martes, 18 de abril de 2023

Aportación para restar gresca entre Podemos y Sumar desde una línea política de masas



Alonso Gallardo militante comunista … abril del 2023

Cuando se carece de línea política y programa estratégico y exclusivamente nos apoyamos en las expresiones populistas o de la unidad popular, sucede que se va a salto de mata de cada titular de medio de comunicación, dando pie a que las fricciones personales se enconen y entonen cada vez con más fuerza el do mayor. Así sucede en todo lugar cuando a falta del debate ideológico, político y organizativo de la lucha, se sustituye por la subjetividad, fobia o empatía personal, multiplicada con las notas de prensa y televisión como pasa entre los componentes de Unidas Podemos, a la que se suman el resto de agraviados partícipes del proceso, iniciada la curva de decadencia de Podemos. Teniendo una línea política no se evita pero posibilita llevarla a lo político.

Pero como dice el refrán -del agua mansa líbreme Dios que de la brava me libraré yo- de meterme en semejante berenjenal sin puerta de entrada ni salida; pero sí interesa aclarar ciertas afirmaciones, que desde la izquierda marxista leninista se realizan sobre este debate tan subjetivo, con la intención malsana de denigrar y lejos de ser aportativos, aunque lo último que van a definir los contrincantes del movimiento reformista, es situar las diferencias políticas existentes entre ellos, por mucho que el aclararlas es la única manera de encontrar la salida en unidad, para la única alternativa programática por la izquierda del PSOE, cosa que referiré al final.

Pero antes, situar dos temas para los que se definen como marxistas leninistas; que para una crítica correcta, lo primero es partir del análisis concreto de la realidad en que está sumergido el conflicto y una de las fundamentales es el contexto económico y geopolítico internacional, sin el cual, es difícil llegar a conclusiones correctas para confrontar con el enemigo principal y no acabar en la cama con él y segundo, saber con quién te puedes acostar y dependiendo de la confianza, tomar las medidas profilácticas pertinentes o ninguna, en el caso de confianza ideológica y política total.

Todo economista serio, incluidos los marxistas y organismos internacionales como el FMI, ponen a partir de los años setenta del siglo pasado, el descenso de los beneficios del capital productivo y de la necesidad del aumento de la inversión, para mantener los márgenes de beneficios en un mundo de mercado globalizado y donde, potencias emergentes que han florecido bajo la desindustrialización de los países coloniales, por la reducción del coste de mano de obra mediante la deslocalización de la producción y para reducir la conflictividad laboral local. Hoy cincuenta años más tarde, el PIB de los cinco países del BRICS supera a los históricos imperialistas del 7G, en plena competencia en un mercado globalizado y hasta ahora, monopolizado por el "libre mercado".

De esta realidad, el capital internacional dirigido por la banca financiarizada de EE.UU, dominante en un mundo globalizado, bajo la práctica imperialista del orden bajo sus reglas tras el hundimiento de la URSS, surgen dos procesos paralelos: Uno, de financiarización de la economía bajo criterios especulativos mediante métodos piramidales, de las cuales, la explosión más sonora fue la de 2007- 2008 de las hipotecas subprime en EE.UU, que muchos erróneamente la ponen como inicio de la crisis global y sistémica en la que estamos desde los años setenta del siglo pasado, cuando no fue la primera ni la última, ya que actualmente con la explosión del Silicon Valley, se está gestando una factura para que no quiebre el sistema financiero que superará la del 2008, sustentada sobre la base de tirar papel con la máquina del dinero público sin base material detrás; con la particularidad de que el dinero ficticio al no estar sustentado por la producción, no crea riqueza social, haciendo solo más rico al que ya lo es, pero no a la clase trabajadora, ni al comerciante, ni agricultor, ni a la clase media de autónomos, profesionales, técnicos y comerciantes, sólo hace más rico al muy rico.

Y dos, el proceso está guiado por la práctica neoliberal del extractivismo de los derechos sociales del estado de bienestar social basado en lo público, sacando al libre mercado capitalista para el que se lo pueda pagar, todo lo relacionado con nuestros derechos en la sanidad, enseñanza, pensiones, dependencia, servicios sociales, justicia, vivienda, agua. luz, calefacción, transportes, viviendas o las comunicaciones. Todo derecho basado en una necesidad social, sacado al libre mercado del capital para el que se lo pueda pagar, para el beneficio empresarial y como dictadura constitucional del capital.

