONTRAMEDIDAS EN TODOS LOS PLAZOS

Ahora, el gobierno venezolano estima acertadamente que es necesario contener la volatilidad, garantizar el abastecimiento de bienes y aliviar las presiones en la demanda de divisas estadounidenses fortaleciendo la producción interna, sustituyendo importaciones e incrementando las exportaciones.

El jefe del Estado refiere una nueva etapa de estabilización, que tiene proyección con acciones de corto plazo y de largo aliento.

El proceso de sustitución de importaciones y diversificación de exportaciones ha tenido un repunte este año. Según datos del gobierno, las exportaciones no petroleras en Venezuela mostraron un crecimiento significativo con un aumento del 87.66% entre enero y abril de 2025. Este crecimiento se impulsó además por sectores como el comercio, que creció un 7.19%; y la manufactura, un 6.24%.

Sin embargo, una aceleración significativa de estas actividades en el mediano y largo plazo sugiere esfuerzos adicionales en diversas iniciativas, como el impulso a las Zonas Económicas Especiales (ZEE), donde las empresas públicas y privadas nacionales y extranjeras cuentan con diversos tipos de incentivos para desarrollar sus actividades.

Pero, para el presidente Maduro, el énfasis en esta etapa de reimpulso se basa en la superación de las presiones presenciales y concretas que representa el despliegue militar estadounidense en el Caribe.

Explicó que esta nueva etapa busca consolidar la capacidad productiva interna como respuesta a las agresiones externas. "Tenemos un nuevo modelo económico bastante robusto, tenemos una política económica", afirmó, al referirse a la estructura que ha permitido mantener el abastecimiento y la estabilidad en medio de presiones internacionales.

Aseguró que, según los datos, sectores como el industrial y el agroproductivo han ido en crecimiento a través de un nuevo modelo económico.

La estrategia contempla, según afirmó, el impulso a la producción nacional en sectores clave, la reducción progresiva de la dependencia de importaciones, el fortalecimiento de las redes de distribución internas y la protección del poder adquisitivo de la población frente a las presiones externas.

En Gaza no hay futuro sin resistencia y sin gobierno


Mohammed Al-Ayoubi*   octubre 15/2025


¿El futuro de Gaza será determinado por su pueblo o por las mismas potencias extranjeras que ayudaron a destruir la franja?




 

Tras la devastadora guerra en Gaza, la pregunta más urgente ya no es el alto el fuego o la reconstrucción, sino  quién gobernará el enclave.


Esta es una lucha por el significado, la legitimidad y la soberanía. ¿El futuro de Gaza será determinado por su pueblo o por las mismas potencias extranjeras que ayudaron a destruirla bajo la bandera de la «salvación»?

Cada vez que se abren las puertas de la «reconstrucción» y la «ayuda», se cierran de golpe las ventanas de la soberanía. Lo que se despliega es un espectáculo colonial recurrente : un orden político palestino reconstruido bajo supervisión extranjera, donde el «realismo político» se promueve como sustituto de la justicia y la «tecnocracia» se presenta como una alternativa estéril a la resistencia.

Otro

Ayham Shananaa, un alto funcionario de Hamás, dijo a The Cradle que el resultado de la guerra no puede medirse con los estándares de los conflictos interestatales tradicionales, sino que debe entenderse como “una lucha existencial entre un pueblo que busca la liberación y una ocupación respaldada por Occidente”.

Afirma que la mera supervivencia de Hamás en el ámbito político tras dos años de guerra constituye una victoria estratégica, ya que Israel  no ha logrado alcanzar sus objetivos declarados, ni siquiera con un respaldo internacional sin precedentes.

Esta opinión es compartida por el funcionario de la Jihad Islámica Palestina (PIJ), Haitham Abu al-Ghazlan, quien afirma que “la resistencia está ahora más arraigada que nunca” e insiste en que la verdadera medida de la victoria no reside en la destrucción material, sino en el fracaso del proyecto sionista para desplazar a la población y quebrar la voluntad palestina.

Shananaa añade que la resistencia “se ha impuesto como un actor clave que no puede ser ignorado en ninguna discusión sobre el futuro de Gaza”, argumentando que su firmeza la transformó de un actor puramente militar a un proyecto nacional con una visión y una estrategia.

Lo más significativo, añade, es que “esta guerra marcó un cambio en la conciencia global”, citando una solidaridad sin precedentes con los palestinos, protestas masivas y  reconocimientos simbólicos del Estado de Palestina, todo lo cual apunta a un cambio profundo en la opinión pública occidental sobre la ocupación.

