jueves, 24 de septiembre de 2015

Por la construcción de un ala de izquierda comunista y revolucionaria en la confluencia


Por la construcción de un ala de izquierda comunista en la confluencia por la unidad popular. Que sirvan estas reflexiones para avanzar en el objetivo de la doble confluencia, la de la unidad de los comunistas y revolucionarios, en el contexto de un proyecto unitario de base popular y de izquierdas.

Con las elecciones europeas inauguramos un nuevo ciclo político de ruptura del bipartidismo español, donde lo malo como en Grecia –ejemplo de desarrollo experimental de una línea política popular reformista de masas, donde la Europa de las clases trabajadoras y los pueblos sea posible- es la paralización de las movilizaciones obreras contra las políticas de austeridad, recortes y privatizaciones de lo público auspiciadas por la oligarquía imperialista euroalemana.

Respuestas y salidas concretas inmediatas para el pueblo y las clases trabajadoras que fortalezcan este movimiento democrático de reformas al servicio del pueblo, de forma que palien las tremendas necesidades de las miles de personas que viven en la exclusión, deslegitimando el marco democrático en el que vivimos, sectores mayoritariamente pertenecientes a la clase obrera más marginal, en una situación de tremenda debilidad ideológica, política y organizativa de nuestra clase.

Esto buscamos desde el marxismo revolucionario y leninista, con esta propuesta de iniciativa por la unidad a debate, sobre la coyuntura y las tácticas políticas a desarrollar en el ámbito de la confluencia política popular, que se puede considerar que se encuentra actualmente en su primera fase de construcción en el estado español, bajo la dirección política del reformismo de Podemos, Izquierda Unida, Equo y los movimientos sociales, en la cual proponemos coordinar la intervención.

Análisis y debates desde la actual realidad política, económica y social, que incorporen a la  táctica revolucionaria argumentos, objetivos y programas, para intervenir en la superestructura del poder político institucional a través de la actual confluencia por la unidad popular, y también, los elementos de táctica política necesarios de utilidad al movimiento obrero y sindical de resistencia, para la intervención en la infraestructura económica, con el objetivo estratégico de ruptura del bipartidismo oligárquico por la organización y movilización de la clase obrera, como clave estratégica, para la confrontación final contra las políticas de austeridad, privatizaciones y recortes de la oligarquía financiera.

Este nuevo ciclo político inaugurado con la ruptura del bipartidismo electoral en las elecciones al parlamento europeo del 2014, está condicionado por el dominio ideológico en su seno  del pensamiento idealista pequeño burgués, donde su máxima es la defensa y mantenimiento del estado de bienestar, como la tendencia mayoritaria que dirigió las movilizaciones defensivas de las distintas mareas, viernes negros y el 15M con sus fracciones, concretada en la movilización final del 22M, a partir de la cual todo se desmoviliza, con la esperanza de que lo que no se consiguió con la movilización y las huelgas, se logre mediante la victoria electoral en los parlamentos burgueses.

Pensamiento ajeno, a que la única posibilidad histórica demostrada que se ha logrado bajo este sistema capitalista, es su derrocamiento total mediante la fuerza de las masas por encima del sistema parlamentario burgués. Pero a falta de una demostración práctica como ejemplo, que la dictadura democrático burguesa que vivimos no nos van a dejar gobernarnos democráticamente, esta denuncia de la realidad de la falsa democracia en la que vivimos, mediante el hecho práctico de que no permiten una democracia del pueblo para el pueblo, cuando impiden la aplicación de las medidas acordadas democráticamente por su gobierno o por referéndum  como en Grecia, esto será base para demostrarlo y forma de combatir la hegemonía del pensamiento reformista en el seno de la clase obrera y el pueblo.

En Grecia es lo que el imperialismo euroalemán está demostrando, cuando confrontan directamente con las decisiones tomadas de forma democrática por el pueblo griego y su gobierno, obligando al movimiento popular a radicalizarse con el aumento de la represión, como la Ley Mordaza y la reforma del Código Penal en España indican o la amenaza de expulsión de Grecia del euro, con el impedimento a la circulación del euro de forma ilegal por el Banco Central Europeo, o como el presidente de la Comisión Europea imponiendo el criterio de las políticas euroalemanas de austeridad, por encima de los derechos humanos, de los derechos democráticos y la propia legislación europea, con el sometimiento del grueso de países europeos dominados por los conservadores y socialdemócratas.