Si a ello añadimos, que el fracaso de la ruptura en España lo marcó el pacto social de la transición que liberales del PSOE y eurocomunistas del PCE pactaron con la oligarquía dominante, basado en un estado de derecho social bajo la garantía de Europa. Pero siendo presidente por el PSOE José Luís Rguez. Zapatero, lo rompió en el 2011 a fuerza de presión de la banca, grandes empresarios, medios de comunicación y los poderes fácticos del fascismo de los aparatos del estado y que no quepa la menor duda, por la presión del todopoderoso imperialismo yanqui que desde la crisis del 2008, exigía recortes en todas sus colonias de los derechos sociales de la clase trabajadora, para mantener su cuota de beneficios en un mercado libre globalizado y unipolar dirigido por ellos.

Consecuencias, que nadie espere pactos con el gran capital con mejoras sociales. El PCE no firmó la ley de amnistía, la constitución monárquica, el estatuto de los trabajadores, ni rompió el estado español en diecisiete trozos, ni se suicidó cediendo la iniciativa política a cambio de nada. Acordó un pacto social de estado de bienestar garantizado por Europa con la oligarquía, en un contexto de desarrollo productivo del sistema fordista, a cambio de no poner en cuestión el poder económico ni el aparato represor del estado franquista. Pero llegó la crisis global y sistémica del capitalismo de libre mercado y la oligarquía implantó de nuevo la lucha de clases; que estamos perdiendo.

Por eso, no se puede igualar a la socialdemocracia liberal de los años setenta del siglo pasado, a la ofensiva y con apoyo de la clase obrera con la actual, porque la base económica sobre la que se crea es radicalmente distinta y la correlación de fuerzas también. El pensamiento reformista de izquierda es fruto del fracaso de la socialdemocracia liberal, del eurocomunismo y de las fuerzas marxistas leninistas, hoy lejos del marxismo y de ser alternativa, como lo dice el nulo papel jugado durante estos últimos cincuenta años. Por eso, hoy en plena crisis global y sistémica del capitalismo de libre mercado, será más fácil ganar el socialismo que la vuelta al estado de bienestar bajo la dictadura del burgués y por eso, podrán comprar a los más débiles como a Errejón cuando rompió Podemos, pero no podrán comprar un movimiento que engloba al grueso de la clase obrera y al pueblo, porque el capitalista español en lo fundamental hoy vive del turismo, de las rentas y de la privatización de los servicios públicos que garantizaban el estado de bienestar.

Resolver la cuestión de con quién se pacta en política bajo la lucha de clases, obliga a definir quién forma el campo del enemigo, de quienes son los aliados del pueblo y quienes forman el pueblo y en el análisis concreto no valen genéricos. Los que representan a la clase obrera tienen nombres en sus organizaciones de masas políticas y sociales y nunca la alianza con la clase obrera es en abstracto y usamos el genérico, cuando lanzamos las soflamas para la lucha aunque ideológicamente hoy esté por detrás de los sindicatos burocratizados. Con el resto de clases sociales pueden o no formar parte del pueblo dependiendo de la opción que tomen, pero nuestra labor inteligente es ganarlas para el pueblo y no echarlas como se está haciendo ahora, en brazos del enemigo principal: la oligarquía globalista quien nunca formará parte del pueblo.

Somos de la clase obrera por el salario que recibimos por la venta de nuestra fuerza de trabajo, por el lugar que ocupamos en las relaciones de producción y no tener mando ninguno en la dirección empresarial, por mucho que se consideren clase media y por mucho que el infantilismo de izquierda los considere reformistas, lo somos por la posición que ocupamos en el sistema productivo y no por lo que él crea o el izquierdismo infantil piense. Si partimos de la nueva realidad geopolítica de crisis global y sistémica del capitalismo de libre mercado y de su política para la acumulación de capital, con estas fuerzas políticas, sindicales y sociales que la representan podemos acostarnos, porque son de la clase obrera y usar las medidas profilácticas pertinentes o ninguna, según el nivel de confianza que tengamos y sin olvidar en ningún momento, la lucha ideológica y política contra el oportunismo liberal y el izquierdismo sectario que nos divide y derrota, incluido dentro de nuestras filas.

