miércoles, 12 de junio de 2024

Enigmático interés por el interés



Fuentes: El tábano economista

¿En serio creen que hay reparaciones de guerra? (El Tábano Economista)

La idea no era mala. De hecho, parece que algún miembro de Bruselas o Washington leyó algún pasaje de la historia del principio del siglo XX y decidió que la definición del destino de los intereses generados por los fondos congelados, expropiados o retenidos a Rusia, por parte del G7 a causa de la invasión de Ucrania, debería darse en la reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores de los Bancos Centrales del G7 realizada en mayo de 2024 en Stresa, Italia.

Este gesto tenía un toque de delicadeza histórica, ya que 89 años atrás, la Conferencia de Stresa, que tuvo lugar en la misma ciudad en 1935, el Reino Unido, Francia e Italia alcanzaron un acuerdo para reafirmar el espíritu del Tratado de Locarno, asegurar la independencia de Austria y oponerse a cualquier intento alemán de revisar el Tratado de Versalles. Es decir, se formalizó la unión de estas naciones contra el líder nazi Adolf Hitler. Hubiera sido todo un síntoma de accidentalidad acordar cómo acorralar a Putin en 2024 en la misma ciudad.

Según versa el comunicado de los Ministros de Finanzas del G7, además de tener el honor de contar con la presencia del Ministro de Finanzas de Ucrania, Sergii Marchenko, también participaron los líderes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Grupo del Banco Mundial (GBM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB). Ante semejante comité de influyentes figuras de la delincuencia internacional, se podría deducir que se estaba gestando algo de gran envergadura. Y es realmente así.

Aunque no se llegó a un acuerdo definitivo, la Secretaria del Tesoro de los EE.UU., Janet L. Yellen, mencionó una propuesta prometedora: un préstamo a Ucrania respaldado por las ganancias y los ingresos de los intereses obtenidos de los activos rusos en “Europa”. Esta decisión se abordará en la Cumbre del G7, que se celebrará en Apulia, Italia, del 13 al 15 de junio de 2024. Pero lo realmente prometedor es condenar a la Unión Europea a afrontar las vicisitudes de la piratería de fondo, especulando con la posible reelección de Donald Trump a la Casa Blanca que podría poner fin al apoyo sustancial de Estados Unidos a Kiev.

La Casa Blanca y el Gobierno de Estados Unidos creen firmemente que Rusia debería pagar por todo el daño y la destrucción causados en Ucrania, asumiendo los costos de cada esfuerzo en la reconstrucción ucraniana. Esta idea es tan polémica como transparente en su necesidad de generar beneficios para el complejo industrial militar estadounidense.

Aunque EE.UU. lleva la voz cantante, la gran mayoría de los activos del Banco Central de Rusia que fueron congelados por el G7 y la Unión Europea (UE) están en manos de la UE, Estados Unidos solo posee alrededor de US$ 5.000 millones. Funcionarios de los países de la UE y del Banco Central Europeo han expresado su preocupación de que la confiscación directa de activos pueda sentar un precedente inútil o dañar la reputación del euro como moneda segura. Es decir, la confiscación sentaría un mal precedente, una violación de la soberanía y podría dar lugar a impugnaciones legales, inestabilidad financiera y confiscaciones de activos occidentales en el extranjero en represalia.

Desentrañemos cómo una tentadora varita mágica para los líderes occidentales vuelve interesante la historia de las reservas congeladas. Hay una apreciable discrepancia entre voluntad, necesidad y negocios que ha llevado a algunos a buscar formas creativas de financiar el esfuerzo bélico de Ucrania, como convertir el congelamiento temporal de los activos rusos almacenados en Occidente en una incautación permanente a gran escala.

No es la primera vez que EE.UU. ordena a los países del G7 coquetear con esta idea, sobre todo a Europa, ya veremos por qué, mientras admite cautelosamente que es un curso de acción interesante pero jurídicamente complejo. La idea fue mutando de forma, de incautar todo el dinero, a la decisión del Consejo Europeo, a principio de año, que los intereses generados sean separados del principal. Estos fondos se convertirán en la base para una mayor asistencia financiera a Kiev y para la futura recuperación y reconstrucción de Ucrania. Y, por último, la idea de generar un bono de deuda de 50.000 millones de dólares para financiar la guerra.

Pongamos en claro algunas cosas. Tras la invasión rusa de Ucrania, los países de la Unión y del G7 congelaron 260.000 millones de euros de activos del Banco de Rusia mantenidos en sus jurisdicciones. Más de dos tercios de estos activos se encuentran en la Unión Europea, es decir, 200.000 millones de euros. El 95,5% de los activos mantenidos en la Unión, 191.000 millones están en Bélgica, en la empresa depositaria Euroclear. A esto hay que añadirle, al menos, 58.000 millones de activos privados congelados en todos los países de la Unión y del G7.

En febrero, la cámara de compensación informó que los fondos rusos generaron 4.400 millones de euros en intereses, monto que la Unión Europea decidió separar del principal. Sin embargo, llegar a un acuerdo sobre cómo gastar ese dinero ha sido complicado debido a las divisiones internas. Un punto de controversia son los honorarios de gestión de Euroclear, especialmente debido al impuesto belga del 25% sobre las ganancias corporativas, por lo que el gobierno belga recaudaría 1.100 millones de euros.