Romper esta subordinación del gobierno español y de los gobiernos y pueblos europeos al imperialismo euroalemán, es clave para el desarrollo de una mayor confrontación contra las políticas de austeridad que imponen, desde el concepto neoliberal y autoritario de comunidad europea que desarrollan, dirigidos contra la unidad e igualdad democrática de la clase obrera y los pueblos de Europa.

Un nuevo ciclo que se refuerza, con el resultado electoral en este segundo envite de las elecciones municipales y autonómicas pasadas, ahondando la profundización de la ruptura del bipartidismo oligárquico perdiendo más de tres millones de votos en relación con las anteriores municipales del 2011, teniendo como consecuencia la pérdida de importantes plazas en ayuntamientos y autonomías.

Las fuerzas reformistas nucleadas en torno a Podemos junto con IU, y en muchas e importantes localidades de forma unitaria, son los artífices como en las europeas, de un mayor rompimiento de la estrategia bipartidista de las políticas de austeridad, privatizaciones y recortes, contra las clases trabajadoras y el pueblo por la oligarquía financiera imperialista euroalemana y española.

Debemos apostar, en este tercer envite electoral de elecciones generales en otoño, a que IU apueste por la confluencia unitaria con Podemos y los movimientos sociales y mucho más, viendo el triste papel jugado por IU tanto en Madrid, restando votos y presencia a la candidatura de unidad popular y a Podemos o en Asturies, dando el gobierno a la derecha de FORO en Gijón y al PSOE en el autonómico a cambio de sendos plato de lentejas, dejando en evidencia sus falsos pactos de izquierdas, cuyo único objetivo es asegurar salarios y financiación parlamentaria a los suyos, antes que confluir con las mayorías de las candidaturas de unidad popular.

Apuesta también en estos parlamentos y ayuntamientos, por el acuerdo entre las distintas fuerzas reformistas impidiendo que la derecha gobierne, llegando a pactos con el PSOE, de gobierno o no, solo a cambio de rectificaciones de 180 grados, con candidatos impolutos y bajo compromiso concreto de aplicación de un programa para el pueblo, tanto paliativo en lo inmediato de las precarias condiciones de vida de las personas excluidas, rendición de cuentas y puesta en manos de la justicia a los culpables de la corrupción, con la devolución de lo prestado o robado, así como la suspensión inmediata de las políticas de austeridad, privatizaciones y recortes a las clases trabajadoras y al pueblo.

Acuerdos que sitúen como base del funcionamiento de las instituciones, la recuperación del sistema democrático para ponerlo al servicio de la ciudadanía, con la devolución del poder al pueblo y con el desarrollo de políticas que superen  las tremendas desigualdades sociales, que conforman el carácter antidemocrático y autoritario de esta sociedad.

Desde estos criterios como mínimo, deben partir los acuerdos programáticos para un gobierno para el pueblo, superando los falsos pactos de izquierda entre el PSOE e IU -por las prebendas que se reparten entre ellos y las miserias que dejan para el pueblo, como han demostrado en la comunidad asturiana y andaluza con el desmantelamiento de todo lo público- donde la oligarquía financiera ha cumplido con el requisito de la corrupción, desarrollando la financiación y los privilegios sistemáticos en las instituciones, como instrumentos de pago de servicios, en la ejecución de las políticas austericidas acordadas por la oligarquía financiera euroalemana y la complicidad de los gobiernos del PP y del PSOE.

La responsabilidad de que no haya gobiernos del pueblo con un programa para el pueblo en los ayuntamientos, gobiernos autonómicos y estatal, no puede ser responsabilidad del movimiento por la confluencia por la Unidad Popular, debe caer toda la responsabilidad política sobre aquellos que situándose en el campo teórico de la izquierda, no comparten un programa del pueblo para un gobierno al servicio del pueblo, desde la regeneración política y de la lucha por más democracia.

