domingo, 1 de junio de 2025

Repensar el fascismo desde la experiencia histórica del marxismo leninismo

Alonso Gallardo   junio del 2025

Publico el artículo en debate de Ángel Chávez Mancilla detrás de este no por coincidir con el, cosa que disiento en su totalidad, pero sí por utilizar los argumentos base que el marxismo mecanicista, metafísico y neotrotskista del KKE griego utiliza para hacer la critica, argumentos basados en una copia revisionista del proceso histórico del siglo pasado de la internacional comunista, para justificar la división que están provocando en el movimiento comunista occidentalizado con su teoría de la pirámide imperialista, o lo que es lo mismo, que todo sistema capitalista es imperialista, incluido China, Vietnam o Cuba. Para así comparar al capitalismo de libre mercado monopolizado de EE.UU y Europa que son el imperialismo dominante occidental, con el sistema de producción capitalista de mercado planificado socialista, lo cual, no es solo una tesis con una falta total de rigor del análisis concreto de la realidad concreta, principio del marxismo leninismo, sino que también esta visión metafísica y mecanicista de la realidad, oculta de forma preponderante la cobarde táctica dentro del movimiento antiimperialista internacional, de división interna en la lucha contra el enemigo principal de la humanidad: el imperialismo yanqui y sus lacayos occidentales.

En primer lugar, en un mundo globalizado a los comunistas nos corresponde hacer un análisis global para poder situar su característica principal: que la crisis que vivimos y que para muchos la sitúan en el 2008 con la explosión del globo de las hipotecas subprime de EE.UU, pero que para los marxistas se inicia en los años sesenta con el inicio del descenso de beneficios del capital productivo, que llevó desde los años ochenta a la generalización del neoliberalismo en lo social y laboral, desarrollando el extractivismo en los derechos sociales del estado de bienestar para sacarlo al libre mercado del que pueda pagarlo. Situación que degeneró en el actual proceso donde la oligarquía imperialista occidental, sin capital productivo y bajo la base de la creación por la banca estadounidense y su gobierno de capital ficticio basado en el dólar, entra en una crisis global tanto por sobreproducción en un mercado mundial globalizado, como por la competencia de otras potencias emergentes que confrontan con el mercado monopolizado, al que el imperialismo responde con medidas colaterales de fuerza, bloqueos y aranceles, colapsando el mercado internacional y provocando guerras y caos por todo el planeta, naciendo como respuesta los frentes de resistencia antiimperialista y anticolonialista en Asia occidental con Palestina en el centro, América Latina y Caribe con Cuba, Nicaragua y Venezuela como referencia, en África los tres países del Sahel como valores, en Europa con Rusia y Belarús militarmente al frente y Asia con China y Corea del Norte. Todos bajo la influencia y dirección de China, Rusia e Irán, con estrategias de respuestas militares contenidas más iniciativas económicas que debiliten el dólar, base de desarrollo y financiación del imperialismo yanqui-occidental, como prevención de una guerra total y nuclear. 

Cierto que no nos encontramos frente un ascenso de las fuerzas revolucionarias en Europa, que deseen derrocar el estado burgués para construir el socialismo, cosa que el capitalista conoce y por eso dice que está ganando la lucha de clases, ante un movimiento comunista occidental bajo el oportunismo de derechas pendiente de reformas o bajo el mecanicismo dogmático y metafísico que es incapaz de entender el mundo que está muriendo. Hoy la realidad pasa por el peligro de una guerra mundial para la destrucción de los países emergentes soberanos y socialistas, para la destrucción de los medios de producción y la producción y poder mantener el imperialismo yanqui su hegemonía, para la creación de un gobierno mundial bajo sus reglas en un mundo globalizado de mercado libre monopolizado bajo el capital ficticio, pero en la forma de llegar hasta ahí, es donde ha surgido la división de oligarcas, entre un Trump que busca el poder desde la recuperación de EE.UU como potencia dominante y una Kamala, que lo busca desde el gobierno supranacional de las multinacionales y organismos internacionales bajo su órbita. Y la respuesta de los países socialistas con China al frente y países capitalistas soberanos no imperialistas como Rusia e Irán, apoyados por frentes de resistencias antiimperialistas y anticolonialistas por todo el planeta, mas alianzas y acuerdos como el BRICS, ALBA , RCEP  o la ASEAN, son hoy la vanguardia en la lucha contra la guerra mundial y el terror del gobierno unipolar mundial del imperialismo yanqui. Porque la contradicción principal en un mundo globalizado pasa por la confrontación entre países socialistas y países con soberanía, contra el imperialismo y el colonialismo yanqui-occidental que impide el avance del socialismo y la soberanía.

