domingo, 24 de enero de 2016

La apuesta por la confluencia de la izquierda una cuestión táctica…… y de principios




Imagen relacionadaEl comunismo no sectario, lleva años enfrentándose con la crítica al oportunismo de derechas, que hoy representan los seguidores de los viejos pactos de izquierdas del PSOE y de IU-PCE, y contra el dogmatismo sectario de izquierdas de la mayoría de destacamentos comunistas, ambos con posiciones comunes contra la confluencia. En consecuencia, el apoyo a las iniciativas que potencian la unidad entre Podemos, Izquierda Unida y otros actores, forman parte de los objetivos políticos inmediatos, pero en el ADN de todo marxista, tiene que conllevar su propia visión del compromiso político.
Con el resultado de las elecciones generales del 20D, por tercera vez, se rompe el bipartidismo por el impacto de la confluencia de la izquierda, intentaremos una vez más, definir las posiciones que consideramos más positivas para el movimiento obrero y popular por la confluencia. El método utilizado es de contraposición con las posiciones políticas de los teóricos del reformismo dominante, hoy organizados en el entorno de Podemos, EQUO, las confluencias populares, movimientos sociales, izquierda sindical y los que se mantiene en IU, en el entorno de Alberto Garzón.
El movimiento de confluencia y  unidad popular, se inicia con las movilizaciones obreras y populares del 2010, bajo el gobierno del PSOE de Zapatero, contra las políticas de austeridad y corrupción, que acaban con el estado de bienestar pactado en 1978, entre el PSOE y PCE como primer pacto de izquierdas, con la oligarquía dominante española de la transición, aliada con la oligarquía euroalemana y EEUU, en el diseño de una “nueva” Comunidad Europea del capital. Solo decir, que el cambio en la correlación de fuerza, no surge desde los pactos de izquierdas, nace con la presentación de la confluencia y Podemos en el actual marco político, que recibe el apoyo de las movilizaciones surgidas desde el 2010.
La amalgama de dirigentes, cuadros e intelectuales que nutren este nuevo reformismo, tiene una proveniencia fundamental de sectores del entorno de IU-PCE y del PSOE, aliñado con nuevos actores provenientes del 15M y entorno, que aportan realismo social, a unas reivindicaciones que sintonizan fácilmente con los sentimientos populares, ya que están planteadas sin las cortapisas y complejos de las que se mantienen desde la transición. Es decir, son visiones de la nueva realidad social, desde el pensar de la nueva mayoría social actual, que no ha conocido otra situación democrática y realidad política, que la del estado de bienestar pactado en el 1978 y aquello, que nacional e internacionalmente representaba hasta ahora, como miembro de la comunidad económica europea.
Esta es la virtud fundamental de este reformismo dominante a conocer, por el que no debe tardar en nacer como aliado fundamental en su seno: el movimiento comunista y revolucionario. Fundamental porque va a ser una necesidad social, el reformismo tiene esa virtud positiva, pero va acompañada de un defecto, no ha superado con la crítica, los errores del pacto de transición del 1978, clave para poder batirse con la oligarquía dominante euroalemana. No tiene alternativa de nueva sociedad para el pueblo y desprecia ideológicamente a la clase obrera, al histórico proletariado (sus padres y abuelos) al que dan por muerto o desaparecido. La falta histórica de la autocrítica por parte del PCE y del movimiento comunista español, validó la inexistencia de una transmisión cultural de padre a hijo, ante la falta de valores éticos del proceso de transición, en cambio, sí para la derecha política y la monarquía.
La metodología y concepción de pensamiento de este nuevo reformismo dominante, es el adquirido durante estos años, en el ambiente cultural del viejo reformismo del PSOE y PCE. Escuchándolos y leyéndolos, encontraremos también otras influencias del reformismo populista de la América Latina. Pablo Iglesias, Monedero, Monereo, junto a otros intelectuales de izquierdas, son básicos para su comprensión, junto a Julio Anguita, que es el exponente más cercano de la izquierda española, que les gustaría no solo emular, sino también superar, cosa que electoralmente ya han hecho.
