martes, 19 de noviembre de 2024

Huracanes: Del sálvese quien pueda en EEUU a una evacuación planificada y ordenada de la población en Cuba


                                                       
Miguel Medina Fernández-Aceytuno, abogado.

11 de noviembre del 2024

   Atasco de gente huyendo del huracán Milton. EFEEPA Cristóbal Herrera-Ulashkevich.

Con ocasión del Katrina, el jefe del comando especial en Nueva Orleans,  Russel Honoré, manifestó «que todos tenemos mucho que aprender de Cuba. A pesar de ser un país pobre, con retos económicos de todo tipo, hacen un excelente trabajo en la prevención y en el enfrentamiento de los daños por huracanes.»

En las costas de Estados Unidos, el reciente huracán Helene ha dejado más de 200 muertos y cientos de desaparecidos. El último ciclón Milton que por fortuna se debilitó al impactar en este país ha provocado 23 muertes constatadas por el momento. Con anterioridad, el mortífero Katrina se saldó con más de 1.800 fallecidos en el año 2005. En 2022 el Ian ocasionó el deceso de 156 personas. Otros como el Sandy (2012) y el Harvey (2017) ocasionaron cada uno de ellos más de un centenar de víctimas mortales. En lo que va de siglo, los huracanes en EEUU nos dan un saldo de más de 2.000 personas que perdieron la vida.

En Cuba, con un PIB que en 2020 la colocaba en el lugar 69 del listado de países que encabeza EEUU, durante este siglo en el que han impactado más de 20 huracanes, nueve de ellos de gran intensidad, el censo de muertos es de solo 54.

¿Cuáles son las causas de esta drástica diferencia en las cifras de víctimas mortales por los huracanes entre estos dos países con PIB tan distante?

En EEUU la organización previa para una evacuación ordenada de la población, con garantías de supervivencia, es prácticamente inexistente. Impera el dicho: “sálvese quien pueda” y, en ocasiones, ni siquiera esto ha sido posible, como ocurrió recientemente, por ejemplo, en la fábrica de plásticos Impact Plastics, localizada en la zona industrial de Riverview en Erwin, en la que perdieron la vida dos trabajadores y cuatro desaparecieron. Los titulares de este centro de producción, relatan algunos de sus trabajadores, les conminaron a continuar con las tareas laborales bajo amenaza de despido cuando el ciclón se acercaba peligrosamente a la zona. La evacuación finalmente fue tan desordenada y a destiempo que ocasionó estas pérdidas de vidas humanas que pudieron haberse evitado.

Los surtidores de gasolina de una estación de Clearwater Beach, Florida, ya estaban vacíos el lunes.

Con ocasión del Katrina el jefe del comando especial en Nueva Orleans,  Russel Honoré, manifestó «que todos tenemos mucho que aprender de Cuba. A pesar de ser un país pobre, con retos económicos de todo tipo, hacen un excelente trabajo en la prevención y en el enfrentamiento de los daños por huracanes. Se podrá decir que eso sucede porque es un país comunista controlado. Pero al mismo tiempo debe reconocerse que la gente invierte una extraordinaria cantidad de tiempo preparando la prevención de daños a las propiedades y los seres humanos.»  

Cuba cuenta con un sistema de Defensa Civil que abarca desde la más alta dirección del estado hasta el municipio o barrio de menor tamaño y en el que participan de manera activa la población civil que agrupa a no menos del 90% de los integrantes de esta organización. Son ciudadanos que fuera del periodo estricto del paso de los huracanes ejercen sus trabajos y profesiones habituales, pero que están perfectamente preparados para realizar las tareas de evacuación de las poblaciones a lugares seguros y adaptados, previamente seleccionados, para resguardar con eficiencia a los afectados.

El Servicio Meteorológico de Cuba se encuentra en permanente estado de alerta en cuanto atisba indicios mínimos de una tormenta tropical en el Océano Atlántico que pueda impactar en la isla. En cuanto se comprueba que un ciclón batirá en el país, el sistema de Defensa Civil se activa. Se encuentra preparado para evacuar a cientos de miles de personas a lugares seguros en muy pocos días. Ha habido huracanes, por ejemplo, en los que se evacuaron de forma segura y ordenada a más de un millón de personas en una semana.

El último huracán designado con el nombre de Rafael fue abortado sin consecuencias mortales mediante la evacuación de más de 50.000 personas en solo dos días previos a la llegada del ciclón. En Pinar del Rio la evacuación a lugares seguros afectó a 21.000 personas.

El valor de la vida: la Dana y los huracanes en Cuba.












Defensa Civil dispone de todos los recursos del Estado: camiones y autobuses de transporte público, escuelas, fábricas, bibliotecas, cines y todo tipo de edificios públicos seguros e incluso hasta el mismísimo Capitolio de La Habana. De forma previa, son habilitados todos estos lugares con colchones, agua, comida y servicios médicos.

Entre los espacios seguros para soportar las batidas de los huracanes, también se cuenta con todas aquellas viviendas de particulares, previamente seleccionadas, que por sus especiales características arquitectónicas pueden afrontar las embestidas de los huracanes. Los vecinos abren sus puertas de manera voluntaria (y solidaria) para acoger a quienes las necesitan.

La Defensa Civil se extiende también al adiestramiento del personal civil que lo integra de manera periódica, al inicio de cada una de las temporadas de los huracanes. Es el llamado Ejército Meteoro.

Por el contrario, los daños que causan los temporales en Cuba son cuantiosísimos, aún superiores a los que provocan en Estados Unidos: destrucción de viviendas, carreteras, postes de electricidad, conducciones de agua, establecimientos fabriles, cosechas, etc.

En Estados Unidos la improvisación es la regla general: sálvese el que pueda. Su administración no se preocupa de organizar de forma previa y de manera adecuada la evacuación de las poblaciones afectadas por los ciclones, ni tampoco de esos 40 millones de pobres desparramados por las aceras de las grandes ciudades.

Sin embargo, el imperialismo muestra especial destreza para imponer sanciones económicas draconianas a Cuba que dañan gravemente su economía y que dificultan sobremanera la recuperación material frente a los cuantiosos perjuicios que los ciclones provocan, y todo ello pese a las numerosas resoluciones de Naciones Unidas que las condenan. No cuidan a sus propias poblaciones y se preocupan de dañar aún más a quienes se desvelan por protegerlas.

A raíz de la catástrofe humanitaria de Valencia, las palabras del estadounidense Russel Honoré [1] aconsejando estudiar y tomar en consideración el sistema de prevención de riesgos establecido en Cuba desde hace decenas de años, bien podría ser igualmente atendido por la autoridades de nuestro país que, a la vista de los inmensos daños humanos y materiales sufridos en la costa levantina, deberían abandonar definitivamente el “sálvese quien pueda” que impera en el país más rico del planeta y en su lugar establecer un sistema de defensa civil de prevención de riesgos que evitara la muerte de tantísimas personas.