Asistimos estos días a la Conferencia de las Partes (COP29) de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático que se celebra en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre de 2024, donde Occidente trata de zafarse de sus obligaciones ambientales como mayor acumulador de gases y principal causante del actual desastre climático. El COP29 se enfrenta a la ralentización de la ayuda a los países del Sur Global, que no han generado la contaminación actual pero sufren sus peores consecuencias, y a la introducción de estrategias proteccionistas con medidas comerciales restrictivas que perjudican a los países en desarrollo.
En el Acuerdo de París se define el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, haciendo hincapié en que los países desarrollados, como principales emisores históricos, deben liderar los esfuerzos de mitigación y proporcionar apoyo financiero y técnico a las naciones en desarrollo.
Sin embargo, este apoyo financiero no llega. Es necesario establecer un nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación climática (NCQG) que refleje las realidades actuales y futuras. El compromiso previo de 100.000 millones de dólares anuales, acordado en 2009, se considera insuficiente para afrontar los desafíos actuales. Según el Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre Financiación Climática, se estima que los países en desarrollo necesitarán una cifra considerablemente mayor hacia 2030 para la transición energética, adaptación y conservación.
Las naciones en desarrollo, especialmente las más vulnerables, necesitan que se aplique efectivamente el fondo de pérdidas y daños establecido en la anterior COP28. Este fondo está diseñado para compensar a los países por los efectos catastróficos del cambio climático. Hasta el momento, se han comprometido alrededor de 700 millones de dólares, una cifra que contrasta con las estimaciones de pérdidas y daños anuales que rondan los 400.000 millones de dólares para los países en desarrollo.
Y mientras el apoyo financiero no llega, las transferencias de tecnología han quedado bloqueadas por la guerra tecnológica de Estados Unidos. Los países del Sur Global necesitan una mayor transferencia de tecnologías limpias para hacer frente a la emergencia climática.
Medidas comerciales restrictivas de la UE
El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM, por sus siglas en inglés) de la Unión Europea es una medida climática diseñada, desde el punto de vista europeo, para imponer un impuesto fronterizo sobre carbono a las importaciones provenientes de países con estándares menos estrictos de regulación climática.
Desde el punto de vista de los países del Sur Global, el CBAM de la Unión Europea es una medida que, aunque presentada como una herramienta para combatir el cambio climático, tiene efectos desproporcionadamente negativos sobre sus economías y plantea cuestionamientos éticos y de justicia climática. El CBAM penaliza a los países en desarrollo y prioriza la competitividad europea sobre los objetivos climáticos. Aunque se presenta como una medida para combatir el cambio climático, los países del Sur lo ven como un obstáculo para su desarrollo sostenible y una manifestación de las inequidades en el sistema económico y climático global. Para garantizar una transición climática justa, exigen un enfoque más inclusivo y cooperativo en las políticas climáticas internacionales.
El CBAM es una medida unilateral impuesta por la UE sin un consenso global o consultas amplias en foros multilaterales. Se trata de una forma de proteccionismo verde, diseñada para proteger la competitividad de las industrias europeas frente a los productos de países con menores costos de producción. Los productos provenientes del Sur Global, especialmente los que dependen de industrias intensivas en carbono como el acero, aluminio, cemento y fertilizantes (exportados a la UE por países como Brasil, Sudáfrica o India), sufren impuestos fronterizos sobre el carbono adicionales para entrar al mercado europeo. Estos aranceles hacen que los productos de países en desarrollo sean menos competitivos frente a bienes fabricados dentro de la UE. Los países desarrollados son responsables de la mayoría de las emisiones acumuladas de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial y el CBAM ignora esta responsabilidad histórica, imponiendo costos adicionales a países que han contribuido menos al problema climático global. El CBAM, a pesar de estar disfrazado de justicia climática, beneficia más a las industrias europeas que al medio ambiente global.
El clamor de los países del Sur Global es insistente. Se necesita una revisión multilateral del CBAM en foros como la OMC y la CMNUCC para garantizar que respete los principios de equidad y justicia climática. Se deben establecer las exenciones para economías en desarrollo y menos desarrolladas, permitiéndoles tiempo y recursos para adaptarse. Europa debe comprometerse con la asistencia financiera y técnica para implementar tecnologías limpias y cumplir con los estándares de emisiones requeridas en el Sur Global. Y tiene que garantizar que los ingresos generados por las tarifas del CBAM se utilicen para financiar proyectos climáticos en los países más afectados.
La propuesta de China en nombre del grupo de países BASIC al COP29
De acuerdo con la información de Reuters, China, en nombre del grupo de países BASIC (que incluye a Brasil, Sudáfrica, India y China) ha presentado una propuesta a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para incorporar conversaciones sobre «preocupaciones con medidas comerciales restrictivas unilaterales relacionadas con el cambio climático» a la agenda de la COP29.
El grupo de países BASIC ha expresado su preocupación por las medidas comerciales unilaterales relacionadas con el cambio climático, como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) de la Unión Europea. Estas naciones entienden que estas medidas afectan negativamente a las economías en desarrollo y socavan los principios de equidad y de responsabilidades comunes pero diferenciadas establecidas en el Acuerdo de París.
Los países BASIC argumentan que iniciativas como el CBAM imponen barreras comerciales que penalizan a las economías en desarrollo, limitando su acceso a los mercados internacionales y afectando su crecimiento económico. Defienden la equidad climática y afirman que las medidas unilaterales no consideran las diferencias en capacidades y responsabilidades históricas entre países desarrollados y en desarrollo, contraviniendo los principios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Plantean soluciones multilaterales y negociadas en el marco de la Organización Mundial del Comercio y otros foros internacionales, en lugar de acciones unilaterales que podrían desencadenar disputas comerciales.
Entre las propuestas que realizan podemos destacar tres principalmente. La evaluación del impacto del CBAM sobre las economías en desarrollo, considerando factores como competitividad, empleo y medidas de desarrollo sostenible; la asistencia técnica y financiera de los países desarrollados para ayudar a las naciones en desarrollo a adaptarse a estándares ambientales más estrictos sin comprometer su crecimiento económico; y la transparencia y consulta entre todas las partes antes de la implementación de cualquier medida comercial relacionada con el clima, asegurando que las preocupaciones de los países en desarrollo sean consideradas.
Las prácticas proteccionistas de los países occidentales en el sector verde global
Las políticas proteccionistas de las naciones occidentales en el ámbito del sector verde global reflejan un problema subyacente relacionado con la distribución desigual del poder. Durante años, los países occidentales han ejercido una influencia dominante en las negociaciones climáticas, la creación de normas, la asignación de recursos y el diseño de instrumentos de mercado. Este desequilibrio de poder dificulta los esfuerzos globales para abordar el cambio climático, restringiendo la capacidad de los países en desarrollo para participar activamente en la gobernanza climática y explorar alternativas más viables para una transición hacia economías verdes.
La implementación del CBAM por parte de la Unión Europea atenta contra las normas de la Organización Mundial del Comercio y restringe las relaciones comerciales del Sur Global. El CBAM constituye una forma de proteccionismo verde que perjudica desproporcionadamente a las economías en desarrollo.
(Artículo publicado originalmente en China información y economía)
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