lunes, 5 de agosto de 2024

Unir todas las fuerzas posibles contra la OTAN y su guerra imperialista


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Unión Proletaria



[Ponencia presentada en la Conferencia de Washington de la Plataforma Antimperialista Mundial].

Los gobiernos occidentales y los medios hegemónicos repiten constantemente la gran mentira de la OTAN sobre la agresión no provocada de Rusia contra Ucrania y el peligro que representa para Europa. Por medio de ella, el imperialismo intenta que los pueblos se resignen al empobrecimiento, al fascismo y a la guerra nuclear mundial.

La verdad es diametralmente opuesta: es la OTAN la que amenaza la existencia de Rusia expandiéndose hasta los países colindantes con ella, militarizándolos, aupando al poder a los nazis revanchistas anti-rusos, provocando guerras por procuración, desplegando misiles y retirándose de acuerdos de desarme, violando los acuerdos de Minsk, imponiéndole sanciones, etc. Y todo esto, desde mucho antes de la Operación Militar Especial e incluso antes de la reincorporación de Crimea a la Federación Rusa. Después, la OTAN no ha cesado de elevar la apuesta: 300.000 millones de euros en armas para el ejército ucraniano que ya depende al 80% de los suministros occidentales, tanques, aviones, misiles de largo alcance, ataques a radares de alerta temprana de las fuerzas nucleares de Rusia e intención declarada de derrotarla estratégicamente.

La Unión Europea ha elegido alinearse con los Estados Unidos, en lugar de desarrollar unas relaciones mutuamente ventajosas con Rusia. Históricamente, la expansión hacia el Este ha sido una necesidad del imperialismo europeo, particularmente del alemán, cuando no le dejan explotar otros continentes. Sin embargo, en el presente, han sido los EEUU quienes han impulsado la confrontación con Rusia: lo han puesto de manifiesto el golpe anticonstitucional de 2014 en Kiev y la voladura de los gasoductos Nord Stream que abastecían directamente de gas ruso a las potencias de Europa occidental.

La prevalencia de los intereses yanquis en los países de la Unión Europea comenzó tras la victoria angloamericana en el frente occidental de la II Guerra Mundial y se apuntaló con la posterior instalación de bases militares y con la sumisión a la OTAN y a la Unión Europea. El Informe presentado por A. Zhdánov a la Kominform en 1947[1] explica magistralmente el origen de la situación presente. El viraje revisionista en la URSS y sus aliados de Europa Oriental y la implosión final de estos Estados socialistas favorecieron la americanización del continente. Únicamente se resistieron la República de Belarús y, posteriormente, la Federación Rusa.

En los primeros decenios después de la victoria soviética en II Guerra Mundial, los capitalistas de Europa Occidental se habían visto obligados a hacer amplias concesiones a la población trabajadora.

Sin embargo, la crisis estructural iniciada en los años 70 del siglo XX forzó al capitalismo a un proceso creciente de contrarreformas neoliberales. Su ejecución se vio facilitada por la degeneración de muchos partidos comunistas seguidores de la línea revisionista de Jruschov. Cada etapa de este proceso aumentó la ventaja económica de Estados Unidos sobre la Unión Europea, desencadenando una huida de capitales desde el viejo continente. Es el caso actual, tras las sanciones a Rusia, la interrupción del suministro directo de su gas, el aumento de los precios de esta y de otras materias primas y el crecimiento del gasto para la compra de armamento mayoritariamente yanqui.

En el seno de las burguesías europeas, las oligarquías financieras son altamente dependientes de la fuerza económica, monetaria, política y militar de los Estados Unidos. Y pueden deslocalizar sus inversiones a Norteamérica, mejorando su rentabilidad. Por esta razón, se someten con docilidad a los intereses del imperialismo estadounidense.

En cambio, los negocios de la burguesía media industrial y agraria se ven perjudicados. Como consecuencia, empeoran las condiciones de empleo y de vida de la mayoría de los asalariados. Por tanto, se agudizan las contradicciones entre la burguesía monopolista y las restantes clases de la sociedad. Éstas tienden al proteccionismo y al nacionalismo, frente al globalismo y cosmopolitismo de las élites de EEUU y de la Unión Europea.

Los sectores oligárquicos procuran desviar este conflicto hacia el exterior: contra Rusia, China y los demás Estados realmente independientes, y también contra la población que emigra a Europa a causa de la explotación imperialista de sus países de origen. Fomentan la hostilidad nacional para debilitar a la clase obrera y su lucha por conquistar aliados en el seno del pueblo.

El crecimiento de los partidos de derecha y de ultraderecha en las últimas elecciones celebradas –en particular, las del Parlamento Europeo del 9 de junio- se debe a esta campaña sistemática de los medios ideológicos dominantes por presentar a estos partidos como “patrióticos”. Pero, en la mayoría de los casos, reforzarán todavía más la opresión imperialista como hizo el general fascista Franco que presumía de “nacional” mientras vendía España a los gobiernos de Alemania e Italia; y, después, al de los Estados Unidos.

Sin embargo, la demanda popular de soberanía no es reaccionaria sino democrática. Y sólo luchando por ella, junto a las demás reivindicaciones democráticas, podremos contribuir a la derrota del imperialismo y a la victoria del socialismo.

El camarada Stalin nos advertía que los feudales y burgueses oprimidos por el imperialismo ayudan más a la causa del socialismo que los “socialistas” que colaboran con el imperialismo. Y, al final de su vida, aconsejó a los partidos comunistas que se pusieran al frente de la lucha por la democracia y la soberanía nacional:

“Ahora la burguesía vende los derechos y la independencia de la nación por dólares. La bandera de la independencia nacional y la soberanía nacional ha sido arrojada por la borda. No hay duda de que esta bandera la tendrán que levantar ustedes, los representantes de los partidos comunistas y democráticos, y llevarla adelante, si es que quieren ser patriotas de su país, si quieren ser una fuerza dirigente de su nación. Nadie más la puede levantar.”[2]

El cumplimiento de esta recomendación es el que nos permitirá derrotar a la OTAN y su insaciable guerra imperialista.


Notas:

[1] https://docs.google.com/file/d/0B6ashtYNJL6xWW9FYm00LU9wVUk/edit?resourcekey=0-if4cnWC96ulQHUIE_C9WpQ


[2] https://amistadhispanosovietica.blogspot.com/2012/10/ultimo-discurso-de-stalin-ante-el-xix.html