Las noticias
falsas o fake news no son un invento de este siglo, aunque sí cuando se
multiplican de forma interesada en los medios de comunicación y la red,
monopolizados por la oligarquía para formar opinión social. De ellas, el ligar
siempre al carácter izquierdista el nacionalismo, caló tanto en la
intelectualidad socialista y comunista durante la transición española, que
todavía hoy no dudan al afirmar, que son de izquierdas por su oposición al
franquismo y por el derecho a su lengua, por encima de las consecuencias políticas,
económicas y sociales para con los intereses generales de la clase obrera, al
situar su derecho en un espacio geográfico que se responden a coordenadas
históricas de reyes y feudales, reivindicando en lógica consecuencia la
división territorial de una España federal o confederal como solución y como
verdad universal histórica demostrada, porque así nos la contaron los reyes,
feudales y la iglesia católica y quién lo niegue, entra en el campo del fascismo
nacionalista o centralismo jacobino, porque la historia de la clase trabajadora
mayoritaria socialmente, antes no contaba y ahora parece que tampoco.
La
oligarquía neoliberal globalista, siempre situó mediáticamente para debilitar
el estado nación fuerte y dividir al pueblo, que quien defienda la unidad de
España sea proyectado como fascista y quien plantee su ruptura para el
reconocimiento identitario de los derechos históricos de reyes, feudales y la
iglesia católica en lenguas, cruces y estandartes de izquierda radical. Este es
el mundo creado por la oligarquía, donde el centro y la racionalidad política
siempre estará en las fuerzas políticas neoliberales, siendo así trasmitido por
los medios de comunicación para conformar la opinión de las masas. Pero lo
fundamental de su éxito vino de la pérdida por comunistas y socialistas de la
identidad de clase, al abandonar la lucha de clases como motor de la historia y
del materialismo dialéctico como metodología marxista para el conocimiento de la
realidad, al asumir las tesis revisionistas de la reconciliación de clases y la
conquista pacífica del socialismo. Tesis que se impuso en la clase obrera
española y la intelectualidad en la lucha contra la dictadura, al ganar el PCE
y el PSOE la batalla por la reforma política en el movimiento de las comisiones
obreras, eje central de la lucha por la ruptura, con una salida pactada con la
oligarquía de impunidad a los genocidas franquistas con la Ley de Amnistía, la paz
social con los Pactos de la Moncloa y el poder del estado burgués con la
constitución monárquica y para la clase obrera rebelde que aún luchaba por la
ruptura, el Estatuto del Trabajador con el despido libre indemnizado.
De la
derrota ideológica y política de la clase obrera durante la transición, surgen
las nuevas identidades como movimientos construidos por el poder y el
revisionismo de alo progresista e ideología neoliberal, con la versión de una
España de reyes, príncipes, princesas y nobles, que sustituyen a la clase
obrera moderna nacida bajo los cuarenta años de dictadura. Derrota que da la
explicación del porqué la clase obrera, no transmitió generacionalmente su
versión de la historia de solidaridad, conciencia de clase y de lucha y de ahí,
que la mayoría de la intelectualidad marxista en España abrace el discurso
oficial, tal como lo cuenta el poder burgués que el PCE y el PSOE en su momento
apoyaron y que la España que conocemos, solo represente la unión de intereses
oligárquicos de reyes, nobles, feudales y la iglesia católica como pegamento, que
fueron confluyendo desde los siglos XV al XVII, con su épica más fuerte en la
gesta popular de la guerra de independencia contra Francia y el Borbón, poco o
nada recordada.
La justificación
de la izquierda en relegar los intereses de la clase obrera en la construcción
de España como estado nación, viene del revisionismo ideológico de aceptar la versión
histórica contada por la clase dominante, eludiendo así las responsabilidades
por el abandono del conocimiento de las nuevas realidades económicas y sociales
surgidas en Europa y España en el siglo XX. Michel Foucault lo criticó durante toda
su vida política y científica, en combate particular con el marxismo
mecanicista soviético, dominante en la izquierda occidental desde los años
sesenta muy alejada de la dialéctica de Marx “…a saber, que la crítica,
entendida como análisis de las condiciones históricas según las cuales se constituían
las relaciones con la verdad, con la regla y con uno mismo, no establece
fronteras infranqueables y no describe sistemas cerrados; pone de manifiesto
singularidades transformables, cuyas transformaciones solo pueden efectuarse
por un trabajo del pensamiento sobre sí mismo” Michel Foucault “Historia
de la sexualidad: un prefacio”.
Mao en sus
tesis filosóficas sobre la verdad dice
en “La identidad y la lucha de los aspectos de una contradicción”. “Después
de haber comprendido la universalidad y la particularidad de una contradicción,
debemos pasar al estudio de la identidad y la lucha de sus aspectos. La
identidad, la unidad, la coincidencia, la impregnación mutua, la penetración
recíproca, la interdependencia, la interconexión o la cooperación, son todos
términos diferentes que significan la misma cosa y que se refieren a las dos
condiciones siguientes: primera, cada uno de los dos aspectos de una
contradicción en el proceso de desarrollo de las cosas presupone la existencia
del otro aspecto opuesto y ambos aspectos coexisten en una entidad; segunda, cada uno de los dos
aspectos contradictorios tiende a transformarse, en condiciones determinadas,
en el otro. Esto es lo que se llama identidad.”
También Lenin
opinó ampliamente sobre el tema: <<La dialéctica es la teoría que
estudia como los opuestos pueden ser y son (cómo pueden llegar a ser) idénticos
–en qué condiciones son idénticos, transformándose el uno en el otro-, por qué
la mente humana no debe considerar estos opuestos como muertos, cosas congeladas,
sino como vivientes, condicionales, móviles, que se transforman el uno en el
otro>> V. I. Lenin en el Resumen del libro de Hegel <la
ciencia de la lógica>.