Queda definir lo más complejo, porque el reformista habla mucho por los medios de comunicación, pero son ágrafos en cuanto a definir planes con un planteamiento táctico y programático a medio plazo, al estar inmersos en la respuesta del día a día del programa de reformas. Esto obliga a partir de los silencios existentes entre Irene Montero y Yolanda Díaz como sus principales dirigentes, con respecto a las iniciativas que cada una gestiona y que contienen líneas políticas que tienen bases contradictoria, que mal gestionadas pueden pasar y nunca mejor dicho como ahora, a antagónicas, pero por mala gestión orgánica o mejor, por falta de una organicidad que obligue en determinados momentos a la disciplina de las mayorías.

La dirección de Podemos desde el abandono de Pablo Iglesias la sitúa políticamente Irene Montero, principalmente en batallas culturales del feminismo identitario de género, de la violencia machista, del reconocimiento de las diferencias sexuales como identidades y de la generalización de la ayuda social a los más desfavorecidos, en la línea de la renta social entre otros temas. Yolanda Díaz en cambio, se centra en las condiciones de vida y trabajo del sector de la clase obrera más precarizado, al obligar por ley al contrato fijo, a la negociación colectiva, a reducir la subcontratación laboral, a la obligatoriedad de pago del convenio, la eliminación del trabajo negro o ilegal entre otras cosas, las cuales favorecen en mayor medida a la juventud, la mujer y migrantes.

Los réditos están ahí y vemos como Yolanda Díaz, ha conseguido con su discurso y su práctica apoyándose en las direcciones de CC.OO y UGT, convertirse en referente dentro de las posiciones del reformismo y amplios sectores del pueblo, por las transformaciones y creación de empleo en el mundo del trabajo, en pelea diaria con la patronal, neoliberales derechista del PSOE y del gobierno. Irene Montero en cambio ha creado una base asistencial, que si colaborasen las administraciones de forma obligada por el estado en su funcionamiento, posibilitaría un paso adelante en la eliminación de la pobreza, pero en un país sin estado nacional como España, su puesta en marcha es deficiente, compleja y mal estructurada, además, que cualquier propuesta progresista se basa en enseñar a ser soberano y aquí, falta la fase de la integración social y laboral como camino del empoderamiento personal y también, que con su ley del 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas lgtbi, ha dividido al movimiento feminista de clase, situando la lucha del feminismo en el ámbito exclusivo de la mujer como género y fuera de la clase trabajadora, como mujer explotada, aunque su posición contra la guerra imperialista yanqui en Ucrania, es más avanzada que el silencio de SUMAR o sus aliados IU y PCE que es de pena.

La izquierda desde la más revolucionaria hasta la más reformista, debe entender que después de la apuesta iniciada por SUMAR todo lo demás es tierra quemada, la marxista leninista por falta de un cuerpo visible y la ligada a Podemos, por falta de un programa que esté por encima de identidades incluso, por encima de la clase obrera como sujeto revolucionario si ya no lo consideran, pero es imposible avanzar sin poner la general de pueblo. Nos jugamos todo y lo digo por las generales de fin de año, porque las municipales y autonómicas a estas alturas ya están perdidas para la izquierda, porque si al triunfo de la derecha por la alta abstención electoral de la clase trabajadora, coincide con una abstención de la izquierda militante en las generales, tendremos en el gobierno de España para el 2024 a la extrema derecha y al fascismo, que anulará no solo todo lo avanzado en pensiones, salarios, creación de empleo o derechos sociales, sino que se endurecerá aun más la represión con recortes de libertades y derechos sociales.

El cuanto peor no es lo mejor para la clase obrera y el triunfo, aunque sea desde la perspectiva de lo menos malo, favorecerá a la clase obrera y aunque sea un poco utópico, vista la falta de seriedad de los marxistas leninistas, tiempo a ganar para ahondar en la unidad comunista tan necesaria como alternativa del pueblo, para luchar contra la guerra y la conquista de un mundo más democrático y multipolar, bajo las reglas del derecho internacional.