sábado, 24 de agosto de 2024

Venezuela: una derrota enorme de la derecha


VENEZUELA :: 19/08/2024

GUILLERMO CIEZA

María Corina Machado convocó a una marcha mundial contra Maduro y no pudo juntar más de 15.000 partidarios en Caracas. El chavismo movilizó más de 85.000 sólo en la capital

Y además realizó concentraciones en las principales ciudades del país. Las movilizaciones del 17 de agosto, son fotos que muestran con crudeza cómo se resolvió la coyuntura electoral en Venezuela. Como ocurrió con Guaidó, la derecha solo tiene “legitimidad” en el extranjero.

Los ojos (y las manos) del mundo sobre Venezuela

Luis Britto García, uno de los intelectuales más brillantes de Venezuela, describió con mucha precisión e ironía lo que se estaba en juego en las últimas elecciones en ese país:

Nada más cierto que la calificación de la democracia venezolana como participativa: todos los poderes del planeta quieren participar en sus elecciones y su petróleo. El secretario de Estado de EEUU Anthony Blinken designa de una vez ganador de las elecciones al candidato opositor, el Fiscal de ese país mantiene la recompensa por quince millones de dólares sobre la cabeza del Presidente Maduro. El surafricano Elon Musk exige que sea elevada a cien millones de dólares y desata bloqueos mediáticos, los 27 Estados de la Unión Europea dictaminan que el candidato opositor “parece ser el ganador de las elecciones presidenciales por una mayoría significativa“; los representantes de Chile, Argentina, Uruguay, República Dominicana, Panamá, Ecuador y Perú en la OEA proponen invalidar el resultado electoral, sin lograr el consenso: el uruguayo Almagro, secretario de dicho organismo, solicita de la Corte Penal Internacional orden de captura contra el Presidente de Venezuela.

La exdictadora boliviana autonombrada Jeannine Añez pretende encabezar un cortejo de ex mandatarios españoles y latinoamericanos derechistas para que decidan sobre nuestros comicios, el premier panameño José Mulino convoca una cumbre para resolver sobre ellos. Venezuela tiene la mayor reserva de energía fósil, oro y otros recursos naturales del planeta; extranjeros y apátridas se agolpan generosamente para obligarla a que la entregue sin recibir nada a cambio.

La elección venezolana no solo tuvo olor a petróleo, sino que también fue la gran apuesta de la derecha internacional de arrasar con un gobierno que ha mantenido la soberanía nacional y donde sobreviven las bases de un proyecto socialista, hoy postergado.

La derecha internacional festejó por anticipado una victoria segura, y se encontró con un resultado inesperado. Pasadas dos semanas de esa derrota, resulta evidente que también perdió, y por paliza, en las calles. Como ocurría con Guaidó, la derecha venezolana solo puede presumir de legitimidad fuera del país y en las redes sociales. Quienes cantaron fraude y cambiaron de conversación, ahora piden las actas. Por las dudas, aseguran que las actas ya presentadas por el Consejo Nacional Electoral al Tribunal Superior de Justicia son inválidas.

La derecha se esfumó en las calles

Los portales de los grandes medios monopólicos de desinformación venían propagandizando desde hace días una gran concentración de la derecha en Venezuela en respaldo del supuesto triunfo de González Urrutia. Esta actividad, convocada en el Este de Caracas, en la zona más rica y que siempre fue un bastión tradicional de la derecha venezolana, sería acompañada por movilizaciones en distintos lugares del mundo, incluyendo un concierto en Miami. Los planes de las manifestaciones en el exterior se cumplieron parcialmente. El concierto fracasó, pero unos puñados de manifestantes se hicieron presente en España, Argentina, Chile, Bélgica, Australia, etc.

Los que faltaron a la cita del acto de la derecha, fueron las y los venezolanos que viven en su país. Para comprobar ese fracaso, basta con ver las noticias que muestran fotos con planos muy cortos, que son los que se utilizan cuando se trata de disimular la ausencia de multitudes. Las imágenes y videos aéreos son lastimosas. Por cada simpatizante que movilizó la derecha ayer en Caracas, el chavismo movilizo seis.

Lo ocurrido el sábado 17 de agosto ilustra cuál es la verdadera situación de la derecha en Venezuela. Fuerte en el exterior, derrotada y desmoralizada en su propio país. Por el lado del chavismo, parece plantearse una situación inversa. Está muy fuerte en el interior de Venezuela, ganó abrumadoramente en las calles de Caracas y en las principales ciudades del país, pero en el exterior hay muchos países que se niegan a reconocer el triunfo electoral de Maduro.

