Germán Van de Velde (Radio La Primerísima) agosto 21/2024
De la mano del imperialismo, conspiradores y traidores son alentados para socavar la paz y la Economía de países donde se desarrollan procesos revolucionarios que luchan por preservar los derechos humanos fundamentales del pueblo.
Países como Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, son los más agredidos en América Latina. Estos países son víctimas de la estrategia yanqui en su afán de intentar eliminar a todo aquel que se oponga a los intereses imperiales. Según sus coyunturas, estos procesos revolucionarios ponen al ser humano, la familia y la comunidad como principales protagonistas de sus políticas de estado e intentan buscar nuevas rutas para negociar bilateralmente con otros pueblos solidarios, en condiciones más favorables, caracterizadas por una cooperación genuina. Sin duda, esto es un mal ejemplo para el gobierno de Estados Unidos.
El imperialismo yanqui necesita contrarrestar verdades sobre los avances en materia de salud, educación, seguridad, lucha contra el narcotráfico, entre otros, que presentan estos países en América Latina; por medio de políticas injerencistas alienta a que se produzca conspiración y boicot para que los procesos revolucionarios no avancen; envía al mundo mentiras a través de sus medios de desinformación hegemónicos.
La técnica mediática, en estos momentos, es la principal arma que tiene la contrarrevolución. Por medio de mentiras reiteradas e información manipulada van creando historias que se vuelven matrices de opinión sobre la realidad de cada nación. En todos los casos, difaman a líderes revolucionarios y procesos electorales, hablan de dictadura, represión y presos políticos.
La contrarrevolución existe, tanto a nivel nacional, como a nivel internacional. A nivel nacional, aparecen los conspiradores y traidores (tontos útiles) que reciben órdenes de Washington para promover el odio y la violencia. Dentro de estos se identifican apátridas nacionales, la oligarquía, la burguesía, organismos no gubernamentales e iglesias. A nivel internacional, utilizan gobiernos satélites (Argentina, Ecuador, Perú, Panamá, Costa Rica, Brasil, Colombia) y organismos internacionales al servicio imperial (OEA, Grupo de Lima) para difamar cada decisión popular. A este grupo también pertenecen los mercenarios que perdieron su nacionalidad por Traición a la Patria.
Ambos grupos se articulan para crear castillos de naipes cimentadas en información manipulada y mentiras. En el imaginario colectivo, a esto se le conoce como “mundo de fantasía”, “una realidad virtual paralela” que se crea para intentar manipular al pueblo. En todos los casos, en todos los intentos de golpes de estado fallidos, los procesos revolucionarios han desenmascarado cada mentira e información manipulada, derribando de esta manera esos castillos que no son más que los intentos de llegar al poder por medio de la violencia.
“La única Esperanza de la contrarrevolución para conquistar el poder, como sabe que no tiene el menor chance de conquistarlo con el pueblo, es con la ayuda extranjera; luego, los contrarrevolucionarios son, antes que nada, traidores a su Patria, celestinas que hablan al oído poderoso, para ver si con todos los recursos implantan aquí la contrarrevolución”[1]. (Comandante Fidel Castro, 22 de marzo de 1959)
A partir de la experiencia colectiva de las luchas de los pueblos, frente a estos intentos de desestabilización, las revoluciones siguen creando medidas preventivas para preservar la paz y la Economía. De esta forma se vienen creando leyes que condenan el ciberdelito, terrorismo, conspiración, traición a la Patria, entre otros.
La militancia, las milicias, la Policía Voluntaria, la gloriosa Policía Nacional, el glorioso Ejército o las Fuerzas Armadas revolucionarias están cada vez más comprometidas y concentradas en defender la paz. Ante cada intento de desestabilización, una medida de protección.
“No le vamos a dar garantías a la contrarrevolución, que aquí se pueda conspirar, que aquí se pueda traicionar abiertamente a la Patria… Los contrarrevolucionarios no tendrán aquí ninguna tribuna, los contrarrevolucionarios no tendrán aquí ningún derecho a ser campaña contra la Revolución. Aquí vamos a aplicar las leyes… y tendremos que trabajar más que nunca y tendremos que ser más eficientes que nunca”. (Comandante Fidel Castro, 22 de marzo de 1959)
Para la contrarrevolución es cada vez más difícil combatir la Revolución. En este sentido, el mayor castigo para la contrarrevolución es la Revolución triunfante, sus esfuerzos, sus éxitos y su marcha victoriosa. Todos sus intentos de desestabilización se convierten en energía para el pueblo, en fuerza para el pueblo y en la multiplicación del valor del pueblo.
La luz siempre vence la oscuridad, el bien siempre vence al mal, la Revolución siempre triunfará. Hay un castigo que no se resignará jamás: la derrota de las ideas contrarrevolucionarias.
“Allá los que quieran tomar el camino de la contrarrevolución. Allá los que quieran quedarse a la orilla del camino. Lo lamentamos por ellos. Pero no importa, la Revolución continua, el pueblo continua su marcha”. (Comandante Hugo Chávez, 16 de marzo 2000)