Pero para poder continuar, desde el apoyo crítico al nuevo reformismo sin caer en debates absurdos, hay una premisa que debemos dejar previamente asentada, tanto para el oportunismo de derechas, como para el dogmatismo sectario de izquierdas. Los pactos de la transición española, lo realizaron el PSOE y el PCE en el tránsito de los años setenta con la oligarquía española, aliada de la euroalemana, desde la base de la aceptación del sistema capitalista y el mantenimiento de las estructuras de poder político, jurídico y militar, que surgió de la dictadura franquista, con la Ley de Amnistía para los exiliados y reprimidos del franquismo y el perdón a los genocidas, a cambio de un estado de bienestar, favorecido por los altos beneficios empresariales, garantizando unos mínimos de los derechos sociales esenciales.
Las ganancias empresariales existentes en esa época, permitieron este logro para la clase trabajadora, no solo españolas, en general, para las de toda la Europa conocida como Occidental, en confrontación con el Este Soviético. Pero ahora en la actualidad es clave entender, que lo que dejó claro la crisis de las hipotecas basura en el 2008 en EEUU, y que aquí en España, obligó a los recortes ejecutados por el gobierno del PSOE de Zapatero en el 2009, que continúan con los del Gobierno de Rajoy del PP en el 2015, es, que habíamos entrado en un nuevo ciclo económico y político-militar.
Es imposible, que con las actuales condiciones económicas y de guerra abierta, en medio de una crisis global espiral y de sobreproducción, cuando el interés empresarial y bancario reclama más recortes y austeridad para el pueblo, para aumentar la competitividad y el beneficio, que así puedan comprar al nuevo reformismo con otro estado de bienestar o similar. Esto no quita que puedan comprar a muchos dirigentes e intelectuales, pero al movimiento en sí, no se lo cree nadie con dos dedos de frente.
Aporto este cuadro publicado recientemente en Asturbulla, en un artículo mucho más amplio. http://www.asturbulla.org/index.php?option=com_content&view=article&id=29064:2016-01-11-20-37-11&catid=74:economia&Itemid=72
Michael Roberts, es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession…. Sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancias empresariales.
“Y la ley sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancias de Marx permite hacer una predicción aún más importante: que el modo de producción capitalista no será eterno, que es transitorio en la historia de la organización social humana. La ley de la tendencia predice que, con el tiempo, habrá una caída en la tasa de ganancia a nivel mundial, provocando más crisis de carácter devastador. Hay trabajos de análisis marxista moderno que confirman que la tasa mundial de ganancias ha caído en los últimos 150 años. Ver el gráfico siguiente cocinados por mí  (datos de Esteban Maito)
http://www.sinpermiso.info/sites/default/files/styles/large/public/world-rate-of-profit-maito.png?itok=u-pVKAxh

Los datos de Maito para el siglo XIX han sido cuestionados recientemente  (DUMENIL-LEVY sobre MAITO, pero en un reciente trabajo, utilizando diferentes fuentes y países, encuentro una tendencia similar para el período posterior a 1945 a nivel mundial (Revisiting a world rate of profit June 2015). Un trabajo pionero de  Minqi Li y colegas, así como otro de   Dave Zachariah, muestran una tendencia similar”
Como concluye Maito: "La tendencia decreciente de la tasa de ganancias y su confirmación empírica ponen de relieve el carácter históricamente limitado de la producción capitalista. Si la tasa de ganancias mide la vitalidad del sistema capitalista, la conclusión lógica es que se está acercando a su punto final. Hay muchas maneras como el capital puede intentar superar las crisis y regenerarse constantemente. Las crisis periódicas son específicas del modo de producción capitalista y permiten, en última instancia, una recuperación parcial de la rentabilidad. Este es un aspecto característico del capital y de la naturaleza cíclica de la economía capitalista. Pero la naturaleza periódica de estas crisis no ha detenido la tendencia decreciente de la tasa de ganancias a largo plazo. Así que los argumentos que afirman que existe una inagotable capacidad del capital para restaurar la tasa de ganancias y su propia vitalidad y que por lo tanto consideran el modo de producción capitalista como algo natural y un fenómeno ahistórico, son refutadas por la evidencia empírica".