La reconstrucción como palanca: el nuevo rostro de la ocupación

Las propuestas internacionales para la administración de Gaza, ya sea un  gobierno tecnocrático o una autoridad de transición, se presentan como necesidades humanitarias. En realidad, son poco más que renovaciones cosméticas de los viejos mecanismos de control.

En este contexto, Abu al-Ghazlan subraya que cualquier propuesta de este tipo «debe ser el resultado de un diálogo nacional palestino inclusivo, no de acuerdos extranjeros ni de tutela internacional». Afirma que «la reconstrucción es un derecho humano, no una moneda de cambio política», y rechaza cualquier intento de vincularla al desarme o a restricciones a la resistencia.

La política de gobernanza: ¿Puede la resistencia dar paso a la tecnocracia?

Uno de los debates centrales que enfrentan actualmente las facciones palestinas es si la autoridad de la resistencia puede transformarse en un gobierno tecnocrático, es decir, si la separación de la toma de decisiones políticas y de seguridad es posible o incluso deseable.

Shananaa es tajante: «Las armas de la resistencia son una línea roja mientras exista la ocupación». Si bien Hamás no se opone a una administración civil que gestione la vida cotidiana en Gaza, insiste en que el movimiento no cederá en el núcleo de su aparato de seguridad.

Abu al-Ghazlan, hablando desde la perspectiva de la Yihad Islámica (que,  a diferencia de Hamás,  no tiene una agenda política), afirma la misma línea roja: “Todos los procesos de paz que despojaron a la resistencia de sus armas terminaron en más agresión y expansión de los asentamientos”.

Lo que surge es una fórmula compartida: un gobierno civil es posible, pero la soberanía –en particular la soberanía en materia de seguridad– sigue siendo innegociable.

La idea de una “administración civil temporal” puede parecer moderada, pero en realidad es un gobierno sin poder: una cáscara gerencial carente de agencia política.

Este modelo busca gobernar Gaza, no liberarla; gestionarla, no emanciparla. Lo que Washington y Tel Aviv intentan construir es un modelo palestino vacío que presenta la ilusión de un «autogobierno» bajo el techo de la ocupación.

Tanto Shananaa como Abu al-Ghazlan enfatizan que cualquier acuerdo futuro “debe basarse en la protección de los derechos del pueblo, no en la presión extranjera”.

El término «consenso nacional» puede sonar atractivo en la retórica, pero a menudo funciona como una máscara para ocultar una ilusión política. El verdadero consenso requiere soberanía real y la voluntad palestina independiente, mientras que el consenso impuesto externamente es simplemente una tutela renovada disfrazada.

La ecuación de supervivencia: Hamás, legitimidad y la resistencia callejera

Mientras la Autoridad Palestina (AP) busca  la legitimidad perdida a través de donantes, Hamás extrae su autoridad de la supervivencia entre los escombros. El pueblo de Gaza, aunque exhausto, no ve en Hamás la perfección, sino un desafío, una negativa a capitular ante la aniquilación.

Sobre la cuestión de un gobierno de unidad nacional que abarque Gaza y la Cisjordania ocupada, Shananaa afirma que esta propuesta no es nueva. Hamás lleva mucho tiempo pidiendo una verdadera alianza nacional, afirma, haciendo referencia a los repetidos intentos de reconciliación con Fatah en El Cairo, Argel, Moscú y, sobre todo,  Pekín .

Sin embargo, ninguna de estas medidas se implementó debido a la negativa del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, a compartir el poder o aceptar un marco equilibrado, explica:

“Hamás no se opone a que la Autoridad Palestina desempeñe un papel supervisor o financiero en los acuerdos de reconstrucción, siempre que esto se haga dentro de acuerdos claros que preserven las armas de la resistencia y eviten cualquier interferencia extranjera en las decisiones de seguridad”.

Abu al-Ghazlan añade que la confianza entre la Autoridad Palestina y la resistencia «no se construye con palabras, sino con posturas. Cuando la gente sienta que la decisión política protege a la resistencia y no la limita, entonces podremos decir que hemos iniciado el camino hacia la reconstrucción de la confianza nacional».

El futuro de Gaza parece confinado a tres escenarios posibles, determinados por los equilibrios de poder establecidos por la guerra y el alcance de las intervenciones internacionales y regionales para dar forma al llamado “ día después ”.

Escenario 1: Gobierno liderado por la resistencia – Hamás llena el vacío

Este es el resultado más probable, con una probabilidad cercana al 60 %. Se basa en el principio de la «realidad impuesta», según el cual Hamás reafirma su control sobre Gaza aprovechando el vacío dejado por la retirada del ejército israelí de las zonas de la Línea Amarilla.

