jueves, 31 de agosto de 2017

Saltó el debate en el marxismo leninismo con el centenario de la revolución rusa como chispa


Muchos nos identificamos con el debate, que el movimiento marxista leninista tiene con motivo del centenario de la revolución rusa, contra la visión revisionista de un marxismo dogmatico, mecanicista y sectario. Crítica necesaria para dar respuestas en el periodo histórico que nos ha tocado, de colapso final del sistema capitalista por crisis global de superproducción, agravada por la multiplicación de su productividad con la introducción masiva de la automatización robótica y telemática al servicio del capital privado, con las consecuencias de un desempleo masivo para seguir obteniendo beneficios; del cambio climático por la contaminación medioambiental y del peligro de guerra, que el imperialismo decadente occidental hegemonizado por EEUU, provoca para el control planetario. La crítica y la superación de este inmovilismo dogmático introducido en los años sesenta desde el Partido Comunista de la Unión Soviética, debe ser de actual prioridad para posibilitar la unidad, el debate colectivo, la rectificación y la autocrítica en el seno del movimiento obrero y comunista internacional.

Argumentábamos en la III Asamblea de la Plataforma Comunista, como motivo de su disolución entre otras cosas, que no tenía sentido continuar situando desde la debilidad orgánica la unidad  comunista, ante el dogmatismo y sectarismo de los distintos destacamentos (1) Ahora, con el debate desatado con motivo de la celebración del centenario de la revolución rusa (suponemos que por la constatación de la necesidad de cambios en la línea política) nuestro apoyo desde la defensa de la participación de la militancia en una línea de masas, de trabajo en las organizaciones de masas, como línea política principal, tanto que fue del proceso revolucionario ruso como necesidad que es del actual, de construir la resistencia ideológica y política en el proceso de acumulación de fuerzas, desde un combate organizado de masas para la superación del sistema capitalista, con la recuperación de la cultura histórica desde el ser y participar de la lucha de la clase obrera, elevándola políticamente con su capacidad de sacrificio solidario, en la construcción de una nueva hegemonía cultural y política de poder obrero y popular, desde el apoyo a la confluencia en Unidos Podemos como parte del pueblo y como única alternativa electoral actual, con capacidad de romper la hegemonía del bipartidismo neoliberal oligárquico y sus políticas autoritarias y genocidas de recortes, austeridad y guerras para el pueblo.

Nuestra reflexión, nace de las posiciones teóricas que el PCPE va elaborando en resoluciones y pronunciamientos con impacto internacional, a falta de otros documentos orgánicos de conferencias o congresos. En este caso, la aportación a un seminario del Partido Comunista de Venezuela, de nuevo sobre el centenario de la revolución rusa de octubre (2) Partido del cual destacamos, la inmersión iniciada entre las masas en unidad con otras organizaciones dentro de la revolución  bolivariana, donde valoramos, que si el proceso de rectificación avanza por buen camino, deberán ser un añadido clave, en la participación de la clase obrera organizada, superando la débil participación consciente en el proceso revolucionario y como base de la introducción de los elementos esenciales de la lucha por el socialismo desde una perspectiva de clase. La visualización social de inserción entre las masas, debe ser la segunda aportación a los procesos revolucionarios, como consecuencia de la superación del aislamiento social del marxismo leninismo, con la crítica a la visión dogmática de las posiciones revisionistas y sectarias en el comunismo internacional (3) que persiste en la derrota del fascismo imperialista neoliberal, con la asunción por las masas del dogma marxista leninista, negando así la participación de las masas, en la construcción por la clase obrera y el pueblo, de los instrumentos de poder de la unidad popular.

Cogemos de la ponencia los elementos que consideramos centrales para la crítica de las posiciones dogmaticas, que han impedido hasta ahora, avanzar tanto en su unidad, como en propiciar un debate sano. Donde un resultado positivo de este proceso, debe implicar para los comunistas y la izquierda revolucionaria en occidente y América Latina, la participación de la militancia en el primer plano social de la lucha por la confluencia popular de los procesos revolucionarios antiimperialistas, de lucha por la justicia social, la soberanía de los pueblos y por el socialismo como alternativa, motivándose una nueva visibilización de los comunistas, lejos  del tópico transmitido por los medios de comunicación burgueses neoliberales y que nuestra práctica mecanicista facilitaba. También la gran oportunidad como tarea prioritaria, de reconstrucción de la cultura histórica de lucha, unidad, solidaridad y de trabajo, como base social del ser colectivo de clase, antagónico como proyecto social, del individualismo nihilista del liberalismo económico. Significando también en el ámbito occidental, la primera oportunidad colectiva del movimiento obrero revolucionario desde la ruptura del movimiento comunista internacional en los años sesenta, de posibilidad de construcción de una nueva hegemonía social de clase, fundamental para la construcción del poder obrero y popular y la construcción del socialismo.

