
- Cumbre de la OTAN 2025: ¿La carta o la firma?
- La debilidad política de Pedro Sánchez y su gobierno frente al rearme europeo
- La necesidad de un programa político común para defender la Paz y rechazar el rearme europeo
A preguntas de los periodistas, el presidente Sánchez señala que “somos un socio fiable” y que “queremos cumplir con la Alianza Atlántica”.
Al término de la Cumbre de la OTAN, Sánchez indica que esta sale más unida y con más fortaleza frente a los desafíos actuales. Afirma la necesidad de su refuerzo “para garantizar la disuasión y la defensa de sus estados miembros”. España, añade, es un “país serio y cumple con sus compromisos”, en alusión al incremento del 2% del PIB que la Alianza acordó en la Cumbre de Gales del año 2014, lo que ha supuesto una inversión extra en gasto militar de 10.471 millones de euros este año hasta alcanzar el 2.1% del PIB. En la comparecencia posterior se complace en señalar que España aumentó el presupuesto de defensa en un 70% desde que accedió a la presidencia del ejecutivo. En esta Cumbre, señala Sánchez, “gana la OTAN, gana España y gana nuestra seguridad y el estado de bienestar”. El compromiso de España con la Alianza es “firme y constante”, añadió más tarde.
A preguntas de los periodistas, el presidente señala que “somos un socio fiable” y que “queremos cumplir con la Alianza Atlántica”.
Estas continuas loas a la OTAN muestran una clara debilidad política dado que es una organización, como indica el General Ayala en su artículo “No al 5%”, publicado en ElDiario.es, no “… de pacificación o defensa, sino de dominación”, en contradicción con lo que expone el Tratado que la regula [1].
Se trata de una organización militar internacional que subsiste desde la disolución del Pacto de Varsovia en julio de 1991, que hace uso sistemático de la violencia mediante un sofisticado instrumental bélico para agredir a los pueblos y naciones que no se someten al imperialismo y que cuentan muchas de ellas con poderosas reservas de materias primas para apropiárselas mediante el saqueo. Un atraco que en ocasiones destroza, además, los aparatos estatales de los pueblos, trabajosamente puestos en pie durante décadas y que son destruidos haciéndoles retroceder en su desarrollo social, económico y político varios siglos, creando una situación desde la cual el pillaje imperialista resulta impune.
Tras el fin de la II guerra mundial 12 países de Europa y América del Norte firmaron en 1949 el Tratado del Atlántico Norte. Desde entonces, la OTAN ha ido paulatinamente aumentando el número de sus miembros, de forma especial hacia el este de Europa para rodear, amedrentar e intentar desmembrar a la Federación de Rusia (como hicieron en Yugoslavia) para acceder a sus ingentes materias primas mediante el latrocinio y destruir su arsenal nuclear. La OTAN alcanza hoy los 30 miembros, 28 de Europa y 2 de América del Norte: Albania, Alemania, Bélgica, Bulgaria, Canadá, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Macedonia del Norte, Montenegro, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumanía y Turquía.
La Guerra del Golfo, (1990-1991) con la intervención de la OTAN y de otros aliados de EEUU provocó la muerte de aproximadamente 100.000 soldados iraquíes. La coalición internacional perdió alrededor de 378 soldados. Además, hubo no menos de 10.000 víctimas civiles mortales en Irak y Kuwait, así como algunas en Israel y Arabia Saudita.

Un edificio en llamas en Belgrado tras un ataque de la OTAN.
La Guerra de Yugoslavia, constituyó una intervención militar de la OTAN en 1999, con el “socialista” Javier Solana como Secretario General de la organización. Fue bombardeada durante 78 días a partir del 24 de marzo de 1999. Varios miles de militares yugoslavos perdieron la vida y más de 1.000 civiles. La guerra que siguió a la desintegración de la antigua Yugoslavia se cobró la vida de más de 100.000 personas en Bosnia y Herzegovina entre 1992 y 1995. Además, más de dos millones de personas sufrieron desplazamientos. Yugoslavia fue troceada, sus instalaciones estatales o públicas y sus estructuras políticas, constitucionales, económicas o sociales fundamentales fueron arrasadas.
Algunos países miembros de la OTAN formaron parte de la coalición internacional que invadió Irak en 2003 como Reino Unido y Polonia. Se calcula que un millón de personas murieron en total, y casi dos millones resultaron heridas, incluyendo civiles. La intervención se basó en la supuesta posesión de armas de destrucción masiva por parte de Irak que luego se demostró que resultaron ser falsas y llevó el nombre de “conmoción y pavor”. El estado iraquí quebró y fueron destruidas numerosas instalaciones públicas, sistemas de transporte e infraestructuras.