Desde el primer día del alto el fuego, las Fuerzas de Seguridad Nacional de Hamás  se desplegaron en calles , intersecciones y zonas liberadas, restableciendo visiblemente una arquitectura de seguridad que se había derrumbado parcialmente durante la guerra.

Shananaa lo deja claro cuando confirma que “alrededor del 70 por ciento de la Franja está bajo el control de las fuerzas de seguridad palestinas formadas por Hamás”, lo que refleja una realidad sobre el terreno que no se puede revertir fácilmente.

Este escenario implica que la Franja permanecerá bajo la administración política y de seguridad de Hamás durante al menos uno o dos años, hasta que los entendimientos internos y externos maduren lo suficiente para formar un gobierno tecnocrático de unidad nacional aceptable tanto para los actores palestinos como para los internacionales.

Esta fase equivaldría a un “gobierno transicional por la fuerza”: un híbrido de autoridad de resistencia y administración civil provisional, a la espera de una declaración política más amplia.

Escenario 2: Reedición de la situación anterior a 2005: coordinación de seguridad y supervisión extranjera

Este escenario, favorecido por Estados Unidos y algunas potencias regionales (con una probabilidad estimada del 25 por ciento), prevé un retorno a los acuerdos anteriores a 2005: coordinación tripartita entre la ocupación israelí, la Autoridad Palestina y un organismo supervisor liderado por Estados Unidos, posiblemente con respaldo egipcio y qatarí.

En este marco, fuerzas palestinas “internacionalmente aceptables” supervisarían la administración de Gaza, la seguridad fronteriza, los esfuerzos de desarme y la distribución de ayuda bajo un comité internacional central.

Pero esta visión se derrumba bajo dos contradicciones:

En primer lugar, Hamás  no tiene intención de renunciar a su posición política o  militar después de sobrevivir a la guerra y forzar un alto el fuego.

En segundo lugar, los años de  colaboración con la ocupación en materia de seguridad han dejado a la AP sin ninguna confianza pública.

En resumen, esto sigue siendo una fantasía occidental, no una hoja de ruta viable.

Escenario 3: Caos planificado: un descenso controlado hacia el conflicto

El escenario menos probable (15 por ciento), pero el más peligroso, prevé una recaída en enfrentamientos armados entre facciones palestinas –o entre grupos de resistencia y  milicias apoyadas por Israel , o el ejército de ocupación– si el cese del fuego colapsa o las negociaciones políticas fallan.

Éste es el resultado preferido por Tel Aviv, ya que garantiza el desgaste constante de la resistencia y mantiene a Gaza en agitación, impidiendo la formación de cualquier orden político estable o unificado.

Sin embargo, a pesar de su riesgo, este escenario es poco probable en el corto plazo, ya que los actores regionales –especialmente Egipto y Qatar– están trabajando intensamente para evitar una nueva explosión que pueda desmantelar lo que queda del proceso político.

La implosión política de Tel Aviv: la caída de Netanyahu y la crisis del sionismo

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quiso inscribir su nombre en la historia como el hombre que aplastó a Hamás. En cambio, podría ser recordado como el artífice de su propia  caída , una opinión compartida incluso en círculos políticos israelíes, desde Yair Lapid hasta  Bezalel Smotrich e  Itamar Ben Gvir .

El acuerdo de alto el fuego fue, en efecto, una admisión del  fracaso sionista . Los objetivos de la guerra —eliminar a Hamás y liberar a los cautivos por la fuerza— se evaporaron ante la resistencia.

Incluso si Netanyahu se va, el establishment político y de seguridad israelí seguirá buscando el control de Gaza, pero sin la narrativa unificada que alguna vez justificó las matanzas en nombre de la supervivencia.

Shananaa dice que el acuerdo de alto el fuego profundizó la crisis interna de Israel y debilitó la cohesión de la coalición de extrema derecha, describiendo al gobierno de Netanyahu como «fascista, extremista y que ha perdido legitimidad incluso dentro de la sociedad israelí».

Más de un millón y medio de israelíes protestaron contra la guerra, y la oposición crece día a día. El apoyo estadounidense es lo que mantiene a Netanyahu políticamente vivo, pero su caída es solo cuestión de tiempo.

Los objetivos de la guerra cambiaron de «eliminar a Hamás» a «sobrevivir al fracaso». Fue un descenso de la visión estratégica a la reacción táctica; de un Estado que hacía historia a un Estado que luchaba por sobrevivir a su propio presente.

En definitiva, la pregunta «¿Quién gobierna Gaza después de la guerra?» es más existencial que administrativa. ¿Quién ostenta la verdadera legitimidad? ¿Quién define el futuro? ¿Quién decide cuándo termina la guerra?