Así que la ley prevé que, en la medida en que la composición orgánica del capital crece a nivel mundial, la tasa de ganancias caerá pesar de los factores contrarios y pese a las sucesivas crisis (que ayudan temporalmente a restaurar la rentabilidad). Esto demuestra que el capitalismo como un modo de producción y de relaciones sociales es transitorio. El capitalismo no siempre ha existido y tiene límites en última instancia, en concreto, el propio capital. Tiene “fecha de caducidad”. Esa es la esencia de la ley de la rentabilidad de Marx.
Un segundo tema a dejar claro, es la supuesta correlación de fuerzas que obligó a las fuerzas rupturista a capitular ante la oligarquía euroalemana, recordemos el radicalismo republicano del PSOE, entre otras cosas, sobre los años ochenta superando al PCE por la izquierda. Pero desde 1976, el PCE a través del movimiento de las comisiones obreras, desarrolla una política en el movimiento obrero y vecinal, de completa desmovilización, ante las legítimas movilizaciones obreras y vecinales, en defensa de las libertades políticas, sindicales y de los derechos concretos de la clase obrera, siendo fundamentales en esos momentos, el derecho a la negociación colectiva y el reconocimiento de las libertades sindicales, en los centros de trabajo y fábricas.
Recomiendo para su lectura, el análisis del historiador asturiano Rubén Vega plasmado en su libro “La Corriente Sindical de Izquierda un sindicalismo de movilización” editado en el 1991 por Ediciones de la Torre, donde da perfecta cuenta de ello, con un análisis de la situación nacional, y las claves de la división y derrota ideológica y política de la clase obrera española, provocando el nacimiento de la CSI, también en su prefacio, escrito por José Manuel Agüera Sirgo, Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de León, da perfecta cuenta de ello con algún ejemplo concreto. Donde por cierto, Rubén Vega, expone con acierto, la calificación de casta, a la nueva clase político-sindical emergente.
Esta capitulación y consecuentemente desmovilización del potente movimiento obrero de los años 70, conllevó su completo desmantelamiento organizativo, de su rol como clase obrera y como actor clave del proceso de transición, por la división y confrontaciones creadas por las diferentes estrategias políticas en su seno de reforma o ruptura, que conllevaba el apoyo o rechazo a los Pactos de la Moncloa y la constitución monárquica, con la derrota final de los sectores minoritarios rupturistas. Pero esta capitulación política del PCE, partido hegemónico en aquellos momentos entre las clases trabajadoras, no fue fruto de la constatación (posiblemente cierta) de una correlación insuficiente de fuerzas, o por una visión falsa de ella, como trataron y tratan de justificar erróneamente, hasta en estos momentos.
El pacto de la transición fue fruto de la concepción (en plena coincidencia con la socialdemocracia europea) aprobada en la conferencia de Roma del 1975 del PCE, donde se hace un llamamiento a la reconciliación nacional y a la conquista pacífica del socialismo desde el sistema dictatorial democrático burgués. Concepciones que todos conocimos como eurocomunismo, que son las mismas teorías revisionistas que el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética aprobó en el 1963, donde la URSS había llegado al comunismo y que el desarrollo pacífico al socialismo era posible, en una sociedad democrática burguesa, que nunca podría dar vuelta atrás, hacia el autoritarismo.
Posición que conllevó aquí en España, al consabido pacto de la transición democrática española, cediendo conscientemente el PCE, la iniciativa a la oligarquía euroalemana y desmantelando el movimiento obrero organizado, una vez garantizada su legalización política y dando valor único y exclusivo, a la vía institucional como valor político. Es decir, estas concepciones son las que llevaron al pacto con la oligarquía euroalemana y a provocar la desmovilización y derrota del movimiento obrero, no la correlación de fuerzas, como falsamente se empeña en repetir el viejo reformismo.
Similar (no lo mismo) que ahora, por una parte importante del nuevo reformismo dominante, que no cuestiona el sistema dictatorial democrático burgués (siendo el elemento fundamental) solo cuestiona en principio, la degeneración política de los actores que ejecutaron la transición democrática, que con su enquistamiento social y político, llevó a la corrupción del sistema democrático convirtiéndose en una casta. Definición benévola, ya que si la política es la continuación de la guerra de forma más pacífica, su definición correcta sería: la de mercenarios de la política al servicio de la oligarquía.
