martes, 14 de noviembre de 2023

Sobre el acuerdo de gobierno PSOE-SUMAR y el infantilismo de izquierda



Alonso Gallardo de los círculos comunistas 

noviembre de 2023

La gestión del momento geopolítico que vivimos debe ser para todo revolucionario fundamental, porque lo que hoy es cierto, mañana no lo puede ser y para avanzar en las condiciones de vida del pueblo, hay que saber mantener lo conseguido y seguir acumulando nuevas fuerzas para nuevos logros. Desde esta percepción relativista del materialismo dialéctico, en -"HOMO RELATIVUS" del iluminismo a Matrix una historia del relativismo moderno- libro de Iñaki Domínguez, contiene una frase que llama la atención por su actualidad en la interpretación que hacen de la realidad, algunas personas que teóricamente están llamadas a transformarla. Son reflexiones sobre Oscar Wilde; escritor, poeta y dramaturgo que dice: "En Wilde la forma lo es todo, la inteligencia y la emoción como vida interna del sujeto, son lo de menos. Y, ¿qué vínculo tiene esta preponderancia de la representación con el relativismo? Si no contamos con una base fija, o cosa en sí, podemos configurar cualquier representación y posicionarla en el lugar de la realidad. Habría, por tanto, tantas realidades como representaciones o diseños elaborados." Pag. 43. último párrafo.

La cuestión está que en estos días leyendo opiniones, declaraciones y pronunciamientos de partidos marxistas leninistas, sindicatos alternativos de clase, prensa digital alternativa, politólogos progres y dirigentes del movimientismo social; con excepciones, la mayoría dicen de la propuesta que va en línea con los intereses de la gran patronal, la oligarquía dominante y el imperialismo, como si para transformar la realidad, el problema fuera una cuestión teórica sin necesidad de una alternativa real de partido obrero. Ésta apreciación idealista que se queda en la forma y sin contexto, al no partir del análisis marxista de la historia de la socialdemocracia, lo percibe, cómo si el ser del acuerdo en sí, no estuviera sometido en su elaboración al objetivo que lo fundamenta: ser aprobado por mayoría simple en el parlamento. La cosa en sí, su vida interna y la inteligencia de la propuesta de gobierno, está en su capacidad de ser asumida por un conjunto de fuerzas políticas que van desde burguesías periféricas al progresismo nacionalista, buscando acuerdos que le justifiquen su existencia social, basada en asumir competencias que garantizan la igualdad del estado de bienestar, que gestionarán las burguesías nacionalistas con el apoyo de fuerzas internas del PSOE, para dirigirlas por la vía neoliberal en entendimiento con la derecha y la Comisión Europea, representantes de la oligarquía imperialista yanqui. Similar a la anterior legislatura con el grueso de las reformas progresistas sobre el salario mínimo, pensiones o reforma laboral.

La vida y la inteligencia de la cosa en sí de la propuesta, también está en si se corresponde con la actual correlación de fuerzas de las clase populares y que como sabemos, incluido el enemigo de clase: es ninguna. Con unos grandes sindicatos sumisos y confortados dentro del sistema y el mismo criterio de reformar el capitalismo para democratizarlo -como mucho- que los del gobierno. Otros sindicatos de clase alternativos, perdidos en el movimientismo identitario de nacionalidad cuando no de género, despreciando la organización de las batallas sindicales y la negociación colectiva, al que se añade un movimiento de barrio perdido en actividades sociales y culturales, sin capacidad de dar la batalla por la recuperación de lo perdido del estado de bienestar en vivienda, transporte o salud y unos partidos marxistas leninistas perdidos en dogmas e identidades, incapaces de avanzar siquiera en la unidad de acción, después de más de sesenta años de división comunista y de la derrota ante el revisionismo posmarxista actual, que nos gobierna y supera en táctica, programa y alianzas.

Entrando en el acuerdo de gobierno, profuso en generalidades y pequeño en detalles concretos, más allá de proseguir en economía con los acuerdo hasta ahora desarrollados de cortar la avaricia de la banca, en detalles como el de las comisiones en la retirada de dinero en ventanilla o una atención directa para los mayores, temas populares y necesarios que la derecha nacionalista el negarse a ello implicaría un desgaste y así es una concesión, ya que acordar una banca pública, nacionalizaciones o creación de un parque público de viviendas, a un gobierno que solo puede formarse apoyado por la burguesía vasca y catalana es infantilismo de izquierda, porque el margen del nacionalismo en las concesiones depende de la correlación de fuerzas y el límite, en que no afecte a la línea fundamental del desarrollo económico de una sociedad financiarizada de extractivismo social, donde todos los derechos sociales deben estar en el libre mercado para el que pueda pagarlo.