Shananaa responde con claridad: «No hay autoridad por encima de la resistencia, ni reconstrucción sin soberanía».

La legitimidad no la otorgan los donantes ni se impone mediante marcos. Se forja bajo fuego, se arrebata de los escombros. Y el «día después» no comenzará con firmas, sino con el desmantelamiento de la ocupación.

* escritor palestino (The Cradle)

Fuente: observatoriocrisis.com 

La triple burbuja de la inteligencia artificial: una combinación explosiva

Fuentes: Ganas de escribir

El desarrollo y aplicación de la inteligencia artificial (IA) a todos los ámbitos de nuestras vidas es el mayor y más revolucionario avance tecnológico de la historia.

Pase lo que pase, no se va a detener, pero su expansión no es el resultado de una ley natural. Por el contrario, responde a decisiones de los seres humanos y cuando estos deciden con el único fin de acumular capitales y aumentar el beneficio privado sin cesar, como inevitablemente ocurre en el capitalismo, los avances tecnológicos están sujetos a todo tipo de crisis y sobresaltos.

Esto es justamente lo que viene ocurriendo con la IA. Su avance dirigido exclusivamente por la lógica capitalista (quizá con la única excepción parcial de lo que ocurre en China) ha provocado tres tipos de burbujas, cuya naturaleza y consecuencias voy a explicar rápida y claramente.

La primera de esas tres burbujas podríamos denominarla de expectativas. Es la base de las otras dos y el resultado de inflar excesivamente las posibilidades de desarrollo y aplicación de la IA a corto y medio plazo.

La segunda es la industrial o de inversiones y está provocada por una acumulación exagerada de capital que, además, no tiene suficiente retorno o rentabilidad.

La tercera es la financiera y se produce como resultado de un precio de las acciones de las empresas vinculadas a su desarrollo que no se corresponde con el valor real de lo que hacen y están obteniendo.

Las tres burbujas tienen efectos y peligros propios, pero la combinación de todas ellas las hace mucho más letales y permite asegurar que van a estallar y que lo harán con gran daño.

La burbuja de las expectativas

Como he dicho, el desarrollo de la IA es imparable, entre otras cosas, porque se autoalimenta. Cada paso adelante sienta las bases del siguiente e impulsa nuevos progresos, lo que lleva consigo su avance vertiginoso. Aunque no inmediato, ni lineal, ni ilimitado

En estos momentos, la IA se encuentra en la fase que se llama generativa: es capaz de crear contenidos (textos, videos, audios, imágenes…) utilizando patrones aprendidos automáticamente que le permiten analizar una gran cantidad de datos previamente almacenados. Y se espera llegar a la IA general, que sería capaz de reproducir la inteligencia humana, razonando, aprendiendo y adaptándose autónomamente a cualquier situación.

Pues bien, lo que llamo burbuja de las expectativas consiste en creer que la fase de IA general está más cerca de lo que está y que, mientras tanto, la actual fase generativa puede proporcionar muchos más resultados de los que puede dar.

Se produce una burbuja porque no se está teniendo suficientemente en cuenta que los actuales modelos de IA tienen una limitación fundamental en su desarrollo: no pueden razonar de forma abstracta, tampoco operar al margen de los datos de entrenamiento que le hayan sido suministrados, y necesitan ser constantemente supervisados.

Esa limitación tiene, principalmente, dos efectos. Por un lado, obliga a intensificar exponencialmente el almacenamiento de datos y (como veremos enseguida) a invertir en ello cifras colosales para poder incrementar su funcionalidad. Por otro, implica que cada nuevo avance (del GPT2, al GPT3 y así sucesivamente) no suponga un salto cualitativo, sino tan solo una mejora cada vez de menos significación y muchísimo más costosa.

Un ejemplo claro y concreto de esta burbuja de expectativas lo mostró un estudio publicado el pasado mes de julio por el grupo de expertos METR (Model Evaluation & Threat Research) sobre el comportamiento de desarrolladores de software que utilizaron herramientas de IA. En una encuesta previa al experimento, los participantes predijeron que con ellas acelerarían el trabajo un 40 %. Después de haberlo realizado estimaron que les había ahorrado un 20 %. Sin embargo, tras analizar a posteriori el rendimiento laboral realmente obtenido, el METR descubrió que los desarrolladores habían completado las tareas un 20 % más lentamente al usar IA que al trabajar sin ella.

A un resultado parecido llegó un informe también muy reciente del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Indica que el 95 % de los proyectos piloto de IA no aumentaron las ganancias ni la productividad de las empresas y que, en el 5 % en que sí lo hicieron, la IA quedó relegada a tareas administrativas de segundo orden, muy limitadas y proporcionando mejoras sólo marginales. 