Sobre la base de la importancia del conocimiento y reflexión para el mañana, de nuestra experiencia histórica más reciente de los años setenta, en la lucha por una democracia más avanzada y republicana, que relata la traición de la dirección política del proletariado, después de la gloriosa resistencia al fascismo por la clase obrera y el pueblo, donde fue fundamental su partido comunista. Estos dos elementos arriba analizados, se convierten en fundamentales, si queremos dar una correcta respuesta teórica, tanto al proceso táctico de la lucha por las reformas y democratización del sistema dictatorial democrático burgués, como en su fase posterior (siempre que lleguemos a ella) de construcción de un sistema democrático más avanzado, constructor de las bases económicas y políticas de una mayor y creciente igualdad y democracia, como instrumentos desarrolladores del socialismo.
En esto es, donde los principales teóricos del nuevo reformismo, no superan al viejo reformismo en sus concepciones teóricas. Las de aquí en el estado español, las del sur de Europa o las de América Latina. Definir claramente el carácter de la crisis económica y del sistema que lo provoca, junto con la asunción de las experiencias históricas de la lucha de la clase obrera y el pueblo, antiguas y más recientes, nos ayudarán a descubrir una realidad diferente a la que estamos analizando hasta ahora. Cuestiones como el tratado de Maastricht, nos hará ver el principio de ruptura por la oligarquía euroalemana, del pacto de la transición, como en Grecia o Portugal y no la tumba de la clase obrera, y las movilizaciones del 2010, el principio de una movilización del movimiento obrero y social espontanea, fuera del marco de convocatoria de los sujetos representantes de las clases trabajadoras desde la transición, casi otros cuarenta años en salir de la tumba, en la que nos enterraron los pactos de la transición.  
En el nuevo reformismo, tanto sus teóricos, como sus dirigentes políticos, en sus análisis siempre eluden profundizar en estos temas, incluso de hacer un análisis mínimo por arriba. Monereo en su libro entrevista “(des)unidos” los toca, pero pasa por encima de ellos en puntilla, como si los motivos ideológicos y políticos, de la degeneración y consiguiente destrucción de la Unión Soviética, no fueran fundamentales. Pero sí lo fue y no solo por la división y enfrentamientos que ya había provocado en el movimiento comunista internacional, o por el desarrollo diferenciado de construcción del socialismo en los países que lo conquistaron como China, Vietnam o ahora Cuba. Tuvo también una importancia decisiva, para el pensamiento teórico marxista, en los procesos revolucionarios internacionalmente.
Igual que ayer, las concepciones revisionistas del marxismo por los viejos reformistas, que entregaron el poder a la oligarquía euroalemana española en los años setenta, creando una casta de políticos y teóricos, con una base dogmática y revisionista del marxismo y del socialismo. Los nuevos teóricos y dirigentes políticos reformistas de hoy, asumen la máxima de que el estado soviético después de la muerte de Lenin y Stalin, habían llegado al comunismo, tanto por estar gobernados por un partido comunista, como fruto de los resultados supuestamente científicos y estadísticos, Lo trascendido socialmente por los teóricos revisionistas, tanto del viejo reformismo como del nuevo, es que aquello era comunismo. Utopía que se disolvió por sí mismo y que hoy pagamos como cierta.
Pero tiene razón Monereo, cuando explica que los nuevos movimientos políticos, ligados al populismo (no necesariamente negativo) surgen y funcionan sustituyendo al viejo reformismo. Pero esto tiene su explicación simple, surge cuando las viejas entidades obreras se disuelven, acelerándose a partir del derrumbe de la URSS, no son útiles ni para la explicación de lo que está pasando, ni para organizar la lucha de resistencia, ni la democrática del pueblo. Habían abandonado la plaza, por ocupar el hemiciclo.