Bélgica ha declarado ahora que está «preparada para considerar» un plan voluntario para transferir los impuestos recaudados a Ucrania a partir de 2025. La UE describió estas ganancias como “un impuesto extraordinario para Bélgica”, lo cual parece un poco injusto, ya que ningún otro país tiene acceso a dinero ruso para financiar su ayuda a Ucrania.

Hay algo que tendremos que recordar en este recorrido: los 27 estados miembros de la UE deben renovar por unanimidad cada seis meses el bloqueo de los activos, lo que, de por sí, es un tema sumamente espinoso. Como mostramos, habrá de manera engañosa dos planes, uno europeo y el otro estadounidense, aunque en realidad existe solo el de este último. El plan europeo propone que el 90% de las ganancias generada por los intereses se utilice para comprar armas para Ucrania, a través del Fondo Europeo de Paz, una estructura de la UE para financiar la ayuda militar y sus propias misiones militares, que no prosperó porque es poco dinero.

Un informe interno, redactado el mes pasado por funcionarios europeos, enumeraba las preocupaciones del Banco Central Europeo. «Las implicaciones podrían ser sustanciales según el BCE», decía el informe. «Puede conducir a una diversificación de las reservas lejos de los activos denominados en euros, a un aumento de los costos de financiación para los soberanos europeos y a una diversificación del comercio». Alrededor de 2 billones de dólares en reservas mundiales se mantienen en euros, la segunda moneda más popular después del dólar estadounidense. El otro impedimento, es que Europa debe declarar la guerra a Rusia para confiscar las reservas. Y las ganancias deben ser distribuidas entre los 27 miembros y estos deben decidir dirigirlas a Ucrania. Muy complicado.

Así que los americanos, que siempre tuvieron la idea fija de salvaguardar el negocio de la guerra por si Trump arriba a la presidencia, idearon un plan mucho más macabro, sobre todo para Europa. Estados Unidos estaba presionando al G7 para que considerara un préstamo soberano de 50 mil millones de dólares a Ucrania que se reembolsaría con los ingresos por intereses. ¿De dónde viene esta cifra de 50.000 millones de dólares? Se requiere que las reservas sigan bloqueadas durante veinte años y entregar por adelantado a EE.UU., antes del 2025, los fondos de los bonos de 50.000 millones de euros para que las compañías bélicas estadounidenses abastezcan a Ucrania.

Esta es la idea que debe quedar clara: los 24 países miembros de la UE no pertenecientes al G7 deberán refrendar cada seis meses por unanimidad que los fondos sigan congelados para pagar con ellos el bono. La incertidumbre que genera la posibilidad de que la guerra concluya antes (por Trump, por ejemplo), obligaría a los miembros de la UE a proporcionar garantías respaldadas por el Estado, de modo que los inversores estarían seguros de que los gobiernos europeos cumplirían con el pago de la deuda. Esa es la jugada magistral estadounidense, la UE debería estar preparada para cubrir tanto el servicio de la deuda como el pago si las ganancias de los activos inmovilizados van a desaparecer.

De hecho, algunos países miembros creen que EE.UU. está buscando efectivamente utilizar dinero de la “UE” para solucionar sus propios problemas políticos internos, ya que la propuesta crea una posible vía para canalizar más dinero a Ucrania mientras evita el Congreso, al menos en el corto plazo. Esto está en sintonía con la reciente aprobación por parte del Congreso de 61.000 millones de dólares adicionales para Ucrania que deja al descubierto las intenciones.

Los 61.000 millones de dólares de la Ley de Asignaciones Suplementarias de Seguridad de Ucrania de 2024 se dividen en seis categorías.

El equipamiento militar para Ucrania (25.700 millones de dólares) constituye la mayor parte de la financiación y sirve para tres cosas:

En primer lugar, reemplaza el equipo que se ha enviado o se enviará a Ucrania a través de la autoridad de retirada presidencial (PDA) (13.400 millones de dólares).

En segundo lugar, proporciona a Ucrania financiación a través del programa de Financiamiento Militar Extranjero (FMF) del Departamento de Estado (5.300 millones de dólares). Este programa proporciona subvenciones y préstamos a aliados y socios como Ucrania para comprar armas y municiones en Estados Unidos.

El tercer y último elemento, es mejorar la base industrial de defensa para aumentar las capacidades de producción y desarrollar armas y municiones más avanzadas (7.000 millones de dólares).

Las actividades militares relacionadas con Ucrania (17 mil millones de dólares) financian la Iniciativa de Asistencia a la Seguridad de Ucrania.

El apoyo económico a Ucrania (7.900 millones de dólares) ayuda al gobierno ucraniano a mantener los servicios gubernamentales esenciales, incluida la aplicación de la ley. 

Las fuerzas estadounidenses (7.300 millones de dólares) pagan por la mayor presencia de fuerzas estadounidenses en Europa.

La ayuda humanitaria (2.500 millones de dólares) incluye 1.600 millones de dólares para un fondo especial de “asistencia para Europa, Eurasia y Asia Central”.

Solo los ítems en rojo salen de EEUU, es decir, de los 61.000 millones 50.600 son para el complejo militar industrial americano. Un gran negocio para EE.UU., pagado por la Unión Europea con el patrocinio de Ucrania.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/06/02/enigmatico-interes-por-el-interes/