Otro informe de la Universidad de Stanford afirma que el uso en las empresas de la IA generativa en al menos una función comercial aumentó más del doble: del 33 % en 2023 al 71 % el año pasado. Sin embargo, la gran mayoría de ellas reconoce que los ahorros de costes son menores del 10% y los de ingresos inferiores al 5%. 

Dicho de la forma más clara posible, la burbuja de expectativas consiste en creer que la IA generativa está dando o es capaz de proporcionar más beneficios de los que realmente proporciona; y, lo que es peor, que simplemente “agrandando” los modelos existentes se va a disponer de nuevas capacidades y, más concretamente, que es de esa forma como nos acercaremos a la IA general.

La burbuja de las inversiones

La expectativa que acabo de señalar lleva a incrementar la inversión de capital en el “agrandamiento” del modelo actual de IA a un ritmo brutal, vertiginoso y exagerado.

La cantidad de dinero dedicada a generar energía, datos y hardware que fortalezcan los modelos de IA disponibles crece exponencialmente, a un ritmo que cuesta trabajo imaginar. El programa Apolo para llegar a la Luna fue uno de los más caros de toda la historia (unos 257.000 millones de dólares actualizados) y se desarrolló durante 10 años. Pues bien, la inversión de 350.000 millones de dólares en IA que están llevando a cabo hoy día sólo cuatro grandes empresas (Google, Meta, Amazon y Microsoft) equivale a financiar un programa Apolo cada nueve meses. 

La razón de esta burbuja es fácil de entender. Creyendo que se pueden obtener más beneficios de la IA generativa simplemente aumentando su capacidad, se busca entrenarla con más datos, para lo cual se necesita mayor potencia de cálculo. Y eso lleva a realizar inversiones multimillonarias en producción de chips, en infraestructuras de centros de datos masivos y en la generación de la inmensa cantidad de energía que su tratamiento requiere.

El problema que plantea el incremento incesante de esa inversión es que tiene lo que los economistas llamamos rendimientos decrecientes, lo que significa que a medida que se llevan a cabo son más costosas y, al mismo tiempo, menos eficaces.

Decimos que se está produciendo una burbuja industrial o de inversiones porque las empresas (en realidad un pequeño grupo de ellas) están movilizando cantidades multimillonarias de dinero en función de una expectativa potencial que no se corresponde ni con el rendimiento productivo ni con el financiero de la actividad en la que se invierte.

Es lo mismo que ocurrió con la llamada de las empresas puntocom que estalló en 2000, aunque ahora aún a mucha mayor escala.

Por aquellos años, las grandes empresas  de telecomunicaciones instalaron más de 128 millones de kilómetros de cables de fibra óptica sólo en Estados Unidos creyendo que el tráfico de internet se duplicaba cada 100 días. Lo exagerado de esa expectativa se comprueba sabiendo que, al ritmo de crecimiento medio desde 2020 (19,8 %), el tráfico se duplicará no en 100 días sino en 1.387, casi 14 veces más lentamente.

Y la inversión astronómica que se realiza no está teniendo retorno.

Una estimación reciente señala que las cincos grandes compañías inversoras en IA (Meta, Amazon, Microsoft, Google y Tesla) habrán gastado en 2024 y 2025 un total conjunto de 560.000 millones de dólares en Estados Unidos, obteniendo sólo 35.000 millones de dólares en ingresos relacionados con la IA y ninguna ganancia. .

Las empresas no tienen seguridad de recuperar la inversión, y sin embargo, según su propio testimonio, seguirán invirtiendo de todos modos.

Valga un simple ejemplo. La empresa OpenAI ha firmado contratos con otras empresas como NVIDIA, Oracle y AMD por valor de un billón de dólares aunque no ha dejado de tener pérdidas y estima que sólo comenzará a ser rentable a partir de 2030. O estalla, o se adueña del futuro de la IA, y este tipo de apuestas es el que está marcando el desarrollo capitalista de esta tecnología revolucionaria de la que sin duda depende el futuro de la humanidad.

Finalmente, este exceso de inversión en IA tiene otro efecto fundamental: genera déficit de capitales en los demás sectores, haciendo que las economías avancen muy desequilibradas y, por tanto, con doble riesgo de volcar. O por el lado de la burbuja, o por el resto de los sectores.