Pero esto no solo ha surgido en España y Europa. Los nuevos reformismos que confluyen, han superado en pocos años a los viejos aparatos de los partidos comunistas y socialistas, también pasará en la Europa industrial a los viejos aparatos sindicales. Las referencias bolivarianas que se les atribuyen a estos nuevos reformistas (Pablo Iglesias, Monedero o Monereo desde su militancia comunista) no surgen del cielo; los movimientos bolivarianos o revolucionarios de América latina, surgen de la superación teórica del dogmatismo revisionista y metafísico, enquistado en el viejo movimiento comunista por la herencia del revisionismo que liquidó la Unión Soviética, donde el ejemplo de muchos partidos comunistas en estos países de América latina, en confrontación con los movimientos revolucionarios bolivarianos, poco se diferencian de la esencia de los viejos partidos comunistas europeos, en su revisionismo dogmático, sectario y metafísico  (y convertido en casta en muchos lugares) en su relación con el nuevo reformismo dominante de izquierdas por la confluencia en Europa.
Los problemas teóricos fundamentales del nuevo reformismo en España, están ligados a defectos en la valoración del proceso de transición y de las concepciones teóricas que lo impulsaron. Concepciones que se han ido agravando con el paso de los años, cayendo en muchos casos en evidentes proclamas populistas. La autoproclamación de los nuevos movimientos reformistas europeos y bolivarianos o revolucionarios en América, como representantes únicos de la unidad popular, como, objetivo final ya logrado de la unidad del pueblo, es tan dogmático sectario y metafísico, como el que proclaman los viejos partidos comunistas, donde ellos son los únicos representantes del proletariado.
Y en este error teórico, caen casi todos los dirigentes e intelectuales del nuevo reformismo, haciendo gala de un debate absurdo e irreal, en una situación de crisis global del sistema capitalista, donde una de las partes lo quiere representar todo en el movimiento popular. Las clases sociales y la lucha de clases desaparecen, en un enfrentamiento único con la oligarquía dominante; el lazo que une al campo popular, nace de la indefinición, el eclecticismo y la ambigüedad ante los problemas para sumar fuerzas. Es el campo donde coinciden y se construye el populismo, tanto en los teóricos provenientes del campo comunista, como los nuevos socialdemócratas del entorno del viejo partido socialista.
Esto, aparentemente de momento en España funciona, por el bajo nivel de desarrollo de la lucha de clases, pero en Grecia y Venezuela, por poner dos ejemplos, esta concepción dogmática, metafísica, está impidiendo que la unidad popular real se construya, tanto por responsabilidad del viejo comunismo dogmático y sectario, que no reconoce el principio del frente único de clase, en la construcción del frente común con el resto de clases, en una unidad popular contra el enemigo principal de todos: la oligarquía imperialista; como del movimiento por la confluencia de la izquierda, que no contempla la existencia, por lo tanto ni la alianza, ni el programa que la construya, con una clase obrera con intereses concretos, lo mismo que con la pequeña o mediana burguesía urbana, industrial o rural. Ni el análisis de búsqueda y encuentro con una burguesía patriótica, con intereses propios y nacionales, enfrentados a la burguesía parasitaria, dominante, abrazada en América latina al imperialismo de EEUU, y en Europa al imperialismo euroalemán dependiente del yanqui. Así nos lo enseñaron nuestros clásicos del marxismo.
Lo mismo que el falso debate creado por el nuevo reformismo, desde las viejas tesis revisionistas, sobre la existencia de la clase obrera, tanto en su versión más suave que reconoce su existencia, como el más acusado que la niega, pero que los dos aducen que el sujeto revolucionario hoy, son otros. Esto es negar que la mayoría absoluta de la población, vende su fuerza de trabajo por una miseria de salario, ocupando un lugar en las relaciones de producción que no determina un carajo. Especialmente ahora, cuando el proceso de proletarización de los sectores pequeños burgueses se aceleran con la crisis, la aristocracia obrera conoce el paro o la prejubilación en el mejor de los casos, disminuyendo su pensión y para una mayoría de la clase obrera, ganar mil euros al mes, es el sentimiento de tocarles la lotería, cuando al falso autónomo no le salen las cuentas, como al campesino pobre con los impuestos del reino.