La coherencia nace y se implica, desde la consecuencia con el análisis autocrítico de nuestra historia individual y colectiva, por eso, cuando se define la revolución rusa en la ponencia, como el proyecto histórico, que visibilizó socialmente la división entre la burguesía como clase dominante y la clase obrera como dominada y explotada, certificamos desde un lenguaje normalizado, la introducción de un debate necesario y de inicio de una crítica profunda al XX congreso del PCUS de 1960, por el impacto de sus resoluciones y por la ruptura que implicó del movimiento comunista internacional, cuando disolvió la lucha de clases, en el fondo del pacto social del estado de bienestar con las oligarquías imperialistas de los países occidentales, coincidente en el momento del inicio de desarrollo del sistema fordista de producción. Negando la experiencia de la revolución rusa.

Crítica a desarrollar en profundidad, para comprender el protagonismo del nuevo reformismo populista de izquierdas y los motivos de su surgimiento, allí donde no existía un marxismo en unidad con las masas, como lo demuestran el caso de Venezuela, Bolivia o Ecuador o como vemos en Grecia o España, iniciados en torno a la crisis política creada por la movilización en la Europa del Sur, contra las políticas de recortes y austeridad ejecutadas por el neoliberalismo internacional, consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria en EE.UU del 2008, dando en España o Grecia, salida a la luz la brutal corrupción, como fruto de procesos de transiciones que traicionaron la perspectiva popular, así como el déficit democrático de unas instituciones al servicio de las oligarquías financieras.

Desde la experiencia española y analizando retrospectivamente el papel jugado por los comunistas y revolucionarios, podemos afirmar, que tras el golpe de estado franquista de 1936, victorioso por el apoyo militar y económico del fascismo alemán e italiano; que el genocidio cometido  durante la guerra civil y  la posterior derrota de las fuerzas republicanas, con centenares de miles de asesinados por los fascistas, causaron menos daño a la memoria histórica de lucha solidaria de la clase obrera española (como lo demostraron las movilizaciones obreras de los años 60 hasta casi los 80) que los pactos de la transición del PCE y PSOE con la oligarquía liberal franquista, que cuarenta años más tarde, todavía tenemos una clase obrera desclasada, sin memoria histórica y sin partido ni sindicato de clase.

El recuerdo como cultura asumida de la resistencia y muerte heroica de nuestros ascendientes, fueron suplantados y voluntariamente sustituidos en la militancia y el pueblo, por las ideas revisionista en el momento que a finales de los setenta, el PCE ganó el apoyo de la militancia y las masas para los pactos con la burguesía, que nos garantizaban una paz eterna en una Europa ya idealizada por la migración, inoculándonos el veneno del privilegio, salario y prestigio social para los dirigentes obreros y políticos y como contrapartida para el pueblo, recortes en derechos sociales, económicos y libertades, como precio de la paz social. Después de los Pactos de la Moncloa y el Estatuto de los Trabajadores, las reformas son  suaves, pero con la crisis del 2008 la oligarquía financiera rompe el pacto social del estado de bienestar y de forma radical, ejecuta fuertes recortes con la complicidad del Gobierno socioliberal de Zapatero.

De ahí, que los sectores sociales que adquirieron mayoría de edad política bajo la dictadura democrática parlamentaria burguesa, que son los que actualmente conforman mayoritariamente la clase obrera y el pueblo, se incorporen a la lucha de forma espontanea e inmediatista y que no distingan políticamente la diferencia histórica de izquierdas y derechas, porque ambas ejecutaron las mismas políticas antiobreras desde su existencia social y de ahí, que los herederos de los que asesinaron impunemente durante la guerra y la dictadura franquista, sean los que detentan el poder económico, militar, judicial y político en España y que nuestros muertos, ochenta años más tarde sigan en las cunetas y pozos.

De ésta reflexión es obligado partir en todo análisis de la realidad social y económica que hagamos, porque son los que nos dan respuestas y alternativas tácticas a la actual situación política. La ponencia sitúa en genérico, un buen análisis político, pero en la parte social, elude entrar en las consecuencias que conlleva el análisis hecho de la realidad subjetiva de la clase trabajadora española, dejándolo simplemente en negativo, esto obliga a situar el mismo problema reseñado desde otra perspectiva diferente como el elemento central del debate, pero primero para enfrentarlo con buen pie ¿implica una necesaria autocrítica del PCPE? Sí, pero también la del resto de grupos para nuestra credibilidad.

Creemos, que lo fundamental en estos momentos para el movimiento obrero que lucha, es la autocrítica y la rectificación colectiva de la globalidad del movimiento obrero y comunista español, de las tácticas erróneas desarrolladas que han dividido y derrotado ideológica y políticamente a la clase obrera durante cuarenta años. De la visión revisionista dogmática y sectaria inculcada, que nos hizo traicionar el legado marxista, junto al radicalismo infantil izquierdista, que acabó aislándonos de las masas. Autocrítica global ante las masas obreras, de los comunistas españoles con respecto a nuestros errores del pasado hasta el presente, necesarios para el impulso de recuperación de la memoria histórica de la clase obrera, de la solidaridad con sangre derramada, de la unidad de clase y de la necesidad de crear las organizaciones propias e independiente del resto de clases sociales. Y esto solo se consigue, tal como se dice en la ponencia, situando el leninismo en su justo término, como continuación del marxismo. Si esto es así como creemos, el problema de la reflexión es global porque todos formamos el colectivo comunista, por encima de la división sectaria que nos debilitó y excluyó socialmente.

