martes, 13 de febrero de 2018

Feminismo y revolución desde la globalidad y transversalidad del discurso


La fractura de la oligarquía financiera internacional avanza según se profundiza la crisis global y se consolidan las potencias emergentes, con la pérdida neoliberal de las importantes plazas de gobierno de EEUU, Gran Bretaña y fracturas en Francia, Italia, Alemania entre otros países. Este debilitamiento de la hegemonía neoliberal, ha provocado un vuelco táctico en los movimientos sociales identitarios subsidiados desde las instituciones neoliberales, excluyendo la lucha de clases de la lucha de raza y género, siendo instrumentalizados con protagonismo mediático y proyección política, por el Partido Demócrata de Clinton y Obama en EE.UU. que los moviliza contra la fracción de la oligarquía proteccionista de Trump, representándola como  fascismo, similar a la proyectada sobre Le Pen en Francia o el brexit británico. La estadounidense Nancy Fraser en el artículo “Trump o el fin del neoliberalismo progresista” feminista y profesora de filosofía y política, lo profundiza así (1)

Situar el papel de la mujer, en el contexto de la lucha global de la clase obrera y los pueblos por su liberación en la igualdad del socialismo, es más que un apartado en la estrategia o la táctica política revolucionaria, tiene que ser parte del todo desde la transversalidad del discurso en cada problema político y programático. Una frase del artículo de Vicenç Navarro titulado “porqué en EEUU hay Trump por mucho tiempo” (2) explica la táctica de los movimientos identitarios del neoliberalismo progresista que le desvían de esta lucha “Pero el acercamiento del Partido Demócrata al mundo empresarial, diluyó esta relación e identificación de manera tal que las políticas públicas del Partido Demócrata se distanciaron más y más de su intervencionismo con sensibilidad de clase social, orientándose más y más a la integración de los sectores discriminados -minorías y mujeres- en la estructura de poder. De esa manera, las políticas identitarias pasaron a ser las que establecieron los parámetros del conflicto, entre las derechas, en contra de tales políticas y las izquierdas, a favor de ellas”

La tendencia feminista que superpone su individualidad sobre la lucha económica y política de la clase obrera explotada por la burguesía, no se circunscribe solo a EEUU, es una tendencia política global. En el estado español se inició con el gobierno socialista de Zapatero, desarrollando una  ligazón de los movimientos sociales identitarios con las instituciones, adquiriendo un protagonismo las campañas sociales  sobre la violencia de género, por encima de la crisis económica y social de la clase obrera, donde la mujer por trabajadora, migrante y joven, es la más perjudicada. Aquello que con un vistazo es reconocido por cualquier persona honesta, es negado por el pensamiento feminista burgués, que con sus iniciativas, responsabiliza de la violencia de género exclusivamente al machismo patriarcal de los hombres, negando así al obviarla, la explotación económica y la miseria social en que vive la clase obrera y la violencia social y familiar que genera. Rita Segato lo cuenta en esta entrevista sobre “violencia estructural & violencia de género” (3) es doctora en Antropología, investigadora y feminista.

La antropología como ciencia, hace tiempo que dio respuesta científica a las diferencias morfológicas entre hombre y mujer y al carácter social de su desarrollo y desde Marx en el siglo XIX, ha quedado clara la relación del patriarcado con el derecho por el hombre a la herencia y a la propiedad privada del medio de producción por el beneficio, en el proceso de acumulación primaria y el nacimiento de las clases sociales con el esclavismo, donde el señor feudal emparentado con la iglesia católica romana con la caída del imperio, inculcaron en la memoria colectiva del pueblo con la explotación y la opresión, una cultura de prejuicios, violencia y de dominio patriarcal sobre la mujer, creando la problemática de género dentro de la lucha de clases, a la que añadimos la de raza en el mundo capitalista occidental.

Las condiciones de la clase obrera europea se homologa a la del resto del mundo capitalista, llevándola a la desestructuración social y al embrutecimiento por la precarización del empleo,  al reducir el costo final del producto con la bajada del salario y de condiciones de trabajo para ganar competitividad,  con más jornada laboral, menos salarios, menos servicios públicos y menos derechos sociales, laborales y políticos, provocando un retroceso en el progreso alcanzado durante el estado de bienestar de integración de la mujer en el ámbito laboral, social y político, retrotrayéndola de nuevo a los cuidados  familiares, por la puesta en el libre mercado neoliberal las políticas sociales y los cuidados paliativos en la dependencia. Esta es la base de partida de la mujer en la actualidad.

Los datos de la EPA del 2017 (4) visualizan las políticas de austeridad de los distintos gobiernos neoliberales del PP y PSOE y las condiciones de vida y trabajo creadas. Una economía sumergida que supone entre un 17 y un 18% del PIB con cientos de miles de personas sin prestación social ni derechos, donde la mayoría de ese trabajo está realizado por migrantes, juventud y mujeres. Un desempleo en el 2017 de un 17,2% unos 3,4 millones donde el femenino  es mayoritario con el 51,4% y dentro del total por proporcionalidad el juvenil. Una precariedad del 27% más de 4,2 millones de personas, teniendo un carácter femenino, joven y migrante. En el 2007 la juventud en España eran 8.377.500 personas, en el 2016 eran unos 6.495.200 jóvenes, migrando más de 1.880.000 (5). En el desempleo, la precariedad y la economía sumergida están más del 50% de la clase obrera, con bolsas ocultas de marginación social, en un contexto de una  deuda pública que supera el billón de euros, con un pago de 30.000 millones de intereses anuales por la deuda de la banca hecha pública, al que debemos sumar la deuda privada empresarial y la de los hogares que superan con creces a la pública, multiplicando las condiciones negativas de cuando los recortes impuestos por la troika y el gobierno socialista de Zapatero.