La parte más propositiva del nuevo reformismo dominante es la propuesta programática, aporta elementos centrales que permiten seguir respirando a la clase obrera y a las partes más débiles del pueblo, combatiendo así, las políticas de austeridad y de pago de la deuda de la banca privada. Las propuestas de políticas asistenciales a los más marginados socialmente, de revertir servicios públicos privatizados (más caros y de peor calidad que los de gestión pública) son elementos centrales en el mantenimiento del poder político conquistado en el gobierno de los ayuntamientos. Pero tienen un límite político y económico, que solo es superable, si lo tratamos desde el marco de acción política europea, de forma  que posibilite la ruptura de la actual hegemonía euroalemana, en los mecanismos de gobierno de la Comunidad Económica Europea, instituciones y Banco Central Europeo.
Construir un marco teórico y programático, que sirva a las clases trabajadoras y al pueblo en la superación de la actual crisis del sistema, superando las limitaciones teóricas heredadas, concepciones dogmáticas, metafísicas o populistas, necesita del reconocimiento real de las clases sociales en esta sociedad capitalista y especialmente, de la incorporación de la clase obrera organizada, en la lucha política por la unidad popular y su emancipación, en un marco que dé respuesta a medio plazo, a las principales estrategias de la toma del poder político y económico en España y en el sur de Europa. Ésta creemos, que es la principal tarea de los intelectuales de la revolución, con la construcción de un nuevo partido socialdemócrata, revolucionario y honesto, donde podamos actuar en común.
Pero aquí, de nada sirve inventarse nada, por ejemplo las propuestas de estos intelectuales, incluso Monereo cae en el mismo error, cuando proponen como alternativa de construcción de la unidad popular, instrumentos que son coincidentes o similares a los que dicen el PCPE o Red Roja, comités en barrios, fábricas, creados por la propia gente y de la nada. Quitando a estos destacamentos de comunistas que se organizan entre ellos solos, el grueso de la parte más activa y politizada de la clase obrera y del pueblo está organizado en sindicatos y asociaciones de vecinos o populares.
Solo la intervención consciente en estas organizaciones sociales de las masas trabajadoras y el pueblo, en su potenciación y desarrollo autónomo e independiente de los partidos y las instituciones, podrán significar mañana, por donde avanzan los instrumentos reales del poder popular. Entendiendo que lo nuevo nace de lo viejo, no de la nada, independientemente que a veces no reconozcamos las formas.  
Para seguir avanzando se necesitan propuestas que integren el quehacer unitario en Europa, la propuesta de Voroufakis es interesante, pero necesita integrarse en las representaciones políticas nacionales, que no divida. Se necesitan propuestas públicas, de políticas unitarias de las distintas fuerzas políticas progresistas europeas, en el combate contra la hegemonía euroalemana en los organismos de gobierno europeo, incluida una política económica y monetaria contra la austeridad, que favorezca a los países más débiles del sur de Europa, incluida la exclusión de una de las partes, si fuera necesario.
El euro será, lo que la parte dominante en las instituciones europeas diga, pero la diferencia es que para el sur de Europa, salir del euro es un sacrificio y un coste tremendo para las clases populares (Grecia es el mejor exponente para todos, del cual tenemos que aprender y solidarizarnos) que solo en un proceso de exclusión, que provoque un proceso revolucionario de las masas sería asumible por estas, en cambio, en la Europa euroalemana, el marco alemán como moneda, seguiría teniendo en una exclusión, un cambio similar o superior teóricamente al euro.
También, una propuesta de política contra las guerras provocadas por el imperialismo que azota el planeta, que combata al imperialismo en decadencia, principal provocador de las guerras locales y del terrorismo mundial. Incluida una propuesta de alianza militar europea independiente del imperialismo de EEUU y libre del hegemonismo de la ideología fascista euroalemana, entendiendo que el problema de la OTAN, es su tremenda dependencia del imperialismo de la oligarquía yanqui, que con su práctica terrorista, es ajena a  la lucha por la paz, la coexistencia pacífica y de freno contra los que provocan las guerras, como base de los principios europeos de solidaridad internacional.
Este es un debate teórico, las aportaciones de todos estos dirigentes políticos e intelectuales del nuevo reformismo, mejoran la confluencia de la izquierda, pero bajo las premisas históricas que hemos vivido o conocemos, las creemos  insuficientes. Por eso, nuestras aportaciones las situamos en el debate.
Alonso gallardo, militante comunista por la confluencia popular                   Enero del 2016