A pesar de la brillante gestión de los medios de comunicación por parte de Israel, el ataque con misiles iraníes del 1 de octubre fue un éxito espectacular. Demostró la capacidad disuasoria de Irán para aplastar a Israel, si fuera necesario. Estados Unidos también quedó en evidencia al no ser capaz de interceptar los misiles hipersónicos de Irán.
Muchos de los misiles iraníes penetraron el sistema de defensa aérea de Israel, sembrando el pánico, pero Biden reconoció que aún no habían tomado ninguna decisión sobre el tipo de respuesta que debería dar Israel. “Si estuviera en su lugar, pensaría en otras alternativas además de ir a los campos petrolíferos”, dijo Biden en una rara aparición en la sala de reuniones de la Casa Blanca, un día después de que los israelíes dijeran que era inminente una “respuesta significativa”.
Biden añadió que los israelíes “aún no han decidido qué van a hacer” en represalia. También dijo que Netanyahu debería recordar el apoyo estadounidense a Israel a la hora de decidir los próximos pasos. Dijo que estaba tratando de unir al mundo para evitar una guerra total en Asia occidental.
En esta pantomima, es más seguro creer a Biden, porque sin la asistencia de Estados Unidos –y sin su intervención directa– Israel simplemente no tiene capacidad para enfrentarse a Irán. La dominación regional de Israel se reduce a llevar a cabo planes de asesinato y atacar a civiles desarmados.
Pero la cuestión de la autonomía de Israel respecto a Irán también es discutible. Las nuevas tecnologías de inteligencia estadounidenses ayudaron a localizar al dirigente de Hezbollah, Sayyed Nasrallah, y a transmitirlo a Israel, lo que condujo a su asesinato.
El director de la CIA, William Burns, intervino para refutar los rumores de que Irán realizó una prueba nuclear el sábado. Hablando en una conferencia de seguridad, Burns dijo que Estados Unidos estaba siguiendo de cerca la actividad nuclear de Irán en busca de cualquier señal de construcción de una bomba nuclear. “Hoy no vemos evidencia de que se haya tomado tal decisión”, afirmó. Con sus palabras, Burns eliminó silenciosamente otra coartada para atacar a Irán.
La ayuda rusa a Irán cambia la correlación de fuerzas
Un factor crítico que ha hecho que Israel y Estados Unidos retrasen cualquier ataque contra Irán es la severa advertencia de Teherán de que cualquier ataque a su infraestructura por parte de Israel provocaría una respuesta aún más dura. “Al responder, no dudamos ni nos apresuramos”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, quien, dicho sea de paso, viajó a Líbano y Siria este fin de semana para enviar a Israel un “mensaje” de desafío –como él mismo dijo– de que “Irán ha apoyado firmemente la resistencia y siempre la apoyaremos”.
El 4 de octubre Alí Jamenei pronunció un discurso para decir que Irán y el Eje de la Resistencia no darían marcha atrás ante Israel. Irán no “postergará ni actuará apresuradamente para cumplir con su deber” de hacer frente a Israel, dijo Jamenei.
Pero lo que disuade a los israelíes y preocupa a los estadounidenses es otra cosa: la creciente sombra de Rusia en el tapiz de Asia occidental. En las últimas semanas se han transferido a Irán armas rusas muy avanzadas, con el despliegue de personal militar ruso para operar esos sistemas, incluidos misiles S-400. Se especula que el Secretario del Consejo de Seguridad ruso, antiguo ministro de Defensa), Serguei Shoigu, ha realizado dos visitas secretas a Irán recientemente.
Aparentemente, Moscú también respondió a la solicitud de Irán de datos satelitales sobre objetivos israelíes para su ataque con misiles del 1 de octubre. Rusia también suministró a Irán el sistema de guerra electrónica de largo alcance “Murmansk-BN”, que es capaz de interferir e interceptar señales de radio enemigas, GPS, comunicaciones, satélites y otros sistemas electrónicos hasta a 5.000 kilómetros de distancia y neutralizar municiones “inteligentes” y sistemas de drones. También es capaz de perturbar los sistemas de comunicaciones por satélite de alta frecuencia pertenecientes a Estados Unidos y la OTAN.
Desde el punto de vista de Estados Unidos, la ayuda rusa a Irán plantea el preocupante espectro de un choque directo cuyas consecuencias ya están experimentando en Ucrania. El domingo las agencias de noticias oficiales rusas citaron al asesor presidencial Yuri Ushakov diciendo que Putin planea reunirse con su homólogo iraní, Massoud Pezeshkian, en la capital turcomana, Ashgabat, el 11 de octubre. Ushakov no proporcionó más detalles sobre este encuentro, lo que resulta sorprendente ya que los dos líderes se reunirán nuevamente durante la cumbre de los Brics que se celebrará del 22 al 24 de octubre en Kazán, Rusia.
Moscú y Teherán anunciaron que sus presidentes viajarían a Ashgabat el 11 de octubre para asistir a una ceremonia que conmemorará el 300 aniversario del nacimiento del poeta y pensador turcomano Magtymguly Pyragy. Es otra coartada en medio de crecientes tensiones regionales. Lo que Moscú y Teherán van a hacer es adelantar la firma del pacto de defensa ruso-iraní, que inicialmente estaba previsto que tuviera lugar en Kazán.
Ushakov añadió que Putin no tenía planes de reunirse con Netanyahu. El Presidente ruso aún no ha respondido a una solicitud de conversación telefónica que le hizo Netanyahu hace cinco días. La leyenda de que Netanyahu tiene una relación especial con Putin, se está desmoronando.
Al organizar una reunión urgente en Ashgabat, el Kremlin da a entender a Washington y Tel Aviv que está irrevocablemente alineada con Teherán y que ayudará a su gobierno cueste lo que cueste.