Estas son las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y la de los sectores más afectados por la crisis, situando en el límite y la marginalidad a la migración, juventud y a la mujer como migrante, joven y obrera, que asume por la precariedad de su trabajo y por la  cultura patriarcal existente, la mayoría del cuidado paliativo de la familia y el hogar. Los objetivos y programas deben ser vistos transversalmente desde la prioridad de la migración, la juventud y la mujer en su triple condición, cuando se promueve la movilización del sindicalismo sociopolítico en los ámbitos donde se trabaja y se vive junto a nuestros aliados, en la defensa del empleo y el derecho a la vivienda o contra el recorte en salarios y ayudas sociales y junto con la defensa del carácter público  de los servicios, pensiones y empresa estratégica.

La línea de masas en la táctica a desarrollar en la lucha feminista contra las políticas austericidas, debe estar encabezada por las libertades y los derechos fundamentales. La libertad es decisiva en la calle, pero para la clase obrera también lo es la acción sindical en el centro de trabajo y sector de producción, donde entre otras funciona la ley fundamental de la negociación colectiva, que mantiene la posibilidad de la intervención sindical organizada y la capacidad de cambiar las condiciones concretas de esclavitud  a donde nos lleva el neoliberalismo. Así mismo donde vivimos, la movilización por convertir el derecho a la vivienda, luz, gas, agua, sanidad, enseñanza, asistencia en la dependencia y la pensión en derechos fundamentales, es clave para la dignidad de la clase obrera y para la de la mujer en el ámbito laboral, social y político, en la defensa de sus derechos y de su propia dignidad.

El sindicalismo sociopolítico feminista de clase, debe centrar en la negociación colectiva de los sectores de producción y la individual de empresa, una perspectiva trasversal de los  derechos de las personas migrantes, juventud y mujer y ésta en sus facetas como la más perjudicada por la crisis, recortando derecho empresarial en el despido libre, en la contratación y subcontratación dentro del convenio sectorial o de empresa, especialmente en la mujer en el embarazo y la enfermedad, junto con la derogación de las reformas laborales de Zapatero y Rajoy. El mayor instrumento de la desigualdad en el trabajo para la mujer en la empresa privada es la facilidad del despido procedente, la garantía de un trabajo fijo con derechos, posibilita su lucha y compromiso individual y colectivo por los otros derechos  jurídicamente, como el de la igualdad salarial y la denuncia de la violencia de género.

Es fundamental limitar la libertad empresarial de contratación, dejando esa función como servicio público, creando marcos de paridad de género en la contratación en la empresa privada y pública mediante leyes y la negociación colectiva. La contratación, subcontratación y el despido libre, son el arma empresarial para bajar los costes de producción y aumentar beneficios, bajando salarios, subiendo  jornada laboral y aumentando la disponibilidad horaria. La lucha contra la precariedad y el desempleo, también es la lucha contra la desregulación y la flexibilidad funcional y horaria, que limitan la autonomía de construcción de un futuro independiente a las personas migrantes, a la juventud y a la mujer.

En el barrio y el pueblo, como movimiento popular sociopolítico de vecinos, dentro de la participación ciudadana y en la relación con las instituciones, la exigencia del derecho a una vivienda pública en alquiler con habitabilidad garantizada de agua, luz, gas y estos juntos con el de sanidad, enseñanza y asistencia en la dependencia, deben ser reivindicados como derechos fundamentales constitucionales de un estado mínimo de bienestar y de dignidad del pueblo. Programa que debe ser un instrumento de movilización y concienciación política en el proceso de lucha por la socialización de la vida en la igualdad, con la extensión de todos estos derechos a las personas marginadas.

El movimiento sociopolítico vecinal en consonancia y en unidad con los partidos y movimientos del pueblo con representación política, debe lograr mediante la movilización solidaria con los colectivos perjudicados por la crisis, la ayuda económica, social y formativa, que posibilite su integración laboral y social, con medidas paliativas de aplicación inmediata por las instituciones, en las necesidades de luz, calefacción, transporte, sanitarias y material y alimentación en la enseñanza obligatoria. Con servicios sociales en la dependencia y la exclusión social, paralización de desahucios con alternativa habitacional pública en alquiler, anulación de los copagos en medicinas y ayuda social y elevación de la pensión mínima al salario mínimo interprofesional, al ser la pensión quien soporta económicamente a la familia en la situación generalizada de desempleo y precariedad, sumando la atención con redes de almacenes públicos por barrios, con productos básicos de alimentación, higiene, medicinas y ropa.

Se habla poco de la Unión Europea, de la OTAN y las guerras que provocan, pero seguro que todas y todos estaremos de acuerdo, en que será mucho más fácil la conquista del socialismo, que la vuelta al estado de bienestar en este sistema capitalista en crisis global. La única táctica de masas posible de despertar la conciencia de clase, raza y género como pueblo, vendrá desde la respuesta a la problemática concreta en nuestra función de elevar la conciencia política desde la tarea de construcción del poder popular desde abajo y desde la unidad del pueblo, evitando caer en las trampas que nos tiende el capital, situando al hombre como enemigo principal de la mujer y no al sistema.

círculos comunistas por la confluencia popular                     febrero del 2018