La invasión de Estados Unidos en Afganistán comenzó en octubre de 2001 con el nombre de “Operación Libertad Duradera” y finalizó con la caída de Kabul el 15 de agosto de 2021 a manos de los talibanes y la retirada de las tropas de la OTAN el 30 de agosto del mismo año. Unos 50.000 civiles fueron asesinados por bombas, balas, explosiones y fuego. Según Amnistía Internacional la guerra de Afganistán provocó 150.000 muertos entre civiles y militares. Al igual que en otras intervenciones anteriores fueron seriamente dañadas sus infraestructuras con interrupción del suministro de agua, electricidad y otros recursos naturales básicos.

El asesinato de Gaddafi.
La operación de la OTAN en Libia identificada como “Operación Protector Unificado” causó en 2011 no menos de 30.000 víctimas mortales. La intervención concluyó a finales de octubre del mismo año, destruyó el aparato del estado libio convirtiendo al país en una sociedad tribalista que ha venido facilitando el robo de materias primas por EEUU desde entonces. Su máximo dirigente Gaddafi fue asesinado, tras los intentos inmediatamente anteriores a la guerra por nacionalizar el petróleo en Libia con el que se causaría graves perjuicios a los intereses de las compañías petroleras norteamericanas.

Bombardeo de Libia por la OTAN.
Según el diario Público, las guerras de EEUU y OTAN dejaron más de 350.000 civiles muertos y 38 millones de desplazados en el siglo XXI. Sus crímenes no han sido investigados y sus autores no fueron sometidos a juicio ni condenados De este cómputo se excluyen las muertes provocadas en la guerra de Ucrania, el genocidio del pueblo palestino, las agresiones en Siria, Líbano, Yemen e Irán en las que han sido participes EEUU y otros países miembros de la OTAN.
En la interesante serie “Las guerras contemporáneas de los EEUU”, de Alberto García, publicada en Hojas de Debate en marzo de 2022, los lectores podrán conocer los crímenes cometidos por este país, casi siempre con la colaboración de otros países miembros de la OTAN que según José Bono, destacado miembro del PSOE, es el que verdaderamente manda en la OTAN. [2]
La Directiva (UE) 2017/541 del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo y del Consejo de 15 de marzo de 2017 relativa a la lucha contra el terrorismo y por la que se sustituye la Decisión marco 2002/475/JAI del Consejo y se modifica la Decisión 2005/671/JAI del Consejo tipifica en su artículo 3 los actos de terrorismo como graves delitos y los define como aquellos que “pueden perjudicar gravemente a un país o a una organización internacional” cuando se cometan con la finalidad, entre otras, de atentar contra la vida, la destrucción masiva de instalaciones estatales o públicas y la desestabilización o destrucción de las estructuras políticas, constitucionales, económicas o sociales fundamentales de un país o de una organización internacional. [3]
En nuestra legislación estatal, el Código Penal en su artículo 573 define el delito de terrorismo como aquellos actos violentos que tengan por finalidad a) subvertir el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo. b) Alterar gravemente la paz pública. c) Desestabilizar gravemente el funcionamiento de una organización internacional. d) Provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella. Los artículos 577 y siguientes del texto penal también imponen penas a los colaboradores o cómplices de actos terroristas.
Juzguen nuestros lectores si las actuaciones de la OTAN, brazo armado de un imperialismo en decadencia, que hemos citado con anterioridad, podrían encuadrarse en los tipos penales recogidos en la legislación comunitaria y en la de nuestro país referidos al terrorismo. Igualmente, si determinados actos de algunos de los actuales dirigentes de la Unión Europea podrían enmarcarse en su caso en algunas de las figuras penales que sancionan la complicidad en actividades de terror.
Las alabanzas a la OTAN por Pedro Sánchez dirigidas a una organización de tal catadura (in)moral lo atan a políticas de rearme, haciendo ilusoria su pretensión de no ceder a un incremento del gasto militar al 5% del PIB y no digamos revertir en favor del gasto social la inversión de más de 10.000 millones para esta y sucesivas anualidades para alcanzar el 2.1% del PIB. Firmó sin rechistar el acuerdo final de la Cumbre de la Haya. Sus adulaciones posteriores en apoyo de la organización atlantista, que extiende incluso a su Secretario General, mientras dirige comentarios soeces con desprecio a las normas diplomáticas contra la Federación de Rusia, parte integrante de Europa, haciendo causa común con el resto de los máximos responsables de la Unión Europea enloquecidos con el programa de rearme y su servilismo al aparato industrial-militar de los EEUU y de su presidente Donald Trump, no han hecho más que facilitar las bravuconerías de este contra la soberanía de nuestro país y mantenernos en la senda del rearme.