Sobre lo acordado en empleo -antes del decreto tiene que pasar por el acuerdo social con sindicatos y patronal- avanza en lo legislado y soluciona algunas deficiencias de las leyes aprobadas, como el descuelgue de las empresas en la negociación colectiva, el refuerzo en la causalidad del despido, el estatuto del becario o del desempleo que ahora es posible, pero un nuevo estatuto del trabajador que unifique en un texto lo desarrollado en esta última legislatura que impide o dificulta la precariedad laboral y la subcontratación, que fuerza el derecho fundamental de la negociación colectiva, jornada laboral de siete horas y media al día de computo -no confundir con la jornada del empleado público- que obliga a la patronal a concretarla en convenio o debiera. Pero sin sindicatos de clase que peleen la negociación colectiva y la aplicación de la ley, movilizando a la clase trabajadora y luchando para que la democracia entre en el centro de trabajo; pedirlo en seco es infantilismo de izquierda y más, cuando la élite dominante de la burguesía nacionalista forma parte de la burguesía española.

Con la agenda verde pasa lo mismo, intenta parar abusos pero es incapaz de transformar la agenda 2030 -instrumento de cambio por el capital de la energía fósil contaminante por una verde a costa del erario público y el bolsillo de la clase trabajadora- por eso, el objetivo de nacionalizar o crear una empresa pública con este gobierno con el voto nacionalista es infantilismo de izquierda. Quizás donde más empeño ponga el gobierno futuro sea en la parte social y de bienestar, actuando sobre los márgenes de beneficios de la banca y monopolios ante la nueva crisis del petróleo que se avecina, para financiar empresas y mantener empleo, que no está mal pero que no merma los escandalosos beneficios de la banca y multinacionales, que son los que controlan el mercado libre monopolizado. Una cesta de la compra subvencionada beneficia a la clase obrera y perjudica poco al capital, como el apoyo a la crianza de los hijos o el salario mínimo vital, que favorece al que poco tiene pero no empodera a las personas y lo encadena a un subsidio que no te mata, pero tampoco te permite vivir. Pero es parte de la agenda del progresismo internacional en línea con la renta básica, muy lejos del derecho al trabajo con derechos, que empodera y genera igualdad entre las personas sin diferencia de género o raza. Por eso, cuando nuestra agenda todavía ni se vislumbra porque no trabajamos por ella, exigir más derechos a este gobierno futuro es infantilismo de izquierda, cuando la gestión pasa por los ayuntamientos, comunidades autónomas y la Comunidad Europea y por subvencionar a las autonomías gestionadas por la derecha y neoliberales, que como hasta ahora bloquearán lo máximo posible su aplicación ante la falta de un Estado real que dirija.

Lo mismo con el tema de las pensiones, donde mantienen la sostenibilidad actualizándola según IPC, pero sin mejorar el sistema de recaudación sobre el total del ingreso del trabajador o reducción en años de cotización y edad para ser perceptor de la jubilación. Sigue favoreciendo bonificaciones de la hacienda pública a los fondos de pensiones privadas e individuales de empresa, idea nefasta que apoyan sindicatos de clase perjudicando a la pública. Será imposible de evitar en la oferta de la banca pero muy necesario acabar con que se les favorezca impositivamente por la hacienda. Con la confluencia en la lucha del movimiento de pensionistas con los sindicatos de clase, logramos ayer actualizar y mejorar las pensiones de la mano de la ministra de trabajo y hoy, solo si persistimos en una movilización unitaria denunciando el favoritismo de Hacienda con los fondos de pensiones privados y de empresa, exigiendo la mejora de la pública en la recaudación sobre todo el salario del trabajador para recortar años de edad y cotización para ser receptor, lograremos algo. Pero sin esto, divididos y atomizados, pedir que el gobierno acuerde con la derecha nacionalista -que saben de que va la lucha de clases- una pensión mínima igual al salario mínimo es infantilismo de izquierda.

