jueves, 27 de junio de 2024

Movilizar contra el imperialismo a la clase obrera de los países dominantes


Jun 15, 2024
 | 

https://www.unionproletaria.com/movilizar-contra-el-imperialismo-a-la-clase-obrera-de-los-paises-dominantes/

Jun 15, 2024



Los días 8 y 9 de junio se celebró en Madrid unas jornadas de la Plataforma Mundial Antimperialista. Participaron presencialmente representantes internacionales de Gran Bretaña, Chile, Corea del Sur, Georgia, Palestina y Venezuela, y, telemáticamente, de Rusia. En la tercera sesión de conferencias se trató el tema del «Análisis y crítica de las posiciones sobre el imperialismo en el Movimiento Comunista del Estado español». En esta conferencia participaron representantes de Iniciativa Comunista, PCPE y Unión Proletaria, además de las intervenciones de Joti Brar (del Partido Comunista de Gran Bretaña Marxista-Leninista y portavoz de la Plataforma Mundial Antimperialista) y Eduardo Artés (del Partido Comunista de Chile Acción Proletaria). Hoy os presentamos la ponencia realizada por Miguel Ángel Villalón en nombre de Unión Proletaria.

[Puedes ver más noticias sobre este importante evento en España en la página de noticias de la Plataforma Mundial Antimperialista: https://wapnews.org/]

Movilizar contra el imperialismo a la clase obrera de los países dominantes

Unión Proletaria

En el presente, la mayoría de los que rechazan el imperialismo no lo hacen desde posiciones proletarias o socialistas. En rigor, lo que cuestionan es el comportamiento abusivo de determinadas potencias, según la definición del diccionario[1]. Esta limitada comprensión es la que permite a los verdaderos imperialistas confundir, dividir y debilitar a los pueblos, sobre todo en los países dominantes. Por ejemplo, mucha gente solidaria con Palestina no apoya la acción militar de Rusia contra el régimen títere de Kíev o la lucha de China y de Corea por su reunificación porque piensa que estos países también son imperialistas. No comprenden el imperialismo a través del conjunto de sus manifestaciones geográficas e históricas y, por consiguiente, en su raíz de clase.

Clarificar esta cuestión es imprescindible para desarrollar una fuerza que venza a los imperialistas y que acabe para siempre con el imperialismo.

La esencia del imperialismo contemporáneo

Fenómenos como la invasión, la dominación, la opresión y la explotación de un país por otro han existido a lo largo de toda la historia. Pero sus causas y consecuencias fueron muy diferentes de un momento a otro porque también lo era su esencia: antes del capitalismo, se ambicionaba la propiedad territorial que es forma primaria de la propiedad privada.

Ya en la época de florecimiento del capitalismo, el país más adelantado, Inglaterra, era imperialista por cuanto explotaba a sus colonias y a los trabajadores de éstas. Por tanto, lo era exteriormente, pero no en el interior, donde reinaba la libertad y la igualdad basadas en la propiedad privada plenamente realizada. Tenía incluso algunos monopolios engendrados por el régimen mercantil, pero éstos no dominaban el mercado en su conjunto.

El imperialismo contemporáneo nacido en la confluencia de los siglos XIX y XX es el resultado necesario del desarrollo del régimen de producción capitalista que convierte la libre competencia mercantil en su contrario: es decir, la dominación de todas las ramas económicas que actúan en el mercado nacional por parte de unas pocas empresas monopolistas. De ello, resulta un enorme excedente de capital obligado a buscar rentabilidad en los países donde el capital, los salarios, el precio de la tierra y el de las materias primas son menores. La dominación, opresión y explotación de una mayoría de países por unos pocos es la consecuencia obligada de la dominación de los monopolios burgueses en el interior de los países capitalistas más antiguos y desarrollados. Ésta es la esencia del imperialismo de nuestros días.