Tienen que ser los sectores corruptos de la derecha neoliberal oligárquica, que combaten la confluencia popular en el ámbito del reformismo de IU y el PSOE, los que públicamente rechacen el programa del pueblo, tragando lo que sea necesario, por la incomprensión en amplios sectores de las masas -que siguen confiando en los pactos de la izquierda, aunque sean vacios de contenido social con tal de excluir a la derecha rancia- pero con el programa y la regeneración democrática siempre por delante, demostraremos que la degeneración de este sistema capitalista, solo se puede combatir en las instituciones con la regeneración de la política y con la participación ciudadana, teniendo los derechos democráticos y las  libertades políticas como principal arma de masas.   

En este proceso contradictorio de parálisis de la movilización social, pero posibilidad real de ruptura estratégica del bipartidismo electoral de la oligarquía en las batallas institucionales, es donde debemos situar la línea de trabajo sindical y de masas, para ello debemos centrarnos desde la actual correlación de fuerzas y con el nivel de concienciación política de la clase obrera y de su actual capacidad de organización para la lucha, en los objetivos concretos más inmediatos y cercanos para las masas, para combatir las políticas de austeridad, recortes y privatizaciones de la burguesía, para pagar la deuda impagable de la banca privada, que ha sido trasladada al déficit público por los gobiernos del PSOE y PP.

Por ello, no podemos quedarnos en el debate político superestructural, de preocuparnos solo de lo que nos afecta en las instituciones y en el movimiento por la confluencia que lo arropa, como ala de izquierdas debemos ser capaces de llevarlo al seno de la clase obrera, a sus organizaciones de clase sindicales y sociales, dando la batalla en ellas, para escribir con mayúscula, que ahí es donde se construye el poder político para la transformación y la emancipación futura de clase, en sus organizaciones de masas tanto donde se trabaja, como donde se vive o estudia.

La experiencia del gobierno griego, nos sitúa los límites y contradicciones en los que se mueve la hegemonía del reformismo político en su lucha contra la oligarquía del capital, para conseguir las pequeñas reformas que le permitan seguir existiendo políticamente, y así, mientras las masas obreras como muestra la paralización de la movilización, sigan teniendo fe en el sistema parlamentario burgués y en la Europa del euro y la OTAN, se sintetizarán en las victorias de los reformistas, como sustituto de la movilización. Construir la alternativa revolucionaria desde este movimiento de masas, es la tarea en la actual situación política ante un previsible colapso de las salidas reformistas en el futuro, como el caso griego demuestra en estos momentos con la aceptación obligada de un tercer rescate.

Pero ahora y antes de ese futuro previsible, las fuerzas comunistas y revolucionarias, social y electoralmente no podemos seguir miniaturizados, incapaces por nuestro sectarismo de situar propuestas de construcción de la unidad popular real a las fuerzas reformistas, debemos superar nuestro dogmatismo izquierdista dejando de confrontar de forma sectarias con ellas, cuando estamos sin alternativa alguna creíble de masas y dejar de situarlas por su pensamiento pequeño burgués, como el enemigo principal interno en el seno del pueblo.

Hasta ahora, las tácticas de división en vez de apuestas estratégicas por la unidad del pueblo como arma fundamental para la victoria, es lo que ha predominado en las fuerzas comunistas y revolucionarias, en una continuidad suicida de la teoría de clase contra clase, criticada por la III Internacional y ajena a la única experiencia histórica revolucionaria de clase demostrada en el estado español, de la línea política de masas de frente único proletario y de frente unido popular, como estrategia de los comunistas y revolucionarios españoles contra el fascismo y la guerra imperialista desde el 1936.

La clase obrera en su actual incapacidad política y organizativa, necesita tiempo para superar desde la práctica concreta, la experiencia reformista y así conocer los límites del capitalismo con respecto a sus intereses más inmediatos y estratégicos, y para ello, la única arma que tenemos es la de nuestro trabajo de masas y la capacidad de influir en las organizaciones sindicales, populares y sociales, con posiciones políticas que consoliden organización y reformas, de manera que signifiquen pequeñas victorias en las políticas paliativas de las principales necesidades de los sectores más excluidos de las clases trabajadoras, cada pequeño triunfo significarán nuevas demandas de las masas trabajadoras, a las cuales cada vez más, el capital opondrá más resistencia a su cumplimiento.