La burbuja financiera

La financiación de una cantidad tan desorbitada de inversiones no puede llevarse a cabo mediante los mecanismos que normalmente suelen utilizar las empresas. Y la falta efectiva de rentabilidad quiere decir que se financian en función de expectativas y no de parámetros que reflejen la situación estructural objetiva y real de las empresas. Y eso es justamente una burbuja financiera.

El precio de las acciones de las empresas vinculadas al desarrollo de la IA se dispara y produce millonarios a velocidad de vértigo y nunca vista, pero lo hace sobre una base completamente irreal y sin fundamentos económicos y financieros sólidos.

Para lograr capital en esas condiciones, las empresas tienen que recurrir a estrategias de ingeniería financiera muy sofisticadas, pero precisamente por eso extraordinariamente arriesgadas y al límite de la legalidad y de lo más elementalmente razonable.

No se está generando financiación equilibrada y ajustada a las expectativas de rentabilidad de los proyectos que se financian, sino deuda sostenida sobre la especulación. Y la necesidad de nuevos capitales es tan inmensa que son las propias grandes empresas las que establecen acuerdos de asociación con sus clientes o proveedores para financiarse mutuamente sin poner ni un céntimo de dinero efectivo. Utilizan instrumentos de pago que no lo son en realidad, pues consisten en intercambios artificiales de capital o derechos, una especie de trueque con el que están generando una red que expande el riesgo sin cesar, tal y como ocurría con los bancos que difundieron en su día las hipotecas basura y sus derivados. Es la única forma de que empresas como la mencionada OpenAi, que pierde casi 5.000 millones al año, puedan seguir invirtiendo con sus resultados en rojo.

La grandes empresas que están desarrollando la IA están haciendo trampas financieras y contables para presentar ganancias que en realidad no tienen. Externalizan el riesgo con sociedades o acuerdos que lo ocultan, no muestran en sus balances los préstamos que realmente reciben y, como ha mostrado recientemente el semanario The Economist, “no declaran el valor contable neto de su infraestructura informática”. 

Todo lo anterior no quiere decir que no haya sectores y empresas sólidos en el desarrollo de la IA o que lo que está ocurriendo sea un fenómeno novedoso. Como tampoco significa, tal como señalé, que la introducción de la IA se vaya a detener sin las burbujas estallan. La introducción de todas las grandes nuevas tecnologías (ferrocarril, electricidad…) estuvo acompañada de oleadas de especulación y burbujas. Por eso podemos adelantar hoy día lo que va a pasar con bastante seguridad. Aunque ahora, sin embargo, todo será distinto, por dos razones principales.

Por un lado, porque la IA es una tecnología que tiene una capacidad de dominación global como ninguna otra la ha tenido. Por otro, porque, como hemos visto, su desarrollo se lleva a cabo con una disposición de capital y una asunción de riesgo igualmente sin parangón. Lo primero es lo que justifica las prisas y las burbujas que he comentado. Y lo segundo es lo que obliga a que los dueños de las grandes empresas tecnológicas que están asumiendo riesgos tan extremos se vean en la necesidad de adueñarse de los aparatos de los Estados, para poder rescatarse a sí mismos si la debacle se produce, que es lo más probable que ocurra.

Y aquí tienes por fin, amable lector o lectora que has estado leyendo hasta el final, la razón que explica el auge del populismo neofascista de extrema derecha que la oligarquía tecnológica apoya y financia cada vez con menos disimulo.

Publicado en LaVozdelSur.es el 9 de octubre de 2025

Fuente: https://juantorreslopez.com/la-triple-burbuja-de-la-inteligencia-artificial-una-combinacion-explosiva/ 

viernes, 24 de octubre de 2025

Al día siguiente


Articulo publicado por: "TOPOEXPRESS NOTICIAS"


Por Enrico Tomaselli: Ahora que ha concluido el espectáculo más inconcluso y ridículo en décadas, con una veintena de líderes mundiales acudiendo en masa a Sharm el-Sheij para actuar como extras en el espectáculo de Trump, pero sin los dos verdaderos protagonistas (Israel y la Resistencia Palestina), la pregunta es, obviamente, qué sucederá después de que se apaguen los focos.

Responder a esta pregunta requiere, primero, comprender las razones que llevaron al acuerdo. Y, ante todo, hay que decir que lo que dice el llamado «plan de 20 puntos» vale menos que el papel en el que está escrito. Y todos lo saben. El cese del conflicto –la tregua, por lo tanto, ciertamente no la paz– se debe esencialmente a que Israel ha demostrado ser incapaz de lograr sus objetivos políticos y militares, y además ha generado una ola de aislamiento internacional sin precedentes, poniendo en tela de juicio –quizás por primera vez en ochenta años– la existencia misma del Estado judío. Una ola que se sintió especialmente en Estados Unidos, afectando incluso a la base electoral de Trump, que ya carece de un amplio apoyo en el país. Por lo tanto, la tregua responde a la necesidad estadounidense (e israelí) de evitar seguir un camino que ha resultado infructuoso.

