Publicado por Walter Ortiz | 19 Jul, 2024
“ES LABOR DE TODOS LOS VENEZOLANOS RECHAZAR CUALQUIER MANIOBRA QUE GENERE VIOLENCIA A PARTIR DE LA VOLUNTAD DEMOCRÁTICA EN LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL”
Para ya casi nadie es un secreto que la fórmula implementada para la República bolivariana de Venezuela es la implementación de una transición violenta tendente a desmontar el sistema político independiente que construyeron libre y democráticamente los venezolanos en 1999, para hacer uno a la sazón de los intereses estratégicos de EEUU como principal objetivo.
Tal cosa pasa por instaurar una transición dictatorial, por cualquier vía posible y aprovechando cualquier coyuntura que se presente, y accionar de manera violenta contra toda comunidad política o nacional que se exprese contrario a estas maniobras, siendo uno de los dispositivos utilizados con mayor predilección por los operadores políticos y tanques de pensamiento de Washington, al menos en el caso del hemisferio occidental.
Los ejemplos pudieran sobrar pero apenas si tomamos tendremos más que suficiente.
Por un lado el caso de Ucrania y la imposición de una “revolución de colores” bajo el barniz de una falsa lucha “democrática”, para derrocar un sistema político y un gobierno que tenía relaciones de respeto y equilibrio con la Federación de Rusia, que concluyó en la irrupción de un régimen político fascista totalmente adherido a los intereses del denominado occidente colectivo y, por ende accionar de todos los modos posibles para generar la guerra actual en Europa del Este y así desmontar la relación de intercambio entre el país eslavo y Europa Occidental, cosa que la fuerza de los hechos demuestra han conseguido.
Tal acción con un costo brutal en materia social y económica para el europeo promedio, que por cierto está en la actualidad causando una hecatombe social creciente con claros visos políticos en toda esa región.
Por otro lado la imposición de una transición nada democrática en el Estado Plurinacional de Bolivia, en 2019, que felizmente fue demolida por la voluntad democrática a la batalla dada por el pueblo boliviano que se organizó para echar por tierra la dictadura de Jeanine Añez, que pretendió ser reeditada en fechas recientes en este mismo país, y que no busca otra cosa que poner la balanza del litio a favor de los intereses de EEUU y la Unión Europea, siendo Bolivia una de las reservas más importantes de este recurso estratégico en especial para la tecnología.
Venezuela afronta un proceso electoral presidencial con los torques propios de una Nación sometida a medidas coercitivas unilaterales genocidas en todo sentido, no tanto por afirmaciones de opinadores sino por estudios pormenorizados de expertos e incluso de agencias de Naciones Unidas que ya ven estos dispositivos como crímenes de lesa humanidad que deben ser observados y valorados como tal.
De igual manera dispositivos de narrativa como “cambio político, “transición” o “alternabilidad” han sido presentados casi como biblias inamovibles que difunde la oposición en sus diversas expresiones para hacer ver la imposible victoria de la Revolución Bolivariana.
Todo esto para negar la existencia política y física de una comunidad democrática (el chavismo) que ha sido piedra angular de la derrota de todas y cada una de las maniobras anti democráticas de sectores extremistas, especialmente en esta última etapa de 11 años donde se dieron a la tarea de imponer la muerte de dicha comunidad política, cosa que no han podido fraguar siendo derrotados en cada acción.
Todo esto lleva al extremismo a andar con sus pies por caminos distintos y contradictorios. Por un lado participan en la ruta electoral ya que no tienen mayores alternativas desde Washington luego de la derrota sistemática en todas las maniobras fuera los cánones de la Constitución venezolana. Tal acción no les resulta muy cómoda ya que implica reconocer y andar bajo los principios y valores del sistema político de la V República, fruto de la irrupción de la Revolución Bolivariana, esa que han pretendido negar todos estos años.
Por el otro, y ante esta incomodidad y la posibilidad real de una nueva derrota en el campo electoral, inventan nuevas maniobras con el otro pie puesto en la insurrección, el atajo violento, maniobras que traten de alterar el propio proceso electoral en cada una de sus fases, e incluso tratar de imponer una lógica violenta abierta pos 28 de julio, conducente a cualquier forma política alterna y violenta a la derivada del sistema político vigente y del resultado electoral que solo da posibilidad a dos cosas, reelegir al Presidente de la República Nicolás Maduro Moros, o escoger otro Presidente de los nueve candidatos opositores inscritos.
Más de allí no hay otra cosa que la obligación de los venezolanos y de las venezolanas en general, desde su condición de pueblo libre, soberano, independiente y democrático y más allá del rol que cumplan en la sociedad, ser garantes de un proceso electoral que transite en absoluta paz y que derive así mismo en una aceptación de los resultados electorales, teniendo en cuenta que el proceso electoral se desarrolla sin ninguna alteración con varios procesos de auditoría previa al evento del 28 de julio, en la que participan representantes de las casi 40 organizaciones políticas participantes.
Los ojos del mundo están puestos en la República Bolivariana de Venezuela, y es labor de todos los venezolanos rechazar cualquier maniobra que genere violencia a partir de la voluntad democrática en la elección presidencial. El extremismo opositor no cesa en sus maniobras amenazantes y acciones para cantar fraude eventualmente el 28 de julio y tratar de abrir una etapa violenta.
De hecho grupos paramilitares colombianos han exhortado tener una reunión con los Gobiernos de Venezuela y Colombia para advertir de la presencia de dirigentes opositores quienes trataron de convencerles de ser parte de acciones de sabotaje y agresión para alterar la paz en Venezuela, durante este proceso electoral, denuncia que ha llevado a la Fiscalía del país a desarrollar una investigación para determinar todo lo concerniente a estos hechos.
No tenemos duda que la paz y democracia se impondrán en Venezuela, pero depende de estar alertas y sostener firmeza en la acciones para su defensa.
No será por arte de magia, sino de voluntad política.