Apostamos por la movilización continuada de las masas, sumando miles de luchas concretas reivindicativas y de protesta, con movilizaciones generales en defensa de los servicios públicos y las libertades como guerra de posición estratégica, estas son nuestras principales armas tácticas, para sumar de momento y posteriormente pasar a lo cualitativo, pasando continuamente de la reivindicación concreta a la general y viceversa, todo ello con la estrategia de situar en el primer plano del tablero político español, la lucha del movimiento obrero como clave de la transformación política y económica real, desde la dictadura actual democrático burguesa del capital a la democrática y socialista que las y los comunistas y revolucionarios proponemos.

La movilización social y de masas, en torno a la aplicación del grueso de medidas paliativas inmediatas que debemos exigir a los que gobiernen en las instituciones, marcarán el futuro del éxito o fracaso del reformismo, por eso iniciativas como las del sindicato Corriente Sindical de Izquierda y su entorno, de situar diez medidas paliativas de aplicación inmediata como inicio de un programa obrero más denso, son la línea a seguir desde la movilización sociopolítica sindical y desde las organizaciones populares y los movimientos sociales, todos ellos transversales en la lucha revolucionaria del movimiento obrero.

En esta batalla debemos tener claro, que la importancia en estos momentos del apoyo leal, pero crítico a las fuerzas reformistas desde la movilización de masas, también viene dado, porque con el fracaso del movimiento reformista en la actual correlación de fuerzas políticas, la alternativa no es el movimiento revolucionario, ni aquí ni en Grecia por mucho que nos duela, para el sur de Europa el color del amanecer será dorado, mientras la clase obrera no se independice política y orgánicamente, luchando por la Unidad Popular desde el frente común del pueblo contra la oligarquía imperialista española, y todas las claves están escritas en el papel que las fuerzas comunistas y revolucionarias juguemos en este proceso, con la conformación del frente único proletario.

Sintetizamos con esto, el grueso de nuestro trabajo y pretensiones políticas, tanto en lo inmediato como en lo estratégico, en nuestra propuesta de confluencia comunista y revolucionaria, para encarar el día que exista el partido de la clase obrera, la construcción de verdad de la alianza del Frente Unido del Pueblo, donde la clase obrera ejerza la suficiente fuerza como para lograr su emancipación y la libertad de todos los pueblos con el derecho de la autodeterminación.

En este ámbito, se están dando convergencias de la militancia comunista, en muchos casos, desencantada de los distintos destacamentos comunistas y del sindicalismo revolucionario de clase, provenientes del marxismo leninismo y del movimiento obrero revolucionario, pero también muchos otros del ámbito de los sectores más democráticos del reformismo claudicante del PCE.

La existencia de un ala de izquierdas, revolucionaria y comunista, en lo que actualmente es Podemos y su entorno, favorece la posterior confluencia por la izquierda de IU, después de este año electoral a más tardar, su consolidación orgánica interna junto a otros grupos y movimientos sociales y sindicales, es la base de la propuesta a trabajar por la confluencia de la unidad popular desde el ala de izquierdas.

Somos sectores comunistas que renegamos del dogmatismo revisionista, sectario y autoritario en las filas del marxismo revolucionario y leninista. También renegamos que muchos de nosotros, estemos atrapados por el institucionalismo pequeño burgués y su tactismo, de la posibilidad utópica de poder transformar la realidad del sistema capitalista desde las instituciones burguesas. Nos faltan los elementos políticos actuales y concretos desde los hechos, que demuestren nuestra teoría revolucionaria, y en Grecia desde la amenaza del “grexit” se empiezan a aportar las pruebas necesarias.

Nuestra teoría para que adquiera importancia y credibilidad, debemos llevarla a las masas obreras para su consolidación, pero despreciamos nuestra participación y la de las masas de forma organizada en sus organizaciones propias, cuando no realizamos un  trabajo en las organizaciones de masas sindicales y populares, por sus dificultades y el conocimiento concreto que se necesita y no todos tenemos, o por la fuerte dedicación que precisa, también por el desconocimiento de su importancia,  siendo uno de los pocos sitios que se pueden sacar avances y experiencias positivas para el movimiento revolucionario.

Desde esta dualidad de tareas, los comunistas también debemos dar las batallas electorales, pero debemos ser capaces de darlas de forma subordinada al interés general de las clases trabajadoras y del proceso revolucionario y no desde la correlación de fuerzas en las instituciones, dando respuestas a las necesidades más inmediatas de la clase obrera, para ser capaces de elevarlas hasta las más estratégicas, siempre desde lo concreto al servicio del interés general de la clase obrera y de su emancipación, de aquí nuestra apuesta por introducirnos en la batalla electoral y desde lo concreto ahora mismo, al engarce con el sindicalismo sociopolítico y de resistencia, al impulso de la movilización del movimiento obrero y a la construcción de sus referentes políticos de unidad popular y del frente único de clase.

