Francisco Arias Fernández (Granma) agosto 20/2024
El pueblo venezolano es víctima de una conspiración mundial generada desde la capital estadounidense
El litio de Bolivia, el petróleo de Iraq, de Siria o de Venezuela, son los deseos de la superpotencia que se aferra al mundo unipolar. Foto: ilustración tomada de brasildefatomg.com
Para materializar la decisión del gobierno de Estados Unidos de derrocar por cualquier vía al presidente Nicolás Maduro, la Casa Blanca acude a todos los recursos posibles, vía servicios especiales para la guerra sucia, la presión, el chantaje, la desestabilización, la manipulación, la mentira, el odio, la guerra cibernética, diplomática, cultural, migratoria, el terrorismo y el fascismo.
Washington lo sigue intentando con todo, sin escrúpulos ni límites de fondos financieros para promover un golpe de Estado, una intervención militar, un estallido social generalizado, un baño de sangre, una ola aislacionista global contra Venezuela para propiciar una acción concertada de desconocimiento al resultado electoral, pese a las decenas de países que han reconocido el triunfo de Maduro.
El zarpazo fascista no se cansa de inventar opciones o variables desconocedoras de la voluntad popular, de la realidad difundida por el Consejo Nacional Electoral, y todas las semanas fabrica una alternativa destructiva y negacionista del resultado, utilizando a presuntas figuras de izquierda, que lo fueron y no lo son, que nunca lo han sido o se prestaron para desprestigiar a los partidos de los cuales nacieron o se arrimaron para ganar estatura política y votos después, devenidos «indefinidos» del siglo XXI, camaleones o –por qué no– sospechosos colaboradores de la comunidad de inteligencia.
Dividir a Latinoamérica, aislar a sus pueblos, satanizar a gobiernos indeseados por el Consejo de Seguridad Nacional y sus directivas hegemónicas son estrategias de siglos en EE. UU., máximas del Departamento de Estado, no importa el Partido en el poder. Al expediente antivenezolano de la CIA casi no le faltan modalidades subversivas por emplear. Sin embargo, el pueblo de Bolívar y Chávez está defendiendo su voz ante las garras del imperio, y sigue dando batalla al lado de la verdad y de Maduro.
El volver una y otra vez a la OEA para regionalizar el conflicto, el mantener una campaña de descrédito global de alta intensidad con bombardeo de noticias falsas, planes terroristas y de magnicidio, unidos a las invitaciones a la inestabilidad interna, hacen recordar los días previos al golpe militar contra el Gobierno legítimo de Salvador Allende en Chile, sucedido por una sangrienta dictadura militar, o a la guerra sucia contra Nicaragua, la invasión a Guatemala, a Cuba o a Panamá.
Como el litio de Bolivia, el petróleo de Iraq, de Siria o de Venezuela, las riquezas del planeta están en el colimador de la superpotencia que se aferra al mundo unipolar, que desea dominar por la fuerza o la dependencia. Pero más allá de la obsesión imperial antivenezolana, subyacen intereses geoestratégicos antichinos, antirrusos, antiraníes, anticubanos y antilatinoamericanos evidentes.
Los medios al servicio de EE. UU., los magnates multimillonarios dueños de las plataformas de redes sociales digitales subversivas, las agencias y ONG al servicio de la maquinaria golpista internacional conforman el «ejército» del Departamento de Estado, para hacer imposible resistir a tantas presiones y desde tantos ángulos.
La orden está dada, el pueblo venezolano es víctima de una conspiración mundial generada desde la capital estadounidense, con el concurso de aliados imperiales, súbditos neoliberales, neofascistas continentales, cúpulas militares al servicio de la reacción ultraconservadora, renegados, confundidos, «indefinidos», y la vida dirá si, tal vez, traidores.
Las coincidentes declaraciones de guerra a Venezuela, del magnate Elon Musk y de grupos ciberterroristas al amparo del plan de la Casa Blanca, además de revelar aliados de los ciberatacantes del sistema electoral, demuestran que no cesará la guerra contra Caracas con el uso de internet y de las redes sociales digitales, con bombardeos de mentiras, manipulación y mensajes a favor de las matrices de Washington en coalición con los monopolios de la desinformación en todos los puntos cardinales.
El gran promotor y beneficiario de todas las guerras de la actualidad apuesta por ensangrentar a Sudamérica, y sumarla al genocidio que sostiene contra el pueblo palestino a través de Israel, el despojo y la matanza en Siria y otros lugares del planeta, mientras sigue estimulando la catástrofe nuclear y el suicidio de la humanidad con la complicidad de la OTAN.
La estatura universal de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz hizo que lo advirtiera tan temprano como en 1960, cuando expresó:
«¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!».
Fuente: granma.cu