A la histórica reticencia de EEUU y la Unión Europea, se suman los gobiernos de derecha latinoamericanos que se plegaron temprano a la denuncia del fraude y, por ahora, las posturas distantes de los gobiernos de Colombia y Brasil. El resto del mundo, que se mueve fuera de la órbita del G7, empezando por China, Rusia e Irán, ha reconocido el triunfo del chavismo.

Las grandes preguntas por estos días son: ¿qué sucedió con la derecha venezolana, que pasó de festejar por anticipado su triunfo a perder por 7 puntos, para después esfumarse? Y su contracara: ¿que pasó con el chavismo que de parecer apagado y desmoralizado meses antes de la elección, se puso de pie, se impuso en las elecciones y hoy gana en todas las calles de Venezuela?

El efecto María Corina

María Corina Machado nunca fue una gran carta electoral para la derecha venezolana. Este personaje estuvo asociado siempre a los intentos de desalojo por la fuerza del gobierno, sin importarle que lo protagonizara una intervención colombiana-estadounidense, fuerzas mercenarias, o militares locales. Desde esa postura, fue parte del golpe del 11 de abril de 2002, apoyó la operación Gadeón, el intento de magnicidio del Presidente y en distintas oportunidades agitó la “toma de Miraflores”. Ocupó en una reunión de la OEA la bancada de Panamá y de allí pidió una intervención militar contra su país, por eso fue sancionada impidiéndole ser candidata. Su militancia más cercana sabe de fabricar explosivos, reclutar mercenarios y utilizar armas de gran calibre. No tiene experiencia para fiscalizar una elección.

Sin embargo, la derecha venezolana siempre le reconoció a María Corina, una actitud intransigente con el chavismo, para ella la única negociación posible empezaba cuando los echara del gobierno. Después del fracaso del operativo Guaidó, en la derecha apareció una crisis de liderazgo y ese vacío lo ocupó esa dirigente, que sorprendió presentándose y ganando una interna de la derecha.

La mascarada que intentó la derecha presentando a un candidato poco conocido y con perfil de abuelito bueno, como González Urrutia, no duró mucho tiempo. Se conocieron los antecedentes criminales del anciano y María Corina no dejó dudas de que ella iba a gobernar. En ese coyuntural vacío de liderazgo, el gobierno de EEUU y la derecha venezolana confiaron en María Corina como conducción de la derecha. Pudo haber influido en esa decisión el triunfo de Milei en la Argentina, una experiencia electoral donde el más extremista de los candidatos mostró capacidad de traccionar votos de derecha más moderados y desencantados.

Pero, como le pasa a la izquierda, las traslaciones mecánicas no generan los resultados esperados. Lo que sabemos es que quince días antes de las elecciones de Venezuela, la derecha liderada por María Corina iba adelante en las encuestas y convencida de su triunfo, mostró su peor cara: desencadenó una feroz campaña atemorizadora contra la militancia de base del chavismo, y se sucedieron los aprietes y amenazas a cuenta de lo que sucedería el día posterior a las elecciones. En algunos casos se anticipó con hechos, como el asesinato a puñaladas de una dirigente de base en Bolívar por parte de un joven militante de “los comanditos” de la derecha. Esas acciones subestimaron las reservas de conciencia política del chavismo y del pueblo venezolano.

Las guarimbas producidas el 29 y 30 de julio, con un saldo de 25 muertos, solo sirvieron para confirmar al conjunto del pueblo venezolano que la decisión mayoritaria de no apoyar a María Corina Machado había sido la correcta.

Las reservas del chavismo y del pueblo venezolano

El chavismo enfrentó esta elección desprovisto del músculo de militancia rentada que tenía en otras elecciones. Sobrevivía la experiencia electoral, pero la crisis económica se había llevado puesta a organizaciones políticas que con gran despliegue territorial garantizaban resultados. Para esta elección, el chavismo carecía de brazos para sostener el aparato partidario tradicional, pero contaba con su vinculación con las organizaciones de base: los consejos comunales, los grupos Clapp, las Ubch, y las comunas, todas fuertemente insertadas en los territorios.

También contribuyeron dos muy buenas decisiones de Maduro. La primera fue salir a recorrer las ciudades, grandes y pequeñas, para retomar contacto con el pueblo y escuchar sus reclamos y propuestas. La segunda fue poner en el centro de su campaña la cuestión de “la paz”. Los antecedentes y a agresividad de la campaña de María Corina en los últimos días hizo el resto. Las amenazas con que la derecha pretendió apichonar a los chavistas provocaron el efecto contrario.

Ex chavistas desilusionados decidieron darle otra oportunidad al gobierno, y votantes potenciales de la derecha decidieron abstenerse. Esto es lo que parece explicar por qué, en ese corto lapso, no menos del 10% de los venezolanos definieron su voto y definieron la elección. Mas allá de esos números, lo que se percibió en el último mes fue un proceso muy fuerte de involucramiento de todas las organizaciones de base ligadas al chavismo. En los territorios, donde tienen presencia esas organizaciones de base, se dio vuelta la elección.