Sin embargo, desde la perspectiva de la Resistencia, la decisión de responder positivamente al «plan» se deriva fundamentalmente de varias consideraciones estratégicas. En primer lugar, era evidente que la cuestión de los prisioneros israelíes había perdido gran parte de su eficacia como influencia sobre el gobierno de Tel Aviv, a la vez que seguía siendo un problema político y logístico para la propia Resistencia. Igualmente, las razones que impulsaban al gobierno estadounidense a querer una tregua eran claras, al igual que la dificultad que esto supondría para Netanyahu. Y, por supuesto, la conciencia de que la tregua no solo permitiría a la población de Gaza recuperar el aliento, sino que también reafirmaría la ineludible centralidad de la Resistencia.

En este punto, por lo tanto, independientemente de los posibles contratiempos, es razonable asumir que la tregua se mantendrá. No porque los compromisos de Israel y Estados Unidos sean intrínsecamente fiables –ni mucho menos–, sino porque les conviene, por las razones mencionadas anteriormente. Además, en las últimas horas ha surgido otro aspecto de la estrategia israelí (que demuestra, entre otras cosas, que llevan tiempo preparándose para este evento): la idea era utilizar a ciertos clanes familiares en Gaza, largamente involucrados en el tráfico ilícito y, en ocasiones, vinculados al ISIS, como una especie de brazo extendido de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que, de hecho, los han ayudado y apoyado progresivamente durante los últimos dos años, proporcionándoles cobertura militar, armas y equipo. La presencia de estas bandas tenía como objetivo impedir el control del territorio por parte de la Resistencia. Sin embargo, la Resistencia es plenamente consciente de su plan y está trabajando para limpiar la Franja de estos clanes con una acción militar rápida y decisiva.

La cuestión más inmediata, por lo tanto, será reconstruir una infraestructura administrativa mínima capaz de gestionar la reanudación de la ayuda alimentaria, la reconstrucción de la atención sanitaria, la asistencia a huérfanos y discapacitados, así como la urgente reubicación de la población para el invierno. Esta fase solo puede ser gestionada por lo que queda de la antigua administración de Hamás, con el apoyo de los grupos de resistencia.

Las dos siguientes cuestiones –el momento y la profundidad de la retirada de las FDI, y la gobernanza de la Franja– son preliminares a cualquier proceso de reconstrucción y, por lo tanto, representan la cuestión crucial. Israel, obviamente, intentará retrasar y limitar la retirada tanto como sea posible. Pero esto depende de su capacidad (política, por supuesto) para expulsar a la población palestina de las zonas que controla; en cualquier caso, tenderá, tarde o temprano, a retirarse a la «zona de seguridad» planificada a lo largo de la frontera, lo cual es más simbólico que práctico, y requerirá una presencia militar que no será sostenible a largo plazo. En cuanto a la gobernanza, es evidente que, la fase inicial, bastante larga, la asumirá directamente la Resistencia, por la sencilla razón de que es imposible imponer una estructura efectiva desde arriba, y además, una que no existe.

Por lo tanto, su composición ocupará gran parte de las próximas negociaciones, que, una vez que la atención mediática y, por ende, el interés de los líderes, se hayan desvanecido, se confiarán finalmente a un ejército de sherpas y se prolongarán, en el mejor de los casos, durante meses. Esto, por supuesto, permitirá a la Resistencia reconsolidar su centralidad, incluso a nivel administrativo.

En cuanto a la reconstrucción, es bastante evidente que requerirá una inversión significativa y, por lo tanto, quienes deberán aportar el dinero –los países del Golfo en primer lugar– desearán un mínimo de estabilidad. Por lo tanto, lamentablemente, es improbable que comience pronto. Al menos no a gran escala, ni para los problemas más costosos (por ejemplo, los sistemas de agua y electricidad). Sin embargo, es probable que ocurra algo similar a lo que hemos visto en el Líbano, donde Hezbolá –que ha presionado incansablemente al gobierno para que asuma la carga de la reconstrucción– ha lanzado su propio programa, probablemente también con fondos iraníes. Algo similar podría ocurrir en Gaza, donde, en todo caso, el mayor obstáculo podría ser la dificultad y el tiempo necesarios para entregar los materiales de construcción y la maquinaria necesarios.