Esta recopilación
de citas manifiestan, que lo que existe en la realidad social y en nuestros pensamientos
nada es fijo y estático, que la búsqueda de la verdad para la defensa de los
intereses de la clase obrera, obliga ante cada nueva contradicción o problema,
a profundizar en el conocimiento de la nueva realidad económica y social que se presenta, para
situarla desde una perspectiva de clase (1) La única posibilidad de un gobierno
de la izquierda, es recuperando el marxismo y la historia de la clase obrera
que desde los inicios del siglo XX, se ha ido conformando como una nueva realidad
en la sociedad española, ocultada por los cenáculos del poder y por lo tanto,
por la izquierda dogmatizada que renegó del saber.
El siglo XX
fue el de las mayores transformaciones económicas, políticas y sociales de
España, con el inicio de la industrialización y de su consolidación a
partir de los años cuarenta, con la
derrota militar de la España ilustrada por el fascismo, bajo una brutal
explotación y expropiación forzosa de propiedades, consolidándose en el poder
la alta burguesía en alianza con terratenientes y la iglesia católica; también,
la consolidación de la clase obrera como socialmente mayoritaria. Veamos que
nos cuenta Juan Manuel Romero Valiente del Departamento de Historia, Sección de
Geografía de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva en su
trabajo “5. Migraciones”. “Las migraciones interiores constituyen
el fenómeno demográfico que, en el último siglo, mayor incidencia ha tenido en la distribución espacial de la
población en España, repercutiendo a la vez de manera muy notable en el
comportamiento y características sociodemográficas de los territorios afectados
por ella. La significación de este fenómeno queda patente en los
siguientes datos. Según el último censo realizado, a finales del 2001, casi la
mitad de la población de España (48,8%) residía en un municipio distinto al que
nació, y cerca de una cuarta parte (22,4%) en una provincia diferente. Por otra
parte, los datos sobre movilidad recogidos tanto en censos como por la EVR
desde 1961, ponen de relieve que desde principios de la década de los sesenta
hasta la actualidad, se han producido más de veinte millones de cambios de
residencia entre municipios españoles. Si a ello sumamos los diez millones
estimados para el periodo 1900-1960 (Puyol, 1996:84) se puede hablar de una
cifra superior a los treinta millones de desplazamientos en el último siglo”
(2) Como dato, España tenía en el año 1900 diecinueve millones de
habitantes, en el 1950 veintiocho, en el 2000 cuarenta y en el 2019, cuarenta y
siete, según el INE.
Por si esto
no fuera suficiente, aporto “las migraciones internas durante el franquismo y
sus efectos sociales: el caso de Barcelona” trabajo de la Universidad Complutense
de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, dirigida por Francisco Andrés
Burbano Trimiño, curso 2012-2013 y Director Rubén Pallol Trigue que
cuenta “Dentro de las grandes migraciones que se produjeron en los años
60, Cataluña y especialmente Barcelona y su área metropolitana, fueron unos de
los principales puntos de recepción de inmigrantes. A lo largo del siglo XX
Cataluña triplicó su población, cosa que se “explica, en primer lloc, per l’
extraortinaria importancia del fenomen migratori”, siendo unos tres millones de
personas las llegadas entre 1915 y 1975” (3) Aquí faltan los cientos de
miles de exiliados de la república, los millones de migrantes económicos que
marcharon a trabajar a Europa o América durante esos años y la actual ola de
migración de cientos de miles de la juventud trabajadora, especialmente de la
asturiana hija y nieta de migrantes o de las castillas, que tienen que ir a buscar trabajo
a las comunidades ricas o al extranjero y de aquí nace la explicación de la
vieja España vaciada, por la explotación y precarización social que provocaron
en el pueblo para la acumulación de capital, primero con la dictadura fascista
en el siglo XX y ahora en el siglo XXI, con las políticas neoliberales de los
gobiernos del PSOE y PP.
Los motivos
de que la izquierda marxista eluda sus responsabilidades con respecto a la
clase obrera en España, viene de prejuicios ideológicos con respecto a una
clase que unos consideran superada y otros, estratificada en una visión de un
proletariado exclusivamente industrial. Pero de lo que no puede tener ninguna
duda la izquierda populista y marxista, es que si no parte de unas libertades y
unos intereses generales de la clase obrera únicos en todo el territorio del
Estado español, sintetizados en los servicios públicos del estado de bienestar,
con los mismos derechos y deberes independientemente del lugar donde se resida,
difícilmente encontrará su apoyo y mucho menos su participación política, si no
lo incluyen en su práctica política y en su programa. No es de izquierdas forzar
a la clase obrera que construyó la España que conocemos, bajo la explotación
brutal por la misma burguesía española, vasca y catalana que durante el
franquismo, a una recolonización en otra lengua ajena para tener un derecho.
Por eso, mientras la izquierda no recupere el marxismo y no tenga una visión
sociológica de la actual España como patria de la clase obrera y cuál es el
estado nacionalista burgués con su cultura, banderas y religiones a destruir, la
clase obrera mayoritariamente no la votará porque no la representa, quedando la
puerta abierta a que su espacio político sea ocupado por la demagogia de la
derecha y el fascismo.
Alonso
Gallardo de los círculos comunistas de Unidas Podemos diciembre
del 2019
(3)https://eprints.ucm.es/26437/1/TAD_Migraciones%20internas%20franquismo_F%C2%BA%20Andr%C3%A9s%20Burbano.pdf