Las razones de una batalla

Organizaciones de base como los concejos comunales y las Comunas fueron diseñadas por Chávez como células protagónicas del proyecto socialista. La primavera comunal del chavismo se vivió entre 2012 y 2015, pero después de la derrota en las legislativas de diciembre de 2015, las prioridades del gobierno fueron otras. Esas prioridades surgieron en un contexto donde hubo que enfrentar planes desestabilizadores que aprovechaban los bajos precios del petróleo para sumar sanciones y bloqueos económicos, fuga de capitales, desabastecimientos de alimentos y la amenaza permanente de una intervención armada extranjera.

Resulta evidente que el gobierno ha hecho concesiones para sobrevivir: desde liberar a presos comprometidos en acciones golpistas a acuerdos con la burguesía local para garantizar el abastecimiento de alimentos. Desde convocar a elecciones aceptando imposiciones de EEUU, a promover una capitalización endógena basada en bajos salarios. Desde detener a dirigentes de trabajadores en conflicto, a devolver algunas tierras expropiadas.

Con sus más y sus menos, el gobierno de Maduro ha cumplido su objetivo de mantener el poder político y no cederle el gobierno y el control del Estado a la derecha y al imperio. Esto ha sido posible porque el pueblo venezolano, a pesar del enojo o aún a regañadientes, ha decidido sostener este esfuerzo.

El desarrollo comunal no ha sido una prioridad del gobierno en los últimos 8 años, sin embargo en los últimos tiempos se advirtieron nuevas señales como fueron la gestión de Arreaza y más recientemente el nombramiento de Angel Prado al frente del Ministerio de Comunas.

Pero más allá de estas designaciones, resulta evidente que en las bases comunales hubo una lectura correcta de lo que estaba en juego en esta elección y actuaron en consecuencia. Si ganaba la derecha iba a ir por todo, como hace en la Argentina. Uno de sus objetivos era desarticular totalmente las organizaciones territoriales. En el caso venezolano se agregaba que los líderes comunales estaban amenazados y corrían riesgos sus vidas. Que no ganara la derecha era una cuestión de supervivencia.

Una abstención inesperada

Si se repasan los números, puede comprobarse que el chavismo conservó su caudal electoral. En 2012 obtuvo 6.200.000 votos y ahora 6.400.000. La derecha no pudo ganar la elección porque no pudo capitalizar el descontento y el desgaste de un gobierno que ha sido muy afectado por la guerra híbrida desatada por el imperio, y también por sus errores.

Vale la pena preguntarse por qué una parte importante de la población que ya no se identifica como chavista o que nunca se identificó como tal, decidió abstenerse y no votar a la derecha. Y aquí, se expresan niveles de conciencia política del conjunto del pueblo venezolano, donde muchos siguen pensando que lo peor que les puede pasar es un retorno de la derecha. Allí están presentes las memorias de las guarimbas de 2014 y 2017, con su saldos de muertos, pero también un sentimiento nacional de que no es posible que las decisiones políticas del país se tomen desde el extranjero.

Aceptar la realidad o cómo recular en chancletas

Quienes tempranamente se subieron a la denuncia de fraude, o se quedaron reclamando actas que ya el gobierno ha presentado frente al Tribunal de Justicia, y que podrán ser verificadas, quedan expuestos a una realidad incontrastable. Hoy el pueblo venezolano sigue su vida con normalidad dejando atrás el episodio electoral, y el chavismo ha vuelto a adueñarse de las calles frente a una derecha que parece esfumarse. Sin ninguna duda, el que gobierna es Maduro y personajes como María Corina Machado y González Urrutia parecen más prófugos de la justicia que políticos a los que le arrebataron una elección.

El problema lo tienen quienes han creado una ficción que no se sustenta en hechos de la realidad. De algunos sectores de la izquierda quedarán para la historia sus editoriales, cuyas principales consignas como “rechazar el fraude de Maduro”, coinciden exactamente con las de la derecha. Para algunos sectores y gobiernos progresistas, el problema es que han quedado expuestos haciendo guiños a la derecha. En un mundo cada vez más multipolar, cancelar al gobierno bolivariano ya no es efectivo.

Finalmente para el imperio y las ultraderechas mundiales, vuelve a confirmarse que conquistar la colina de Venezuela sigue siendo una tarea complicada y, por ahora, ajena a sus posibilidades. Tendrán que seguirse entreteniendo con pueblos más dóciles o mas fragmentados políticamente.

tramas.ar


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