La experiencia histórica del movimiento comunista internacional, pasa por el acuerdo del VII Congreso de la Internacional Comunista y la propuesta de los frentes populares para parar el fascismo, cosa que en España y otros países como Francia se evidenció correcta y achacar como se achaca, a la estrategia de los frentes comunes como principio contra el enemigo principal en cada momento, que estaba unido al frente único proletario para el avance en la construcción del socialismo, para ocultar las posiciones revisionistas nacidas del XX del PCUS en el 1956, quien con sus tesis revisionistas del fin de la lucha de clases, bajo el desarrollo de las fuerzas productivas y la conquista del socialismo por la vía democrática capitalista, llevando al grueso de las fuerzas comunistas occidentales a pactos y colaboración con las fuerzas de la derecha y a la división y ruptura, en muchos lugares del movimiento comunista internacional, son además de interesadas traicioneras para con el movimiento comunista. Pero en lugares como China, Vietnam, Corea del Norte, Laos, Belarús, Cuba, Nicaragua o Venezuela, el revisionismo neotrotskista no triunfó y los frentes comunes de todo el pueblo bajo la ideología proletaria, abrazada por la mayoría de los campesinos pobres, clase trabajadora e intelectuales, si hicieron revoluciones socialistas, aunque la mentalidad dogmática, mecanicista y metafísica de los adoctrinados bajo el revisionismo soviético pos Stalin como el KKE no lo reconozcan, porque su tarea como neotrotskistas está en crear la división y enfrentamientos entre comunistas.

    


Fuentes: La Jornada (México) [Hitler y Mussolini durante la visita de Estado que 
Mussolini realizó a Alemania en 1937. Créditos: Bundesarchiv_Bild_183-C13771, 
tomado de la Wikipedia]

En este artículo el autor interviene en el debate sobre la naturaleza del fascismo defendiendo la tesis clásica, con la que los gobiernos de Trump, Bolsonaro, Orban o Milei no deberían ser definidos como fascistas.


Bertolt Brecht afirmó: “Aquellos que están contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, que se lamentan de la barbarie que origina la barbarie, se parecen a los que quieren comer su tajada de ternera, pero no quieren que se mate la ternera”. De esta forma el escritor alemán dejó claro que la genuina lucha antifascista implicaba el derrocamiento del capitalismo que es la matriz del fascismo. 

A 80 años de la derrota del fascismo y la victoria de la Unión Soviética, y como homenaje a los combatientes antifascistas, es necesario repensar y revaluar el concepto, pues muchos lo emplean erróneamente como medio para criticar o desacreditar políticas consideradas “reaccionarias”. Este uso olvida que, en la era del imperialismo o capitalismo parasitario, todo gobierno capitalista es esencialmente reaccionario al oponerse al cambio revolucionario de la sociedad. 

Hay quienes desde hace décadas anunciaron el regreso del fascismo, lo cual es erróneo, banalizan el concepto de fascismo y proceden de forma irresponsable, contribuyen a la confusión política, y subestiman la barbarie que padecieron los pueblos de la Unión Soviética y Europa con esta forma de dominación de la burguesía. ¿Es correcto llamar fascistas a los gobiernos burgueses que no cumplen con la agenda de política “progresista”? ¿Son fascistas los gobiernos burgueses que no siguen una política de “humanización del capitalismo”? 

Acusar de fascista a un gobierno o determinadas figuras políticas favorece al bloque de políticos burgueses que se presentan con las etiquetas de “progresismo” o “keynesianismo”, pero que igualmente representan los intereses de los monopolios. Este enfoque sugiere que, si bien el fascismo es inaceptable, un gobierno capitalista con tintes “progresistas” sería tolerable. Así, la citada reflexión de Brecht resulta nuevamente pertinente: ¿es posible combatir el fascismo promoviendo otra forma de gobierno capitalista, o el camino correcto es el derrocamiento del capitalismo en su totalidad? 