Con esta política a largo plazo y desde esta táctica, trabajar por la confluencia desde la unidad y la crítica con los sectores comunistas que participan de la confluencia popular, en la construcción de una opción institucional por la izquierda como referente político de masas. Hoy el Partido Socialdemócrata Ruso de Lenin, lo simboliza en España la confluencia orgánica de Izquierda Unida, Podemos, EQUO, los movimientos sociales y el sindicalismo revolucionario, para lo bueno y lo malo y donde los comunistas debemos intervenir como ala izquierda para su consolidación, con la pretensión de unirlo a la lucha del movimiento obrero en la construcción de su referente político y de su emancipación de clase.

Abrimos ahora con esta propuesta, un nuevo círculo de trabajo político, que abre nuevas puertas de intervención política general, un nuevo círculo donde los comunistas debemos participar con nuestras propuestas y debates, en el objetivo unitario de la construcción del poder popular y el socialismo para nuestra clase, desde la línea política de masas de trabajo en las organizaciones de masas.

Profundizar en la línea política de masas de trabajo en las organizaciones de masas, para construir los referentes políticos, sociales y de partido de la clase obrera, nuestra tarea estratégica fundamental.

Propuesta que da profundidad y carácter de clase, a una estrategia global de unión de la lucha del movimiento obrero con la general, partimos de que la historia y la idiosincrasia de la clase obrera española, no ha sido fruto de un solo pueblo, como él, se construyó desde la pluralidad  de las sumas de migraciones con su cultura y experiencias históricas, que han llenado durante siglos nuestro territorio de levantamientos populares, pero si algo forjó su identidad como clase, desde su pasado anarquista y socialista durante los siglos XVIII y XIX, ha sido la dura experiencia de la derrota militar, tras más de cuatro años de cruenta guerra civil contra la oligarquía financiera, industrial y terratenientes aliadas al nazismo, con la complicidad de las potencias imperialistas del siglo XX, tras el golpe de estado fascista en España de 1936.

El resurgir de un movimiento obrero bajo la dictadura fascista, con la mayoría de sus dirigentes históricos asesinados, encarcelados o en el exilio forzoso, creado desde la lucha reivindicativa en los centros de trabajo, sectores de producción, centros de estudios, barrios y pueblos, dan cuenta de la tremenda valía de la teoría de la línea de masas, que los comunistas del interior que no se exiliaron desarrollaron, como experiencia heredada de la línea de masas practicada durante la república y la guerra contra el fascismo, por el Partido Comunista de España de José Díaz, desde la estrategia unitaria y democrática de la III Internacional, del frente único proletario de la UHP y frente unido popular.

Solo, desde la fuerte participación de la militancia comunista en las organizaciones de masas obreras de influencias anarquistas y socialistas, se pudo lograr su unificación posterior como identidad de clase, así como mantenerla y desarrollarla después de la derrota militar ante el fascismo, resurgiendo con toda capacidad en los años sesenta y setenta en forma de movimiento, dirigidas por las distintas fracciones de las fuerzas comunistas y el movimiento obrero revolucionario, que ante la agudización de la lucha de clases se desarrolla en la búsqueda de reivindicaciones que son derechos, libertades y amnistía, con un nuevo tipo de sindicalismo que une al carácter reivindicativo económico, el discurso sociopolítico de forma trasversal en todas las necesidades humanas para su progreso, desde la base asamblearia, democrática y autónoma en cada centro de trabajo, sector de producción o barrio.

Este sindicalismo sociopolítico, derrotó a la dictadura militar y desarrolló la mayor movilización de masas obreras en pro de su emancipación y de las ansias justas de más libertad, justicia y democracia, que duró hasta la nueva derrota en el inicio de los año ochenta, más fuerte y duradera, la derrota ideológica y política provocada por su vanguardia, en aquellos momentos mayoritariamente dirigida por el Partido Comunista de España, que claudica en todas las aspiraciones y objetivos históricos de las clases trabajadoras, bajo la influencia ideológica del revisionismo que dominó las resoluciones del XX congreso del PCUS, celebrado en el año 1960.

