martes, 23 de agosto de 2022

Requisitos comunes para organizarse el marxismo leninismo bajo un programa y una táctica



Alonso Gallardo militante comunista                             agosto del 2022



Al calor de la movilización contra la cumbre de la OTAN en Madrid este verano, un dirigente de Unión Proletaria escribió un artículo de crítica al revisionismo posmoderno, razonando de paso una ajustada reflexión para curar al movimiento revolucionario del espontaneismo como problema, https://www.unionproletaria.com/el-espontaneismo-principal-obstaculo-para-la-liberacion-de-la-clase-obrera/ Que el problema de los marxistas leninistas españoles es el mismo es evidente, pero es mejor decir, que el espontaneismo movimientista de los marxistas leninistas al calor de los envites de la clases dominante, como ahora la OTAN y la guerra y antes la reforma laboral o las pensiones y así los últimos cuarenta años, sin programa ni táctica como poyo sin cabeza, no es casualidad ni porque sí, viene de una nula relación de trabajo con las masas por falta de línea política y estrategia; no dirige secciones sindicales ni sectores en sindicatos, ni asociaciones vecinales ni de estudiantes, solo participan de plataformas, coordinadoras y movimientos sociales nutridos ideológicamente de la interseccionalidad individualizada de las luchas y esto lleva así tanto tiempo, que se ha hecho una realidad por la comodidad de estar en cada movimiento, coordinadora o plataforma, donde todos y todas se conocen y aunque a veces rivalicen por purezas, cocerse en su propia salsa es lo máximo que conocen como lucha ideológica, donde sin balance ni valoración de lo realizado, convirtieron el espontaneismo movimientista en su método de trabajo, muy lejos de la línea política de masas de Lenin o Gramsci, de lucha por la hegemonía en el seno de una clase obrera adormecida.

Tiene algo que ver lo que hemos hecho los marxistas leninistas durante estos últimos cuarenta años, con esa imagen que cada persona puede construir en su mente con las aportaciones de Lenin en el "¿que hacer?" o con "Quienes son los amigos del pueblo", cuando no hay ni un solo momento, ni cuando se reúnen como tendencia para trazar líneas de trabajo, que no sea para el debate y la lucha ideológica desde los dos ámbitos de intervención que se dotaron: uno dentro del partido de los socialdemócratas divididos en corrientes y el otro, en el trabajo sindical con perspectiva, diríamos hoy sociopolíticas, de combate contra el economicismo amarillo y las burocracias sindicales. Los comunistas chinos también hicieron numerosas aportaciones y entre ellas sobresalen dos: partir de la línea política de masas y nunca de los deseos ni intenciones, en línea con la posición leninista de trabajo en las organizaciones de masas, donde confrontamos y perfeccionamos la línea política de masas, ellos con el campesinado empobrecido como principal sujeto revolucionario, al que hay que educarlo en la lucha desde la defensa de sus intereses y derechos, en la ideología revolucionaria de la clase obrera y así, los chinos, vietnamitas o nicaragüenses, hicieron sus revoluciones y por eso, los marxistas leninistas, tenemos que trabajar por la hegemonía en el seno de la clase obrera en los países industrializados, allí donde trabaja, vive y estudia, creando conjuntamente organizaciones de masas y partido, para darles valor político revolucionario como parte del poder popular futuro.

A estos órganos del poder popular en Rusia Lenin los llamó Soviet, ganando en ellos la mayoría en lucha y confrontación en su seno con el oportunismo de derechas, peleándose la hegemonía y esos viejos reformistas dirigidos por el oportunismo de derechas, hoy en el colapso el sistema capitalista de libre mercado, poco se diferencian de los actuales dirigentes posmodernos, pero guste o no con estos y el reformismo de izquierdas, debemos en unidad y lucha con ellos en los lugares donde trabaja, vive y estudia la clase obrera, también campesinos, autónomos, profesionales y técnicos o sea, la clase media española, dar la batalla contra lo viejo y la nueva posmodernidad para ganar la hegemonía y para ello, necesitamos un programa y una táctica que nos dote de una línea política de masas, desde la cual poder defender y explicar, que vivimos bajo una dictadura democrática del capital, a la cual debemos anteponer una dictadura democrática de la clase trabajadora, donde los derechos y las libertades del pueblo estén tan blindados, como ahora lo están la propiedad privada y los derechos y libertades de los empresarios y banqueros.