En tiempos recientes, la palabra fascismo también se ha usado para describir acciones represivas de ciertos gobiernos, como si el Estado burgués no fuera por naturaleza un aparato de represión. Asimismo, se emplea para denominar políticas de expansión territorial y explotación de pueblos, acciones inherentes a la dinámica imperialista y no exclusivas del fascismo. Este término también se utiliza de manera laxa al asociarlo con políticas racistas, olvidando que el racismo fue una herramienta de expansión colonial de los países capitalistas desde el siglo XIX. 

Las tergiversaciones del concepto del fascismo también se apoyan en la corriente ideológica, en la que participa Hannah Arendt, que ha promovido el concepto de “totalitarismo” para equiparar a los gobiernos fascistas con la democracia socialista de la URSS. Esta banalización, sustentada en campañas de propaganda antisoviética, ha sido aprovechada por la burguesía de países como Polonia, Ucrania, Lituania, Georgia, Letonia y Eslovaquia, para decretar la ilegalización de la labor de los comunistas. Cabe aclarar que esto no implica un ascenso del fascismo en dichos países, pues la política anticomunista es también inherente a los gobiernos burgueses. 

Otra posición política afirma que la supresión del parlamento y la democracia (burguesa) son muestras del ascenso del fascismo. Esto también es falso, pues la dictadura burguesa sin ser fascista puede suprimir el funcionamiento de la democracia, digámoslo con claridad, “democracia burguesa”. Cabe recordar que para el marxismo ortodoxo la democracia no existe en abstracto, sino que siempre tiene un carácter de clase, burgués o proletario. 

Entonces, ¿cuál es la esencia de fascismo? Es la expresión y forma política más apta para hacer frente a las fuerzas revolucionarias en ascenso, es decir, como medio para la represión del enemigo de clase interno. Al mismo tiempo, el fascismo fue utilizado por los países capitalistas para afrontar a otros estados capitalistas oponentes, acción para la cual requerían de la alineación masiva de las fuerzas populares con los intereses burgueses. 

Hoy no estamos frente a un ascenso de las fuerzas revolucionarias que deseen derrocar los estados burgueses para construir el socialismo. Por tanto, la burguesía por ahora no tiene necesidad de utilizar el fascismo como forma de gobierno. 

Otra cuestión que repensar sobre el fascismo es la forma en que se le debe enfrentar. La experiencia histórica del movimiento comunista internacional ha legado la fórmula de la aplicación de la táctica del frente popular como medio para combatir al fascismo, la cual consiste en la colaboración entre comunistas y fuerzas burguesas “progresistas”. 

Pero el resultado de esta colaboración no acercó a los comunistas a instaurar gobiernos socialistas, por el contrario, esta táctica llevó a que las organizaciones comunistas diluyeran sus aspiraciones de transformación radical de la sociedad, y desplazaran el horizonte estratégico de la democracia socialista en favor de la conservación de la democracia burguesa como mal menor frente al fascismo. 

Quienes desde hace décadas han anunciado erróneamente el ascenso del fascismo, sin atreverse a cuestionar lo acertado o equivocado de la táctica del frente popular antifascista, desean repetir la historia ahora como farsa y llaman a que las organizaciones revolucionarias que buscan el derrocamiento del capitalismo, colaboren con los sectores “menos reaccionarios de la burguesía” y, por tanto, a que la aspiración de una sociedad socialista se aplace para defender a la democracia burguesa. Y así las fuerzas anticapitalistas que son la verdadera izquierda, se entrampen sometiéndose a gobiernos capitalistas. 

Hoy no hay un ascenso del movimiento comunista que la burguesía busque reprimir usando el fascismo. ¿Hay seriedad en llamar fascistas a los gobiernos de Trump, Bolsonaro, Milei u similares? Y más aún, ¿es correcto para quienes desean derrocar al capitalismo, apoyar a un gobierno burgués progresista frente a Bolsonaro, o ponerse de lado de Biden para hacer frente a Trump? 

De acuerdo con Brecht, someter o aplazar el programa de transformación revolucionaria de la sociedad en pro del mantenimiento de un tipo de gobierno, y pensar en que los revolucionarios tienen por principales aliados de la lucha antifascista a las fuerzas burguesas, es un error y algo absurdo, pues es lo mismo que decir que se luche contra el fascismo sin luchar contra el capitalismo. 

Ángel Chávez Mancilla es historiador de la ENAH.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/05/23/opinion/repensar-el-fascismo