La declaración de la OTAN de 2024 es en realidad una renovada declaración de guerra, híbrida o de otro tipo, contra Eurasia, así como contra Afro-Eurasia (sí, hay promesas de “alianzas” que avanzan en todas partes, desde África hasta Oriente Medio)
Somos el mundo. Somos el pueblo. Somos la OTAN. Y vamos a por ti, dondequiera que estés, lo quieras o no.
Llamémoslo la última versión popular del “orden internacional basado en reglas”, debidamente bautizado en el 75º aniversario de la OTAN en Washington.
Bueno, la Mayoría Global ya había sido advertida, pero los cerebros bajo el tecnofeudalismo tienden a quedar reducidos a papilla.
Por tanto, conviene hacer un pequeño recordatorio, que ya se había indicado en el primer párrafo de la Declaración conjunta sobre la cooperación entre la UE y la OTAN, publicada el 9 de enero de 2023:
“Movilizaremos aún más el conjunto de instrumentos a nuestra disposición, ya sean políticos, económicos o militares, para perseguir nuestros objetivos comunes en beneficio de nuestros mil millones de ciudadanos”.
Corrección: apenas un millón, una parte de la plutocracia del 0,1%. Desde luego, no mil millones.
Pasamos a la Declaración de la Cumbre de la OTAN de 2024, obviamente redactada, con una mediocridad estelar, por los estadounidenses, con el debido asentimiento de los otros 31 miembros vasallos.
Así pues, aquí está la principal trilogía “estratégica” de la OTAN para 2024:
- Decenas de miles de millones de dólares adicionales en “asistencia” al nuevo y desastroso país de Ucrania; la abrumadora mayoría de estos fondos se destinarán al complejo industrial y militar de lavado de dinero.
- Imposición forzosa de gastos militares adicionales a todos los miembros.
- Exageración masiva de la “amenaza china”.
En cuanto a la canción principal del programa NATO 75, en realidad hay dos. Además de “China Threat” (créditos finales), la otra (créditos iniciales) es “Free Ukraine”. La letra dice algo así: Parece que estamos en guerra contra Rusia en Ucrania, pero no se dejen engañar: la OTAN no participa en la guerra.
Bueno, incluso están montando una oficina de la OTAN en Kiev, pero eso es sólo para coordinar la producción de una serie de guerra de Netflix.
Esos autoritarios malignos
El saliente, epiléptico trozo de madera noruego, que se hizo pasar por Secretario General de la OTAN –antes de la llegada de su sustituto holandés Gouda–, ofreció una actuación espectacular.
Entre sus momentos más destacados se encuentra su feroz denuncia de “la creciente alianza entre Rusia y sus amigos autoritarios en Asia”, como “los líderes autoritarios de Irán, Corea del Norte y China”. Estas entidades malignas “quieren que la OTAN fracase”, por lo que hay mucho trabajo por hacer “con nuestros amigos en el Indo-Pacífico”.
El término “Indo-Pacífico” es una invención burda de “orden internacional basado en reglas”. Nadie en Asia, en ningún lugar, lo ha usado jamás; todo el mundo se refiere a Asia-Pacífico.
En la declaración conjunta se acusa directamente a China de fomentar la “agresión” rusa en Ucrania: Pekín es descrito como un “facilitador decisivo” del “esfuerzo bélico” del Kremlin. Los guionistas de la OTAN incluso amenazan directamente a la República Popular China: China “no puede permitir la mayor guerra en Europa en la historia reciente sin que esto afecte negativamente a sus intereses y reputación”.
Para contrarrestar tal malignidad, la OTAN ampliará sus “alianzas” con los estados del “Indopacífico” .
Incluso antes de la declaración de la cumbre, el Global Times ya estaba perdiendo la calma con estas tonterías: “Según la propaganda de los EEUU y la OTAN, parece que China se ha convertido en la ‘clave’ para la supervivencia de Europa, controlando el destino del conflicto entre Rusia y Ucrania como una ‘potencia decisiva’”.
El festival retórico de mal gusto en Washington definitivamente no será suficiente en Beijing: el Hegemón solo quiere “llegar más profundamente a Asia, tratando de establecer una ‘OTAN Asia-Pacífico’ como parte de la “Estrategia Indo-Pacífica’ de Estados Unidos”.
