
1.-Introducción. “Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases. La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado. El capitalismo lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas. Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”. (El manifiesto comunista)
La crisis sistémica del capitalismo obliga a las burguesías a intensificar la explotación y la lucha por el control de los recursos y las materias primas en los diferentes continentes. En estas condiciones se pone de manifiesto a nivel global el odio que la clase dominante, la burguesía, tiene a la clase dominada, la clase trabajadora. En la actualidad es muy elocuente lo que está ocurriendo en Gaza con la violencia a la que conduce esta inquina de la burguesía imperialista. El plan del ejército sionista es el de constituir el gran Israel; para ello necesita apropiarse de los territorios de Palestina, Siria, Líbano y otros países limítrofes, para actuar como plataforma desde donde controlar las riquezas de la zona para que las grandes corporaciones económicas puedan desarrollar sus planes de expansión, ganancias y enriquecimiento. Para lograr esto, el sionismo arrasa sin contemplaciones la vida de seres humanos, y todo tipo de infraestructuras, hospitales, escuelas, viviendas, carreteras, etc. El objetivo es matar a todos los palestinos o expulsarlos de esos territorios sabiendo de antemano que cuentan con el apoyo incondicional de la clase dirigente occidental que, salvo discursos para lavar la imagen, van a facilitar esa destrucción.
El sionismo puede hacer lo que hace porque cuenta con el apoyo directo e indirecto de los gobiernos occidentales y de la OTAN, sobre todo, de EEUU. La burguesía europea y americana calla y alimenta militarmente a Israel. El gobierno español, con una hipocresía tal que aparenta estar a favor de Palestina, también ha firmado en el último año y medio contratos de compraventa de armamentos con Israel por un valor de miles de millones de euros. Israel es la herramienta que asegura los intereses de las grandes multinacionales en esa parte del mundo en donde la abundancia de los recursos y materias primas son fundamentales para sostener el capitalismo mundial. Sin embargo, este deseo ilimitado de controlar territorios y apoderarse de riquezas y bienes está acarreando conflictos cada vez más graves, implicando en el conflicto a muchos países, lo que puede llevar a un enfrentamiento global en esa área comarcal con la destrucción del propio Estado de Israel.
2.-Las denuncias al régimen sionista. Van der Leyen, presidenta de la Comisión europea con antecedentes familiares nazis y comportamientos de honorabilidad personal muy dudosos durante su pertenencia como ministra de Defensa en el gobierno alemán de Ángela Merkel, actúa apuntalando la violencia del régimen de Netanyahu. La relatora especial de la ONU, Francesca Albanese, la ha denunciado al convertirla en partícipe por omisión y por apoyo activo a los crímenes que se están cometiendo en Gaza. Este enclave no es solo un símbolo de la lucha de resistencia de un pueblo, es también una trinchera de las clases oprimidas contra los intentos del capital de desempolvar viejos mecanismos para el control colonial del mundo. La memoria imperialista de occidente sigue estando presente en las aspiraciones de sus líderes para la dominación, la explotación y el exterminio. La relatora de la ONU denuncia a unas estructuras de poder sin las cuales sería imposible el martirio colectivo en Palestina. La acusación no sólo va dirigida a los gobiernos porque mantienen estrechas relaciones materiales con el estado sionista, también porque permiten que la Banca y las grandes empresas tecnológicas productoras de armamento funcionen en perfecta sintonía, así como a los medios de comunicación occidentales que legitiman la masacre y tal agresividad contra niños, hombres y mujeres de Palestina.
En todo caso, es el derecho internacional nacido de la II guerra mundial el que da la base jurídica para que la oligarquía mundial tenga plena libertad y seguridad de que las cosas se hacen según sus intereses sin problemas. El respaldo de las élites europeas al genocidio en Gaza no es un error de cálculo ni un olvido de valores: es una política de clase.
El Estado sionista busca la exterminación del pueblo palestino; no diferencia entre niños y mujeres para sus asesinatos, las diferencias de edad no se tienen en cuenta, se trata de destruir de raíz todo el campo eliminando los árboles y todas las semillas de las que emanan. Las Naciones Unidas y los organismos internacionales abusan de la hipocresía denunciando las masacres, pero no toman medidas prácticas que puedan detenerlas. El discurso de estas instituciones manejadas por las grandes potencias va en oposición con la práctica, pero actuando de este modo se aplacan las ansias y sentimientos de condena que surgen en los pueblos ante esta violencia indiscriminada.
En esta suma de apoyos al genocidio están las monarquías dictatoriales árabes; del mismo modo a como Marx hacía referencia al proletariado andrajoso que se unirá a la burguesía, en el caso del genocidio palestino vemos que los andrajosos son las monarquías árabes, que van de la mano de las burguesías europeas, permitiendo el sacrificio de sus pueblos con tal de mantener el edificio que les asegura sus bienes y sus patrimonios esplendorosos.