Resoluciones que nacen del dogmatismo revisionista de derechas que ceden la iniciativa política y el impulso de la movilización obrera, a cambio de su legalización y un estado social de (mini) bienestar, a las nuevas fracciones de las clases burguesas dirigentes del neoliberalismo europeo, posiciones revisionistas consagradas en la Conferencia de Roma del PCE de 1975, con las consecuencias de la reconciliación nacional y la Ley de Amnistía para los represaliados y exiliados y el perdón para los genocidas, continuando con la firma de los Pactos de la Moncloa, la Constitución del 1978 y el Estatuto de los Trabajadores en 1979, que generó una mortal lucha interna en el movimiento de las comisiones obreras con expulsiones y exclusiones que llevó a la actual situación de fraccionamiento, debilidad y división y a la nueva derrota, esta ideológica y política del movimiento obrero revolucionario y de clase.

En la adaptación orgánica del nuevo tipo de sindicalismo sociopolítico, asambleario, de base, autónomo y democrático, a las actuales condiciones de producción con sistemas flexibles, toyotistas, que supera y sustituye al viejo y rígido sistema de producción fordista instaurado en la posguerra, con nuevas formas de relaciones laborales donde la eventualidad se superpone a los contratos fijos, estables y con derechos, poniendo la precariedad como norma y la flexibilidad funcional y horaria como sistema, en un marco como norma de trabajo y relaciones laborales dentro de las fábricas, centros de trabajo y sectores, faltos de libertades y derechos políticos democráticos para las clases trabajadoras, en esta adaptación está la clave del desarrollo de la movilización futura del movimiento obrero revolucionario.

Un sindicalismo que sea capaz de dar respuestas a unas condiciones de vida y trabajo, en una situación completamente contrarias a las que hemos conocido hasta ahora de desarrollo del estado de bienestar, donde seamos capaces de unir la defensa clásica del puesto de trabajo, por el derecho al empleo y a la negociación colectiva, con la movilización solidaria y continuada, por un mínimo de subsistencia para los sectores más necesitados y excluidos socialmente de las clases trabajadoras, junto con el derecho a la vivienda, la justicia, salud, enseñanza, dependencia y los servicios públicos sociales.

Las experiencias de los mínimos vitales planteados por las fuerzas reformistas como en Grecia y España, proyectan en este esquema los elementos centrales de la movilización y la solidaridad del sindicalismo de clase en la actualidad, desde su visión solidaria e internacionalista ante las condiciones de vida y trabajo que la burguesía oligárquica ha traído con la pretensión de dejarlas.

A lo viejo de siempre de la lucha económica -al derecho al pan y al trabajo- de nuevo se le vuelve a unir el dilema histórico en la agudización de la lucha de clases, la lucha por la libertad y los derechos democráticos, por eso la libertad para todas y todos los obreros encarcelados, imputados o multados por defender sus derechos, la amnistía para los de nuestra clase, desde el sindicalismo de clase y del movimiento revolucionario, hoy como los de ayer del 1934, ni un paso atrás hasta la libertad total de todas y todos, este grito no puede faltar en cada movilización.

Esto sugiere a grandes trazos, como propuesta a desarrollar por el sindicalismo de clase, que a la falta de libertades y derechos democráticos en las relaciones laborales, en las fábricas y centros de trabajo, debemos responderles desde la dualidad del ejercicio de los derechos y la clandestinidad, aprovechando todos los resquicios de la legalidad jurídica y del marco de libertades.

La inexistencia de un referente sindical estatal de clase y alternativo a los sindicatos del sistema, nos obliga a los comunistas y revolucionarios, dentro de nuestra táctica sindical y desde la flexibilidad, a potenciar las distintas formaciones sindicales de clase, valorando la realidad sindical concreta de cada centro de trabajo o sector, esto, independientemente de la participación mayoritaria que tenemos en la CSI, desde la perspectiva de la lucha por la confluencia del movimiento sindical de clase, con la unidad de acción en la lucha y el objetivo estratégico de unir la acción sindical con la unidad orgánica, en un solo movimiento sindical de clase, sociopolítico, asambleario, autónomo de base y democrático.

Alonso Gallardo                                                                                                             Septiembre del 2015