Como ya indicábamos en el anterior artículo de la serie, solo una fuerte movilización social transversal del conjunto de la ciudadanía democrática, con un programa político común podría obligar al ejecutivo actual y al que pueda más tarde, en su caso, sustituirlo, conquistar para nuestro país una verdadera política de paz y contraria al rearme europeo.
Sobre este tema trataremos en el siguiente y último capítulo de la serie.
Notas
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⇧1 artículo 1 del Tratado del Atlántico Norte: «Las Partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos cualquier controversia internacional en la que pudieran verse implicadas de modo que la paz y seguridad internacionales, así como la justicia, no sean puestas en peligro, y a abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o al empleo de la fuerza de cualquier forma que resulte incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas.» |
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⇧2 En concreto, desde el término de la II guerra mundial, EEUU ha bombardeado a: Japón: 6 y 9 de agosto de 1945: Corea y China: 1950-1953 (Guerra de Corea), Guatemala: 1954, 1960, 1967-1969, Indonesia: 1958, Cuba : 1959-1961 Congo: 1964, Laos: 1964-1973, Vietnam: 1961-1973, Camboya: 1969-1970, Granada: 1983, Líbano: 1983, 1984 (ataques contra objetivos en Líbano y Siria), Libia : 1986, 2011, 2015, Salvador: 1980, Nicaragua: 1980, Irán: 1987, Panamá: 1989, Irak: 1991 (Guerra del Golfo), 1991-2003 (invasiones estadounidenses y británicas), 2003-2015, Kuwait: 1991, Somalia: 1993, 2007-2008, 2011, Bosnia: 1994, 1995, Sudán: 1998, Afganistán: 1998, 2001-2015, Yugoslavia: 1999, Yemen: 2002, 2009, 2011, 2024 2025, Pakistán: 2007-2015 y Siria: 2014-2015. |
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⇧3 Articulo 3: «Delitos de terrorismo 1. Los Estados miembros adoptarán las medidas necesarias para garantizar que los siguientes actos intencionados, tipificados como delitos con arreglo al Derecho nacional, que, por su naturaleza o contexto, pueden perjudicar gravemente a un país o a una organización internacional, se tipifiquen como delitos de terrorismo cuando se cometan con uno de los fines enumerados en el apartado 2: a) atentados contra la vida de una persona que puedan tener resultado de muerte; b) atentados contra la integridad física de una persona; c) el secuestro o la toma de rehenes; d) destrucciones masivas de instalaciones estatales o públicas, sistemas de transporte, infraestructuras, sistemas informáticos incluidos, plataformas fijas emplazadas en la plataforma continental, lugares públicos o propiedades privadas, que puedan poner en peligro vidas humanas o producir un gran perjuicio económico; e) el apoderamiento ilícito de aeronaves y de buques o de otros medios de transporte colectivo o de mercancías; f) la fabricación, tenencia, adquisición, transporte, suministro o utilización de explosivos o armas de fuego, armas químicas, biológicas, radiológicas o nucleares inclusive, así como la investigación y el desarrollo de armas químicas, biológicas, radiológicas o nucleares; g) la liberación de sustancias peligrosas, o la provocación de incendios, inundaciones o explosiones cuyo efecto sea poner en peligro vidas humanas; h) la perturbación o interrupción del suministro de agua, electricidad u otro recurso natural básico cuyo efecto sea poner en peligro vidas humanas; i) la interferencia ilegal en los sistemas de información a tenor del artículo 4 de la Directiva 2013/40/UE del Parlamento Europeo y del Consejo (1), en los casos en los que sea de aplicación su artículo 9, apartado 3 o apartado 4, letras b) o c), y la interferencia ilegal en los datos a tenor de su artículo 5, en los casos en los que sea de aplicación su artículo 9, apartado 4, letra c); j) la amenaza de cometer cualquiera de los actos enumerados en las letras a) a i). 2. Los fines a que se refiere el apartado 1 son los siguientes: a) intimidar gravemente a una población; b) obligar indebidamente a los poderes públicos o a una organización internacional a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo; c) desestabilizar gravemente o destruir las estructuras políticas, constitucionales, económicas o sociales fundamentales de un país o de una organización internacional.» |