3.- El apoyo a Palestina. En las últimas horas, los bombardeos criminales de Israel se extienden a Palestina, Siria, Líbano y Yemen. Palestina y su resistencia armada, es hoy día, un claro ejemplo de la lucha contra el fascismo, la cara más reaccionaria y violenta del capitalismo que sale a relucir cuando este entra en crisis. Otras fuerzas como Hezbolá en el Líbano y los yemeníes apoyan de modo incondicional a los palestinos; estos últimos ya habían derrotado a la coalición militar dirigida por Arabia saudí y ahora hacen lo mismo con Estados Unidos, que se interesan en un alto el fuego para evitar que las bombas caigan sobre sus portaviones estacionados en el Mar Rojo por lo que negociaron la semana pasada por medio del enviado especial de Estados Unidos a Oriente Medio, Steve Witkoff. En el resto del mundo, los pueblos muestran su solidaridad contra el genocidio en la medida en que se extienden e intensifican las acciones criminales del sionismo. Así, se multiplican las manifestaciones en todas las partes de los continentes denunciando tales crímenes, a la vez que comienzan a surgir voces que resquebrajan las propias superestructuras institucionales que hasta ahora componían una base sólida del nazi-sionismo. Gobiernos que comienzan a reprochar a Israel su excesiva violencia, la relatora especial de la ONU, Francesca Albanese, critica la cobertura de los medios occidentales y cuestiona su compromiso con la ética periodística. En Estados Unidos, la fiscal general de Michigan, Dana Nessel, desestima los cargos contra siete estudiantes universitarios procesados por protestar en favor de Palestina, señalando que el caso se había convertido en “un punto de conflicto político”. Por otro lado, las acciones de Yemen contra los portaviones americanos en el mar Rojo los obligan a replegarse
4.- Los líderes europeos se alinean con el nazismo. La historia, la información, la ideología, la memoria y todo lo que contribuye a la identidad colectiva forma parte de la maquinaria de la lucha de clases. Así que no nos extrañemos que las élites de la UE silencien el terrorismo israelita, y nieguen con su narrativa la participación en la celebración en Moscú, el día 9 de mayo, del triunfo sobre el fascismo. Esta actitud de los gobiernos del mundo occidental no es ninguna contradicción, ni ningún disparate. Es un trabajo ideológico por borrar de la memoria una realidad colectiva. La cultura europea ha estado silenciando que los países occidentales movilizaron sus fuerzas militares contra Hitler sólo cuando la Unión Soviética estaba derrotando de modo contundente a los ejércitos nazis.
El talante protagonista en esta conducta de rechazo a la celebración de la derrota del nazismo en Moscú, el 9 de mayo, corresponde principalmente a Alemania, que nuevamente quiere ser la potencia central de la Unión Europea, como actor militar y estratégico, siendo la nación que más apoyo material está prestando a Israel junto a los EE.UU. En este marco es en el que las élites políticas alemanas quieren desligarse de su responsabilidad histórica. Por eso, prohíben las banderas soviéticas y se niegan a participar en la celebración de la victoria del Ejército Rojo sobre el fascismo. Esta actitud supone negar el reconocimiento del papel decisivo de la URSS en la derrota de Hitler, dándole a Rusia la legitimidad moral que se deriva de ese acto. Romper ese vínculo, borrar de la memoria de los pueblos la liberación soviética es lo que intentan las élites políticas y económicas de Alemania. Este trabajo ideológico unido a la recuperación de la fortaleza militar daría alas a los intentos de avanzar sin trabas hacia el Este otra vez.
Saben que habrá actos conmemorativos que tendrán lugar en los monumentos soviéticos de Berlín, como el emblemático Ehrenmal del Treptower Park, el mayor memorial de este tipo en Alemania, donde están enterrados 7.000 soldados soviéticos. Por ese motivo la sentencia del Tribunal Administrativo de Berlín ha sido aplicada específicamente a los actos conmemorativos que tendrán lugar en esos monumentos soviéticos de Berlín. Aunque las prohibiciones abarcan a las banderas soviéticas y símbolos relacionados, así como uniformes militares, medallas, canciones de marcha y cualquier emblema que pueda interpretarse como apoyo a Rusia en el actual conflicto con Ucrania. (insurgente.org)
El hecho es que el fascismo reaparece con fuerza en unas condiciones materiales e ideológicas que promocionan y difunden las élites políticas de la Comisión Europea liderada por Van der Layen. Algunos países europeos de manera muy significativa Alemania y Francia, frente a otros que colaboran de modo más disimulado, no sólo aportan material de guerra a los regímenes nazis de Ucrania y a Israel, sino que silencian las masacres actuando contra los medios de comunicación que no le son favorables, prohibiendo las movilizaciones de denuncia y los actos públicos que en diferentes localidades del viejo continente celebran la derrota del nazismo o abominan de los asesinatos sionistas. Las cuestiones ideológicas se resaltan con una maquinaria estatal y mediática cada vez más agresiva, que recupera de tiempos pasados los discursos de odio, buscando culpables externos que puedan justificar la militarización y el aumento de los gastos militares. En ese caminar están los países centrales de Europa. En definitiva, las élites rechazan las ideas socialistas por mantener su situación de privilegio, intentando desacreditar la posibilidad de que un mundo más justo y equitativo sea posible.
Imagen de portada: https://puntocritico.com/ – Creative Commons