Por lo tanto, el imperialismo sólo podrá erradicarse del todo mediante la lucha revolucionaria del proletariado por destruir las relaciones de producción capitalistas y construir el socialismo.

La alianza antiimperialista y la clase obrera

Esto no quiere decir que la clase obrera sea la única que necesita combatir al imperialismo. En el momento presente, además del proletariado dominante en China, Corea, Cuba y otros países socialistas, son las burguesías no compradoras dominantes en Rusia, Irán y otros Estados las que están en primera línea combatiendo a las potencias imperialistas. Están contribuyendo a debilitar y a desestabilizar estos principales pilares del capitalismo y de la reacción a escala internacional. El primer deber de los proletarios con conciencia de clase es apoyar y reforzar la lucha que libran estas fuerzas burguesas contra los imperialistas. Son nuestras aliadas para la principal tarea del momento: tanto desde un punto de vista objetivo, porque su fortalecimiento económico, político y militar mina la fuente parasitaria de poder de las burguesías imperialistas; como desde el punto de vista subjetivo, porque defienden la democracia con su reclamo de un “mundo multipolar” frente a la sumisión “unipolar” a Estados Unidos y sus aliados.

Para que nuestra alianza con las fuerzas soberanas del mundo se convierta de necesaria en real, debemos desarrollar una fuerza de oposición al imperialismo en la retaguardia de éste. Y sólo será una fuerza verdadera si agrupa a una parte de la población, neutraliza a los indecisos y aísla a la minoría imperialista recalcitrante. No basta con reunir a quienes repudian al imperialismo, no por necesidad material propia, sino por solidaridad con otros pueblos. Hay que sumar a los que también son oprimidos por su propia burguesía imperialista: en primer lugar, la mayoría proletaria y, en segundo lugar, la minoría de pequeños propietarios.

Para ello, debemos refutar las ideas que obstaculizan el acercamiento entre el movimiento antiimperialista y la masa obrera que ignora todavía sus intereses de clase. Esas ideas perniciosas no brotan únicamente de la ignorancia, de la torpeza intelectual o de la inexperiencia, sino también de los antagonismos de la sociedad capitalista en la que vivimos.

La mayoría de los individuos con ideas equivocadas no es consciente del carácter de clase de éstas, pero no por ello dejan de corresponder a los intereses de la burguesía o a las ilusiones y contradicciones de las capas sociales intermedias. La necesaria generosidad pedagógica hacia esos compañeros no debe impedir poner de manifiesto a qué clase sirven las ideas que perjudican la causa antiimperialista.

Esta caracterización de clase de las ideas es necesaria para desarrollar la conciencia de sus intereses fundamentales, tanto entre los proletarios como entre sus aliados burgueses y pequeñoburgueses. Este deslinde y encuadramiento ideológico es indispensable para forjar la alianza de clases que sustenta al movimiento antiimperialista.

En los países dominantes, si no luchamos por la independencia política del proletariado, nuestra contribución al combate internacional contra los imperialistas se limitará a protestas espontáneas incapaces de sacudir su poder.

Esclarecer a la clase obrera por qué está interesada en luchar contra el imperialismo

¿Cómo acercar a los obreros al movimiento antiimperialista?

En primer lugar, revelando la explotación y la opresión que los imperialistas ejercen sobre los trabajadores y sobre los pueblos dependientes.

En segundo lugar, refutando la difamación que sufren las fuerzas enfrentadas al imperialismo, sobre todo cuando proviene de supuestos partidarios de la clase obrera, de la revolución y del socialismo: ya sean los socialdemócratas, los trotskistas, los adeptos de la teoría de la “pirámide imperialista” y demás oportunistas, revisionistas y sectarios.

En tercer lugar, evitando el seguidismo total y ciego hacia las fuerzas burguesas que combaten hoy a los imperialistas, porque favorece una actitud pasiva y expectante en los proletarios, en lugar de ayudarlos a asumir sus intereses como clase. En este sentido,

– Debemos abstenernos de promover la parte reaccionaria de las posiciones ideológicas y políticas de nuestros aliados, e incluso debemos criticarla dialécticamente.