La tregua, por lo tanto, tiene buenas posibilidades de durar, al menos a medio plazo. Pero, obviamente, no es ni remotamente una paz, porque ni siquiera aborda los problemas clave que subyacen al conflicto. El conflicto inevitablemente resurgirá. Al mismo tiempo, es evidente que no se trata simplemente de un regreso al statu quo anterior. A pesar del optimismo que Trump difundió generosamente antes, durante y después del espectáculo de dos mitades al estilo del Super Bowl (Knéset y Sharm), estos dos años han transformado Oriente Medio, pero no como creía Netanyahu. Hoy, la realidad es que Israel es más débil, está más dividido internamente, más aislado internacionalmente y es más dependiente que nunca de Estados Unidos. Estados Unidos, por su parte, no lo está haciendo tan bien. Irán, por otro lado, se ha consolidado como una potencia regional, incluso militarmente, perfectamente capaz de enfrentarse a Israel. Y el Eje de la Resistencia, aunque obviamente ha sufrido golpes significativos, ha salido invicto de dos años de guerra.

Todos empezarán a prepararse para la siguiente ronda.

Fuente: Enrico Tomaselli 

Silvio y un mar de jóvenes contra todas las falacias



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El reciente concierto del trovador cubano Silvio Rodríguez en la Universidad de La Habana, apertura de su gira internacional, ha sido un acontecimiento histórico en Cuba.

La inmensa mayoría de las personas asistentes hablan, en las redes, de una comunión mágica entre público y artistas, de un verdadero oasis de poesía y esperanza en el contexto de la dura realidad cubana.

Leemos algo de esto, incluso, en ciertos medios internacionales. Aunque, para la mayoría, el concierto, sencillamente, no ha existido.

Por su lado, los medios digitales anticubanos se han lanzado a ensuciar el evento, con falacias ya clásicas en el libreto del Departamento de Estado de EEUU. Repasemos.

Una, el “control”. Un “amplio operativo policial en la Universidad de La Habana por el concierto de Silvio Rodríguez”. Mucha seguridad para ser un concierto para jóvenes  universitarios. (…) Había que someterse a un control antes de pasar al recinto”: lo decía el diario 14 y medio. Pero ¿no es lo habitual en tantos espectáculos internacionales a los que, además, asiste un jefe de Estado como el presidente Díaz-Canel? Otro diario,  Periódico Cubano, acentuaba el misterio: hubo “disposiciones orientadas a limitar la movilidad del público y garantizar un ambiente totalmente vigilado”, para que no sugiera “algún grito” que rompiera “la imagen de ‘normalidad’ que (…) el régimen intenta vender”.

Dos, la “dirigencia separada del pueblo”. Al medio Cubitanow le molestó que el presidente  Miguel Díaz-Canel llegara “sonriente, relajado” y con “rostro descansado”, algo que refleja -leemos- “la distancia entre quienes gobiernan y quienes padecen”. Curiosa “distancia”, porque fue un concierto sin zona VIP, y presidente y ministros estuvieron dentro de la masa de público. Un público que, por cierto, según las fotografías publicadas, mostraba el mismo rostro “sonriente, relajado” y feliz.

Tres, el “público culpable”. Medios y redes, desde Miami, habían hecho todo lo posible por enturbiar el concierto. Al no conseguirlo, arremetieron contra “quienes participaron del evento” porque “fueron incapaces de alzar sus voces para pedir cambios estructurales en la isla”. “Piden libertad en el concierto de Silvio en La Habana…. pero para Palestina”, titulaba Cibercuba. Ciertamente, hay que reconocer que el público no aprovechó para pedir a gritos el verdadero “cambio estructural” que necesita Cuba, el que transformaría radicalmente su realidad: el fin del bloqueo criminal de EEUU, apoyado por medios como Cibercuba.

Cuatro, las “protestas” (que nadie oyó). Como no hubo protestas, hubo que inventarlas.  El medio 14 y medio afirmaba que, cuando Silvio cantó su canción “El Necio” y mencionó la estrofa «cuando la revolución se venga abajo, se oyeron algunos `ojala´ entre el público”. ¿Se oyeron? ¿Quién los oyó? Semejantes invenciones son prueba de que el citado tema, que fija la posición política de Silvio Rodríguez en favor de la Revolución cubana y escrita “pensando en Fidel Castro”, les sigue produciendo urticaria.












Silvio y un mar de jóvenes contra todas las falacias.

Por cierto, se echó en falta una quinta falacia: la de la “juventud desencantada”. Pero esta vez no tocaba. Porque Silvio Rodríguez, a sus 78 años, en los tiempos más difíciles de Cuba, consiguió convocar a un mar de jóvenes. Y ese fue, sin duda, el golpe más demoledor… contra todas las falacias.