José Luis Centella Gómez
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Esta mediación está en consonancia con los cinco puntos para la Coexistencia Pacifica que establece la diplomacia china
La superación de conflictos internos en el seno de la resistencia palestina es imprescindible para impedir que triunfe la solución final que quiere Israel y apoya EE.UU.
En un momento en el que la mayor parte de la comunidad internacional asiste de una forma cómplice al mayor genocidio cometido desde el final de la II Guerra Mundial, sin atreverse siquiera a expulsar a Israel de los Juegos Olímpicos, resulta esperanzador que el 24 de julio representantes de 14 organizaciones palestinas se reunieran en Beijing, bajo los auspicios del Gobierno de la República Popular de China, para alcanzar un acuerdo que se plasmó en la llamada “Declaración de Beijing para la unidad de la lucha palestina” por la que las fuerzas políticas palestinas se comprometen a fortalecer la Unidad Nacional, formando un Gobierno provisional de Reconciliación Nacional para luchar coordinadamente por un Estado Palestino verdaderamente independiente que permita la vuelta a casa de quienes no solo han sido expulsados de su tierra, sino que están siendo exterminados por el Estado genocida de Israel.
La dramática situación que se vive en Gaza donde el genocidio del que es víctima ha provocado una de las mayores catástrofes humanitarias que se ha vivido en la historia reciente, debe servir para reflexionar sobre la necesidad de que —en estos momentos— el objetivo prioritario sea salvar vidas, luchar por la supervivencia de un pueblo que está siendo asesinado impunemente, desde la certeza de que Israel y los EE.UU. tratan de diseñar un futuro en la región donde se excluya a una parte importante de las fuerzas políticas y sociales palestinas.
Esta reflexión pone en evidencia que solamente la superación de conflictos internos en el seno de la resistencia palestina puede impedir que triunfe la solución final que Israel y los EE.UU. están tratando de aplicar en la región. En este sentido, las reuniones entre Al-Fatah y Hamás en Beijing con la mediación de China fueron determinantes para el acuerdo alcanzado.
En la declaración firmada en Beijing destaca el establecimiento del Gobierno de concentración nacional, junto al establecimiento de un mecanismo colectivo para aplicar plenamente lo acordado, fijando un calendario para su puesta en marcha, que incluya la rápida celebración de elecciones en el momento en que el ejercito invasor de Israel sea expulsado de Gaza, al tiempo que se proclama el reconocimiento de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) como la legitima representación del pueblo palestino. La OLP reitera la exigencia, en primer lugar, del cese de la matanza que Israel está cometiendo impunemente en Gaza, para después desarrollar una gobernanza que permita la reconstrucción de lo que se está destruyendo. Además, defienden que se deben exigir responsabilidades ante los tribunales penales internacionales a quienes están siendo responsables del genocidio que se está cometiendo en esta región.
Es la primera vez que China se implica directamente en una mediación para la reconciliación de las diferentes fuerzas palestinas, creando unas vías de comunicación que han sido muy útiles para avanzar en la coordinación de la resistencia frente al agresor israelí. La República Popular lo hace convencida de que la resolución de este conflicto interno entre las fuerzas palestinas es una condición imprescindible para poder presentar una voz unida ante la comunidad internacional.
No es casualidad que el acuerdo se haya producido mediante la mediación del Gobierno chino, como tampoco lo fue el acuerdo de recuperación de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Irán alcanzado en 2023. Hoy por hoy, la realidad es que la credibilidad de Occidente ante las fuerzas políticas y sociales de Oriente Medio (en general) y de Palestina (en concreto) es nula: son demasiados años de sometimiento a los intereses de EE.UU. y, por tanto, complicidad con Israel como para ser consideradas parte de la solución de cualquier conflicto internacional.
Por el contrario, la República Popular de China no solo fue uno de los primeros países que reconoció a la OLP y al Estado de Palestina, sino que además aporta significativa ayuda humanitaria de emergencia desde el inicio de la invasión de Gaza; así mismo, practica una política de apoyo al restablecimiento de los legítimos derechos nacionales del pueblo palestino. En la actualidad, plantean la necesidad de que las Naciones Unidas (ONU) se impliquen directamente en frenar la agresión del ejercito israelí en Gaza, encontrándose en todo momento con el vergonzoso veto de los EE.UU.
En concreto, China presentó una iniciativa de «tres pasos» para salir de la difícil situación actual: el primer paso es promover lo antes posible un alto el fuego integral, duradero y sostenible en la Franja de Gaza para garantizar el acceso sin problemas de la ayuda humanitaria y el socorro; el segundo, aunar esfuerzos para avanzar en la gobernanza de Gaza tras la guerra, de acuerdo con el principio del «gobierno palestino sobre los palestinos» sin exclusiones; y el tercer y último paso consiste en presionar para que Palestina se convierta en Miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas (ONU).
Esta mediación de China en conflictos internacionales, así como sus propuestas para una salida negociada que ponga fin a la Guerra de Ucrania se corresponde a la decisión del presidente Xi Jinping de actualizar los cinco puntos para la Coexistencia Pacifica que establece la diplomacia china: respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, no agresión mutua, no interferencia mutua en los asuntos internos de otros países, igualdad y beneficio mutuo y coexistencia pacífica.
Para esta potencia pacífica, esta doctrina supone la base para avanzar hacia una recuperación de los Principios Fundacionales de la ONU de manera que esta organización pueda jugar el papel de ser el marco en el que se resuelvan pacíficamente los conflictos internacionales. No obstante, para que este objetivo pueda ser realidad es necesario una modificación de la actual normativa, empezando por una modificación del Consejo de Seguridad que lo amplíe y democratice, eliminando el derecho a veto que siguen teniendo las grandes potencias y concediendo más poder a la Asamblea General. Por último, hay que añadir que corresponde al resto de la Comunidad Internacional dar una respuesta positiva a estas iniciativas de mano tendida y poner fin a la estrategia de aumento del militarismo en todo el planeta que impulsa la Estrategia 360º de la OTAN, desde su Cumbre de Madrid de 2022.
(*) Presidente del Partido Comunista de España