El programa de Lenin tenía pocas dificultades al sintetizarse en paz, pan y trabajo. Hoy en nuestro programa, deben situarse las principales líneas de demarcación, recogiendo el no a la guerra con la crítica y confrontación con el imperialismo y su instrumento la OTAN, junto a la defensa del estado social de bienestar perdido con el neoliberalismo como conquista del pacto social de la transición, junto las libertades políticas y los derechos sindicales, donde el trabajo sea un derecho fundamental para construir cada persona su vida desde la independencia económica. Pero al mismo tiempo Lenin proclamaba dentro de la alternativa del socialismo por el que luchaban, al estado único para la clase obrera y campesina con los mismos derechos y libertades para todas las clases sociales y pueblos. Nosotros debemos entender que nuestra república, también combatirá las desigualdades entre las comunidades e impondrá por ley, los mismo derechos y deberes para todos y todas en el estado español y donde cada persona, tenga el derecho hablar y comunicarse en su propia lengua en su ámbito geográfico histórico y el español en todo, porque debemos entender que no reivindicamos ninguna frontera del feudalismo absolutista, sino las del nuevo estado creado durante el proceso de industrialización y modernización durante los siglos XIX y XX, que dio lugar a la España vaciada por la migración desde la dictadura franquista hasta hoy, bajo un desarrollo capitalista desigual concentrado en la actualidad por un arco atlántico en el País Vasco, por otro arco mediterráneo en Cataluña y en el centro en Madrid por el poder financiero de la capital, forjado bajo la opresión y explotación de una clase obrera que se estaba formando, proveniente en su mayoría del pequeño campesinado arruinado, que fue expulsado de su tierra por la nueva oligarquía financiera industrial que estaba surgiendo en unidad con los terratenientes y la iglesia católica, enriquecidos durante los cuarenta años de dictadura fascista en alianza subordinada al imperialismo yanqui, dominante desde la segunda guerra mundial.

Tenemos el grueso del programa y de la táctica, con la defensa de la paz y la recuperación de los derechos sociales del estado de bienestar conquistados durante el pacto social de la transición, más la defensa del derecho al trabajo y a una vida digna, también de la propuesta de estado bajo forma republicana al servicio de la clase trabajadora, en plena igualdad de derechos y deberes y a la lengua que cada uno considere dentro de su espacio histórico, siendo el español para todo el ámbito del estado como superación del nacionalismo. Pero esto será insuficiente si no resolvemos el problema de las identidades en el movimiento marxista leninista, fundamentalmente en España las situadas por el posmarxismo de género y sexualidad. Apostar por un lenguaje inclusivo es clave, pero dentro de unos límites que deben ir forjándose al calor del debate cultural y la enseñanza desde sus inicios, sentando claramente que el feminismo no es solo una cosa de mujeres, que es cosa de todas y todos los revolucionarios, basado en la defensa de los mismos derechos para el hombre y la mujer junto al reparto de las políticas de cuidados, del hogar y la familia, al tiempo, ser feministas no significa tener un grupo de mujeres que trabajan entre mujeres, ni tampoco tener una secretaría de la mujer. Se trata de que lo recojamos en nuestras prácticas y discursos sociales y sindicales, en el programa, la táctica y acción diaria, que en cada punto y cada coma esté presente toda la igualdad de género en derechos y deberes, negando de forma categórica la explotación de la mujer ya sea por el vientre de alquiler, por la prostitución o por la creencia de un tercer género que anula a la mujer y donde, el derecho a la libre sexualidad no se rija por criterios de géneros, quedando claro y explícito, que la sexualidad no tiene género ni fronteras y sobre todo, que nadie nace con un cuerpo equivocado solo con una educación sexual mal enseñada y patriarcal.