Que decir del plan de choque en atención primaria, dependiente de las comunidades autónomas en manos de neoliberales de derecha e izquierda que propone financiarlo desde el gobierno nacional, cuando todavía hoy, no se sabe en que gastaron los gobiernos autonómicos las subvenciones para la lucha contra el covid, cuando cerraron a cal y canto el instrumento vital existente cercano al pueblo: los centros de salud, enclaustrando en las casas a los enfermos con los sanos. Pedir un acuerdo que recupere la sanidad pública sin una movilización constante unitaria en barrios, pueblos y sanitarios, en una propuesta de gobierno apoyado por la derecha nacionalista es infantilismo de izquierda.

Lo que plantea sobre una administración más ágil es plausible, porque a la burguesía periférica la parte destructiva de la derecha reaccionaria española, de una España rota antes que gobernada por la izquierda reformista, no le interesa porque perjudica a su electorado, pero en absoluto significa que cambiarán los aparatos del estado de mano ni se realizarán las reformas necesarias. El problema de la gobernabilidad en España está, en que el estado autonómico no significó la descentralización en la gestión democrática, significó en el proceso de transición de la dictadura fascista a la democracia capitalista, una cesión de la oligarquía a la burguesía periférica, para la generación de pluralidades nacionales y la división de la clase obrera, en conformidad con el reformismo actual. Lo que impide la conformación de una mayoría social política por un estado de derecho, es el estado autonómico y no solo por el error del reformismo oportunista, era lo fundamental de la estrategia de la oligarquía dominante para impedir futuras mayorías de izquierda. En el actual colapso del capitalismo de libre mercado, prefieren una España rota antes que gobernada por una izquierda exigiendo concesiones y de ahí, la violencia del fascismo y de la derecha en la calle y en las estructuras del estado.

Solo queda como cuestión importante del acuerdo las grandes líneas de la política internacional, europea y la lucha contra la guerra. Solo desde un infantilismo de izquierda se puede pedir al PSOE que se posicione en línea con el internacionalismo solidario, cuando fue el principal artífice de la entrada en la OTAN, de la entrada en la Comunidad Europea de los mercaderes, del abandono del Sáhara, del apoyo al golpe de estado nazi y a la guerra en Ucrania, del bloqueo de Cuba, Nicaragua, Venezuela o Corea del Norte y siempre, con el reconocimiento y apoyo al estado sionista y nazi de Israel. Con esta historia detrás y muchas recientes ¿cómo entendemos el apoyo al secretario general de la ONU, a las resoluciones de la ONU y al derecho internacional? Solo podemos entenderlo de una forma; que con el apoyo de Portugal y otros para la defender al pueblo palestino ante la barbarie sionista, como presidente de la Comunidad Europea encontraron un resquicio para poder hacer una propuesta consensuada de alto el fuego en Palestina, contra el criterio de EEUU y sicario. Lo demás habrá que ganarlo con la gente en la calle presionando por la izquierda.

El problema de los comunistas es que no actuamos en corresponsabilidad con la clase trabajadora, sino como supuesto representante al que nadie pide cuentas y mientras no cambiemos y adoptemos una línea política de masas, su desideologización y desvertebración continuará. Si no combatimos a la socialdemocracia en el seno de la clase obrera, nunca ganaremos la hegemonía y la continuarán hegemonizando y mientras no partamos de la lógica dialéctica para el conocimiento de la realidad aplicando los principios marxistas como el de la lucha de clases, nuestra miseria continuará. En la actual realidad, más allá del éxito de las movilizaciones contra el sionismo en Palestina, quien lleva la movilización en la calle son las fuerzas reaccionarias y el fascismo, que son el enemigo principal que controlan las estructuras de poder del estado. Se trata de vencer no morir de viejo en el intento.

Ante esto la única salida que las fuerzas revolucionarias tenemos es unirnos con la clase obrera y el pueblo, uniendo todo lo unible contra el enemigo principal: la oligarquía imperialista representada por el PP y VOX. Debemos hacer una defensa crítica del acuerdo porque es lo único que impide que se forme un gobierno reaccionario de la derecha fascista como en Grecia y sin pérdida de tiempo, avanzar por la unidad de las fuerzas comunistas de España en torno a tres ejes: (1) El marxismo leninismo como instrumento de los oprimidos para la revolución, (2) El estado único para el pueblo trabajador desde el respeto a las distintas lenguas y culturas, (3) Línea política de masas de trabajo en las organizaciones de masas para luchar por la hegemonía en el seno de la clase obrera; creando los contrapoderes obreros y populares necesarios para derrotar al fascismo incrustado en el estado, que impide la llegada de la democracia avanzada de la clase trabajadora para su emancipación.