– Debemos relativizar la validez de las formas pacíficas y legales y reivindicar el punto de vista revolucionario para poner en acción a las masas oprimidas.

– Debemos apoyar la lucha de clase de los obreros y demás explotados también frente a las burguesías nacionales que se enfrentan al imperialismo.

– Debemos explicar la tendencia irresistible de todo desarrollo capitalista al monopolismo y, por tanto, al imperialismo, defendiendo la necesidad del socialismo en todos los países.

En cuarto y último lugar, la condición decisiva para que los obreros se sumen al movimiento antiimperialista es que recuperemos la confianza plena en la mayoría de ellos y que salgamos a su encuentro allí donde estén para atender sus necesidades inmediatas.

La táctica de masas en los países imperialistas

La falta de confianza en los proletarios de los países imperialistas se debe a que, espontáneamente, se muestran poco solidarios con los oprimidos de otros países. Este sentimiento refuerza en el movimiento antiimperialista las posiciones pequeñoburguesas como:

Primero, cuestionar la identidad de clase común a todos proletarios, su diferencia fundamental con las clases y capas sociales intermedias, así como su capacidad para unirlas contra el capital monopolista y financiero;

Segundo, negar la necesidad de que la clase obrera dirija la lucha internacional contra el imperialismo, como condición para vencer y erradicar este régimen social;

Y tercero, considerar aristocracia obrera a la mayoría del proletariado de los países imperialistas, haciendo caso omiso del criterio de Lenin según el cual no puede calcularse de antemano qué parte del proletariado se pasará al campo imperialista, salvo que será una minoría.

En lugar de ir a las masas obreras para liberarlas de la influencia burguesa, las culpan por la debilidad que nuestra clase arrastra desde que muchos partidos comunistas renegaron de los principios revolucionarios del marxismo-leninismo. Sostienen que el revisionismo se impuso fatal e inevitablemente debido a circunstancias objetivas como las modificaciones del imperialismo después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el factor decisivo que inclinó a su favor el balance de fuerzas en el seno de los partidos comunistas de los países capitalistas fue exógeno. Sucedió en los años 50, dentro del baluarte internacional de éstos que era el Partido Comunista de la Unión Soviética. Y no se debió a las nuevas condiciones de la sociedad capitalista, sino al resultado de la lucha de clases en la primera sociedad socialista.

Ahora, la agravación de la crisis estructural del capitalismo, el creciente conflicto entre las burguesías nacionales y la resistencia flexible de los países socialistas nos ofrecen mejores condiciones objetivas. Pero no hay atajos ni soluciones milagrosas: hay que colmar políticamente la ausencia de partidos comunistas de masas que ha durado décadas. No podemos saltar por encima de este imperativo, por mucho que los acontecimientos se estén precipitando a una velocidad vertiginosa.

Hay que dirigirse al proletariado industrial y al más oprimido. Hay que difundir agitación para los más atrasados y propaganda para los más avanzados. Hay que organizar a los más avanzados en el partido con la misión de vincularse sólidamente a los más atrasados. Hay que determinar las tareas por el objetivo estratégico y, en cambio, determinar las formas de lucha, de organización y las consignas según lo aceptable en cada momento para las más amplias masas: como explicaba Marx, suaviter in modo, fortiter in re, o, dicho de otro modo, flexibilidad en la táctica y firmeza en la estrategia.

Cuanto antes, debemos reunir a las organizaciones comunistas para trazar y ejecutar conjuntamente un plan de acción centrado en el combate omnímodo contra el imperialismo. Y apoyarnos en la iniciativa internacional más acertada: la Plataforma Mundial Antiimperialista.


Unión Proletaria


[1] “Actitud y doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro u otros por medio de la fuerza militar, económica o política”