El paralelismo entre situaciones también nos marcan las diferencias. Lenin vivió muchas derrotas políticas y exilios por represión, pero a pesar de estar en minoría, siempre participó de un movimiento revolucionario con inserción de masas sindical y social con capacidad de análisis político, pero nunca tuvo una derrota ideológica y política como la que sufrimos el movimiento comunista y revolucionario español, bajo la dirección política y socialmente mayoritaria, del revisionismo eurocomunista y dogmático del PCE. Primero perdimos la batalla política en el movimiento obrero y sindical de las comisiones obreras, donde el PCE entre el 76 y el 79 consolida su hegemonía, imponiendo la desmovilización del movimiento obrero y la paz social, primero con los Pactos de la Moncloa y después con el látigo del Estatuto de los Trabajadores, lo que posibilitó la conformación del movimiento de las comisiones obreras en un clásico sindicato economicista europeo y paralelamente, en el 77 y 79 por el múltiple fraccionamiento comunista, perdemos la batalla electoral contra el revisionismo de un PCE, ya plenamente en línea con un PSOE reflotado.

Hasta el 2013, han sido los dos partidos resultantes de la transición mayoritarios del pueblo, con ambas  direcciones políticas de pleno acuerdo, con Santiago Carrillo y Felipe González bajo la misma onda del liberalismo económico burgués, de la superación de la lucha de clases bajo la dictadura democrático parlamentaria impuesta por el capitalismo liberal, a cambio de un pacto social llamado en Europa “estado de bienestar” conquistado tanto por la lucha política del movimiento obrero y sindical, como por las necesidades del sistema fordista de producción, ya en etapa tardía y en proceso de superación. Esta derrota es la que debemos reflexionar para salir del pozo en el que llevamos otros cuarenta años.

Muchos comunistas nos sentimos representados, bajo la exposición de “desechar al Lenin canonizado” como plantea el texto de la ponencia, porque nos permite construir una explicación objetiva, del movimiento popular que saltó a la lucha antiimperialista en América Latina después de la caída de la URSS (en el resto de occidente a partir del 2008) por el derecho a la independencia nacional, la soberanía y la justicia social, desde la negación de una izquierda que es igual que la derecha en las políticas que desarrollan; reivindicando genéricamente al pueblo como sujeto transformador, ante el secuestro mediante el lenguaje por el revisionismo dogmático del viejo proletariado.

Generaron nuevas formas de intervención y comunicación, que no necesariamente niegan las experiencias históricas de lucha. Niegan como movimiento político de masas, las viejas formas y protocolos del revisionismo marxista desarrollado por socialistas y comunistas, bajo la proclama del capitalismo parlamentario, como el mejor sistema político conocido. También sumidos por la frustración que creaba en los sectores más conscientes, por cada pacto que hacían de recortes y austeridad contra el pueblo y cada apoyo que dieron a las políticas imperialistas. En Europa lo vimos con Yugoslavia o Ucrania, en Oriente Medio con Palestina, Irak o Siria; ante un África arrasada por la intervención imperialista occidental; en el conjunto de América Latina y el Caribe con Cuba y Venezuela en cabeza, hasta lo más profundo de Asia, desde Afganistán a Corea del Norte y China.

Existen excepciones evidentes de partidos comunistas, que resistieron y se superaron en Europa como el portugués o de nueva construcción como el belga, que marcaron rutas propias como en América el Partido Comunista de Cuba, pero en el mundo occidentalizado son las excepciones. El revisionismo que vivimos y combatimos hoy, no nace ni lo marcan las nuevas fuerzas reformistas o populistas, ellos conforman los nuevos movimientos espontáneos que luchan y que nosotros no fuimos capaces de conformar y que forman parte del pueblo. En ellos se manifiesta la transmisión de la cultura social  dominante, desde las instituciones en todos los niveles de la enseñanza y por las empresas mediáticas, con las consignas y proclamas del viejo revisionismo dogmático desde los años sesenta hasta ahora, que también son abrazadas por un neoliberalismo seudoprogresista, por eso, solo seremos capaces de combatirlo política e ideológicamente, tal como lo hizo Lenin en su momento, si le ajustamos las cuentas abarcándolo en la teoría revolucionaria, desde el pasado hasta el presente.           

Revolución

Es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas.

Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.

Fidel Castro Ruz  (1ro de mayo del 2000)

 




 

Círculo Comunista por la Confluencia Popular                       Agosto de 2017