En el Sudeste Asiático, a través de canales diplomáticos, ha manifestado su rechazo a esa prolongación de la OTAN: con la excepción de los filipinos comprados, nadie quiere una turbulencia tan grave en Asia y el Pacífico como la que la OTAN ha desatado en Europa.
Antes de la cumbre, Zhou Bo , investigador principal del Centro de Seguridad y Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua y oficial retirado del EPL, ha explicado cuál es la maniobra con el cuento del “Indo-Pacífico”: tuvimos un excelente intercambio al respecto a fines del año pasado en el Foro de Astaná en Kazajstán.
Pase lo que pase, el Excepcionalismo seguirá funcionando a toda marcha. La OTAN y Japón han acordado establecer una línea de “información de seguridad altamente confidencial” las 24 horas del día. Así que cuenten con el dócil Primer Ministro japonés Fumio Kishida para realzar el “papel central” de Japón en la construcción de una OTAN asiática.
Todo el que tenga un poco de cerebro, desde Urumqi hasta Bangalore, sabe que el lema de los excepcionalistas en toda Asia es “hoy Ucrania, mañana Taiwán”. La mayoría absoluta de la ASEAN (y esperemos que la India) no caerá en esa trampa.
Lo que está claro es que el circo de la OTAN a sus 75 años no tiene ni idea de lo que ocurrió en la reciente cumbre de la OCS en Astaná, especialmente cuando se trata de la OCS, que ahora se posiciona como un nodo clave para lograr un nuevo acuerdo de seguridad colectiva a nivel de Eurasia.
En cuanto a Ucrania, una vez más Medvedev Unplugged, con un estilo inimitable, presentó la posición rusa:
“La Declaración de la Cumbre de Washington del 10 de julio menciona “el camino irreversible de Ucrania” hacia la OTAN. Para Rusia, dos posibles formas de cómo terminaría ese camino son aceptables: o Ucrania desaparece, o la OTAN desaparece. O mejor aún, ambas cosas.”
Al mismo tiempo, China está realizando ejercicios militares en Bielorrusia, apenas unos días después de que Minsk se convirtiera oficialmente en miembro de la OCS.
Traducción: olvidémonos de la “expansión” de la OTAN a Asia, cuando Pekín ya está dejando en claro que está muy presente en el supuesto “patio trasero” de la OTAN.
Una declaración de guerra contra Eurasia
Michael Hudson ha recordado una vez más a todos los que tienen un poco de cerebro que el espectáculo belicista de la OTAN no tiene nada que ver con el internacionalismo pacífico. Se trata más bien de “una alianza militar unipolar estadounidense que conduce a la agresión militar y las sanciones económicas para aislar a Rusia y China.
O, más concretamente, aislar a los aliados europeos y otros de su antiguo comercio e inversión con Rusia y China, haciendo que esos aliados sean más dependientes de Estados Unidos”.
La declaración de la OTAN de 2024 es en realidad una renovada declaración de guerra, híbrida o de otro tipo, contra Eurasia, así como contra Afro-Eurasia (sí, hay promesas de “alianzas” que avanzan en todas partes, desde África hasta Oriente Medio).
El proceso de integración de Eurasia tiene que ver con la integración geoeconómica, que incluye, fundamentalmente, corredores de transporte que conectan, entre otras latitudes, el norte de Europa con Asia occidental.
Para el Hegemón, ésta es la peor pesadilla: la integración de Eurasia alejando a Europa occidental de Estados Unidos e impidiendo ese eterno sueño húmedo: la colonización de Rusia.
Así que sólo se podría aplicar el plan A, con absoluta crueldad: Washington –literalmente– bombardeó la integración ruso-alemana (Nord Stream 1 y 2, y más) y convirtió las tierras vasallas de los asustados y desconcertados europeos en un lugar potencialmente muy peligroso, justo al lado de una furiosa Guerra Caliente.
Así pues, una vez más, volvamos a ese primer párrafo del comunicado conjunto UE-OTAN de enero de 2023. Eso es lo que afrontamos hoy, tal como se refleja en el título de mi último libro, Eurasia v. NATOstan: La OTAN –en teoría– está totalmente movilizada, en términos militares, políticos y económicos, para luchar contra cualquier fuerza de la Mayoría Global que pueda desestabilizar la Hegemonía Imperial.
(Observatorio Crisis)